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Todavía me volví, ojeando. Siempre quería ver a Diadorín. El bienquerer de uno despidiéndose como una risa y sollozo, en este en medio de la vida.

«Olereré
Bahiana…
Yo me iba
y ya no voy…
Yo hago
que voy
allá dentro, oh bahiana:
¡y me vuelvo
de enmedio
p’atrás!»

La miseria en mi mano […] Entonces ¿no sé si vendí? Le digo a usted: mi miedo es éste. ¿No venden todos? Le digo a usted: el diablo no existe, ni hay, y a él le vendí yo el alma… Mi miedo es éste. ¿A quién he vendido? Mi miedo es éste, señor mío: entonces, el alma, la vende uno solo y sin ningún comprador.

Ah, para no tener miedo es para lo que se recurre a la rabia.

¿Una noticia es cosa que se saca, a capricho, del fin del sol? … ¿La tristeza es notica? … La fantasía, mía ahora, en esta conversación, usted me la ataje. Si no, diga usted: ¿lo negro es negro?, ¿lo blanco es blanco? O cuándo es cuando la vejez comienza, surgiendo de dentro de la juventud.

[...] me parece que el sentir de uno da vueltas, pero de cierto modo, rodando en sí, pero con reglas. ¿El mucho placer se vuelve miedo, el miedo va y se vuelve odio, el odio se vuelve esas desesperaciones? la desesperación es bueno que se vuelva mayor tristeza, consolante entonces para el un amor —cuanta añoranza—...; entonces, ya viene otra esperanza... Pero la brasita de todo es tan sólo el mismo carbón solo.

La gente se apoyaba en el frío, escuchaba el orvallo, el bosque lleno de oloroso, [...]. Empezaba a rayar, entreluz de la aurora, cuando el cielo blanquea. En el aire yendo quedando ceniciento, la formación de aquellos caballeros, escurrida, se divisaba. Y usted me disculpe por estar retrasándome con tantas menudencias. Pero hasta hoy me represento en los ojos aquella hora, todo tan bueno; y lo que es es añoranza.

Usted es de fuera, amigo mío pero mi extraño. Mas, tal vez, por eso mismo. Hablar con el extraño así, que bien oye y luego lejos de va, es un segundo provecho: es como si hablase conmigo mismo. Mire vea: lo que es ruín dentro de uno, uno lo pervierte siempre por apartarlo más de sí. ¿Para eso es para lo que mucho se habla?