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La disciplina es como un tratamiento de conducto dental. no es divertido, pero es bueno para usted. Ambos procedimientos son simples, pero decisivos que evitan el decaimiento que destruye toda una estructura, ya sea en un diente, una persona, o todo un ministerio. Una vez logrado, se restaura la debilidad y dolor con un estado de fortaleza y utilidad.

No hay discipulado sin disciplina; ni ningún ministerio para jóvenes con propósito sin los pilares de la gracia y la verdad. Leemos esta verdad en las Escrituras, y se ve en la vida. Lo que falta es apropiarlo a nuestro estilo de ministerio.

La disciplina es difícil y la confrontación dolorosa, pero ambas vienen en las funciones del liderazgo.

Ver la disciplina positivamente desde una perspectiva teológica y sociológica, nos puede dar el estímulo que necesitamos para disciplinar como debemos.

No importa cómo lo describamos, la autodisciplina, que es equivalente al discipulado, se predica tanto en el abrazo como en el dolor. Sin una rica combinación de besos y disciplina no vamos a madurar.

Comunicar y establecer límites en amor son elementos de la disciplina bíblica.

Tener una estrategia para la disciplina es casi sinónimo de tener una estrategia para el discipulado.

El hecho de que tantos jóvenes carezcan de disciplina señala la necesidad de que gente como nosotros los ayudemos a desarrollarla.

La administración del tiempo es una de las claves principales para que un obrero de jóvenes conserve la salud.