Marcelo Puelles’s Reviews > Sobre la felicidad > Status Update

Ciertamente es triste la condición de toda la gente ocupada y, sin embargo, es mucho más triste la de aquellos que ni si quiera trabajan en sus ocupaciones, adaptan su sueño al de otros, andan al paso de otro, reciben órdenes para amar y odiar, las cosas más libres de todas. si estos quieren saber cuán breve es su vida, que piensen en qué medida es suya.

Y no te emplazo a gozar de una tranquilidad perezosa y sin sentido, no a que hundas todo lo que hay de vitalidad en ti en el sueño y los placeres amados por la turba: eso no es descansar. Encontrarás tareas que superan a todos los trabajos realizados arduamente hasta ahora: y podrás dedicarte a ellas, en medio de la tranquilidad y falta de preocupaciones.

Con dificultad consiguen lo que quieren, con ansiedad poseen lo que han conseguido; entretanto no se lleva cuenta alguna del tiempo, que no volverá nunca más.

La vida más corta y más angustiosa es la de aquellos que se olvidan del pasado, se despreocupan del presente, temen por el futuro; cuando han llegado al final, perciben los pobres, con retraso, que han estado ocupados todo el tiempo en no hacer nada.

Nadie devolverá los años, nadie te entregará de nuevo a ti mismo. Marchará la vida por donde empezó y no dará marcha atrás ni se parará; no habrá alteraciones, no habrá advertencias sobre su velocidad: se deslizará en silencio.

Cada cual precipita su vida y se afana añorando el futuro, hastiado del presente.
En cambio, el que invierte todo su tiempo en su propia utilidad, el que organiza cada día como si fuera una vida entera, ni desea el mañana ni lo teme.

Es propio de un gran hombre, de un hombre que destaca por encima de los errores humanos, el no permitir que se le prive de nada de su propio tiempo y, por eso, es larguísima su vida, porque, en toda su extensión, en toda, queda libre para él. Nada de ella quedó sin cultivar, ociosa; nada sometida a otro, pues tampoco encontró nada digno de trocar por su propio tiempo, siendo él su guardián más fiel.

a vivir hay que aprender toda la vida y, cosa que quizá te extrañará más, toda la vida hay que aprender a morir.

el espíritu distraído no acoge nada en profundidad.

En efecto, después de pronunciar las palabras, los sentimientos vuelven a su curso habitual. Vuestra vida, dioses de bondad, aunque supere los mil años, se reducirá muchísimo: esos vicios no dejarán de devorar ninguna época.