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pero desde el principio decidió que no iba a hacerse responsable de los bajones anímicos de Cal. No es que sean frecuentes en él, pero Sean, su marido, era un hombre dado a los altibajos y cometió el error de pensar que aquello era un problema que ella debía solucionar. El hecho de que Cal nunca espere que lo haga es una de las muchas cosas que valora de él. No tiene la menor intención de estropearlo.

Cal no se fía de los adultos que sonríen como niños—.

French, Tana. El cazador (AdN Editorial Grupo Anaya) (p. 32). AdN Editorial Grupo Anaya. Edición de Kindle.

La camiseta huele al sol que la ha secado y al detergente en polvo de Lena, que es diferente del que usa la madre de Trey. Trey yace despierta durante un rato, escuchando los golpes y crujidos que provoca Lena al prepararse para ir a dormir.

French, Tana. El cazador (AdN Editorial Grupo Anaya) (p. 28). AdN Editorial Grupo Anaya. Edición de Kindle.

Le gustaba prometerles cosas, le encantaba ver cómo sus rostros se encendían cuando les decía que los llevaría al circo en Galway, o que les compraría un coche de juguete capaz de trepar por las paredes. No parecía sentir la menor necesidad de cumplir sus promesas. De hecho, siempre parecía sorprendido y algo ofendido cuando se las recordaban.

French, Tana. El cazador (AdN Editorial Grupo Anaya) (p. 23

Su madre guarda silencio, pero no es un silencio que contenga paz. Ocupa espacio, como algo pesado y de hierro oxidado que la envolviera.

French, Tana. El cazador (AdN Editorial Grupo Anaya) (p. 5). AdN Editorial Grupo Anaya. Edición de Kindle.