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La filosofía de Nietzsche

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Quien algún día enseñe a volar al hombre habrá removido todos los mojones fronterizos. Todos los mojones fronterizos volarán para él por los aires, él rebautizará la tierra... con el nombre de “la Ligera”».
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Tomás García En el capítulo «De los tres males»,42 que inicialmente parece abordar una problemática moral, se hace un examen crítico de las tres cosas que hasta ahora más se habían maldecido: la voluptuosidad, el afán de poder y el egoísmo. Pero lo que dirige ocultamente y en secreto este examen ponderador es el problema del mundo. Para ver esto hacen falta ojos que, por así decirlo, «añoren la lejanía». Se trata de examinar el capítulo desde la perspectiva del razonamiento que recorre la tercera parte. El problema conductor de toda la tercera parte es el problema del mundo. ¿Qué tienen que ver con el mundo la voluptuosidad, el afán de poder y el egoísmo? Podría decirse que estos tres males se consideran desde antiguo elementos de una «mentalidad mundana», lo opuesto a una ascesis que busca superar el mundo. Pero de este modo solo se estaría entendiendo el «mundo» como una tendencia humana, como una propensión y una ofuscación causada por instintos, pero no como la totalidad que abarca todo lo existente. Se estaría tomando el mundo existencialmente, se lo estaría interpretando como un modo de la existencia humana. Pero Nietzsche examina la voluptuosidad, el afán de poder y el egoísmo para ver cuál es su referencia al mundo. Examina si son modos como la existencia se abre al mundo o modos como se cierra a él. Nietzsche no solo tasa de nuevo los valores cristianos tradicionales de la castidad, la humildad y el altruismo confrontándolos con sus opuestos, sino que más bien le guía la pregunta de si y de en qué medida se muestra en ello una apertura al mundo, un asomarse a la totalidad. «Voluptuosidad, tiranía y egoísmo: estas tres cosas han sido hasta ahora las más maldecidas y las más denigradas y calumniadas. Quiero dar a las tres una buena valoración humana». Y resulta que en las tres, si no se consideran como lo hace la chusma, se revela para Nietzsche una referencia esencial al mundo. La voluptuosidad es para él «la felicidad del jardín terrenal, la rebosante gratitud de todo futuro por el ahora». En la voluptuosidad la existencia individual se eleva por encima de sí misma hasta la infinita cadena de las generaciones, y se sume en la totalidad del tiempo, aunque dé la impresión de que lo hace en la ebriedad del instante. La voluptuosidad es, por así decirlo, el ser natural en la totalidad del tiempo, el agradecimiento desbordante por todo futuro, es decir, por la totalidad del tiempo. En el instante finito está misteriosamente el tiempo infinito. Por el contrario, a Zaratustra le parece que el afán de poder es el poder histórico que aspira a trascender toda estancia y todo demorarse, el principio de la agitación que azuza a los individuos y a los pueblos lanzándolos por la senda de su historia. El despotismo es lo que azuza e impele, es el tiempo como historia. En el afán de poder toda época impulsa a ir más allá de ella, hacia futuros y lejanías cada vez más remotos. Pero las ansias de poder no se agotan en lo próximo ni en lo ya alcanzado, nunca se detienen, y por tanto remiten a lo abierto, a lo inabarcable, siendo lo contrario de toda virtud empequeñecedora», de toda modestia y de toda conformidad. Esta egolatría no es el mezquino egoísmo de una vida miserable, sino la virtud obsequiante de un alma que se prodiga de pura abundancia, del alma que necesita mundo, que solo encuentra estabilidad y base cuando se ve rodeada de las amplitudes más extremas. En todos estos tres males palpita una referencia expresa al mundo. Pero si aquí se quiere hablar ya de una «nueva tasación de los valores», entonces tiene que quedar claro que el único criterio para esta nueva tasación es la grandeza o la mezquindad de la relación con el mundo.
Esto resulta todavía más claro en el capítulo siguiente, «Del espíritu de la pesantez».43 En cierto modo Nietzsche compila aquí de forma condensada todo lo que hasta ahora se había caracterizado negativamente como existencia cerrada al mundo.


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