Andrés Salgado's Blog

September 5, 2018

Despreciable

¿Bendecida de qué? ¿De haber sido escupida por el culo de Tutivillus en alguna de sus orgías? 
¡Farsante! ¡Mentirosa! Ávida de ganas de excitar tu gula bajo el bombillo morado de un burdel de muertos. Ni eres blanca, ni eres negra. No existes. Ocultas un hermafrodita mental en tus entrañas. Y aún así ríes, cuando realmente estás parada en medio de la tierra que quedó de lo que Moisés separó en su momento. A los lados tuyos solo hay lixo, deshechos tóxicos que invaden tu desliz. 
Grita sola tu nombre, trata de encontrar el aleteo de tu propio fantasma. Hazte tuya. Masturba a los cretinos si es que algo de eso queda en tus recuerdos. Pareciera que los cerdos a los que alimentan unos gnomos, no se sacian de ti. Enciendes la cámara y bailas confiada, creyendo que aportas al mundo tu felicidad prestada, mientras el depresivo editor me dice que se siente perdido, buscando algo de consuelo en mí. Un consuelo que jamás encontrará en medio de mis apetencias. El pobre editor nada entre sus propias desventuras. 
Perdiste todo frente a mis ojos. Estás caída y crees que aún tienes brillo. La sociedad entera te escoge en silencio como la más aplicada payasa que jamás se ha visto, mientras, al tiempo, te palmea la espalda y te da besitos para darte confianza, para que sigas creyendo en tu propia mentira y los sigas haciendo reír. Los oficinistas comentan , detrás de ti, lo miserable que eres. 
No te pongas triste porque no te invitaron a la fiesta. Entiende que eres prescindible. Explotaron tu cabeza, usaron tu inocencia y luego te arrojaron a la calle, mientras ellos se quedaron en la mansión, manoseando a tus hijos y hurgando sus orificios.
Mientras tanto, tú sigues vomitando imágenes virtuales en donde te ufanas de ser como eres y en donde dejas claro que nada te importa. Repitiendo la misma monotonía de palabras perdidas en otro tiempo, la misma cacofonía de tu mente; una era recorrida ya; un desencanto ya visto; un velo que se rompió en la mitad de la euforia y que incendió aquel rincón donde jugabas a tocar una guitarra imaginaria cuando eras niña y pensabas que existían los sueños. 
No siempre los monumentos que se construyen, homenajean a los héroes. No siempre, amor mío. 
Por ahora sigue saltando con tu bikini y tu disfraz de heroína empoderada, mientras te veo reír y me río cuando te comparo con esa otra mujer que de tanto odiarse a sí misma, quisiera reventar en llanto. 
Todo lo que siento hacia ti es compasión. No hay nada más barato en el mercado.
¿Dónde quedaron los atardeceres en la playa? ¿Te acuerdas cuando juntos íbamos a tomarnos un trago mientras me extirpaba los sesos tratando de escoger entre el sol anaranjado o tus ojos verdes?
Somos el trío perfecto de la decadencia. La cama no quiere vernos a los tres convertidos en espectros. 
¿Qué hacemos con el editor que me pide libros nuevos? ¿Qué hacemos con los deseos rotos?  
¿Dónde estarás tú? ¿Por qué no vuelves a abrir la ducha del baño del penthouse de aquella alcantarilla y bailas para mí? ¿Qué mal le he hecho a los chicos con síndrome de Down que viven a la vuelta de mi casa, como para que no me lances sonrisas desatadas de tus labios gruesos? 
Si las estrellas y las constelaciones te vieran, reprimirían su luz… aunque fuese un resplandor extinto. Como tú, mi vida. 


No hay fortuna, ¿sabías eso?


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Published on September 05, 2018 08:25

May 11, 2018

Débora: Respuestas sobre el proceso creativo de la serie.

Próximamente se llevará a cabo un artículo sobre la serie Débora: la mujer que desnudó a Colombia, la cual escribí junto a Janeth Pacheco y Carlos García.
Acá un fragmento de una entrevista que me hicieron: 
Iván Beltrán: - Qué reflexiones, revelaciones y certezas surgen después de haber indagado en el tránsito de Débora Arango?Andrés Salgado : Lo que me queda son tres aspectos:Su convicción: Débora fue una mujer que estaba convencida de que pintar era lo que quería hacer en su vida. Pero no quería ser una pintora cualquiera. Débora optó por recorrer los laberintos más excéntricos del arte de su época y quería hacerlo a su manera. Esa convicción y pasión, la hicieron superar todos los obstáculos y prevenciones que se le atravesaron y eso, desde mi punto de vista, es más que meritorio.Su sacrificio: Tomar el camino estético que ella hizo suyo, implicó, como cualquier acto revolucionario, consecuencias amargas para su vida. Una de ellas, fue el ser etiquetada como inmoral en una sociedad que se ufanaba de ser el centro de los correctos principios. Si bien, su posición económica y política le favorecieron, es claro que fue señalada y apartada de los círculos sociales que les eran próximos. Su vida emocional, también padeció, a causa de su vocación. Su compromiso social: Aunque pudo alejarse de la realidad de su país y de su entorno, Débora se sumergió por completo en la realidad del momento histórico que vivía Colombia. Agudizó sus sentidos y desde su expresión, señaló las injusticias, las contradicciones, la doble moral y la miseria que vivimos día a día y que sufren los relegados de un sistema que los cosifica y los usa de acuerdo a sus propios intereses. Débora nunca calló y por el contrario, si grito, lo hizo muy fuerte.IB: - Sigue siendo Débora tan luminosa como para que aún Colombia no le reconozca del todo su figura y su importancia?  AS: Lo es, pero tristemente Colombia todavía no termina de apreciarla y mucho menos de visualizarla en el panorama de nuestra nación como una de las más grandes sociólogas y antropólogas de lo que llamaríamos la “colombianidad”. Débora es mucho más que una pintora.IB: - A tu juicio, quedan todavía entre nosotros rezagos de esa censura y esa incomprensión vivida por la gran pintora?AS: Yo no diría “rezagos”. Pienso que estamos viviendo todavía en el siglo XIX. Y si lo digo, no es únicamente por el atraso de infraestructura, por la ausencia de educación de nuestro pueblo, por servicios de salud inexistentes o por los descarados brotes de corrupción. Lo digo principalmente por el descortés escenario eterno donde el control de un país está y ha estado en manos de las mismas familias (o cacicazgo, como se quiera llamar) que acomodan las leyes, los delitos y los destinos económicos, políticos y más que todo, los de carácter moral a su entera conveniencia.En esa conveniencia mórbida, esa doble moral compartida por todos y esa validación de la corrupción, una figura como Débora no tiene cabida. Débora era denuncia; una denuncia limpia, desprovista de intereses y cargada de una honestidad brutal, como dice Andrés Calamaro.IB: - Sería válido considerarla como una feminista temprana? Como una anarquista o una libre-pensadora inserta en un mundo rígido y consuetudinario?AS: Pienso que uno de los rasgos que nos catalogan como “mortales” es la necesidad de poner etiquetas. Un ser inmortal como Débora no las admite. Creo que Débora es por encima de todo una mujer llena de fuerza, de energía y que como todo genio, está repleta de lucidez y de una gasolina cósmica que la hizo adelantarse a su tiempo y ser tan actual como lo puede ser el periódico de hoy. Con los sentidos abiertos a su entorno y una mente crítica y siempre inquieta, Débora se convirtió en una voz que a través de su pintura y su arte, nos habló de frente y con una crudeza que asustó a los que siempre han estado acostumbrados a asustar.  IB: - ¿Qué imaginas que estaría haciendo ella si siguiera con vida y tomara parte de la tragicomedia actual?AS: La constante en la maestra fue siempre su encierro. Pareciera que en Casablanca encontraba el ambiente preferido para expresar todo lo que tenía en su cabeza y en su alma. Pienso que, fiel a esa poderosa convicción que tenía, estaría enclaustrada en su casa, expresando a través de sus pinturas la catarata del sinsentido nacional; con dibujos de animales y bestias/monstruos con pieles nuevas pero con los mismos espíritus inmundos de siempre, estaría denunciando, poniéndonos a pensar, mostrándonos en la cara las incoherencias de las que somos juez y parte. Un artista como ella jamás cerraba su boca y son sus pinturas un cúmulo de hermosos lamentos y, como dice Spinetta, “recuerdos del futuro”. 

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Published on May 11, 2018 08:53

March 7, 2018

Déjala Morir (Entrevista)

1.    "Déjala Morir" está basada en personas y hechos reales. ¿De qué manera eso influye en el proceso creativo y narrativo de la serie?
Influye profundamente porque eso implica tomar la realidad de una persona y un contexto verídico como derrotero para armar el relato de ficción. En ese sentido, el trabajo es doble porque no solo implica armar los elementos dramáticos necesarios para encantar al público sino que además se necesita extraer lo que funciona de la realidad y “moldear” algunos eventos sin que se irrespete la esencia del personaje.

2.    Un personaje y una historia con tantos matices implicó seleccionar lo que se podía/debía contar y lo que no. ¿Cómo se determinó o seleccionó al momento de escribir?Creo que una de las grandes limitaciones fue el asunto del tiempo que teníamos para poder contar una vida tan rica y atractiva como la de Emilia. La música fue trascendental para organizar el relato. Lo primero en lo que pensé fue en determinar cuáles eran los temas de la vida de Emilia que más le marcaron su alma. Encontré que el amor, la maternidad y la música fueron fundamentales en ella; Emilia giraba en torno a eso con mucha fuerza. Entonces escogí algunas de las canciones que más podían servir como marco de referencia y/o banda sonora/espejo de esos momentos y ya teniendo eso claro, la organicé por capítulos. Está claro que lo que procuré fue que cada episodio mostrara una cierta tendencia temática (un capítulo al amor, otro a la familia, otro a la fama, a la música, etc), traspasado obviamente por los otros detalles de su vida que armonizaban la narración en segundo plano. Algunos aspectos obviamente, se complementaron con las entrevistas a personas reales, más concretamente con su hija Nelly Herrera.
3.    En su forma, la serie nos muestra ficción mezclada con entrevistas a personas reales, imágenes "detrás de cámara", animaciones y gráficos apoyados por un off. ¿Cuál era la intención?Ahorrar presupuesto. Notamos, cuando estaban escritos los libretos, que había muchísimas escenas, que por presupuesto y por tiempos de grabación, no podían llevarse a cabo. Yo pude ponerme soberbio y cerrarme a una transformación del guion y de la estructura que había concebido. Pero nunca fue así. Nunca en mi carrera he concebido la escritura como un proceso finalizado en el papel. Sabíamos que había que sacar esto adelante y por eso, junto a Ramsés Ramos (director de actores) y Carlos Alberto García (mi asistente de libretos) me encerré en el apartamento de Edwin Salcedo (productor de la serie) para analizar escena por escena y ver cuáles se podían y se tenían que representar tal cual estaban escritas y qué otras se debían representar de otra manera. Entonces, ahí sentados, leyendo, fuimos encontrando un sistema narrativo que convirtió la carencia en oportunidad. De tal manera que echamos mano de Nelly Herrera para que apareciera relatando algunas anécdotas (escenas que estaban escritas y que había que verlas contadas por ella); el recurso de la niña Emilia dando una entrevista ficcionada, basada en una entrevista que otorgó en su momento la Niña Emilia real a un periodista (esa entrevista estaba pensada y escrita desde el libreto pero se extendió un poco más en la grabación);  el proceso de Aida Bossa a la hora de ir metiéndose en el personaje (que fue una idea de Ramsés, quien estaba obsesionado con eso) y finalmente otro aporte de Ramsés que fue el uso de los avisos picoteros como paso de tiempo y de transiciones dramáticas que si bien estaban en el papel, no estaban concebidas en esa forma.Como se ve, repito, convertimos la carencia en oportunidad y casi sin quererlo, terminamos al final, encontrando una narración bastante interesentante y trasgresora. Lo único que me dolió fue la cantidad de escenas y de situaciones que quedaron realmente por fuera.  O sea, las que no se pudieron representar de ninguna forma por un asunto de tiempo. Echamos a la basura, tristemente, unas dos horas más. Y hablo de un material tremendo.
Alrededor de la historia de Emilia se movieron dos personajes importantes : Su comadre Irene, y su hijo, al que le termina cantando la famosa "Coroncoro". ¿Se pensó en algún momento en que los hilos de ambas historias se podrían haber estirado un poco más, o siempre se pensaron como afluentes de la historia central?Como dije anteriormente, el reto más grande fue el de la condensación mezclado con el ajuste presupuestal y de plan de rodaje. Las condiciones fueron realmente difíciles. “Dejala morir” fue mi primera serie escrita para un canal público. Normalmente las limitaciones que tuve en la miniserie son nimiedades para los canales privados. Y claro: la historia tenía en sí misma una “gasolina” dramática abundante; tanto como para poder extender algunas líneas. Dije en la respuesta anterior que había sobrado muchísimo material escrito que tocó mutilar por las razones dadas. Estoy convencido de que al menos el doble o el triple de capítulos hubiera sido adecuado y se hubiera podido contar sin problema alguno. Uno como guionista tiene que asumir con cuánto se cuenta a nivel presupuestal y de tiempo para poder organizar la historia. Si las condiciones hubieran sido distintas, hubiera extendido esas líneas e incluido mucho más sobre la vida misma del personaje. La línea de Irene era maravillosa.Y claro que hubiera contado también su vida; como también la de otro personaje que influyó en ella y que era de su familia: Magín Díaz; así como también muchos otros que deambularon por el mundo de Emilia.  Pero no fue así porque no se podía.  No hay problema. Me adapto y escribo en las condiciones en las que esté. Y así fue el producto que salió. Y fue contundente y exitoso. Tal vez podamos escribir más adelante algo más sobre ella, o una temporada nueva sobre ese universo. En fin, ya veremos. No descarto nada. Lo cierto es que el mundo de Emilia es muy atractivo y abundante en historias.
¿Cómo participó la familia de Emilia en la historia televisiva?
Desde el minuto cero la familia Herrera está presente. De hecho, la persona que me contacta para que cuente la historia fue la hija de Emilia, Nelly Herrera. Nos conocimos porque yo había escrito una escena en El Joe, la leyenda (una telenovela que escribí en el 2011 para el canal RCN) donde aparecía el personaje de la Niña Emilia cantando “El Coroncoro”. Quien interpretó a Emilia en esa escena, fue Nelly. A partir de ahí nos conocimos y a pesar de que yo sabía de Emilia y conocía su música, le pedí a Nelly que me enseñara mucho más acerca de su mamá con el fin de saber hasta dónde tenía potencial una posible serie. Ella escribió varias páginas sobre anécdotas y vivencias de ella con su madre y comprendí que teníamos algo muy poderoso entre manos. Apenas se presentó la oportunidad en Telecaribe, seis años después, no dudé en desempolvar el proyecto. Nelly fue vital en la veracidad del relato. A diferencia de las dos producciones anteriores que había escrito (El Joe la leyenda y Celia), quise que Déjala Morir fuera lo más apegada a la realidad. Nelly entonces se desempeñó como una especie de “vigilante” permanente que asegurara que no me iba a desviar del objetivo. Ya luego, en grabaciones, ella participa dando testimonios y estando al lado de Aida Bossa, Ramsés Ramos y Alessandro Basile (director) para orientarlos en cuanto a las interpretaciones actorales y algunos detalles que fueron desde la escenografía, hasta el vestuario, pasando por locaciones incluso.
Pero no solo Nelly estuvo vinculada. También sobrinos y nietos de Emilia, quienes aparecen como figurantes y lo más importante: como coristas de las canciones que interpreta Aida en la serie.
5. Como narrador, ¿Cómo considera que puede contribuir la ficción televisiva a la formulación de un tejido social distinto en la actual coyuntura colombiana?Estoy convencido de que la ficción televisiva tiene una gran responsabilidad para transformar algunos relatos que a mi juicio, tienen que ver con una desacertada interpretación de valores y discursos sociales en los que se ha caído en este país. También el narrador debe provocar reflexiones acerca de estereotipos y modelos dañinos que están tristemente atornillados en el imaginario nacional para reinterpretarlos de una forma más constructiva y menos oscura. Los escritores (de televisión, de cine, de literatura, etc)  tenemos un poder enorme en nuestras manos. Hablando desde mi óptica, debo decir que estoy en franco desacuerdo con el desarrollo y la emisión de series, plagadas de historias que refuerzan esos desgraciados estereotipos de los que hablaba. Creo que al escribir historias de superación, de valor, de entereza; con personajes que, a pesar de la adversidad, no entran en linderos delictivos ni destruyen o perjudican los derechos de los demás, se construye un relato distinto y mucho más inspiracional y positivo que luego se replica en la sociedad y que la retroalimenta. Colombia necesita historias como las de Emilia. El aporte de los escritores a un país distinto tiene también que ver con un filtro interior que nos haga dirigir nuestra selectividad hacia ese tipo de historias.
¿Es posible pensar en consolidar un modelo de producción de ficción en la televisión pública colombiana?Yo valoro los esfuerzos que se hacen y los aplaudo. Pero es tremendamente difícil generar un modelo de producción digno si seguimos maniobrando con los paupérrimos presupuestos con los que se cuenta. Competir es algo serio; y si vamos a competir de verdad, tenemos que competir con calidad. La calidad tiene mucho que ver con los profesionales que hacen la televisión. En mi caso, yo participé en una serie como Déjala Morir sabiendo que el presupuesto era limitado porque me propuse escribir un producto que quedara en la memoria de mi región; algo así como regalarle a mi tierra y al canal una historia de ficción poderosa y esplendorosa que jamás había tenido en sus más de 30 años de vida; quería que tuviéramos un producto que hablara acertadamente de tolerancia, de resiliencia, de empoderamiento femenino, de música, de racismo, de valores; que redimensionara a una artista valiosa que ya estaba condenada al olvido; en fin, un producto que fuera un modelo a seguir narrativamente hacia delante y que al menos yo, pudiera, como costeño, mostrarle con orgullo a mis propios hijos… por todo eso lo hice. Pero uno lo hace una vez. Si se invita a participar en la segunda serie o la tercera, uno necesita como profesional, remuneraciones acordes. Porque uno lo puede hacer con el mismo amor, pero los sueldos tienen que ser consecuentes a personas como nosotros  que , sin pecar de inmodesto, tenemos experiencia, premios, fracasos y éxitos a cuestas. El trabajo vale y si se quiere calidad, hay que pagar por ella. Mientras eso no se resuelva con seriedad desde las gerencias y desde la ANTV, los contenidos que se hagan serán mediocres, porque serán hechos por gente mediocre y en el terreno de la mediocridad es difícil conseguir un modelo de producción decente, con lo cual, la televisión pública correría el riesgo de vivir plagada de personas inadecuadas jugando a hacer ficción sin fabricarla con el nivel de impacto que se merece.

¿Qué percepción tienen de la recepción de la serie por parte del público?Uno habla desde el objetivo cumplido. Por mi parte, cumplí lo que me propuse. La pregunta entonces habría que hacérsela al público.
¿Podría la televisión pública colombiana convertirse en un laboratorio de ideas y proyectos de ficción distintos a los de la televisión privada?Lo del “laboratorio de ideas” es un concepto que le fascina usar a algunos funcionarios públicos con el único fin de aprovechar el mismo concepto para pagar mal a los creativos que llevan a cabo ese “laboratorio” y escudarse en falencias de gestión. A mi me duele que desperdiciemos lo que tenemos como región, y que tanto talento, y que tantas historias por contar, y que tantas locaciones maravillosas, no se aprovechen por  los pocos recursos con los que se cuenta. Recursos que además, son nuestros porque salen de nuestros impuestos. Recursos que uno no sabe adónde van a parar. Nosotros deberíamos tener la oportunidad, como creativos, de usar, como usted dice, los espacios de los canales públicos para romper estructuras narrativas, para experimentar, para marcar la diferencia. Pero tristemente, el poco presupuesto hace que empleen a personas que hacen productos de ficción con muy poco impacto, precisamente porque no tienen la experiencia ni el peso para llevarlos a cabo con éxito. El éxito es fundamental para que la gente conozca el producto y lo deje entrar en su memoria despojándolo del rótulo de acartonamiento con el que el televidente percibe a los canales públicos. Algunas personas y trabajadores del sector público audiovisual concibe el éxito y lo comercial como algo dañino para la escencia de los canales. No es así. El éxito es necesario y puede convivir también con la búsqueda de lenguajes distintos, de experimentos, de transgresiones, de reintepretación de la cultura y de reflexión de país, que son temas propios de los canales públicos. Pero lo dejo claro: si no hay éxito e impacto, no pasa nada y es por eso que, por ejemplo, nadie se acuerda de otras series de ficción que en el caso de Telecaribe ( y de otros canales regionales), se han hecho. Porque no son exitosas. Si nadie las ve, ¿de qué se habla entonces? ¿Para qué se hacen?Yo sueño con canales públicos como los de otros países, en donde los profesionales se maten por trabajar ahí, pues no solo les permiten jugar con la creatividad y la temática sino que son bien remunerados, a veces hasta mejor que en los canales privados.
El reto es difícil, el panorama se antoja hermoso y por eso hay que seguir insistiendo.
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Published on March 07, 2018 16:23

December 22, 2017

Paula Vizcaya pregunta… y yo contesto.

Esta es una serie de preguntas para la tesis de grado de Paula Vizcaya, referente a mi primera novela "MARTIRIO".
PAULA: Chaverri define a Cruz y Olvido como una novela catártica en la medida en que responde a ciertos recursos estilísticos como lo son: lo grotesco, lo esperpéntico y lo macabro.Dichos recursos se encuentran presentes también en diferentes fragmentos de Martirio. Lo grotesco en la página 153 con el texto “Eulalia convulsionó mientras saqué de mi bolsillo un cuchillo plateado y se lo introduje sin piedad por su anciana vagina”. Lo esperpéntico en la página 31 cuando se evidencia una crítica social “Cerca de La Candelaria no hay clínicas, hay morgues. Las clínicas se hicieron solamente para los ricos. Los pobres solamente van a sitios que creen que son clínicas pero que en realidad no lo son. Adónde van los pobres, no hay médicos sino funebreros vestidos de blanco que esperan a que te mueras”. Y finalmente lo macabro se encuentra presente en todo el capítulo final que habla de la muerte de Doña Eulalia. ¿Para Andrés fue en alguna medida catártico el poder usar estos recursos en su discurso?ANDRÉS SALGADO: Creo que sí porque como te dije anteriormente me parece que yo estaba lleno del pensamiento que tengo, esto por ejemplo de que no existen hospitales sino morgues disfrazadas para los pobres, no existen médicos sino funebreros vestidos de blanco, creo que son formas poéticas de decir lo que yo siempre pienso, yo siento que el mundo no está hecho para la gente que no tiene con qué y creo que el personaje protagónico no tenía con qué, entonces es un poco la realidad de lo que él vivía y la sensación que él sentía de estar excluido de la sociedad y de no tener una forma clara de desarrollarse, de realizarse, de crecer, de trabajar y sentirse todo el tiempo excluido, como realmente se sienten la mayoría de gente excluida, entonces sí creo que hay una sensación de liberación mía porque yo sentía, de hecho me acuerdo que cuando lo escribía, sentía un gran placer, al terminar de escribirlo, cuando lo terminaba y lo volvía a leer un poco antes de dormir, porque yo escribí el libro por capítulos, siempre por pedazos, entonces cuando yo terminaba de escribir eso, yo lo volvía a leer sentía una gran felicidad, una sensación de paz, de alegría, de tranquilidad de saber que había quedado algo afuera que había podido expresarlo y eso me daba mucha tranquilidad.PAULA: ¿Cómo influyó el proceso creativo de esta historia en la vida de Andrés?ANDRÉS: Como todas las historias, a pesar de que esta es la primera literaria, pero como todas las historias, aunque no sé cuántas habré hecho en televisión, siento que sí influye mucho porque creo que me reaviva un poco el tema de la vida, me ayuda a comprenderme más, poderlo ver en el tiempo es poder saber quién era yo en ese momento, qué estaba sintiendo yo en ese momento, en qué estado anímico de turbulencia o de alegría, o euforia, o depresión, que tipo de ánimo podía llegar a tener en ese momento. Sí siento que influye mucho porque me permite revisar, aunque yo no soy muy de revisarme, yo no suelo ser así, pero sí permite de alguna manera mirar sobre lo que estaba pensando en ese momento. Fíjate por ejemplo que un tiempo, hace unos días, que estaba viendo (es una cosa de televisión), estaba viendo Celia, y había una escena donde a ella se le muere el padre y yo la estaba viendo, vi la escena y lo que ella le estaba diciendo a Pedro que era su interlocutor era exactamente lo mismo “una culpa que yo sentí con mi verdadero padre” porque a ella se le muere el padre sin ella estar presente, a ella se le muere el padre sin ella estar pendiente, a ella se le muere el padre sin ella poderlo ir a enterrar. Entonces yo vi la escena y todo lo que ella decía era lo que yo en un momento de mi vida sentí cuando mi papá se murió en un país del exterior, entonces yo en ese momento en el que escribí esa escena, estoy completamente convencido de que yo no pensé en eso, te lo juro, uno no va a ponerse a pensar “¡ay! Voy a hablar sobre…” no, uno escribe la escena. Cuando la vi, dije: “el inconsciente habló,” o sea era yo hablando de lo que yo sentía, fue el mismo discurso, el mismo texto, en ese momento, como que es una especie de alarma, un recorderis de mirar como estás con tus pensamientos, pero no es un proceso psicológico profundo que yo coja la obra y la autoanalice. Simplemente me parece que son unos puntos de encuentro donde yo pienso y reviso muy brevemente sobre la situación en la que estoy en mi vida o en la que estuve en mi vida. PAULA:     ¿Consideras que configurar esta historia a través de los signos y símbolos propios del lenguaje escrito generó de alguna manera un proceso de catarsis distinto al que hubiera podido generarse a través de un lenguaje plástico u oral?ANDRÉS: No lo sé porque no soy artista plástico, tampoco soy narrador oral, ni soy actor, mi herramienta, el mundo en el que yo me desenvuelvo y en el que sé, mi manera de expresión, mi forma de comunicarme al mundo es a través de los textos, o sea yo solamente escribo, no lo sé si fuese de otra manera porque no he llegado a esos territorios ni tampoco me interesa llegar allí.PAULA: ¿Cuál es el valor de haber abordado la narración de esta historia desde una novela literaria y no, por ejemplo, desde un guión?ANDRÉS: Porque  pienso que la decisión de escribir obedece por un lado a la parte técnica, y yo no quiero acercarme al universo del cine porque se parece a la televisión, son como las mismas dinámicas entonces yo quería probar otra cosa… pero por el otro lado me parece mejor el tema de escribir literatura porque tengo un tiempo, es una cosa mucho más solitaria, puedo evitar que el texto termine transformándose que es lo que pasa a nivel televisivo, lo que escribes termina siendo muchas veces otra cosa, pero eso es natural, es una cosa orgánica que termina haciendo parte de todo esto; pero en cambio la literatura es tan cruda que la única persona que puede transformar algunas cosas es tu editor, y el editor es un editor que busqué con lupa para encontrar ese editor que no me censurara, porque esta novela sin duda por su lenguaje, yo no la llevé nunca a una editorial grande pues estoy seguro de que no hubiera pasado porque está metida dentro de una forma esperpéntica, grotesca, soez, con un lenguaje duro, y que creo que la cosa hubiera sido distinta. En ese sentido me sentí muy cómodo en la literatura porque siento que permite explorar profundamente la psicología y los sentimientos de un personaje que en el cine no hubiera podido presentarse.PAULA:    Desde el punto de vista experiencial se evidencian dos momentos importantes, la experiencia estética y la experiencia intelectual, para así dar paso al gran momento de experiencia vital que es lo que finalmente desemboca en un proceso catártico. ¿Considera Andrés que su proceso tuvo estos dos momentos? ¿experimentó estéticamente y en carne propia las emociones de algunos eventos de la narración? ¿experimentó intelectualmente el escribir el libro? ¿Considera Andrés que llegó al punto de experiencia vital en el que se re-significaron hechos o sentimientos que hacen parte de su historia personal?ANDRÉS: Sí, todo sí, porque a nivel estético yo quería que la historia tuviera esa forma, no es una cosa inconsciente, no, fue de manera deliberada, yo quería que tuviera ese lenguaje, quería que tuviera esos diálogos, esas palabras, quería explorar estéticamente eso. Y a nivel intelectual hubo todo un diseño y una preparación de quién era el personaje, cuál era su universo, dónde se podía mover, pero más allá cuál era la verdad que yo quería contar, porque yo creo que todo parte de una verdad y creo que si hay algo que se sienta en la novela es que es verdadera, uno no siente que haya una cosa maquillada, es real, y en ese sentido yo creo que esa verdad que está detrás, tiene que ver con el hecho de que intelectualmente esté diseñada, en que el personaje esté nutrido, en que los ambientes estén realmente asumidos, y claro la combinación de todo eso evidentemente es una experiencia que vitalmente me conecta y me deja evidentemente enseñanzas, que también creo que el público lo percibe. Si hay algo claro en Martirio es que el público la siente real, o sea si hay algo claro en Martirio es la gente: o no tolera pasar más de la primera página, o la gente la lee toda y la asume, lo deja marcado, estremece, toca, manosea, porque es verdadera, y es tan verdadera como cuando la gente lee la primera página y dice “yo no puedo con esto porque es demasiado real” dicen, o “es grotesca, es muy fuerte” pero no, la palabra es verdadera y eso hace que cualquier cosa toque mucho más las fibras y un poco yo trato que así sean las cosas que escribo para televisión, que se sienta real, eso implica un gran riesgo porque montar un producto marketing, un producto maquillado digamos, eso tiene un camino pero no se sabe hasta qué punto eso es verdadero. Es mejor uno poder sentir que fracasó porque se convenció de algo y eso fue lo que llevó a cabo y no funcionó (pero uno queda tranquilo de que uno fue honesto)… es mejor eso a fabricar una cosa de mentiras y luego fracasar es horrible, eso sí me parece horrible.PAULA:   Desde la perspectiva catártica, ¿Considera que fue suficiente el distanciamiento temporal entre los hechos reales y el tiempo de escribir? ¿Cree que haber escrito esta novela hace 10 años hubiese tenido el mismo efecto?ANDRÉS: No, yo creo que no. Yo tengo claro cuales son las 3 novelas que siguen y ya están firmadas de hecho, pero mi editor me decía que por qué la cuarta novela, después de éstas tres que vienen, por qué la cuarta novela no era una segunda parte de Martirio, que él sentía que el universo puede dar para mucho más y que en mi recorrido podría hacer un Martirio dos, tres, cuatro, o sea como volver a encontrarnos en ese lugar tan rico según él, y yo la verdad siento que vitalmente en este momento de mi vida yo podría volver a escribirla, pero siento más ganas de escribir otras cosas, me llama la atención escribir sobre otras ideas, sobre otros personajes, otros universos, que volver a Martirio, en este momento, no sé si más adelante. Hay momentos en la vida en los que uno no está dispuesto para hacer ciertas cosas, y digamos que eso mismo me pasó con Martirio, si yo la escribiera hoy, no podría, siento que ya es un tema pasado, siento que ya está superado, siento que muchos dolores se cerraron, yo usé mucho Martirio como un acto de desahogo, como un acto de poder expulsar todo lo que había en mi que no me dejaba dormir, que me angustiaba, yo tuve una época realmente dura en ese momento y creo que Martirio fue el resultado y el cierre de todo y creo que Martirio sirvió para eso, para exorcizarme.PAULA:     Durante el proceso catártico hay un momento clave que es el de crisis, éste es el momento en el que se reviven distintas experiencias y hay nerviosismo, risas, llanto, sudoración etc. ¿Durante el proceso de escritura de Andrés, experimentó ésta etapa con alguna de estas muestras?ANDRÉS: sí, más una sensación. Me acuerdo que en ese momento la desconexión mía con la sensibilidad y la ternura y la dulzura era muy evidente en esa época, yo estaba tan herido que no quería ser tierno, no quería ser dulce, no quería experimentar amor, estaba lleno de una cantidad de ira, de rabia, que a la larga toda rabia, toda ira, psicológicamente, tiene detrás un gran dolor, y detrás de un gran dolor lo que hay es una gran tristeza, eso es una cosa real. Yo realmente lo que estaba era deprimido, solo que mi manera de asumir el bajón era a través de la ira y creo que Martirio fue ese palacio, ese reino donde yo pude ser el dueño de mi propia ira y de alguna manera distorsioné una cantidad de vivencias y de cosas que pude haber vivido metiéndolas dentro de ese discurso de ira, de rabia, de odio; Martirio pudo haberse llamado “Rabia” pero me gustó más el tema de llamarlo Martirio porque reflejaba un gran dolor; el dolor de él hacia ella, que realmente ella era una excusa, o es una excusa para marcar un abandono, para marcar una soledad, para marcar una decepción con el mundo, con muchas cosas del mundo. Me habían quitado a mi padre y creo que eso era una forma de sentirme abandonado, yo me sentía estafado, me lo quitaron de una manera muy cruda, sin él haber hecho nada tan cruel como para que me lo hayan quitado de esa manera tan cruel, yo no le perdonaba eso al mundo, y sobre todo me lo quitaron cuando yo había recuperado con él muchas cosas, llevábamos con él 5 años de reconexión, estábamos quizás en el mejor momento, yo me iba a casar, me acuerdo, y él iba a ir al matrimonio, todo estaba dispuesto y luego me entero de toda su muerte, y creo que Martirio es un poco la respuesta de eso, de cuánto yo sufrí y cuánto me dolió, cuánto odié al mundo por lo que me hizo, y sentía que el mundo era culpable y de hecho hay frases donde se ve, “el mundo me debe esto, el mundo me lo tiene que pagar” y esas cosas me parece que están ahí. Entonces sí creo que hubo esos sentimientos donde en esa época probablemente en medio de las líneas de Martirio lloraba o reía, pero no estaba colocado, yo no estaba equilibrado, anímicamente no estaba equilibrado. Estaba siendo presa de una marea de odios, de alegrías raras, porque no eran alegrías reales, eran alegrías muy raras, eran encuentros sexuales demoniacos, no había ternura, eran unas cosas mucho mas extrañas y muchas veces fantasiosas, digamos que la mitad de lo que ocurría probablemente yo lo deliraba o lo ilusionaba entonces creo que todo eso formó parte de un desequilibrio anímico entonces por supuesto Martirio era el sitio donde yo me estrellaba con eso.

La siguiente pregunta, habla precisamente de eso.
PAULA: ¿Son las siguientes palabras de Andrés Salgado, de Alberto Salgado (su padre) o simplemente del personaje Alberto? “Claro que me debe algo. Todos en este mundo me deben algo” página 21ANDRÉS: Está clarísimo, tal vez era yo en ese momento; mi papá no, mi papá era un tema distinto. Tengo claro que uno no puede negar el ADN, es una cosa clarísima, yo tengo claro qué partes de mi papá yo he heredado y tengo claro qué parte de mi mamá he heredado, pero de alguna forma ese que hablaba era yo, no era tanto el personaje, es decir, usé el personaje, y no fue algo que hice intencionalmente en ese momento, yo no dije “voy a usar un personaje para…” no, simplemente si tú lo miras ahí evidentemente era yo, o sea muchas cosas soy yo diciéndole al mundo “me deben algo”, “me deben a mi papá”, básicamente.
PAULA: “Me sentí desprotegido y fui tras ella como si fuera mi madre” Pagina 31. ¿Alguna vez Andrés Salgado se ha sentido así frente a una mujer?
ANDRÉS: No, yo no creo que sea exactamente frente a una mujer, si hay algo que me remite a esa frase no es tanto a una mujer, sino a momentos de abandono. Yo recuerdo por ejemplo, cuando yo tendría, no sé, 5 años, 6 años, recuerdo que mi mamá y mi papá se iban a trabajar y yo me iba a la escuela en la mañana y regresaba en la tarde, y recuerdo que la sensación de soledad mía era tan brava. Yo fui un niño que en su primera infancia fue muy solo y rodeado más que todo de ancianos, en el segundo piso de la casa había familiares de mi mamá muy viejos, y me acuerdo de un momento de estar en el patio de mi casa gritándole a mi mamá que viniera, como tratando de que ella me oyera y viniera. Hace poco también le contaba a alguien que yo cuando estaba pequeño veía mucho las calles y miraba los lugares donde yo podría esconderme, esa era mi obsesión en ese momento, yo veía un huequito o un rinconcito yo me imaginaba que ahí yo armaba una casa y yo vivía ahí. Era como un tema de esconderme y ya he hablado sobre eso, el tema del abandono era muy duro para mi, a mi me cuesta mucho el tema de soltar. Soltar es una cosa que para mi es muy fuerte y de alguna manera sublimo mucho. Yo no soy de los que va detrás de una mujer a decirle “no te vayas”, no. No lo hago por una cuestión también de personalidad pero sí sublimo mucho y me demoro mucho en terminar de cortar los lazos, por eso mis relaciones cuando se terminan, se demoran mucho en desconectar todos los cables; primero porque yo conecto muchos cables, hago que ella se enchufe mucho y hay mucho enredo para desenredar al final, y se demora mucho la desenredada y eso me genera unas despedidas muy largas, por eso quizás tenga que ver esa figura del ir detrás como si fuera mi propia madre. Son esos pensamientos.
PAULA: Para Andrés significa algo que “uno a veces se pasa la vida dándole vueltas a cosas que no son, precisamente la vida misma…” Pagina 33
ANDRÉS: (risas) Sí,  hay unas frases que a mi me parecen que son divinas, suena feo decirlo pero hay cosas que son muy bonitas y creo que esa es una de ellas, y en este momento parece que yo me hablo y es muy masturbatorio, pero mira que bien me cae hoy esa frase, tengo que agradecerme a mi mismo que me hizo acordar de eso. Muchas veces estamos dándole vueltas a cosas que no son y sí, yo lo creo profundamente, lo que trato es siempre de no olvidarme de eso, hay momentos en que me olvido,  y no tenía presente esa frase, porque es una de las cosas que más me angustia, perder el tiempo, pero muchas veces suelo también ser muy disperso y a veces entro en esos territorios donde pierdo el tiempo.
PAULA: “El país que van a ver es el mismo país de inmundicias, son las mismas mentiras de un pueblo sometido por unos dirigentes mentirosos y ruines. Leer el periódico en este país es como participar de un karma, todos los días, como jugar a la ruleta de la misma realidad, una realidad sosa, bruta, propia del país, y de los dirigentes que tenemos” Pagina 37. ¿ Es este el país en el que vive Andrés Salgado?
ANDRÉS: Sin duda.
PAULA: “Y después, como unos niños buenos, como se los enseñaron en su casa papá y mamá, se montan en sus carros grandes o pequeños, deportivos o familiares, y salen a una oficina que los atrapa todo el día y que los va carcomiendo” Pagina 39. ¿Esta descripción se asemeja de alguna manera a la vida que la familia de Andrés hubiera querido que él tuviera? O ¿es solamente una critica a un contexto generalizado?
ANDRÉS: Tiene de las dos cosas, yo creo que es una crítica pero además era algo que mi papá alguna vez me dijo. Mi papá siempre pensaba, y una de las cosas que más me metió en la cabeza fue “aléjate de esas vidas, de repetición, de esas cosas que te matan, que te alienan, esas cosas cuadriculadas, de protocolo” El era muy alérgico a ese tipo de cosas y creo que yo también lo terminé heredando. No tiene nada que ver con tener un orden, con tener una rutina. La rutina es buena, si yo no la tuviera estaría en un desastre horrible. Pero el tema es de no dejar que te embrutezcas, es el tema de no dejarte manosear, de no dejarte alienar por un sistema que esta diseñado para eso.
PAULA: “Maldita sea la hipocresía de la religión. Malditos sean los seres humanos que viven a costillas de eso” Pagina 47. ¿Es la familia de Andrés perteneciente a una religión? ¿Cree que esa religión entra también en esa hipocresía de la que habla en su libro? ¿Alguna vez se los ha dicho?
ANDRÉS:  Mi mamá es muy religiosa y yo estudié en un colegio de curas pero corté con la religión cuando ya entré a la adultez. No practico la religión, la religión me parece una mafia, hemos tenido discusiones muy civilizadas con mi mamá, pero ella lo ha entendido, mi mamá entiende perfectamente que yo me he distanciado. La religión me parece hipócrita básicamente porque el ser humano no es santificado, la religión es hipócrita en la medida en que parte del hecho de que el ser humano es un ser humano santo, es un ser humano distinto. La religión niega, o bueno, la mayor parte de ella, sobre todo la más ortodoxa, niega ese lado humano que es el que yo no puedo entender, entonces cómo es posible que un adolescente sienta remordimiento de conciencia o tenga que confesarse porque le dan ganas de masturbarse, es la humanidad, somos eso, es parte de nuestra naturaleza, eso no es un pecado. Satanizar situaciones humanas, orgánicas, naturales me parece hipócrita y por eso creo yo que la hipocresía tiene que ver con eso. Pero sin duda también tiene que ver con la reacción ante un contexto en el que yo crecí, muy religioso, yo vivía en una familia muy religiosa, más que todo de mi mamá, y un colegio absolutamente religioso.
PAULA: Alberto describe ese 23 de Diciembre con gran melancolía y un completo desacuerdo con cómo viven los bogotanos la navidad alrededor de regalos y lo banal. Luego de esto dice “Aquella Navidad era igual a las demás”. ¿Qué representa la navidad para Andrés? ¿Cómo se vivían las navidades en su familia?
ANDRÉS Las Navidades en mi casa eran completamente amorosas, completamente llenas de dulzura, de amor, de cariño, de amigos, una Navidad maravillosa. Esto no tiene absolutamente nada que ver conmigo, esto es una cosa que tiene que ver con el personaje. Pero mira que en ese momento de la historia yo odiaba muchas cosas y tal vez la Navidad tampoco me gustaba, pero es claro que todo estaba traspasado por un gran dolor entonces yo creo que en ese momento probablemente la Navidad si era lo mismo, era algo que me desagradaba. Pero no tiene nada que ver con eso.

Yo quiero como resumir un tema, yo nunca he sido un tipo ni maltratado, ni violentado, ni regañado, ni castigado, ni prohibido, ni no querido, para nada. Yo tengo una familia absolutamente amorosa, una familia unida, una familia de principios y una familia que es tan así, que entiende lo que soy, que entiende como soy y no le pone enredos al asunto. Hace poco, por ejemplo, ponía un videíto en Instagram donde yo decía “mucha gente cree que soy un drogadicto, que me la paso metiendo y yo no tengo ni idea de fumar” hay muchas cosas que uno puede sublimar o fantasear. Pero también hay una ambigüedad ahí sobre lo que uno hace, cuando uno hace ese tipo de cosas la gente cree, o la gente piensa que uno es eso y eso es muy ingenuo de la gente. Es como pensar que el actor es el personaje y ese tipo de cosas. Ahora, hay gente que se queda montada en su propia obra, hay gente que escribe sobre su realidad, pero yo, simplemente, creo una realidad, evidentemente hay cosas que están ahí, que son reales pero no todo es real, quiero dejar clara esa diferencia.
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Published on December 22, 2017 07:36

October 27, 2017

TRANS

Sigo sangrando por la nariz, tengo una herida abierta en la frente y mi ojo izquierdo comienza a inflamarse, producto del puñetazo cruel que me dio Mercedes en el cuarto de atrás. Sinceramente no esperé que tuviera tanta fuerza, teniendo en cuenta que se trata de una mujer. Pero bueno… si lo miramos en perspectiva, el sudoroso mastodonte bípedo pesa algo así como 130 kilos y no mide más de ciento sesenta centímetros. Esto es serio. Créanme.Pero, ¿por qué estoy recibiendo coñazos de una gorda?Bien, pues resulta que soy miembro de una red de trata de gente deforme y/o bichos raros. Consigo freaks para freaks, en parte es por eso.
El caso de Mercedes es uno de los más inofensivos; he visto cosas peores: algunos han pagado por sexo con personas de miembros amputados, ciegas o en estado de coma. Recuerdo que una vez un cliente nos solicitó una mujer mayor, como de unos 80 años que ojalá usara pañales defecados. Su mayor fantasía era penetrarla, siempre y cuando la anciana tuviera el pañal lleno de heces y estuviera dormida.
También se me viene a la mente un peruano de clase alta, de esos que no se mezclan con los indígenas; le encantaba que alguien le propiciara choques eléctricos mientras una puta le metía por la nuca agujas calientes.
Puedo jurar que esto de la gorda es una tontería. Nos la solicitó un pastor de una iglesia cristiana, esos y los curas, son los bichos más degenerados de la raza humana. Me encontré con él en la cafetería de la playa donde siempre me cito con los clientes, le pregunté por qué en su caso, quería tener sexo con una gorda. Me contó que quería hacerlo porque extrañaba a su hija.
Sinceramente no entendí nada. ¿Qué tenía que ver su retoño y semejante aberración? Pues bien, el tipo me hizo saber que su única hija, aunque había nacido con una masa corporal promedio, empezó a desarrollar un sobrepeso grotesco, lo cual a su vez, le hizo recordar con el tiempo a la primera puta con la que perdió la virginidad. Eso lo encariñó.      Como el pastor no tenía sexo con su esposa, fue seduciendo a su propia princesa hasta fornicar con ella cinco veces por semana. Y todo hubiera ido de maravilla a no ser porque después de unos años, la muchacha murió de un coma diabético. El rinoceronte con vulva descubrió el chocolate para untar y se volvió adicta. Un día, su corazón hizo “piaf” ─como Edith─ y chao.    Cuando le pregunté cómo es que su hija no lo denunció nunca, me contestó que Liliana, como se llamaba la joven, padecía un retraso mental moderado, pero además me hizo saber que él estaba convencido de que en el fondo a ella le gustaba su manera de darle sexo: “mientras le hacía sexo oral, puedo asegurar que ella siempre lubricaba por la boca”, me aseguró con fe.     Yo me quedé callado mientras vi que al pastor se le escurrían unas cuantas lágrimas como de nostalgia, de la nostalgia esa que da cuando se pierde algo que jamás va a volver. “Tal vez podamos regresarle a su hija en forma de fantasía”, le dije. Él me contestó que esto no se trataba de ninguna fantasía. Me pasó una foto de su Liliana y me exigió que la candidata fuese parecida en todo, no solo en lo físico sino que también tuviera un retraso mental, además de la gordura necesaria. Si conseguíamos el pack completo, él podía pagarnos el doble. Enseguida nos pusimos a la tarea; fui a hablar con mi socio al que le decimos “El trapo”.En esta red, yo siempre soy la carnada. Tengo 29 años y soy encantador. Algo nervioso pero fascinante. Sé tratar a la gente y cuando quiero, ¡puedo ser tan dulce!
Buscando a la víctima,  me fui a esos colegios para gente “especial” (¡checked!) y metido en el carro oyendo “Aire” de Los Cafres, empecé a perfilar a mi voluminosa chica. Para ser franco, no me costó mucho trabajo. Apareció enseguida. Salía rodando con un vestido de flores, su pelo rizado y largo y una despampanante sonrisa idiota mientras conversaba con un par de amigas casi igual de bobas a ella. Estaba seguro de que hablaban de Justin Bieber o de Edwin Garrido: siempre he dicho que los imbéciles adoran a los imbéciles. Hacer que la gorda cayera en mis redes era pan comido. Mis ojos azules tienen un affair con el mar de mi ciudad. Me bajé del carro y caminé un rato detrás de ella en medio de la algarada de los estudiantes. Pude escuchar las cosas que necesitaba saber: se llamaba Mercedes Ramos y le encantaba chatear en kitty.com, una de esas páginas para conocer nuevos amigos y “¿por qué no, al amor de tu vida?”.De ahí en adelante se puso en marcha la táctica sin fin: un perfil falso (me puse “Búho” en el chat), las frasecitas matadoras, la dulzura high y cuando ya la tuve conectada de corazón y vagina, solo había que armar una cita en el Malecón para conocernos mejor. Enamorar a una gorda retrasada es un hielo en la caldera de un sauna. Mercedes se enamoró completita de mí sin haberme visto en persona. Un hit: me mandaba besos al whatsapp, corazoncitos de Pitufos a mi falso correo electrónico y hasta poemas sosos. En dos semanas yo tenía a su amor sitiado a mi merced. Las ilusiones venosas casi nunca tienen sangre, ─pensé─. Hay veces que el sol se esconde en la tarde y nos deslumbra de nuevo, como si nos rasgara la piel por primera vez. Yo por mi parte le contestaba al bofe con amor, con el amor más puro que la falsedad puede concebir. Le decía que jamás había sentido lo que sentía cuando chateaba con ella y que para alguien como yo, acostumbrado a tener a tantas mujeres que se acercaban a mí por mi físico, era reconfortante darle un respiro a mi alma con una mujer que  miraba más allá de mi cara bonita. Yo también estaba sintiendo maripositas en el estómago. En el estómago de una Moa. En esta vida, lo verdaderamente difícil es no mentir.Con el paso de los días pude saber lo que necesitaba sobre mi nueva enamorada, para que cuando llegara el momento justo y la secuestrara, no hubiera problemas con la ley ni con nadie que fuese a rescatarla. Supe que Mercedes vivía con una tía solterona que era maestra en el colegio donde ella estudiaba y que por las tardes se iba a dictar yoga a ancianos terminales (por cierto, también consideré a la tía, por si en un futuro, aparecía algún depravado al que le encantase penetrar a una milf yogui, en medio de la postura del cuervo y del grito de “OMMMMMMM”).El caso es que Mercedes, mi víctima, permanecía toda la tarde sola. Y a pesar de que, como les dije, su edad biológica era de 25, no tenía un desarrollo mental más allá de 15 años. Por momentos, cuando chateábamos, pensaba que ponía a una hermanita menor a responderme. Era una excitación fofa. Además, me enteré de algo sublime: la manazas era virgen. Antes del encuentro en la cafetería del Malecón, se lo hice saber a mi socio y él se lo comunicó al pastor caliente y desorbitado. “Se la conseguimos inmejorable”, le dijo “El trapo” al dildo de Jesús. “Escúcheme bien: además de ser gorda y retrasada, es virgen. Ella vale no un 100% más de lo que nos prometió sino un 150% al menos… y si no nos lo paga, entonces no habrá felicidad para usted”.“El trapo” me contó que nuestro pastorcito no pudo evitar apretarse su bulto mientras nos firmaba el cheque requerido, suplicando que se la lleváramos esa misma noche. Estaba crazy ynecesitaba penetrar a su fantasma.Yo seguí adelante. La cité en la cafetería del Malecón. Antes de vernos cara a cara alcanzó a chatearme: “cuando nos juntemos, sabrás algo que nunca le he dicho a nadie en mi vida”.
Nos encontramos como quien pare un hijo en el agua. Me aseguré de que llegara sola. Cuando nos reconocimos, pude notar que se había maquillado mal, que le temblaban las piernas y la mandíbula, y que su labio inferior se estiraba y se contraía en un acto reflejo de nervios. Estuvo sonrojada todo el tiempo porque el amor es tan obvio como el desconcierto. Repetí mis comentarios habituales: “eres más bonita de lo que creía”, “me gustan tus ojos”, “se te hace un hermoso huequito en los cachetes como a mí”, “estamos vestidos con los mismos colores” y otras frases para mentecatas. Noté que cuando hablaba, se entrecortaba y sus tetas subían y bajaban como si estuvieran metidas en un ascensor cocainómano.Y mientras conversábamos, preñados por una tarde azul, le eché en el momento más romántico y como siempre lo hago con mis víctimas, la mágica escopolamina en su gaseosa roja para luego llevármela al carro como un borrego. “Tengo algo que decirte, Búho. Quiero contártelo antes de irnos de aquí”, me dijo. Y le contesté lo que contestan los funcionarios públicos que deben darle la medicina a los desvalidos: “después”.     Nos deslizamos un poco por la ciudad de arreboles y brisas, bordeando la carretera que da al mar, mientras oíamos eternamente “Don´t go and put a bullet in your head” de Lenny Kravitz, como ya es costumbre cada vez que cae un pez gordo a mi red. Mercedes miraba el mundo con las pupilas de un gigante, al tiempo que un hilito de baba le salía por la comisura de sus desganados labios. Y esa sonrisa idiota… Por un momento me empapé de un aceite mental nazi y recordé la vez aquella que un mongo me metió una zancadilla en el salón del colegio. Recuerdo que me levanté del suelo con el tabique roto y así ensangrentado como estaba, lo agarré de la cabeza y lo estrellé contra el tablero hasta hacerle una herida profunda, como esa que queda en las almas cuando se nos muere aquel a quien amas. Nos llevaron a la rectoría, que es como la cárcel de los niños. Mi madre escuchaba la versión del idiota, llamado Rodolfo Ibañez, en donde aclaraba que la zancadilla había sido sin querer, mientras la herida de su frente en retribución, seguía chorreando sangre por encima del esparadrapo. La madre del tarado decía también: “fue sin querer”. Era increíble: ofrecer disculpas y sentirse mal por haber recibido una reprimenda. El culpable había sido yo por haberle estrellado la cabeza contra la pared a un estúpido del curso. Pero como yo actué en defensa propia era el rey.La cara incómoda del rector provocaba muy en el fondo, la sonrisa de mi madre, una sonrisa hermosa que jamás pudo disimular; es que a mi madre como a mi, nos divertía contemplar a los idiotas, solo que mi madre era políticamente correcta y no lo aceptaba en público. Así que mientras manejaba por la autopista, tomé a Mercedes por el pelo y le pregunté como si fuese aquel viejo momento de la rectoría: “¿Fue sin querer, Mercedes? ¿Crees que todo en la vida se hace sin querer?”Mercedes veía a la ciudad masturbándose en un líquido salino de calles que anunciaban la noche. Y ante mi pregunta, ella no contestó nada. Se quedó callada, tal vez pensando en el tiempo perdido de ese día. Asumiendo que algo no andaba bien, como le pasa a los oficinistas cuando salen del trabajo, cuando sienten que ahí encerrados en el cubículo, se mueren otro poco.Llegamos a la finca que tenemos cerca de Manzanillo del Mar. Habiendo estacionado, la ayudé a bajar. Como estaba anestesiada, pesaba como un yunque. Costó demasiado apoyarla en mi.“Déjame decirte lo que había pensado para ti”, me suplicaba mientras la arrastraba al cuarto del deseo donde se encontraría con el pastor nostálgico que seguramente estaba por llegar.Cuando estuvimos adentro de la habitación dejé el bulto de grasa que era ella y le pregunté qué era lo que tenía que decirme. Me miró como miran las vacas que van  hacia el matadero:“No tenías necesidad de hacerlo, bobito”, fue lo que me dijo.“¿Hacer qué?”, le pregunté fornicado por mis falacias.
Ella me dijo que sabía que yo la había “emburundangado” y que no tenía por qué haberlo hecho porque yo le encantaba y porque desde que me conoció tuvo claro que iba a perder su virginidad conmigo sin necesidad de haber tenido que drogarla. Luego me sonrió como mirando a la luna y me dijo que estaba enamorada de mí.Pensé en mi madre. Me reí como lo hubiera hecho ella si hubiese estado viva. “¿De qué te ríes, Búho?”, me preguntó desconcertada.“De que eres una gorda bruta”, le enfaticé pero con ternura, “aunque fueses la última vagina del mundo, yo jamás escupiría mi líquido precioso adentro de ti, boba”.Ella palideció como si tuviera cinco años y se hubiera perdido en un supermercado marciano. Y yo rematé diciéndole sin perder mi caballerosidad que no iba a hacerle el amor y que contrario a todo, ella era una víctima más de la organización de trata de gente deforme y/o bichos raros. Le aclaré, por si no lo había entendido, que ella era una cosa deforme y/o rara… y que además si iba a tener sexo, era con un clientepastorcristiano que violaba a su hija mongólica y que había quedado preso de la nostalgia para toda la eternidad. “Esta noche, tú eres la nostalgia”, le dije. En esta vida, lo verdaderamente difícil es no mentir. Le dije que le traería un vaso de agua y que mientras el pastor venía, era importante que pensara en sexo para que su cliente la encontrara lubricada y no le doliera tanto. Al ver su cara de tristeza, le sonreí y le dije que no osara nunca más pensar que con sus dientes pequeños, su encía grande y sus aros de cebo indómito, alguien iba a fijarse en ella.Con la poca dignidad que le quedaba sollozó: “yo no soy tan gorda”. Y le rematé: “claro que no: eres una cerda”, y dejé escapar una nueva risotada.Y de aquí en adelante les juro por Dios que esto pasó: Estaba a punto de abrir la puerta del cuarto cuando sentí que sus manos me atrapaban la cabeza y en medio de gritos, ella me aprisionaba hasta el delirio mientras su voz me pedía que le repitiera lo que le había dicho. Pensé en aquel tontarrón del colegio, en Rodolfo, y enseguida sentí cómo mi hermosa cara se estrellaba contra la pared al tiempo que Mercedes me reventaba el tímpano diciendo que no era una cerda.
El primer golpe y el crack de mi tabique otra vez. El segundo y una herida abierta en la frente. El tercero y logré zafarme. Era eso o morir. La empujé un poco y traté de correr pero la subnormal, con una agilidad que aún no entiendo, se repuso muy rápido y me cimentó un puñetazo en mi ojo izquierdo. Di unos pasos agigantados y cerré la puerta en medio de un forcejeo de cien demonios. Mercedes quedó adentro del cuarto y aullaba, poseída por el descontrol. Chillaba como la cerda que era y desgarraba la garganta asegurando que me iba a matar y que iba a despedazar con sus propias manos a quien entrara por esa puerta porque si era una cerda, sería la cerda del averno, la cerda de Lucifer y Sansón juntos.
Estaba fuera de sí el animal triglicérido.Ahora estoy tratando de recordar todo esto mientras me pongo un algodón en la herida de la frente. Había dicho antes que lo de la gorda era estúpido pero en estos momentos les juro que jamás había pasado por algo así. Ninguna de mis víctimas me había sacado una gota de sangre. Mi tabique roto me lleva atrás en el tiempo. Para rematar, escucho la puerta tocar. Me seco la sangre y abro. Mi cara no es la más presentable ante el pastor cristiano que transforma su expresión de lujuria en el eterno desconcierto de aquello que no suele avisar cuando se presenta.“¿Qué le pasó? Está hecho un desastre” me dice. Le respondo que se presentó un problema con la clienta. Le digo que se trata de una cerda. Se puso furiosa y me atacó. El pastor sonríe y vuelve a apretar con una mano el bulto entre sus piernas. “Peligrosa es más caliente”, me responde con la cara roja y con una certera carpa de circo entre las piernas.Le advierto que Mercedes noquea como un campeón de boxeo. Y que lo mejor es que no entre a verla.Pero él solo es un glande arrastrando a un recuerdo. Le pido a su Dios que proteja su vida mientras voy al cuarto principal donde hay unas cámaras que permiten ver lo que acontece en el cuarto donde está esa loca untuosa.Enciendo el monitor y esto es lo que veo: el pastor entra sigiloso y con algo de temor aunque con una sonrisa franca buscando a Mercedes a quien no percibo inicialmente. Pero luego yo hago un zoom out y la encuentro sonriéndole a su “cliente”. No puedo creerlo: ella no puede reír porque los cerdos no ríen. Sé que es una trampa hacia el pastor que ya empieza a relajarse y a sonreírle de vuelta. Y justo cuando el pastor se dispone a tocarla, la muy papanatas se le lanza como un macaco-trans al cuello y con sus dientes puntiagudos arranca una parte del cuello al pobre hombre, provocando que el trastornado caiga a la cama y convulsione como un poseído de Buer. A la cerda se le ha salido la bestia.En esta vida, lo verdaderamente difícil es no mentir.Ahora se dirige hacia la puerta con la boca llena de sangre y escupe pedazos de cuello de pastor y golpea la madera como loca. Yo estoy ahora escondido con llave en la pieza principal. La cerda está llena de grasa de furia saturada y acaba de tumbar lo que queda de su cuarto. Ya no alcanzo a verla y solo puedo prepararme para la batalla final.Confieso que empiezo a temblar ahora que escucho sus pasos acercarse por el corredor. A pesar de que tengo un revolver en las manos, sé que cuando le dispare, ella amortiguará las balas con su colesterol de despecho. Se vaciará todo el proveedor de la pistola en su barriga y cuando el aparato no sea más que una goma de mascar, Mercedes se lanzará sobre mí como hizo con el pastor y me retorcerá el cuello. Veo venir un golpe fuerte contra la madera.Me aseguro en todo caso de que la pistola esté cargada para dispararle a la adiposa apenas tire la puerta abajo. Escucho un estruendo y veo que la puerta cae. Como si el mar se saliera de su espacio. Pienso en la calumnia de la nostalgia.
Intento disparar contra sus llantas lipoproteínicas pero no me salen balas. Un percutor dañado. Mercedes me mira y en sus ojos pequeños puedo ver un fuego anaranjado de ira. El dolor de una marrana engañada y con sus ilusiones maltrechas.Yo atino a decirle algo en medio de un tartamudeo:“No quise herirte, Mercedes: te juro que fue sin querer”.Pero mientras Mercedes me asfixia, me susurra al oído: “Nada ocurre sin querer”.

FIN
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Published on October 27, 2017 10:11

February 6, 2017

CampanitaMira cómo te destrozó el corazón. Mira cómo tien...

Campanita


Mira cómo te destrozó el corazón. Mira cómo tienes que huir por los laberintos de la tortura, a ver si así se te sale de la cabeza y del alma el desastre que provocó en los pocos meses que estuviste a su lado.
Lo innegable fue que yo te lo advertí. Y no solo yo, sino todos los que te queremos de más. Aquellas viejas amigas con quienes sueles ir a cine y a emborracharte de vez en cuando, también te recordaron más de cien veces que era una locura lo que planeabas hacer cuando, enloquecida de pasión y nublada, decías que Campanita, como empezabas a llamarle, era el amor de tu vida. Y no era para menos: tú, una cuarentona discreta, irresistible como nadie pero hastiada por haber terminado una relación monótona e intratable, te enfrentabas ahora a la carne joven de una desfachatada aspirante a actriz de obras musicales, con ínfulas de Amy Winehouse y una dosis moderada de histrionismochic, producto obviamente de su inevitable adicción a las anfetaminas y otras drogas duras que tú ni siquiera habías imaginado que existen.
Estaba claro que para ti, la nena era en sí misma un escenario desconocido. Te sobreestimaste un poco y eso tienes que reconocerlo. Pensaste que esa pasión y esa diferencia notoria de años entre tú y ella – 21 para ser exactos- iba a enmarcarte como la vencedora. Pero no fue así. A pesar de que al principio empezaste lúcida y envalentonada, Campanita te fue llevando por un sendero inestable que poco a poco te fue atribulando más.
Campanita no era cualquier cosa. Nada de eso que se menosprecia: sus ojos rasgados de mongol y sus pómulos brutos y fuertes, marcó el territorio de tu carne. Ella fue una cazadora que fingía ser cazada. En los comienzos de las algaradas frenéticas, cuando la estremecías de placer en la cama, te hacía creer que estaba domada, que era inocente, que conocía un mundo nuevo ofrecido por ti. Pura kricka. Campanita solo estaba esperando que cedieras, que te cansaras… y ahí , en ese momento, te atacó, te desarmó y te tuvo a su merced. Lo paradójico era que tú estabas convencida de que la ibas a instruir. De que eras su maestra natural. Pero lo que Campanitate hizo cuando tomó el control, jamás se comparó a lo que nadie jamás te hizo en tu vida. Dabas vueltas sobre ti misma, como en esa rueda que atrapa a un hámster atónito.
Y no solo te ató la carne, sino que como un muñeco de vudú haitiano, amarró tu espíritu, tus anhelos, tus emociones, tu sentir, tus temores más ocultos de niña, como aquel que incluía aquella vieja y sutil manoseada del celador del colegio, cuando solo tenías diez años. Ese evento inolvidable que te hizo alejarte para siempre de los hombres.
¡Qué lindo aquellos meses cuando estabas al lado de tu amor! ¡Yo te veía y te juro que me encantaba vislumbrarte enamorada! Alguna vez, tomándonos un café me dijiste: “sé que esto se terminará algún día, sé que no tiene futuro…pero quiero disfrutar a mi Campanita mientras dure”.
Tus palabras eran dichas de labios para afuera. Decías lo que decías porque era parte de tu estrategia para proteger tus venas de la inevitable colisión de un tomate maduro contra el piso. No era un secreto que en tu interior, soñabas con envejecer a su lado, con que fuera ella, Campanita, la que te cerrara los ojos antes de largarte hacia la nada.
Solo que te dejó. Como un cuchillo rasgándote el estómago. Ella te abandonó y ahora estás reventada ahogándote entre tus vísceras. Los ojos rasgados de mongol te escupieron cuando sus ímpetus de juventud le robaron la motivación hacia ti. Cuando la nena poderosa e ilusa empezó a darse cuenta de que le cerrabas el mundo, cuando vislumbró que le planteabas un solo escenario vital, cargado de compromisos y responsabilidades propias de una cuarentona como tú. Campanita se rió por dentro y se largó detrás de una faldita de colegiala, mucho más cercana a sus propias expectativas. Y te dejó sola, llorando en el rincón retorcido del apartamento del centro que habías comprado únicamente para envejecer con ella.
Y fue tanto el dolor que te tuviste que largar a Madrid. A algún lado. Lejos. No sé a qué te fuiste. Como si la pena se disipara huyendo del lugar de los desengaños. La pena sigue ahí. Adentro del corazón tuyo. La estaca la llevas en el alma. La estaca de una decisión mal tomada. Y te rasga. Y te arde. Y nos duele a todos.
Ahora solo deambulas por las calles de Sevilla, buscando encontrar en el alcohol la mentira de siempre, el engaño de las luces de la ciudad extraviada. Subes, impulsiva, fotos a las redes, con la esperanza quizás de que Campanita te vea fingir un orgasmo de tiempo.  

¿Qué vas a hacer ahora? Ahora que, precisamente escribiendo esto, la veo divertida en el parque, ahogándose entre sus propias risas y provocando sin pudores los labios deseosos de una veinteañera caliente, de esas que ve por moda revolcarse con una joven como Campanita, tu Campanita, esa que ya no te pertenece, esa de aquel sueño loco, de aquella ilusión demente.
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Published on February 06, 2017 12:55

November 14, 2016

SHOT

Nos volvimos a encontrar en una cafetería con vista al mar. Había llegado con su esposo gringo por quien en el fondo, yo sentía lástima.  Pude sentir cómo se estremeció ante un recuerdo del futuro y pude atrapar unas contracciones lumínicas de serpientes en el aire. Jamás pensó que el tiempo nos iba a poner cara a cara de nuevo. La distancia de una herida que aún no cerraba del todo.
Nos separaba una sola mesa; sé que trató de decirle a su marido que se fueran pero luego se arrepintió. Nunca pudo entender el misterio de por qué no se fue cuando pudo. Después, digirió eso que el destino excretó con cartas marcadas. 
Pidió una torta de espinaca y un jugo de mandarina. Tom, su marido, la misma torta pero con un jugo de fresa. Pude escucharlos hablar con el mesero. 
Sus ojos saltaban de un lado a otro, menos hacia la dirección de los míos. La comisura de sus labios intentaba reírse de los malos chistes de su marido.  Sabía que aunque no me había visto durante eternidades, ella pensaba en mí todo el tiempo, mientras el pobre Tom trataba de hacerla reír con los últimos chascarrillos que seguro aprendió de sus compañeros de trabajo tercermundistas de la oficina donde hacía unos años lo habían trasladado. 
Yo permanecía quieto escribiendo. Intentaba concentrarme en lo mío: debía revisar una tesis de grado y armar la reseña del último álbum de Janet Jackson. Pero a pesar de que mataba con ansias las teclas de mi laptop, la tentación de cruzar miradas con ella, me llenaba de fiebre lunar.
No pude más. Tomé un sorbo de mi café. Levanté la cara y la miré directamente a los ojos para armar un duelo con sus pupilas y desempolvar el tiempo. Pude ver que llevaba puesto un vestido azul parecido a uno que dos años atrás le había quitado con fervor en el penthouse de un hotel del centro, donde usualmente nos masacrábamos sin piedad.

La provocaba, esperando su respuesta. Como la muerte, que siempre llega. Mi mirada envió toda la fuerza final de los ritos nunca nombrados, hasta que por fin sus ojos verdes se estrellaron contra los míos.  Y me di cuenta de que algo lejano le atrapó su pecho. Y la humareda del recuerdo nos mitigó el alma. Nos conectamos en un sorbo de café sincronizado y nos martirizamos juiciosamente en el silencio. Dos segundos después, cuando ella temblaba firmando la sentencia de las dudas internas, yo recogí mis cosas y pasé por su lado como si fuera un mortal más y no el verdugo de sus amores desperdiciados. Estando cerca, exhalé un suspiro de tiempos idos y juré por mis muertos que jamás volveríamos a encontrarnos en lo que nos quedara de vida.
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Published on November 14, 2016 18:44

February 21, 2016

Sexo, periodistas y video

Hay un escándalo en mi país por estos días que permite claramente ver la miseria del periodismo colombiano en su proceder.
Dos terrenos para explorar: un video sexual de contenido íntimo que no tiene nada que aportarle a una investigación judicial.
Y un hecho evidente que tiene que ver con la denuncia de unos policías (y una muerte en el camino) relacionada con una peligrosa red de prostitución que aparentemente opera en la institución.
Las principales columnas de opinión de los eruditos reporteros del domingo se han dedicado a opinar y a cubrir lo primero.  Es extraño aquel cristiano que opina sobre las implicaciones que tiene para la sociedad y para los alferes que empiezan su carrera militar, el riesgo de contar con una institución manipuladora, acosadora y chantajista que tiene el deber de cuidar a sus ciudadanos y que por el contrario luce enramada en la prostitución masculina, coordinada por sus propios altos mandos.
Es duro comprender que casi ningún "profesional" del periodismo habla de eso y lo ha analizado con la profundidad que merece. 
Sí ha pasado en cambio con el video del chisme sexual. 
Se dedican, sí, a comentar acerca de esas ganas audiovisuales genitales que se observan y que como digo no le interesan a nadie más que a los implicados del mismo: un senador (quizás su familia) y un policía (y quizás su familia).
Los periodistas lamen la mediocridad y la cobardía: por estos días son terapistas de pareja, reyes del cotorreo de esquina. Uno de ellos, el más payaso, se dedicó no solo a "mamar gallo" sobre el tema sino a hacer "chistes" sobre el contenido genital de los dos machos que morían por calmar sus ganas de alcoba.
Pero si hay algo más jodido es que después de que han dedicado columnas enteras hablando del vídeo y de la colega de ellos que lo subió (que si hizo bien, que si hizo mal… tú sabes, pontificando), terminan, los genios periodistas, preguntándose dónde quedó la supuesta dignidad de su oficio.
Reclaman dignidad en su labor después de chismear sobre lo irrelevante como unas decadentes solteronas de pueblo.
Dirigen la atención de un país entero hacia un video que no tiene, como dije, mayor importancia pero evaden analizar y profundizar las implicaciones graves de una policía mafiosa y corrupta.
Después son tan obvios (los periodistas, no los policías que siempre nos sorprenden) que terminan concluyendo dos grandes perlas: 
1. Que la colega de ellos que subió el video la cagó (frente a lo cual hay que decir que no se necesita ser inteligente para entenderlo al otro día). 2. Que dolorosamente hay evidencias de que su oficio está careciendo de prestigio.
Pero lo verdaderamente evidente de su oficio (y eso siempre lo hemos sabido) es que si los periodistas hablaran de lo que TIENEN que hablar, mañana estarían todos desempleados.
Si sus lamentos van a seguir siendo tan desgarrados, ustedes deben tomar una decisión.  O hagan cumplir el propósito real de su oficio (no buscar likes, no vender papel sino llegar a la verdad) o paren con sus discursos de víctimas baratas y acepten lo que son: unos empleados que trabajan para medios que a su vez necesitan defender “su verdad”.
A veces pienso que en la primera página del periódico de todos los días o en los primeros segundos del noticiero, debería aparecer un letrero que diga: “Las ´noticias´que ustedes van a ver a continuación son parte de una publicidad política pagada”.
Usualmente creo que es más digno un corrupto que un periodista. Al menos el primero es honesto en su propósito y está convencido de su verdad. No se desvía de lo que quiere y no titubea en llevarlo a cabo. Y es tan así que cuando un corrupto es detenido, paga su condena queriéndose escapar todos los días de la cárcel, fiel precisamente a su condición de corrupto.

No es una comparación desafortunada. Ustedes en el fondo lo saben, eruditos y respetables periodistas.
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Published on February 21, 2016 07:54

November 26, 2015

El juramento


La primera vez que Ezequiel y Roberto vieron la casa, en las afueras de la ciudad, quedaron impresionados. No es que conocieran de construcciones ni diseños arquitectónicos. Sus gustos no correspondían al de las famosas personalidades de la metrópoli pero, de tanto arrastrarse por las calles todas las noches viendo casas y casas, pudieron concluir que ésta era la justa para ellos.Ya habían vuelto a conseguir trabajo. Ahora se habían convertido en ayudantes de albañilería. El tiempo de la muerte de su madre, del desempleo y de las noches durmiendo en las calles, quedaba en el pasado.Le pidieron al capataz de la construcción en donde trabajaban que les adelantara algo del sueldo. Apenas recibieron el dinero, se dirigieron rápidamente a la casa.-  La casa está bonita pero, ¿cómo sabemos que la quieren arrendar?  preguntó Ezequiel. 
-  Eso tranquilo que nada más es hablar con los dueños y listo- respondió Roberto. Para eso hay billete. 
-  No va a ser fácil, vea lo que le digo. 
-  Usted tranquilo. Déjeme a mí- aseveró el hermano mayor. 
Volvieron a detallar lacasa: tenía las paredes roídas y húmedas. En el techo de cartón había huecos pequeños y constantes. Desde afuera se sentía un frío crudo y seco. Como si alguien se hubiera muerto adentro. 
Unos segundos. Tocaron a la puerta. Nadie les abrió. Entonces Ezequiel y Roberto comenzaron a gritar. Después de unos instantes, cansados de hacerlo, decidieron entrar por sus propios medios: 
- ¿Entrar nosotros sin que nos hayan abierto? Yo no me atrevo porque de pronto viene la policía. Nos pueden llevar presos- advirtió Ezequiel.Roberto, el mayor, se dirigió a la puerta y la pateó. Adentro, las ratas empezaron a alborotarse. Nadie había abierto porque adentro no había nadie.Entraron. La casa era más pequeña de lo que se la habían imaginado. No tenía muebles. Tan solo dos pedazos de cartón tirados en el suelo. Todo era sucio, húmedo, lleno de polvo:- Huele a mierda. Está lleno de ratas- dijo Ezequiel con los nervios de punta. Roberto se preñó de furia y lo agarró fuertemente del cuello de la camisa:
- ¿Es que no se da cuenta, huevón? La casa está vacía. Esta vaina es de nosotros.Ezequiel se zafó rápidamente:-  Tranquilo, tranquilo. Yo solo le estoy diciendo que no sabemos de quién es. No vamos a pelear ahora. 
-  Escuche: nos vamos a quedar a vivir aquí. No hay nadie, ¿comprende? Aquí será nuestro hogar. Aquí regresaremos después del trabajo, nos protegeremos del frío y de la mala gente. Nos volveremos viejos, la pondremos bien bonita y hasta seremos felices- soltó una carcajada- Y ni muertos vamos a salir de aquí. Se lo juro- sentenció Roberto. 
Ezequiel asintió mientras se pasaba la mano por la frente. Lo que había dicho su hermano era una orden, un pacto irreversible. 
Desde ese día, los hermanos empezaron a habitar la casa. 
Llegaban después del trabajo cuando caía la tarde. Traían el alimento en una bolsa y se sentaban en el suelo a comerlo. Conversaban tirados encima de los cartones hasta bien entrada la madrugada. Hablaban siempre acerca de lo bien que iba la construcción y de lo atractiva que estaba la nueva empleada del capataz. Cuando tocaban el tema de la casa nunca hablaban de lo sucia que permanecía, ni de los muebles y la decoración que nunca procuraron. Siempre se referían a las ratas. Comentaban sobre las nuevas crías, acerca de las que estaban enfermas, de las más gordas y de las que les hacían cosquillas cuando dormían. 
Así pasaba el tiempo. Roberto y Ezequiel empezaron a acostumbrarse a vivir de ese modo. 
Los fines de semana salían al parque y al atardecer regresaban a la casa. Aún conservaban el miedo de que al llegar la encontraran ocupada y hasta Roberto le había sugerido a Ezequiel la necesidad de comprar un arma. 
Una noche, después del trabajo, conversaban tirados encima de los cartones. Roberto jugaba con las ratas: 
-  Hoy vomité, ¿sabe? Vomité espeso- anunció Ezequiel. 
-  Y... ¿a qué horas? – preguntó Roberto. 
-  En la mañana. En todo el día no me he sentido bien. Estoy como enfermo- 
respondió el hermano. 
-  ¿Enfermo usted? No me joda, si desde que yo me recuerdo, nunca lo he visto malo- 
respondió Roberto sonriendo. 
-  Mire para ver si tengo fiebre- pidió Ezequiel. 
Roberto se acercó y le tocó la frente. 
- Puta mierda, si usted está hirviendo- exclamó.Ezequiel se acostó y esa noche se durmió más temprano. Al día siguiente no fue a trabajar. Roberto le dijo que fueran al médico. Ezequiel no pudo levantarse:-  Tranquilo que yo se lo traigo- le dijo Roberto preocupado. 
-  Vaya sin cuidado, hermano, que yo acá tengo resto de amigas que me cuidan- 
respondió Ezequiel mientras intentaba quitarse un bicho peludo de la boca. 
Al final del día, llegó Roberto con el médico de la construcción. 
- El huevón del capataz no me dejó venirme por la mañana. Le mandó saludos. Por allá toditos preguntaron por usted, Ezequiel. Mire, aquí le traigo al doctorcito.El hermano menor permanecía tirado encima de los cartones. Estaba cubierto de ratas. A su lado, yacían cuatro de ellas muertas Un aroma fétido y juicioso aprisionaba la casa por completo.- He tenido que matar algunas amiguitas... estoy mal, hermano... huelo mal... volví a vomitar espeso...las ratas se lo comieron casi todo- murmuró Ezequiel.El médico se acercó asqueado al enfermo, luego de que Roberto hubo ahuyentado a los animales que permanecían nerviosos por la llegada del visitante.Después de examinarlo el médico aseveró:-  A este hombre hay que sacarlo de aquí urgentemente si usted quiere que siga viviendo. Además, esta casa es un asco. Está llena de ratas ¿Cómo lo permiten? ¿Cómo pueden vivir así? ¿Por qué no fumigan? ¿Por qué no se van de aquí? 
-  Hagámosle caso, Roberto- suplicó Ezequiel lavado en sudor. 
Roberto se transformó iracundo: 
-  ¡Le dije que ni muerto abandonábamos esta casa! ¡Y usted! – señaló al médico- ¡usted es una puta gallina! Y avísele a todos que mi hermano y yo renunciamos a esa malparida obra. Y ahora, lárguese si no quiere que lo saque a patadas ¡Fuera de aquí, gonorrea! 
-  Escúcheme- respondió el médico, rasgando lo poco de valor que le quedaba- su hermano se puede morir y tenemos que sacarlo. Se lo suplico. 
Los ojos de Roberto eran de un rojo atrevido. El médico intentó calmarlo: 
-  Mire, hagamos algo: aquí le dejo esta receta para que le compre unas medicinas y unos antibióticos... mañana cuando usted esté más tranquilo, vengo a ver a Ezequiel. 
-  Ya le dije que se fuera- le escupió Roberto en la cara.
El médico salió de la casa. Algunas ratas enfermas lo acompañaron a la puerta. 
Anocheció por completo. Y luego, amaneció.Roberto estuvo con su hermano toda la mañana. Permanecía a su lado espantándole las ratas. El olor era robusto, intratable. Ezequiel no decía nada. Solo se puso frío y pálido. Así transcurrió el día.Al anochecer, Roberto escuchó ruidos. Era el médico de la construcción otra vez. Sin decir nada, le abrió la puerta y se volvió a sentar al lado de su hermano:- No me cierre la puerta- dijo el médico. Nada más quiero verlo.Esa noche, la casa estaba sombría. El olor se había transformado en el infierno de los cinco sentidos. En toda una penuria. El médico se acercó a Ezequiel y le tocó el pecho:- ¿No le compró las medicinas que le receté, verdad?Roberto no contestó. El médico lo miró a los ojos:- Este hombre está muerto. Yo se lo dije. Ahora, saquémoslo de aquí.Roberto guardó silencio. Luego intimidó al médico con rabia y se levantó del suelo lentamente:- ¿Para eso viene? ¿A decirme que mi hermano está muerto? Váyase. No venga más - advirtió.El médico lo miró preocupado:
- ¿Qué le pasa, Roberto? ¿Usted no entiende lo que está pasando?
Roberto vomitó. El doctor trató de ayudarlo pero él lo rechazó inmediatamente:- Váyase, gran hijueputa ¿Cuántas veces le tengo que pedir que se largue?- preguntó el hermano mayor mientras se limpiaba con el trapo que Ezequiel tenía en su frente- Respete la casa ajena.El médico lo miraba suplicante pero los ojos de Roberto no le daban otra salida. Entonces se quitó una bata blanca que había traído y salió de la casa en silencio y con algo de terror en los dientes.Llegó la noche. Quieta. Poderosa. La oscuridad invadió la casa como siempre. Hacía frío. Las ratas estaban más alborotadas que de costumbre. Su hermano estaba cubierto de ellas totalmente. El olor del asco y la podredumbre de las ratas muertas era enloquecedor.El hermano mayor apartó algunos animales y se desplomó en el suelo. Unos metros separados de su hermano. Y vomitó nuevamente.Empezó a quedarse dormido cuando escuchó a su hermano Ezequiel murmurar algo. Enseguida se despertó:-  No te preocupes por mí, Roberto. Yo estoy tranquilo. No siento dolor. 
-  ¿Lo ve? No está muerto- dijo Roberto. 
Ezequiel no contestó. 
-  Dígame, ¿le molestan las ratas? – preguntó Roberto. 
-  Mi cuero está comido por ellas. Estoy invadido. No me importa. Hasta me gusta 
verme así- contestó Ezequiel. 
Permanecieron acostados toda la noche. Roberto quiso levantarse para colocarle otro trapo húmedo en la frente pero no pudo moverse. No se sentía bien. Vomitó otras cuatro veces. 
A pesar de eso, hablaron de todo. Recordaron sus viejos tiempos. Mencionaron a su madre. Charlaron sobre su mala época: cuando quedaron en la calle. Hablaron de la construcción, de las ratas y de la casa. 
Ezequiel se quedó callado al amanecer. Transcurrieron unas horas. Luego, al caer la tarde, se escuchó la puerta. 
- Es ese pendejo del médico, hermano. Pero ahora que entre, le voy a contar que se ha alentado. Le voy a decir que no está muerto como él creía. Tanto que estudian y ni saben lo que dicen- murmuró Roberto.Cubierto de una bata blanca y de guantes, un tapabocas bípedo se abría paso en medio de las ratas. La luz del sol iluminaba la podredumbre del cadáver de Ezequiel.El médico se acercó al hermano mayor, lentamente:-  Usted está enfermo y su hermano se está descomponiendo, Roberto. Déjeme sacarlo de aquí antes de que se muera, por favor. 
-  Me siento bien...no estoy enfermo, hijueputa...mi hermano tampoco está muerto...anoche...anoche yo hablé con él...- susurró. 
-  Ezequiel está muerto. Tiene dos días de estar muerto ¿por qué le cuesta entender eso? Vámonos ya. 
-  Fue...un juramento... de aquí... ni la muerte me saca- soltó un suspiró Roberto. Un suspiro decidido. Como una estaca. 
-  No me lo llevo conmigo porque no puedo cargarlo pero voy a ir por una ambulancia así usted no quiera. 
El médico salió rápidamente de la casa. Los dos hermanos se volvieron a quedar solos con las ratas. Llegó la noche. Roberto no había vuelto a vomitar. Se sentía extraño. Como si el dolor fuera desapareciendo del cuerpo. Como si flotara. Entonces Ezequiel abrió los ojos:-  ¿Cómo se siente, hermano? – preguntó. 
-  Raro. Pero nada mal- respondió Roberto. 
-  ¿Y le siguen molestando las ratas? 
-  No las siento pero las veo. 
-  ¿Dolor? 
-  No. 
Se escuchó otra vez la puerta y una sirena a lo lejos. 
-  Mire, ahí viene el médico ese. Pero sigamos hablando que él no nos va a oír- dijo Ezequiel. 
-  Me está tocando y no entiendo - replicó Roberto. 
-  ¿Qué es lo que no entiende, hermano querido? 
-  Dice que es demasiado tarde. Le dice al enfermero que estoy muerto. Mucho bruto. 
-  Mire, ahora viene entrando el capataz de la construcción y dos compañeros. 
-  Lo están cargando, huevón. Haga algo que mire que le están agarrando el culo. 
-  Fue bello haber vivido aquí con usted, ¿sabe? 
-  Juramento es juramento, ¿no? Usted sabe cómo es conmigo. 
-  ¿Adónde nos llevarán? ¿A la clínica? 
-  ¿Fue que no escuchó lo que acaban de decir? 
-  No ¿Qué dijeron? 
-  Vamos a la morgue. 
Entonces se llevaron los cuerpos. Las ratas, que estaban escondidas, los vieron alejarse en silencio y se quedaron solas. 


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Published on November 26, 2015 15:20

February 24, 2015

Micro Jab.

Ella es algo tímida pero cuando entra en confianza, se muestra tal y como es: patética. 
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Published on February 24, 2015 11:57