Sergio Alejo Gómez's Blog

September 21, 2025

El nacimiento del cristianismo

Introducción

Bienvenidos a una nueva entrada de mi blog. Esta semana dejadme que os traiga un artículo relacionado con el nacimiento del cristianismo. Y es que esta es hoy la religión con más seguidores del mundo, con miles de millones de fieles en todos los continentes. Sin embargo, sus orígenes, como muchos de vosotros ya sabréis son humildes y se remontan a un contexto muy específico. Para conocerlo debemos trasladarnos hasta la región de Palestina durante el siglo I, una provincia en la frontera oriental del Imperio romano.

El cristianismo no nació como una religión independiente, sino como una corriente dentro del judaísmo. Sus primeros seguidores eran judíos y su mensaje estaba profundamente enraizado en la tradición religiosa de Israel. Pero para comprender el nacimiento del cristianismo es necesario conocer el contexto político, social y religioso de la época. Solo así podemos entender por qué la predicación de un carpintero galileo llamado Jesús de Nazaret acabó dando lugar a un movimiento que se expandió por todo el Mediterráneo. Y como en apenas tres siglos, pasó de ser un grupo perseguido a convertirse en la religión oficial del Imperio romano.

El mundo en el que nació Jesús

¿Cómo era la Palestina en tiempos de Jesús? Ya os he comentado antes que estaba bajo dominación romana. Y eso ocurrió desde el año 63 a.C. aproximadamente, cuando el gran general romano, Pompeyo conquistó Jerusalén. Roma controlaba la región mediante reyes-clientes como Herodes el Grande, famoso por sus grandes construcciones y por su crueldad política. Tras su muerte, su reino se dividió y Judea quedó bajo administración directa romana.

Y claro, ya sabréis también que los romanos no desaprovechaban la ocasión de quedarse con algo que no era suyo si podían. Así que la presencia de soldados, el pago de impuestos y la imposición de la autoridad imperial fue algo que hizo que poco a poco se fuera romanizando la zona. Pero se generó a su vez un clima de tensión constante. La población judía, profundamente religiosa, veía la ocupación extranjera como una humillación y esperaba con ansias la llegada de un Mesías libertador.

El judaísmo del Segundo Templo

El judaísmo de esta época giraba en torno al Templo de Jerusalén, considerado la casa de Dios en la tierra. Era allí donde los sacerdotes ofrecían sacrificios diarios y donde el pueblo acudía en peregrinaciones en las grandes fiestas. Además del Templo, existían las sinagogas, espacios locales donde se leía la Torá y se enseñaba la Ley. Vamos que quien no practicaba la religión era porque no quería, ya que espacio había muchos.

Pero hay que decir que el judaísmo no era homogéneo. Existían distintas corrientes con interpretaciones diferentes de la Ley de Moisés y de cómo vivir fielmente ante Dios. Vamos a enumerarlas brevemente para que sepáis de qué os hablo:

Los fariseos: estos defendían una estricta observancia de la Ley y de las tradiciones orales, creían en la resurrección y eran respetados por el pueblo.
Los saduceos: que pertenecían a la aristocracia sacerdotal vinculada al Templo y que por su parte no creían en la resurrección ni en ángeles. Colaboraban más con Roma porque imagino que les reportaba más beneficios.
Los esenios: estos eran grupos ascéticos retirados en comunidades apartadas (como la de Qumrán) que esperaban un Mesías y practicaban una vida estricta.
Los zelotes: una escisión de nacionalistas radicales que defendían la resistencia armada contra Roma., y cuya actitud condujo a la gran revuelta del 66 d.C.

Expectativas mesiánicas

En este contexto surgió una fuerte esperanza mesiánica: la creencia en que Dios enviaría un ungido, a un mesías, que liberaría a Israel de sus opresores y restauraría el reino de David. Estas expectativas podían ser políticas, militares o espirituales, y la cuestión es que prepararon el terreno para que la predicación de Jesús fuera entendida por algunos como el anuncio de ese Mesías.

La figura histórica de Jesús de Nazaret

Y ya que ha salido a colación su nombre, pasemos a hablar de él. Sabemos que nació en Galilea, probablemente en Nazaret, hacia el año 4 a.C. Su entorno era rural, marcado por campesinos, artesanos y pescadores. Aunque poco sabemos de su infancia, los evangelios coinciden en presentarlo como profundamente enraizado en la tradición judía.

Sobre su núcleo de la predicación sabemos que fue el anuncio del Reino de Dios: un mundo renovado donde Dios reinaría con justicia y misericordia. Jesús expresaba este mensaje a través de parábolas sencillas y signos como, curaciones y exorcismos. Su mensaje subrayaba el amor a Dios y al prójimo, la inclusión de marginados y la primacía de la misericordia sobre el legalismo. Vamos que distaba bastante de los preceptos defendidos por el judaísmo en sí.

Sobre esas parábolas, podemos afirmar que se trataba básicamente de relatos breves cargados de simbolismo. Algunos de ellos se pueden consultar en las sagradas escrituras, siendo los más destacados los del buen samaritano, el hijo pródigo o el sembrador. Los milagros, como la curación de enfermos o la multiplicación de los panes, eran entendidos como signos del Reino y podrían ser también exagerados por sus mismos seguidores para destacar su papel de mesías.

El conflicto y la crucifixión

El estilo de Jesús generó conflictos con las autoridades religiosas y romanas. Su popularidad lo hizo sospechoso para Roma, que temía disturbios. Fue por ello por lo que optaron por arrestarlo en Jerusalén y condenarlo a morir en la cruz hacia el año 30 d.C. bajo el gobierno del famoso Poncio Pilato. La crucifixión era el castigo más humillante, reservado a esclavos y rebeldes, por lo que queda claro el papel que jugó Jesús para Roma.

Tras su muerte, sus discípulos proclamaron que Jesús había resucitado. Esta experiencia pascual transformó su derrota en victoria y dio origen al cristianismo. Eso fue algo totalmente novedoso y que cogió a romanos y a judíos por sorpresa. Sus seguidores, promulgaron a los cuatro vientos que su mesías estaba vivo, y comenzaron a predicarlo como el elegido o el Hijo de Dios.

Fue entonces cuando en Jerusalén se formó la primera comunidad cristiana, liderada por Pedro, Juan y Santiago. Estos discípulos de Jesús compartían bienes, oraban en el Templo y celebraban la fracción del pan. Al principio seguían considerándose judíos, pero con una fe centrada en Cristo.

La apertura a los gentiles y Pablo de Tarso

Pero pronto surgió una gran pregunta: ¿era necesario que los no judíos, llamados gentiles, se circuncidaran y cumplieran toda la Ley de Moisés para seguir a Cristo? Este debate marcó una primera división interna, cosa que dentro del cristianismo ya sabemos que se convirtió casi en un deporte.

Y fue aquí donde destacaría la figura de Pablo de Tarso. Nacido fariseo y al inicio perseguidor de cristianos, tuvo una experiencia visionaria que lo llevó a convertirse. Desde entonces se dedicó a predicar a los gentiles, y sabemos que sus cartas, los primeros escritos cristianos, desarrollan ideas fundamentales. Entre ellas estaban las de que la fe en Cristo salvaba, el bautismo unía al creyente a su muerte y resurrección, o que en Cristo ya no había distinción entre judío y griego, esclavo y libre, hombre y mujer.

Expansión del cristianismo en el Imperio romano

Sobre el fenómeno de la expansión del cristianismo, sabemos que tuvo lugar rápidamente gracias a varios factores. En primer lugar gracias a la red de caminos y puertos romanos, el uso común del griego, y el atractivo de su mensaje de salvación universal y fraternidad. Ofrecía esperanza a los pobres, dignidad a las mujeres y comunidad a los marginados. ¿Qué más se podía pedir?

Sin embargo, los cristianos se negaban a adorar al emperador, lo que los puso en conflicto con Roma. Y realmente eso fue lo que dio lugar a esas persecuciones que sufrieron. Las más conocidas fueron las que tuvieron lugar en tiempos de Nerón, de Decio o de Diocleciano. Lejos de destruir al movimiento, los mártires reforzaron la fe y el prestigio de las comunidades.

Del judaísmo al cristianismo: la separación progresiva

Durante décadas, el cristianismo fue visto como una secta judía, pero la destrucción del Templo en el 70 d.C., por parte de las tropas romana dirigidas por el que sería el emperador Tito, marcó un punto de ruptura. Mientras el judaísmo se reorganizaba en torno a la Torá y la sinagoga, el cristianismo seguía expandiéndose entre los gentiles.

Así pues, a finales del siglo I, los evangelios comenzaron a fijar la memoria de Jesús y hacia el siglo II, la separación entre judaísmo rabínico y cristianismo ya era clara. Para el siglo IV dC ocurrió un giro decisivo. El emperador Constantino, tras atribuir su victoria en la batalla del Puente Milvio, ocurrida en el año 312 dC al Dios cristiano, otorgó libertad religiosa con el Edicto de Milán. Poco después, en el 325 dC., se convocó el Concilio de Nicea que sirvió para unificar la doctrina.

Finalmente, fue el emperador Teodosio declaró al cristianismo religión oficial del Imperio en el 380 dC. En apenas tres siglos, había pasado de ser un pequeño movimiento judío perseguido por los emperadores, a convertirse en la religión dominante de Occidente.

Conclusión: el nacimiento de una religión universal

Como conclusión, se puede afirmar que el cristianismo nació en un rincón del Imperio romano como una corriente dentro del judaísmo. Su mensaje, centrado en la persona y enseñanza de Jesús, pronto trascendió las fronteras de Israel gracias a la experiencia pascual y al impulso de misioneros como Pablo.

El atractivo de su fe radicó en ofrecer esperanza, dignidad y fraternidad en un mundo marcado por desigualdades. Y ese mensaje caló muy hondo, ya que la inmensa mayoría de la población vivía en la miseria y la desgracia sin tener prácticamente expectativas. Y ese fue el salto de secta judía a religión universal, capaz de adaptarse a diferentes culturas sin perder su núcleo: la confesión de Jesús como el Cristo vivo.

El cristianismo transformó la historia del mundo antiguo y dejó una huella indeleble que perdura hasta nuestros días. Casi nada con todo lo que pasó, aunque esto no es más que un breve resumen, y por el camino se quedaron infinidad de almas que sufrieron los castigos y las penalidades de pensar o creer en un dios que no se adaptaba al de la mayoría. Aunque el sufrimiento del trayecto y el sacrificio de muchos, sirvió para que muchos otros pudieran posteriormente profesar su fe con libertad.

Espero que os haya gustado este breve artículo y que os ayude a entender mejor el nacimiento de la fe cristiana.

Sergio Alejo GómezAutor de las sagas literarias de Las Crónicas de Tito Valerio Nerva Renovatio Imperii y la colección ¿Sabías que?Bibliografía en castellanoFlavio Josefo. Antigüedades judías. Madrid: Editorial Gredos, varias ediciones.El Nuevo Testamento (Evangelios, Hechos de los Apóstoles, Cartas paulinas). Diversas ediciones críticas en castellano.Plinio el Joven. Cartas. Madrid: Alianza Editorial, 2003.Suetonio. Vida de los doce césares. Madrid: Alianza Editorial, 2013.Pagola, José Antonio. Jesús. Aproximación histórica. Madrid: PPC, 2007.González Echegaray, Joaquín. El cristianismo primitivo. Madrid: Editorial BAC, 2001.Ehrman, Bart D. Jesús, apocalíptico judío. Barcelona: Crítica, 2010.González Salinero, Raúl. Persecuciones contra los cristianos en el Imperio romano. Madrid: Signifer Libros, 2014.

La entrada El nacimiento del cristianismo se publicó primero en Sergio Alejo Gomez.

 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on September 21, 2025 09:00

August 20, 2025

El padre de la historia

Introducción

Bienvenidos a una nueva entrada de mii blog. Hace ya tiempo que no escribía, pero una serie de acontecimientos personales me han hecho volver a hacerlo. Y no se me ocurre mejor manera de regresar que hablando sobre Heródoto de Halicarnaso (484 – 425 a.C.), uno de los nombres más conocidos del mundo antiguo. Y no solo por ser el primero en ofrecernos un relato organizado de los grandes acontecimientos de su tiempo, sino porque inauguró un modo de pensar que marcaría para siempre a Occidente: la investigación histórica.

Cicerón lo llamó pater historiae, o lo que es lo mismo, el ‘padre de la Historia’, y aunque su obra mezcla datos reales con leyendas, su intención fue diferente a la de los poetas épicos o los cronistas. El bueno de Heródoto quería comprender las causas de los hechos, preservar la memoria de los pueblos y transmitir un conocimiento útil para las generaciones futuras. De ahí que le podamos perdonar todo lo que podría no haber ocurrido pero que él sí que mencionó en sus tratados.

Su obra, conocida como Los Nueve Libros de la Historia, es mucho más que una narración de las guerras médicas entre griegos y persas. Se trata más de un viaje intelectual por Egipto, Asia Menor, Escitia, Mesopotamia y Grecia, o lo que es lo mismo, una enciclopedia de culturas, costumbres, religiones y geografías. A la vez, es literatura, etnografía y mito, claro que sí. En este humilde artículo que quiero compartir con vosotros pretendo explorar tanto su vida, el contexto de la misma, sus viajes, su método de trabajo y algo muy importante: su legado. La intención es comprender por qué, más de 2.400 años después, Heródoto sigue siendo leído, debatido y admirado. Vamos lo que sería un best seller en toda regla, aunque ya no haya nadie que cobre los royalties.

Contexto histórico

Pero vayamos al principio, de todo, y es que el bueno de Heródoto nació en Halicarnaso, ciudad griega de Asia Menor, hacia el año 484 a.C. En ese tiempo, la región formaba parte del vasto Imperio persa, que se extendía desde Anatolia hasta la India. De los persas aqueménidas ya hable en su día, tanto en los artículos dedicados a la vida y obra de Alejandro, como al que hice específicamente hablando sobre su ejército y que podéis encontrar aquí mismo bajo el título de: Como se estructuraba el ejército persa aqueménida. Pero volvamos a nuestro protagonista, y es que su infancia y juventud estuvieron marcadas por el recuerdo de las Guerras Médicas, el gran conflicto en que los griegos resistieron las invasiones persas de Darío y Jerjes.

La victoria griega en Maratón del año 490 a.C., la de Salamina en el 480 a.C. y la acontecida en la llanura de Platea en el 479 a.C. dejaron una huella profunda en la memoria colectiva. Para los griegos, la supervivencia de su libertad frente a la tiranía persa se convirtió en un relato fundacional, en algo que pasó a ser una gesta divina. Heródoto creció en un mundo donde Oriente y Occidente se habían enfrentado, y donde la identidad griega se estaba forjando en contraste con el otro, el bárbaro persa. Así que aquellas victorias marcaron sí o sí una manera de entender su mundo y a su vez de explicarlo.

Vida y viajes

Aunque conocemos pocos datos seguros de su biografía, todo indica que Heródoto procedía de una familia acomodada. De ahí que pudiera participar de la vida política de Halicarnaso y, según algunas fuentes, fue desterrado por enfrentarse a la tiranía local. Ese exilio marcó el inicio de una vida de viajes que alimentó su curiosidad insaciable, cosa que por otra parte le vino muy bien a él y a la postre a nosotros.

Sabemos que Heródoto pasó tiempo en Egipto, donde exploró desde Menfis hasta Tebas. Quedó fascinado por los templos, las costumbres funerarias y la majestuosidad del Nilo. Hay constancia de que se maravilló con esa antigua civilización, y fe de ellos da la descripción de las pirámides que hizo, las técnicas de momificación y los ritos religiosos que seguían sus sacerdotes, aunque a menudo mezclando observación directa con relatos transmitidos por los locales que le explicaban detalles importantes. Su Egipto es una mezcla de datos útiles y asombros exóticos, con alguna pincelada de imaginación que tampoco le va mal.

Mesopotamia y Babilonia

Hay constancia de que también estuvo en Babilonia, de donde recogió noticias sobre la reina Semíramis, sobre Nabucodonosor y sobre las murallas de la ciudad, a las que consideraba una de las maravillas del mundo. Además se tomó su tiempo para describir con ahínco los jardines colgantes y relató costumbres como el matrimonio ritual. Aunque muchos de estos relatos están teñidos de leyenda, constituyen la primera ‘etnografía’ occidental sobre Mesopotamia.

Pero no se conformó con esos destinos, que más de uno ni siquiera soñaríamos, sino que viajó ni más ni menos que al norte del mar Negro, donde conoció a los escitas, un pueblo nómada. Describió sus costumbres guerreras, su vida en las estepas y sus extraños rituales, como beber el humo del cáñamo en tiendas cerradas. Sus descripciones son un ejemplo temprano de antropología comparada, donde intenta comprender modos de vida muy distintos al griego. Debió ser un choque cultural enorme, pero hay que darle las gracias por recoger esas vivencias y dejarlas anotadas, pues no creo que ese pueblo tomara demasiadas notas escritas.

Y como no podía ser de otra manera, Heródoto también recorrió la propia Grecia, especialmente Atenas y Delfos. En Atenas entró en contacto con el círculo intelectual de Pericles y conoció a dramaturgos como Sófocles. Vamos a lo mejorcito de la época clásica de esa gran Atenas. Más tarde participó en la fundación de Turios, colonia panhelénica en el sur de Italia, donde se cree que escribió y revisó gran parte de su obra. un periplo que no podía sino contener algo relacionado con la misma colonización, un fenómeno que implica viajar, lo que más le gustaba a él.

Los Nueve Libros de la Historia

Hablemos ahora un poco sobre su obra. Sabemos que está dividida en nueve libros en época alejandrina, y que constituye una narración sobre las Guerras Médicas y un retrato del mundo conocido. Cada libro fue dedicado a una de las Musas, algo también muy lógico para su momento y su entorno cultural y religioso.

Detallemos ahora esos libros:

Libros I-III: origen del conflicto, historia de Lidia, Creso, el Imperio persa y Egipto.
Libro IV: descripción de Escitia y Libia.
Libros V-VI: rebelión jónica, batalla de Maratón.
Libros VII-IX: invasión de Jerjes, Termópilas, Salamina y Platea.

Heródoto no se limita a narrar hechos militares sino que además intercala relatos sobre oráculos, costumbres extranjeras, anécdotas curiosas y reflexiones morales. Su estilo es narrativo y ameno, cargado de digresiones, motivo por el cual su obra puede leerse tanto como historia o también como literatura.

Método y estilo historiográfico

El propio Heródoto explica su objetivo en el prólogo, ya que lo pretende es que los hechos de los hombres no caigan en el olvido, y para que las grandes y maravillosas hazañas, tanto de griegos como de bárbaros, no queden sin gloria. A diferencia de los poetas, su intención no era cantar héroes míticos, sino investigar hechos reales, y dejar constancia de lo logrado tanto por unos como por otros, buscando una visión más objetiva.

Su método consistía en recopilar testimonios orales, comparar versiones y declarar las fuentes. No siempre distinguía con claridad entre lo real y lo legendario, pero su actitud crítica era novedosa y eso le daba un tinte más realista al relato. Famosa es su frase: Mi deber es contar lo que se dice, no necesariamente creerlo. Con ello reconoce los límites de su conocimiento, pero también la importancia de transmitir tradiciones diversas. Hay que tener en cuenta que muchas veces lo que se decía o recogía podía o estaba muy tergiversado por el paso del tiempo.

Recepción en la Antigüedad

Heródoto fue leído con admiración, pero también con críticas. Tucídides, más riguroso y analítico, lo consideraba ingenuo. Plutarco lo llamó filobárbaro, es decir, amigo de los bárbaros por recoger sus gestas, hechos, costumbres, y lo acusó de mentiroso. Sin embargo, Cicerón lo consagró como padre de la Historia, tal vez por valorar en él lo avanzado que fue para su momento y lo imparcial que trató de ser. En la Edad Media fue menos conocido, pero en el Renacimiento su obra fue recuperada con entusiasmo, cosa que ayudó mucho a entender pasajes de la historia antigua. Hoy se lo valora también como precursor de la antropología y la literatura de viajes, con lo que podemos decir que ha llegado a ocupar un pódium merecido por su implicación.

No hay duda de que nuestro protagonista dejó una huella duradera en la historiografía y en la cultura. Fue el primero en intentar explicar causas, no solo relatar hechos, y eso aunque le valió admiradores, también le granjeó detractores. Su visión del enfrentamiento entre Grecia y Persia influyó en la construcción de la identidad occidental. Además, su curiosidad por las costumbres extranjeras lo convierte en pionero de la mirada antropológica, cosa que hoy valoramos mucho más que en sus días.

Hoy se lo estudia tanto en facultades de historia como de literatura. Su obra sigue fascinando porque muestra cómo el ser humano siempre ha querido comprender el pasado, sus causas y sus significados.

Conclusión

Podemos concluir pues que Heródoto fue un narrador, un viajero y un pionero intelectual. Su obra marca el paso del mito a la historia, de la épica a la investigación crítica. Si bien a veces incurre en exageraciones, su método de recopilar, comparar y reflexionar lo convierte en el primer historiador de Occidente.

Más de 2.400 años después, sigue vivo en nuestras bibliotecas, recordándonos que la historia no es solo un relato del pasado, sino también un ejercicio de memoria, curiosidad y búsqueda de sentido. Espero que hayáis podido leer alguno de sus libros y si más no, ahora que sabéis un poco más sobre su vida y obras, tal vez este artículo haya despertado la curiosidad en vosotros.

Sergio Alejo GómezAutor de las sagas literarias de Las Crónicas de Tito Valerio Nerva Renovatio Imperii y la colección ¿Sabías que?Bibliografía consultadaHeródoto. Historias. Traducción y notas de Carlos Schrader. Madrid: Editorial Gredos, varias ediciones (1977 en adelante).Heródoto. Los nueve libros de la Historia. Traducción de Bartolomé Pou. Madrid: Editorial Cátedra, 2011 (edición revisada).Heródoto. Historia. Edición de Manuel Balasch. Barcelona: Editorial Iberia, 1960.Bravo, Gonzalo. La Grecia Clásica: de la Guerra del Peloponeso a la conquista macedónica. Madrid: Síntesis, 1998. (Incluye capítulos sobre Heródoto y Tucídides).Garrido, Javier. Heródoto: Historia. Introducción crítica. Madrid: Ediciones Akal, 1999.García Gual, Carlos. Introducción a Heródoto. Madrid: Alianza Editorial, 2012.Rodríguez Adrados, Francisco. Historia de la Historiografía Griega. Madrid: Editorial Gredos, 1992.Canfora, Luciano. El mundo de Heródoto. Barcelona: Crítica, 2006 (traducción al castellano).Thomas, Rosalind. Heródoto en contexto. Madrid: Akal, 2003 (traducción al castellano).s.

La entrada El padre de la historia se publicó primero en Sergio Alejo Gomez.

 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on August 20, 2025 09:00

October 11, 2024

Narsés el eunuco que se convirtió en general

Bienvenidos a una nueva entrada del blog. Hacía ya tiempo que no escribía nada, y he decidido volver a retomar algunos de los temas que tenía pendientes de compartir con vosotros. Y no se me ocurre uno mejor que este para el regreso a las redes. Hablar de este personaje es algo que me apetecía y que he disfrutado mucho, por ello deseo compartirlo con todos vosotros. Así que, sin más preámbulos, vamos a indagar un poco en ese paso de eunuco a gran general, que estoy seguro de que os sorprenderá.

Italia en las guerras góticas

Antes de entrar en materia, desearía destacar el dato de que de todas las guerras que los ejércitos romanos de Oriente libraron en la parte Occidental, durante la llamada Renovatio Imperii, la más dura, larga y feroz de ellas fue la que se produjo en suelo italiano, contra los ostrogodos. Aunque en un principio, tras las victorias de Belisario, la situación pareció estar bajo control, en el año 540, un levantamiento de los ostrogodos, encabezados por el rey Totila, encendió de nuevo las llamas de la guerra.

Y este alzamiento fue en gran parte debido al ímpetu de este líder. Pero también consecuencia de la mala gestión de los romanos que estaban al frente de la administración de la provincia. Eso provocó que los godos, espoleados y de nuevo motivados, consiguieran recuperar casi por completo su antiguo reino. Sobre ese tema ya hablamos en su día, cuando Belisario fue enviado de nuevo por Justiniano a Italia para tratar de reconducir la situación.

Y estaba camino de ello cuando Teodora falleció repentinamente, y el emperador le ordenó a su leal servidor que regresara a Constantinopla. No le quedó más remedio que volver y dejar las cosas a medio hacer y estancadas en Italia. Eso ocurrió en torno al 548, y la situación se fue complicando en los años siguientes.

Algunos datos sobre Narsés

Justiniano, ávido por no perder la vieja Italia, decidió, en el año 552 concederle el mando de un ejército enorme de invasión al eunuco Narsés. Este, a la edad de 74 años, siendo ya un anciano, fue nombrado magister militum per Italia. Le fue entregado el mayor de los ejércitos que Justiniano jamás mandó a Occidente. Y os preguntaréis, ¿por qué nombró a ese señor que estaba ya tan cerca de irse a la otra vida? Seguramente porque era de su confianza y sobre todo porque era un tipo listo, valiente, implacable y lo más importante, leal a su persona.

No voy a hacer historia sobre la vida del eunuco, pero sus movimientos y su integridad para con su señor habían sido siempre una señal de que estaba capacitado para hacer todo lo que este le pidiera. A modo de resumen, os explicaré que nació en la Armenia persa, la parte oriental de la provincia. Esta había sido entregada a los sasánidas menos de cien años antes. Era miembro de la familia noble de los Camsaracano, una de las más notables del reino.​ Su año de nacimiento es desconocido, aunque se baraja que fuera probablemente entre el 478 y 480. No queda tampoco demasiado claro el año de su muerte, aunque las fuentes la engloban entre los años 566 y 574. Lo hizo después de que se fueran tanto Belisario como Justiniano, dejando claro que vivió muchos años.

Preparación de la campaña del 552

En cuanto a la designación para el mando, Narsés no fue la primera opción en todo caso. Hay constancia de que el primo de Justiniano, Germano, ya llevaba más de un año reclutando tropas para formar ese gran ejército que debía recuperar el control de Italia de manera definitiva. Pero el malogrado general murió de manera repentina y dejó la serpiente descabezada. Quizás la fortuna también se puso del lado del eunuco, que pasó a ser el primer candidato.

Fuera como fuese, a ese poderoso ejército, Narsés sumaría a sus más de 400 bucellarii, su escolta privada, pagada de su propio bolsillo. Y es curioso, si os fijáis, que ese consejero, sin ser militar de carrera, contará con aquel contingente de jinetes leales a su persona. Pero si eso os parece extraño, sabed que, además, el ejército romano contó con 300 savaran, o lo que es lo mismo, jinetes nobles pesados persas, que aportó el príncipe sasánida Kavades que estaba exiliado en Constantinopla. ¿Persas luchando codo con codo con romanos? No era esa la primera vez que ocurría, ya que hay constancia de que el propio Flavio Belisario llevó jinetes sasánidas a sus guerras en el norte de África contra los vándalos y a Italia contra los ostrogodos.

Definamos ahora un poco el resto del ejército, que creo que es importante. Narsés contaba con 5000 hombres de uno de los ejércitos praesentalis. Es decir, aquellos que estaban acantonados cerca de la capital y siempre a disposición del emperador. A ellos se le sumaron 8000 reclutas tracios, 2000 infantes procedentes del ejercito de Iliria y un pequeño contingente de habitantes de Constantinopla que se acababan de reclutar. Y sso era lo más romano que había en aquel ejército, ya que una vez arribaron a Salona (Splitz), se sumaron 6000 aliados longobardos, 4000 foederatii hérulos, 400 aliados de la tribu de los gépidos y un pequeño contingente de jinetes hunos. Sumaban todos, un total de 26000 hombres, de los que unos 15000 eran romanos, y unos 11000 bárbaros germanos o mercenarios de varias naciones.

Primeras operaciones militares

Totila estaba al corriente de los movimientos de ese ejército de invasión, y pensó que cruzarían el Adriático para desembarcar en las costas orientales de Italia, así que envío a su flota a ese punto para interceptarlos. Pero Narsés ya hemos dicho que si de algo iba sobrado era de experiencia y de inteligencia. Así que, sorprendió a los ostrogodos dirigiéndose a Italia por tierra. Bordeó la costa dálmata y la flota le siguió a ras de costa. Y es que había muchos inconvenientes al ir por tierra, ya que el ejército romano tendría que atravesar la zona de pantanos y lagunas del Véneto, o los Alpes si iba más al norte, o acceder por el reino de los francos.

Cuando Totila se enteró de los planes romanos, envió a unos de sus generales, de nombre Teyas a Verona, y él se quedó en la ciudad de Roma al frente del grueso de su ejército. Narsés decidió que su objetivo serían los pantanos del Véneto. Era arriesgado, pero planteó una estrategia para hacerlo rápido y sin tener bajas. Así pues, la flota remolcó pontones muy grandes de madera que se colocarían en los puntos más complejos para crear zonas de paso para las tropas. Y el plan salió a la perfección. ¿Cómo se iba a equivocar el sagaz eunuco?

El ejército romano cruzó el Véneto tan rápido que nadie se esperaba su llegada. Aparecieron en Rávena y se unieron a las fuerzas romanas que aún quedaban en suelo italiano, que estaban comandadas por Valeriano y Justino. Desde allí se pusieron en marcha de inmediato buscando sorprender al ejército ostrogodo.

La batalla de Busta Gallorum

Narsés avanzó por la vía Flaminia en dirección a Roma, lo que alarmó sobre manera a Totila, que movilizó a toda prisa a sus 20000 hombres. Al hacerlo, dejó Roma vacía, y se apresuró para enviar mensajeros a Teya para que se reuniera con él de inmediato. Aquella táctica era inesperada, ya que el magister militum no se detenía a asediar plazas ni fortalezas, sino que las dejaba atrás sin problema. Se notaba que lo que quería era llegar cuanto antes hasta Totila para enfrentarse a él en una batalla. El rey ostrogodo optó por ir al encuentro de los romanos y darles lo que buscaban.

Narsés, que sabía que los ostrogodos habían accedido a luchar, se desvió de la vía Flaminia y buscó un terreno adecuado para tener ventaja. Lo halló en la zona de Busta Gallorum o Tagina. Y lo primero que hizo fue situarse tan bien como pudo, dejando ante sí una amplía llanura y detrás y a los flancos un terreno quebrado que le protegía de una eventual emboscada. El eunuco conocía bien al ejército ostrogodo. Sabía que la única unidad capaz de plantarles cara con garantías era la caballería pesada, constituida exclusivamente por lanceros. Con esa amplia llanura, les ofrecía un buen cebo. La madrugada antes del ataque, apostó en unas colinas del flanco izquierdo romano a una unidad de sus mejores bucellarii de manera secreta y oculta a los ojos de los enemigos.

Al amanecer del 30 de junio del 552, el eunuco que se convirtió en general, dispuso a su ejército colocando a los longobardos, hérulos y gépidos en el centro de la formación, desmontados de sus monturas a modo de infantería y luchando codo con codo con los romanos. De esa manera se aseguraba de que no se retiraran del combate si las cosas se ponían feas al no disponer de caballos. En el flanco derecho colocó a un contingente de arqueros montados acorazados y en la izquierda, bajo su mando, formó a la caballería pesada de choque junto a los mercenarios persas. En la reserva dejó a 1500 jinetes y en los extremos de las líneas, situó a unos 8000 arqueros a pie.

Los ostrogodos formaron en dos líneas simples. Delante la caballería y detrás los infantes que eran de tipo ligero. No eran de mucha calidad por la escasa formación y adiestramiento que tenían, seguramente serían levas de milicia ciudadana con escasa experiencia en combate y moral justa.

Primeros movimientos

Cuando Totila se percató de los bucellarii que estaban en la colina, se dio cuenta de que aquella posición era clave, así que mandó a un escuadrón de jinetes a tomarlo. Aunque se estrellaron contra una zona de difícil acceso y contra unos veteranos y expertos soldados que les dieron muy duro. Dos ataques más se lanzaron contra aquel punto, pero los romanos resistieron firmemente y abatieron a todos los godos que se lanzaron contra ellos sembrando el paso de cadáveres de hombres y animales.

El rey de los ostrogodos envió entonces a uno de sus mejores guerreros a desafiar a uno de los romanos para tratar de levantar la moral de los suyos. Uno de los bucellarii recogió el guante y eliminó al godo sin mayor problema. El tiempo pasó, hasta que aparecieron los 2000 jinetes de refuerzo que esperaba Totila y ordenó una retirada, pretendiendo que los romanos lo imitaran. Pero Narsés no mordió el azuelo y ordenó mantener las posiciones.

Totila lanzó a su caballería contra el frente romano, que se cerró en bloque y subió los escudos para resistir la carga. Fue entonces cuando los 8000 arqueros de ambos extremos adoptaron la formación de media luna y arrojaron todo lo que tenían sobre los jinetes. Cada arquero portaba un carcaj con 40 flechas, y haciendo un cálculo estimado, de 6 flechas por minuto, se puede deducir que los ostrogodos recibieron una lluvia de al menos 72 mil proyectiles. La carga se frenó, y del resto, fácil imagino, se hizo cargo la disciplinada infantería romana ayudada de los aliados y federados.

Conclusión y derrota ostrogoda

Los jinetes que lograron sobrevivir se replegaron y se unieron a la huida de la infantería que ya había puesto pies en polvorosa. Pero Narsés no iba a dejar escapar aquella oportunidad, así que lanzó a su caballería al ataque y en persecución de los que huían. Tanto los arqueros como los lanceros se dieron un festín de sangre y al final de día más de 10000 godos yacían muertos en el campo de batalla.

El mismo Totila quedó herido de muerte, y aquella misma noche pasó a mejor vida. Narsés no esperó para marchar sobre Roma y entrar de nuevo triunfante al igual que hizo Belisario casi 20 años antes. Los ostrogodos quedaron dispersos y sin un rey al que seguir. La mayoría de ellos se retiraron hacía el norte y se refugiaron más allá del río Po. Eligieron a un nuevo rey, al general Teyas, que había sido leal a Totila y este dio un primer paso buscando aliarse con los francos.

Pero lejos de acabar con esta historia, quedarían aún cosas por hacer, ya que todo no iba a ser un camino de rosas. Aunque para saber más sobre eso, deberéis esperar al próximo artículo.

Sergio Alejo GómezAutor de las sagas literarias de Las Crónicas de Tito Valerio Nerva Renovatio Imperii y la colección ¿Sabías que?

La entrada Narsés el eunuco que se convirtió en general se publicó primero en Sergio Alejo Gomez.

 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on October 11, 2024 09:00

March 24, 2023

El gran faraón Ramsés II

Bienvenidos a una nueva entrega de mi blog. Hoy quiero hablaros un poco sobre el gran faraón Ramsés II. Uno de los gobernantes de Egipto más longevo y a quien se le atribuyen muchísimas cosas. Trataré de haceros un resumen con lo más relevante de su vida.

I. Introducción: Quién fue Ramsés II e importancia de su legado

Ramsés II fue un faraón de Egipto que gobernó durante un período de 66 años, desde el año 1279 a. C. hasta el 1213 a.C. Es considerado uno de los faraones más importantes y poderosos de la dinastía XIX en Egipto, y su reinado es ampliamente conocido por sus grandes proyectos de construcción, por sus logros políticos y militares y sobre todo por su amplio legado cultural.

Pero vayamos al principio de todo. Ramsés II nació en el año 1303 a. C. y fue hijo del faraón Seti I. Desde temprana edad, fue educado para ser un líder y un guerrero, y se le preparó para asumir el trono de Egipto. Durante su reinado, Ramsés II llevó a cabo muchas reformas internas y se enfrentó a varios desafíos políticos y militares. Entre ellos el de la defensa de las fronteras de Egipto contra invasiones extranjeras.

Además, Ramsés II también es conocido por sus grandes proyectos de construcción y por haber dejado su marca en la arquitectura y la historia de Egipto. Algunos de sus proyectos más notables incluyen la construcción de la ciudad de Pi-Ramsés en el delta del Nilo, la expansión de la ciudad de Tebas y la construcción de templos en Abu Simbel y Karnak.

El legado de Ramsés II es indudable y continúa siendo un tema de estudio y discusión entre historiadores y arqueólogos en todo el mundo. Se le considera un faraón influyente y poderoso que gobernó durante una época de prosperidad y estabilidad en Egipto. Su reinado es un recordatorio de la antigua grandeza de Egipto y de su legado cultural y arquitectónico.

II. Infancia y subida al trono

Como ya os he comentado antes, era el hijo mayor del faraón Seti I y de su esposa Tuya. Desde temprana edad, Ramsés fue educado y preparado para asumir el trono de Egipto, así que siendo príncipe, recibió una educación rigurosa en las artes, las ciencias y las habilidades militares. También fue instruido en las tradiciones y valores de la sociedad egipcia, cosa muy importante en todo caso.

Cuando su padre, el faraón Seti I, murió, Ramsés asumió el trono de Egipto a la edad de 19 años. Al principio de su reinado, Ramsés tuvo que enfrentarse a desafíos internos y externos que amenazaban la estabilidad de Egipto. Tuvo que lidiar con las luchas por el poder entre las diferentes facciones políticas y militares, y también tuvo que enfrentarse a invasiones extranjeras de los reinos vecinos de Nubia y Libia. Como podéis apreciar, no fueron unos inicios tranquilos, si no más bien marcados por la complejidad de la subida al trono de un muchacho.

El carisma y el poder de un gran faraón

A pesar de estos desafíos, Ramsés logró consolidar su poder y estabilizar el país. Comenzó a liderar a Egipto hacia un período de prosperidad y estabilidad, y rápidamente se convirtió en un faraón respetado y temido. Durante su reinado, Ramsés llevó a cabo una serie de reformas administrativas y políticas que mejoraron la economía y la justicia en el país. También fortaleció las fronteras de Egipto y estableció alianzas con otros reinos, que a la postre le resultarían muy útiles en el futuro.

En el ámbito religioso, algo muy importante para los egipcios, Ramsés destacó por ser un faraón muy influyente. Promovió la adoración del dios sol Ra y estableció un culto a su propia persona. Además de su papel como faraón, Ramsés también jugó un papel importante en la religión y la mitología egipcias. Era considerado un intermediario entre los dioses y los hombres, y se creía que tenía el poder de controlar el clima y los eventos naturales. Se le atribuyen varios milagros, como haber detenido una inundación del Nilo, y se le creía poseedor de poderes mágicos y curativos. No hay nada como una buena campaña de propaganda para que tu fama crezca aún más. Lo que hoy en día se consideraría un influencer en toda regla.

III. Legado arquitectónico del faraón

El legado arquitectónico de Ramsés II es uno de los más impresionantes y duraderos de la historia. Durante su reinado, Ramsés ordenó la construcción de una gran cantidad de templos, palacios y fortificaciones, muchos de los cuales aún existen hoy en día.

Uno de sus proyectos más notables es el Templo de Abu Simbel, que se encuentra en Nubia, al sur de Egipto. Este templo se construyó en honor a Ramsés y a su esposa Nefertari, y es conocido por sus impresionantes estatuas colosales y sus magníficos y bien conservados relieves. Abu Simbel es un testigo de la grandeza y la ambición de Ramsés, y ha sido un importante sitio turístico durante siglos, de hecho entra dentro de todos los tours que se organizan en el país.

Otro de los proyectos arquitectónicos más famosos de Ramsés es el Templo de Karnak, que se encuentra en Tebas, en el sur de Egipto. Este templo es uno de los más grandes y elaborados de la antigüedad, y está compuesto por una serie de edificios, patios y columnatas. Ramsés contribuyó significativamente a la construcción de Karnak, agregando varios pabellones y relieves, y haciendo de este templo uno de los más impresionantes de su época.

Además de estos dos proyectos, Ramsés también construyó numerosos templos en diferentes partes de Egipto, incluyendo Luxor, Heliópolis y Memphis. Estos templos eran lugares de culto y adoración a los dioses, y también se utilizaban como centros administrativos y políticos.

Pero no solo de templos vivía la fama del faraón, sino que el legado arquitectónico de Ramsés también incluye numerosos palacios, fortificaciones y estructuras defensivas. Ramsés ordenó la construcción de palacios en varias ciudades, incluyendo Pi-Ramsés, su capital, y Memphis, la antigua capital de Egipto.

Pero no solo hizo eso, sino que además, invirtió recursos en la construcción de fortificaciones en las fronteras de Egipto, asegurándose de que el país estuviera protegido de los invasores. Estas fortificaciones incluyen la fortaleza de Buhen, en Nubia, y la fortaleza de Shalfak, en la frontera con Libia.

IV. Política exterior durante su reinado

Durante su reinado, Ramsés II demostró ser un astuto estratega en la política exterior, y llevó a cabo una serie de campañas militares y alianzas políticas que fortalecieron el Imperio egipcio. Llevó a cabo campañas militares en Nubia, donde estableció fortificaciones y estructuras administrativas para controlar la región y esas campañas fortalecieron la presencia egipcia en Nubia. Una región siempre complicada para los egipcios, y eso permitió a Ramsés consolidar su poder en esa frontera.

Otro aspecto importante de la política exterior de Ramsés fue su relación con otros países del Mediterráneo, como por ejemplo los Mitanni, con Babilonia o con el imperio asirio. Sobre la relación de Egipto con estos pueblos, sabemos que Ramsés buscó establecer acuerdos comerciales usando la diplomacia como principal herramienta. Estableció alianzas políticas con algunos de ellos y esas le permitieron consolidar su posición como faraón, y ayudaron a proteger los intereses del Imperio egipcio.

IV. I. Egipto y el Imperio Hitita

Pero para enemigos duros durante ese período, debemos hacer mención a los hititas. Este poderoso rivalsiempre había sido un quebradero de cabeza para los egipcios, ya que le había disputado la hegemonía en la zona fronteriza. Ambas potencias tenían intereses comunes y las ciudades y reinos de la región, cambiaban fácilmente de lelatades.

Precisamente fue por la disputa de ese territorio que les interesaba a ambos, por la que las fuerzas de Ramsés II se enzarzaron en una cruenta guerra con los hititas. Esa contienda se resolvió con una famosa batalla, en Qadesh, donde el propio faraón dirigió a su ejército. Sobre quien venció, hay muchas dudas, ya que los dos bandos se atribuyeron el éxito. La cuestión es que podría haber sido más un empate que otra cosa. Lo positivo de Qadesh, fue que a raíz de ese empate técnico, se establecieron contactos diplomáticos entre el faraón y el rey de los hititas. Estos desembocaron en acuerdos matrimoniales que tenían el objetivo de afianzar una relación estable entre los dos imperios.

V. La muerte y el legado de Ramsés II

Y tras una larga vida, llegó lo inevitable: la muerte, algo de lo que nadie puede escapar. Ramsés II no podía quejarse, ya que reinó durante 66 años en el siglo XIII a. C., o eso es lo que dicen las fuentes al respecto. Lo ciero es que fue considerado uno de los faraones más poderosos y exitosos de la dinastía XIX.

Pese a que no está totalmente certificado, se cree que murió a los 90 años de edad. Algunas fuentes sugieren que murió de causas naturales, mientras que otras hablan de una muerte misteriosa, o incluso de un asesinato. Sin embargo, no hay suficiente evidencia para apoyar estas teorías.

Después de la muerte de Ramsés, su decimotercer hijo, Merneptah, ascendió al trono. Merneptah continuó la política exterior agresiva de su padre y lideró a Egipto en una victoriosa campaña contra los libios. Sin embargo, la suerte de su padre no le acompañó, ya que su reinado fue más breve y falleció cuando solo llevaba diez años de gobierno.

Fue sucedido por Amenmeses, que se cree que fue un alto funcionario del Imperio, que gobernó menos áun, unos tres años. Quizá lo hizo aprovechando la debilidad del hijo de Merneptah, Seti II, aunque acabó sucediéndole a su muerte. De Seti II, sabemos que fue un faraón débil y que su reinado estuvo marcado por la lucha por el poder entre los nobles y los sacerdotes.

En fin, podría alargarme más en los siguientes faraones, pero creo que no es el tema de esta entrada. Espero que os haya servido para conocer algo más sobre la figura de Ramsés II, uno de los más grandes faraones que tuvo Egipto.

Un saludo y nos leemos en siguientes entradas.

Sergio Alejo GómezAutor de las sagas literarias de Las Crónicas de Tito Valerio Nerva Renovatio Imperii y la colección ¿Sabías que?

La entrada El gran faraón Ramsés II se publicó primero en Sergio Alejo Gomez.

 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on March 24, 2023 10:00

February 24, 2023

Zama y sus consecuencias

Bienvenidos a una nueva entrada de mi blog. Esta semana os quiero hablar de Zama y sus consecuencias, la última gran batalla de la segunda guerra púnica.

Importancia de la batalla

La batalla de Zama fue uno de los eventos más importantes de la segunda guerra púnica y uno de los enfrentamientos más decisivos de toda la antigüedad. Para ubicar el enfrentamiento, podemos concretar que se libró en el año 202 a.C. cerca de la ciudad de Zama en la actual Túnez. Esta batalla marcó el final de la larga y sangrienta guerra entre Roma y Cartago, que se había prolongado durante más de una década.

Y ya que hablamos de los años previos, debéis saber que antes de que tuviera lugar esta, Aníbal Barca había liderado a los cartagineses a una serie de victorias en Italia, entre las que cabe destacar la famosa batalla de Cannae en 216 a.C. Sin embargo, después de una serie de derrotas en el sur de Italia, Aníbal decidió retirarse a África para reforzar sus fuerzas y prepararse para una invasión romana.

El general romano Publio Cornelio Escipión fue el hombre encargado de liderar la invasión de África y derrotar a Aníbal en su tierra natal. Escipión había vencido a los cartagineses en la batalla de Ilipa en el año 206 a. C., de la cual ya os hablé en su día en mi artículo: Ilipa y el fin de la dominación púnica en Hispania. El joven y flamante militar romano estaba decidido a terminar con la amenaza cartaginesa de una vez por todas.

Inicio de la contienda

La Batalla de Zama comenzó con una serie de movimientos estratégicos de ambos lados. Aníbal dispuso sus fuerzas en una formación en V apuntando hacia los romanos. Esta formación permitía a sus fuerzas lanzar una carga masiva contra el centro romano, donde esperaba debilitar y romper las filas enemigas. Escipión, por su parte, adoptó una formación en línea recta con sus tropas organizadas en tres líneas.

Así pues, la caballería fue la primer en entrar en acción en Zama, dando inicio a uno de los mayores choques jamás narrados. Aníbal había desplegado una gran fuerza de caballería numidia en la parte frontal de su formación en V, con la esperanza de intimidar a los romanos y forzarlos a retirarse. Sin embargo, Escipión había previsto esta táctica y había dispuesto a sus propias tropas de caballería en la parte frontal de su formación, listas para responder a cualquier ataque enemigo. La caballería de Aníbal cargó contra las tropas romanas, pero Escipión había previsto este movimiento y sus tropas de caballería lograron mantener a los cartagineses a raya.

La caballería de Aníbal fue incapaz de debilitar a los romanos y la batalla continuó con la infantería, ya que las tropas montadas parecían estar en tablas. La infantería cartaginesa avanzó hacia las filas romanas, pero Escipión tenía un as bajo la manga. Había ordenado a sus tropas que esperaran hasta que los cartagineses estuvieran lo suficientemente cerca, y entonces, en el momento oportuno, las filas romanas se abrieron y dejaron paso a una fuerza de elefantes de guerra.

¡A mí los elefantes!

Los elefantes de guerra eran una arma mortal en aquellos tiempos y causaron una gran cantidad de daño y caos entre las filas cartaginesas. Aníbal había previsto esta estrategia y había dispuesto a sus tropas para enfrentarse a los paquidermos, tratando de buscar una posibilidad de que las bestias se giraran contra sus propias filas. Pero frente a él no estba un aficionado, y Escipión había dispuesto a sus hombres con lanzas largas para mantener a los elefantes a raya y evitar que causaran demasiado daño a sus propias filas.

Después de que los elefantes fueran controlados, la verdadera lucha por la victoria comenzó. Las filas de infantería cartaginesa y romana se enfrentaron en una brutal batalla cuerpo a cuerpo. La lucha duró horas y ambos bandos sufrieron bajas significativas. Finalmente las tropas romanas lograron derrotar a los cartagineses y Aníbal fue obligado a retirarse. Las bajas que sufrió el ejército cartaginés fueron muy elevadas, unos cuarenta mil hombres según las fuentes. En el bando romano, muchas menos, mil quinientas según datos del momento, aunque teniendo en cuenta la magnitud del choque, lo más seguro es que fueran muchas más.

¿Qué ocurrió después de la batalla?

Después de la Batalla de Zama en el 202 a.C., Aníbal huyó a Cartago y trató de reorganizar su ejército y recuperarse de la derrota. Sin embargo, los líderes cartagineses estaban descontentos con su fracaso en la guerra y lo obligaron a abandonar la ciudad tras no aceptar su papel de sumisión ante Roma. Pero eso no pasó de inmediato, sino que fue en el año 195 a. C., y fueron los propios cartagineses, los oligárcas opositores a Aníbal quiénes informaron a los romanos del peligro que este suponía.

Así que el gran líder caído en desgracia, no tuvo más remedio que poner tierra de por medio, y se dirigió a Tito, para ir luego a Éfeso, buscando el amparo del rey Antíoco III de Siria, que estaba preparando su guerra contra la República romana. Un asesor como Aníbal no le vendría nada mal al seléucida.

A pesar de su derrota en la batalla de Zama, Aníbal es considerado uno de los más grandes estrategas militares de la historia y su nombre ha pasado a la historia como un símbolo de la habilidad y la astucia en la guerra. Su legado ha sido celebrado a través de los siglos y sigue siendo estudiado y admirado por militares y estudiosos de la historia en todo el mundo.

¿Y con Escipión?

Después de la batalla, Publio Cornelio Escipión continuó siendo una figura importante en la política y la historia de Roma. Recibió el sobrenombre del Africano como consecuencia de haber puesto fin a la segunda guerra púnica y haber eliminado toda resistencia cartaginesa en su propio territorio. Por esa gran gesta, se convirtió en un héroe popular en Roma y eso le ganjeó una fama.

Escipión continuó liderando campañas militares y expandiendo el territorio romano, incluyendo la conquista de Hispania. También se desempeñó como Cónsul por varios años y fue considerado uno de los líderes más influyentes de su tiempo. Desafortunadamente, su carrera política y militar finalmente se vio obstaculizada por acusaciones de corrupción y abuso de poder. Fue desterrado por un tiempo y más tarde, a pesar de ser readmitido en la sociedad, nunca recuperó su antigua posición de poder.

Sin embargo, su legado como uno de los más grandes generales romanos sigue siendo reconocido hasta el día de hoy. Fue una de esas figuras que emergió en un momento complicado de la historia de Roma, y que pese a ser muy joven, fue capaz de convertirse en todo un símbolo. su fama le ganjeó gloria, pero también mucha envidia, y eso fue sin duda lo que le llevó a la perdición.

¿Y qué fue de Cartago tras la derrota en Zama?

Después de la Segunda Guerra Púnica, Roma impuso una serie de medidas drásticas contra Cartago para garantizar su hegemonía en la región y evitar futuras revueltas. Estas medidas incluyeron:

Roma ordenó la demolición de la mayor parte de la ciudad de Cartago, incluyendo sus murallas y fortificaciones. Esto se hizo para evitar que Cartago volviera a ser una amenaza para Roma en el futuro.Además de la demolición de la ciudad, Roma también prohibió la reconstrucción de Cartago en su ubicación original. La ciudad fue reconstruida en una ubicación diferente y se le impuso una serie de restricciones para prevenir su reconstrucción como una potencia militar.Procedió a la confiscación de grandes extensiones de tierras que antes pertenecían a Cartago, incluyendo sus colonias en África y Hispania. Estas tierras se utilizaron para compensar a los veteranos romanos y para fortalecer la influencia romana en la región.Cartago también se vio obligada a pagar una gran cantidad de reparaciones de guerra a Roma como parte de los términos del tratado de paz. Estos pagos se hicieron durante un período de varios años y fueron utilizados para financiar la expansión romana por el Mediterráneo.La República también impuso restricciones comerciales a Cartago, incluyendo prohibiciones sobre la producción y el comercio de armas y la construcción de navíos militares. Estas restricciones se implementaron para evitar que Cartago volviera a ser una potencia naval y para asegurar la hegemonía naval de Roma en el Mediterráneo.Conclusiones

Estas medidas drásticas contra Cartago fueron implementadas para asegurar la hegemonía de Roma en la región y prevenir futuras revueltas. Aunque Cartago se recuperó en el futuro como un centro comercial importante, nunca volvió a ser una amenaza militar para Roma y su influencia en la región fue limitada.

Las medidas impuestas por Roma contra Cartago también reflejan la naturaleza autoritaria y expansionista de los vencedores, que eliminaron cualquier rastro del viejo poderío de su enemigo. Aunque todos sabéis ya que Cartago se recuperó relativamente pronto, pero le sirvió de muy poco, ya que esa nueva amenaza fue a la vez su triste perdición. Pero esa es ya otra historia.

Un saludo y nos leemos en siguientes entradas.

Sergio Alejo GómezAutor de las sagas literarias de Las Crónicas de Tito Valerio Nerva Renovatio Imperii y la colección ¿Sabías que?

La entrada Zama y sus consecuencias se publicó primero en Sergio Alejo Gomez.

 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on February 24, 2023 09:00

November 6, 2022

La vida de Pablo de Tarso

Bienvenidos a una nueva entrada de mi blog. En esta ocasión voy a remontarme a uno de los libros más antiguos de la humanidad: la Biblia. Mi intención hoy es hablaros de la vida de Pablo de Tarso, uno de los personajes más importantes del cristianismo primigenio.

Sus orígenes

Sobre él, sabemos que su nombre hebreo era Saulo, y que pertenecía a la tribu de Benjamín. Nació en torno al año 5 o 10 d. C., en la ciudad de Tarso, que estaba situada en la provincia romana de Cilicia, en la actual Turquía. Sus padres eran hebreos como él, y además de la rama fariseica del judaísmo. Pero también poseía la ciudadanía romana, ya que es probable que le fuera concedida a su padre por haber servido al Imperio.

Fue su progenitor quien lo instruyó en el arte de fabricar tiendas, pero siendo aún muy joven pasó a recibir una formación por parte del sabio Gamaliel en la ciudad de Jerusalén. Este era de la rama de los fariseos, y que se ocupará de enseñar al joven ya indica que pertenecía a una familia bien posicionada. De él aprendió el griego y lo añadió como lengua a su hebreo natal.

Relación con Jesús de Nazaret

Sobre si coincidió y conoció al profeta, hay serias dudas. Algunos creen que ese hecho no se produjo jamás, y que el primer contacto con los seguidores de Jesús se produjo durante el martirio de Esteban. Este era uno de los diáconos de la iglesia cristiana primigenia, que murió lapidado por orden de los fariseos. Fue el Sanedrín, o consejo de sabios quien determinó que ante el discurso blasfemo de Esteban, este debía morir lapidado.

Después aprobar y presenciar el ajusticiamiento del mártir y sus seguidores, se encargó de encabezar una campaña de persecución de cristianos. Se convirtió en un ferviente atacante de la fe de Jesucristo e incluso trataba de que los capturados se resarcieran de sus creencias. Lejos de conformarse con prender a los que vivían y predicaban en la región de Jerusalén, extendió esa caza a territorios más alejados como Damasco.

Cambio de chaqueta

Como ya sabéis, no es un spoiler el hecho de que nuestro protagonista acabaría abrazando la fe cristiana, y se convertiría en uno de los apóstoles más influyentes del mesías. Pero incluso la manera en la que eso ocurrió, está rodeada de un hálito mistérico. Fue en uno de esos viajes a Damasco que hacía en busca de acólitos del nazareno, cuando se obró el milagro. Según el antiguo fariseo y perseguidor, el propio Jesucristo se le apareció en forma de luz brillante y le dijo que debía erigirse en uno de sus servidores y promulgar su palabra.

Parece se que los que iban con él de viaje también quedaron cegados por la luz y escucharon las palabras, no entendieron el mensaje. Fue en ese momento cuando el fariseo jefe perdió la vista y tuvo que ser acompañado del brazo hasta Damasco. Allí estuvo ciego durante varios días, y en sus oraciones tuvo otra revelación, en la que un hombre llamado Ananías le devolvía la visión con una imposición de manos.

Según el libro de los Hechos, escrito por Lucas, que fue uno de los evangelistas, Ananías, que vivía en Damasco también recibió una revelación en la que Jesucristo le decía que debía acudir a curar a Pablo. El cristiano, al principio no entendió porque debía curar a alguien que había perseguido cruelmente a sus hermanos. Pero el hijo de Dios le dijo que debía hacerlo ya que tenía planes para él.

Pablo era el elemento perfecto para la ecuación, ya que era un gran erudito y conocedor de la ley y de la tradición judía. Además, se debía aprovechar esa devoción y ese énfasis en su voluntad de perseguir a los cristianos y usarlos a su favor. Estas fueron las palabras exactas recogidas en el libro: «Ve, porque este hombre es un instrumento escogido por mí para llevar mi nombre a las naciones, así como a reyes y a los hijos de Israel. Yo le mostraré claramente todo lo que tendrá que sufrir por mi nombre«..

Un buen milagro para convertirse

La cuestión fue que Ananías obedeció y se obró el milagro por el cual Pablo recuperó la vista. Evidentemente, el siguiente acto fue bautizarse y establecer relaciones con los discípulos de Cristo de Damasco. Fue allí donde comenzó a predicar la palabra de Dios, y después de tener que huir de la ciudad por ser objeto de un complot para asesinarlo, marchó a Arabia.

No es que hubiera renegado de su antigua fe, sino que la revelación había servido para que se diera cuenta de cuál era la verdadera fe y de cómo Jesús había sido en realidad el mesías que tanto esperaban los judíos.

A su regreso a Jerusalén, tres años después según el mismo libro de los Hechos, trató de entablar relación con los discípulos de Jesús. Pero no fue fácil, ya que no le creyeron. Sabían a lo que se había dedicado antes y no tuvieron claro que aquello no fuera alguna treta. Fue Bernabé quien lo condujo ante Santiago y Pedro para que comprobaran que tenía buenas intenciones.

Huída de Jerusalén

Predicó con perseverancia la palabra de Cristo por todo Jerusalén e incluso debatió con los judíos de habla griega. Hasta tal punto se convirtió en una molestia para estos, que tuvo que huir de la ciudad, porque sus antiguos compañeros de fe trataron de asesinarlo varias veces. Mayor prueba de fe que esa no hallarían los cristianos de allí. Por ello tuvo que marcharse de la ciudad y refugiarse en Cesárea y después en su natal Tarso.

En el año 41 d. C., Pablo afirmó haber tenido una visión sobrenatural. Después Bernabé fue a buscarlo hasta Tarso y juntos fueron a Antioquía, donde estuvieron predicando largo tiempo y enseñando a muchos adeptos.

Viajes misionales

En torno al año 47 d. C., en tiempos en los que gobernaba el emperador Claudio en Roma, inició una misión en la lejana isla de Chipre en compañía de su inseparable Bernabé y de Marcos. Allí se dedicaron a propagar la palabra de Dios durante un tiempo y regresaron de nuevo a Asia Menor, iniciando una ruta por varias ciudades. Pero no fue una tarea sencilla, ya que en algunas de ellas sufrieron la hostilidad de las autoridades. Por ejemplo, en la ciudad de Listra se vieron obligados a huir ya que los gobernantes alzaron a la población contra ellos e hicieron que los apedrearan.

En total llevó a cabo tres viajes misionales en los que recorrió a pie muchísimos kilómetros. En todos ellos, aunque iba acompañado, no gozaba de la protección de ninguna escolta armada, por lo que corría un elevado riesgo de ser asaltado por bandidos. El segundo, que transcurrió también por tierras de Asia Meno fue entre los años 49 y 52 d. C., y el tercero del 52 al 56 d. C., fue por la zona de Éfeso llegando incluso a Macedonia.

Última etapa de su vida

Desde ese momento en adelante, las cosas se le iban a complicar aún mucho más. Pese a algunas advertencias por parte de profetas que le anunciaban desgracias si acudía a Jerusalén, Pablo decidió acudir a la ciudad. Allí, mientras estaba en el templo, una gran turba formada por sus detractores arremetieron contra él. Por suerte, legionarios romanos de la guarnición lo rescataron in extremis. El único motivo por el cual eludió el castigo de la flagelación fue por ser ciudadano romano.

Posteriormente su caso fue presentado ante el Sanedrín, pero evidentemente estos le tenían muchas ganas. Ante la posibilidad de que fuera asesinado, los romanos optaron por trasladarlo a Cesárea. Los miembros del Sanedrín viajaron hasta la ciudad para exponer su acusación ante el gobernador romano, Félix. Acusaban a Pablo de ser un traidor y de haber profanado la santidad del gran templo dejando entrar a no practicantes. El gobernador mantuvo bajo arresto al apóstol durante dos largos años, y su sucesor en el cargo, Festo volvió a recibir la acusación.

Pablo, dándose cuenta de que su destino estaba escrito, solicitó audiencia con el emperador, aludiendo a su condición de ciudadano romano. Así pues, en el año 58 d. C., fue enviado a Roma para llevar a cabo su apelación formal.

Viaje a roma

El viaje por mar no fue plácido, y la nave en la que viajaban naufragó. Estuvo un año en la isla de Malta hasta que se pudo reemprender el camino. Una vez en la capital del Imperio, pudo alquilar una casa, aunque estuvo bajo arresto domiciliario, custodiado a todas hora por un soldado. Estuvo en esa condición de custodia hasta el año 61 d. C., en el que el emperador Nerón decretó que era inocente y le liberó.

Libre pues, el apóstol se dedicó durante los siguientes años a propagar la palabra del nazareno entre los ciudadanos romanos y tratar de ganar adeptos para su creciente fe. Aquí es donde los hechos comienzan a ser un poco confusos, ya que no hay demasiada información sobre su papel. Sea como fuere, unos dicen que hacia el 62 y otros hacia el 65 d. C., Pablo fue de nuevo apresado y encarcelado por los romanos. En esa ocasión no por una acusación de los judíos, sino tal vez por suponer una amenaza para los intereses imperiales. La cuestión fue que acabó siendo decapitado y de esa manera paso a ser uno de tantos mártires de la fe cristiana.

Legado histórico de Pablo de Tarso

Sobre el papel de Pablo y a su implicación hay que destacar varios hechos. El primero es sin duda su voluntad y esfuerzo, ya que sabemos que viajó miles de kilómetros por mar y tierra y formó muchas congregaciones en Europa y Asia Menor. Pasó de ser un perseguidor acérrimo de cristianos a ser el más ferviente seguidor de la palabra de Jesús. Quizás fue ese el motivo por el cual no se consideró digno de ser llamado apóstol y siempre dijo que si se le había concedido tal privilegio era por la bondad inmerecida de Dios.

A su favor y tal vez teniendo en cuenta su voluntad de expiar su pasado, es probable que trabajara más que los otros apóstoles. Aguantó mucho y no se quejó. Se consideró en todo momento un apóstol, pero nunca se incluyó entre “los doce”. Después de la traición de Judas, se tuvo que elegir a uno más para completar la cifra. De los dos candidatos, quien se alzó con el puesto fue Matías, pero eso no quitaba que Pablo trabajara duro y se esforzara en su labor, implicándose mucho más que otros de «los doce». Es más, su nombre aparecería más que el de los otros ya que viajó tanto y tan lejos propagando la palabra de Jesú,s que fue en realidad su instrumento para la difusión y aunque no hay duda de que se convirtió más tarde que otros, su trabajo fue muy provechoso.

Un saludo y nos leemos en siguientes entradas.

Sergio Alejo Gómez

Autor de las sagas literarias de Las Crónicas de Tito Valerio Nerva y Renovatio Imperii y la colección ¿Sabías que?

La entrada La vida de Pablo de Tarso se publicó primero en Sergio Alejo Gomez.

 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on November 06, 2022 09:00

September 16, 2022

El reino de Palmira

Bienvenidos a una nueva entrada de mi blog. Hoy voy a hablaros de un tema que seguro que os va a gustar mucho: el reino de Palmira.

Fueron tiempos complicados para los primeros, en los que la figura del gran Sapor I se impuso con creces a sus rivales de Occidente. Fue entonces cuando surgió un contrapoder en la frontera entre los dos grandes Imperios materializado en el reino de Palmira. Este se encargó inicialmente de equilibrar la balanza en un momento en el que todo pintaba muy mal para Roma. Aunque con el paso del tiempo, todo cambiaría. Palmira apreovecharía la debilidad de los que eran sus señores, en imponer su voluntad e incluso tratar de hacerse con el control de ciertas provincias.

La captura del emperador Valeriano

El inicio será el momento en el que el emperador Valeriano fue capturado por Sapor I durante el asedio de Edesa. Sobre eso ya os hablé en una entrada anterior, titulada El fatal destino del emperador Valeriano. Pese a que todo parecía perdido, hay que tener presente que no todos se rindieron a los persas. Septimio Odenato, que gobernaba Palmira, se mantuvo leal a Galieno, el sucesor de Valeriano. Este hombre, uno de los nobles palmirenos más importantes, se había erigido en una especie de rey o gobernante supremo en su tierra.

Había hecho carrera dentro del sistema imperial romano, y había obtenido el rango de senador. Quizás por eso, optó por no cavilar a la hora de atacar a los sasánidas cuando abandonaban el territorio romano. Quién sabe si lo hizo por ser el único representante del Imperio con capacidad para hacerlo, o simplemente porque vio una buena oportunidad.

Surgen dudas al respecto, ya que las fuentes también nos hablan de que Odenato trató de entablar relaciones con Sapor I. Pero tras ser rechazado de manera altanera por el Rey de Reyes, se decidió a tomarse una justa venganza. Fruto de ese rechazo, obtuvo una serie de victorias, que imagino que no sentarían muy bien al Shahansha. El Rey de Reyes se arrepentiría de no haber tratado con más respeto a un hombre con tanto potencial.

En en el nombre de Galieno

La cuestión fue que Odenato, en el año 261 se encargó de eliminar en nombre de Galieno al otro hijo del usurpador Macriano. Un año después, con los persas ya fuera de territorio romano, se envalentonó y lanzó una campaña en territorio de Sapor. Llegó hasta la misma capital, Ctesifonte y la asedió. Aunque no fue una campaña a gran escala, sirvió para demostrar que los aliados de Roma no estaban tan acabados como era de suponer.

Esa supremacía de Palmira, obligó a Sapor a no intentar de nuevo cruzar sus fronteras, y optó por mantenerse en una posición defensiva. Como recompensa por sus servicios, el emperador Galieno nombró dux a Odenato y le colmó de honores. Pero no solo eso, sino que además le nombró Corrector Totius Orientis, o lo que es lo mismo, comandante de todo Oriente. Eso le dio autoridad sobre los gobernadores de las provincias orientales.

El poder es algo que corrompe y Odenato, que ya era el señor de Palmira, se hizo llamar también Rey de Reyes. Pese a tener tantos títulos y de relevancia alta, jamás le disputó el poder a Galieno, y se centró en proteger la frontera con Persia. No hizo nada para expandir sus dominios. Eso hizo que durante sus seis años de gobierno total, toda la zona oriental gozó de calma y prosperidad. Las fuentes le dejaron en buen lugar y dijeron de él que fue un hombre justo.

La caída de Odenato y la sucesión

En el año 267, él y su hijo mayor, que se llamaba Herodes, fueron asesinados por un primo del rey. Aunque las fuentes siempre dijeron que fue por un tema banal, relacionado con una riña por un tema insignificante, es evidente que hubo algo más profundo detrás de semejante crimen. Lo más probable es que fuera una conspiración, por no mentar el oro persa que quien sabe si también estaba detrás de ese acto.

Con Odenato y su primogénito fuera del tablero, el poder cayó en el otro hijo del rey, Valbalato. Era muy pequeño aún, y emergió la figura de una regente que se ocuparía del trono hasta que el niño alcanzara una edad razonable. Esa persona no fue otra que la esposa de Odenato, la famosa Zenobia. ¿Estuvo ella implicada en el asesinato de su marido para hacerse con el poder? ¿Sería esa una posibilidad?

Siempre nos quedará la duda, aunque yo lo menciono para que vosotros saquéis vuestras propias conclusiones. Sobre Zenobia, debéis saber que era la segunda esposa de Odenato, por lo que Herodes, el primogénito, no era hijo suyo. ¿Os sirve eso para apoyar la teoría de que ella estuvo implicada en el acto atroz?

Así pues, el pequeño Valbalato recibió los títulos que hasta entonces ostentara su padre. Sobre la voluntad para aceptar ese nombramiento por parte de Galieno, es un poco extraño. Jamás en la historia de Roma, había ocurrido algo similar. Pero hay que ponerse en el lugar del emperador para entender que tampoco le quedaba otro remedio que aceptarlo. Palmira era el tapón de contención de Sapor y los sasánidas. Sin poder hacer nada, Zenobia se convirtió en una poderosa reina que se encargó de controlar un vastísimo territorio.

Palmira, cruce de caminos y rutas comerciales

Sobre Palmira, debéis saber que en lengua autóctona de la región se denominaba Tadmor. Esta próspera ciudad creció mediante el control comercial de las rutas que pasaban por aquella zona. Además, controlaba una gran cantidad de recursos acuíferos, como fuentes y pozos, cosa que la colocaba en una posición preponderante.

Fue a principios del siglo I a. C., cuando cayó en manos de Roma. Aunque no por ello los palmirenos dejaron de comerciar con los partos. Palmira se convirtió en la intermediaria entre los productos que venían del lejano Oriente, y la propia Roma. Esas rutas de caravanas, que pasaban obligatoriamente por su territorio, les reportaron muchísimos beneficios.

Su poder fue incrementando con el paso de los años, convirtiéndose en una de las más imponentes de todo el desierto. Además se erigió en un punto de encuentro de muchas culturas. Así que no es difícil encontrar inscripciones bilingües, en griego y palmireno, entre los restos arqueológicos que han aparecido. Sobre el uso del latín parece ser que fue muy poco usado. Las tradiciones pesan imagino, y cambiar el uso de una lengua no es algo fácil de hacer.

El ejército palmireno

En el campo militar, sabemos que Palmira fue famosa por poseer grandes y muy buenos arqueros. Su uso era muy importante para proteger las caravanas en sus rutas comerciales. Además, hay constancia de que los ejércitos romanos se nutrían de tropas oriundas de la ciudad. Fe de ello da la creación de una cohorte fija que estaba asentada en la cercana ciudad fortaleza de Dura Europos.

Pero no solo los arqueros fueron un bien  muy preciado, sino que la caballería pesada, es decir, los catafractos, también fueron un elemento clave. Se sabe que existían también jinetes ligeros e incluso jinetes que iban montados en camellos.

Pero, ¿cómo era la reina Zenobia?

Pero volviendo a Zenobia, y al momento de la muerte de Odenato, tenemos constancia de que por aquel entonces, la reina debía rondar la treintena. La mujer era también aristócrata palmirena y por lo tanto poseía la ciudadanía romana. Se sabe que educó a su hijo en el uso del latín, aunque ella lo hablaba más bien poco. Dominaba plenamente el griego y el egipcio, así como también el arameo. Quizás para buscar una legitimidad, trató de asociar su linaje con el de los reyes ptolemaicos y seléucidas. Ella misma se encargó de compararse con la propia Cleopatra.

Fue una mujer muy bella, además inteligente, valerosa y con una alta capacidad de resistencia. Afianzó su posición rápidamente y se mantuvo firem. Desde la muerte de su esposo, ninguno de los emperadores romanos estuvo en una posición suficientemente favorable como para disputarle el control del vasto territorio.

No pasaría mucho hasta que los ejércitos de Palmira comenzaran a ponerse en movimiento, y su primer objetivo fue dirigirse a Arabia. El siguiente paso, en el año 270 d. C., fue la invasión de Egipto. En ella derrotaron sin problema al ejército del gobernador provincial romano. Pese a esa acción abiertamente hostil a los intereses del Imperio, no se reaccionó por parte de las autoridades romanas.

Las tropas de Palmira no estaban compuestas por autóctonos tan solo, sino que unidades regulares romanas también estaban incluidas. El ejército estaba dirigido por dos generales palmirenos que también poseían la ciudadanía romana, Septimio Zabdas y Semptimio Zabdai.

La ambición de Zenobia

Zenobia pasó a controlar Siria, Egipto y gran parte de Asia Menor y Arabia. Pero pese a eso, la manera de ser de la reina y de proceder fue claramente romana. En el año 271 d. C., y sin esperárselo nadie, el pequeño Valbalato fue proclamado emperador. Además, de las monedas acuñadas en Palmira, se borró la efigie del emperador Aureliano, quedando únicamente la del hijo de Zenobia.

Le fue otorgado el título de Augusto, y a su vez, la madre fue nombrada Augusta. Casi nada… Aquella acción supuso una amenaza clara contra el emperador legítimo, Aureliano. Suficiente tenía este con los emperadores galos, que estaban en una situación similar a la de Palmira. Quizá lo hiciera tratando de conseguir que Valbalato fuera declarado corregente, ya que el emperador romano no tenía descendientes ni herederos declarados.

La reacción de Aureliano

En el año 272 d. C., el emperador Aureliano se puso en marcha hacia Oriente. Las primeras fases de la campaña fueron un paseo militar, ya que no encontró oposición alguna. Una vez Asia Menor estuvo de nuevo en sus manos, Aureliano descendió hacia Siria, donde se enfrentó a los palmirenos en la ciudad de Antioquía.

El emperador lanzó a su caballería con la orden de replegarse, haciendo que los catafractos palmirenos les persiguieran de manera desordenada. La trampa se cerró y los romanos arrasaron a los pesados jinetes que no pudieron reponerse del cansancio y el calor sofocante. El siguiente choque se produjo en Emesa, donde la infantería pesada romana se impuso claramente.

Con el camino despejado, Aureliano se dirigió directamente hacía Palmira, asediándola. La reina, superada por el ejército romano y las circunstancias, huyó de la ciudad aprovechando la noche. Atravesó el desierto a lomos de un camello. Para su desgracia, mientras trataba de entrar en territorio persa, fue capturada por una patrulla montada romana. La ciudad de Palmira claudicó al cabo de poco tiempo y el emperador, se mostró clemente con la reina.

Segundo intento

Los palmirenos no actuaron de manera inteligente y cuando en el 273, el ejército romano se retiró de la ciudad, se rebelaron de nuevo. El emperador no tardó en regresar a Palmira, pero esa segunda vez no fue tan piadoso. Arrasó la ciudad y la redujo casi a escombros, acantonando una guarnición militar permanente.

La otrora fortuna de Palmira se esfumó, e incluso las rutas caravaneras se desviaron. Con el éxito obtenido, Aureliano pudo regresar a Roma en el año 274 d. C., y celebró el más grande de los triunfos jamás visto. A la reina Zenobia, que paseó encadenada, le acompañó el emperador Tétrico, del Imperio galo romano. Las amenazas habían sido neutralizadas por el Restitutor Orbis.

Sobre la suerte de Zenobia, las fuentes no se acaban de poner de acuerdo. La versión más convincente afirmaba que la reina se casó con un senador romano y vivió el resto de su vida en paz y armonía. El trato que recibió por parte de Aureliano, deja claro que jamás fue considerada una enemiga ni una amenaza. De haberlo sido, habría sido ejecutada sin más. Esta es pues la historia del apogeo y de la caída en desgracia de uno de los reinos más poderosos del antiguo Oriente.

Un saludo y nos leemos en siguientes entradas.

Sergio Alejo GómezAutor de las sagas literarias de Las Crónicas de Tito Valerio Nerva Renovatio Imperii y la colección ¿Sabías que?

La entrada El reino de Palmira se publicó primero en Sergio Alejo Gomez.

 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on September 16, 2022 09:00

September 14, 2022

El imperio romano: de Trajano a Adriano

Bienvenidos a una nueva entrega de nuestros vídeos de Calamares a la romana. En esta ocasión os traigo un programa que grabamos Ángel Portillo y un servidor sobre el imperio romano: de Trajano a Adriano. Un análisis espontáneo y sin guión que hicimos y en el que tratamos de exponer lo que el primer dejó, lo que el segundo se encontró, y como lo modificó a su modo para intentar mejorar todos los aspectos.

¿Le funcionó mejor que a su predecesor? Pues si quieres conocer nuestra opinión, no te pierdas el debate que hicimos y so te gusta, no dudes en dejarnos un comentario y sobre todo, suscríbete al canal.

Un saludo y nos leemos en siguientes entradas.

Sergio Alejo GómezAutor de las sagas literarias de Las Crónicas de Tito Valerio Nerva y Renovatio Imperii y la colección ¿Sabías que?

La entrada El imperio romano: de Trajano a Adriano se publicó primero en Sergio Alejo Gomez.

 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on September 14, 2022 09:00

September 9, 2022

El fatal destino del emperador Valeriano

Bienvenidos a una nueva entrega de mi blog. Esta semana, dando respuesta a una petición formulada en redes sociales, voy a hablaros sobre el fatal destino del emperador Valeriano. Este fue uno de los emperadores que gobernaron en el conocido como período de la anarquía militar. Este momento, que se conoce también como la crisis del siglo III dC, se enmarcó entre el 235 i el 284 dC i tuvo un total de 23 emperadores que gobernaron en tan corto período de tiempo,

Final de la dinastía de los Severos

Y todo este desorden o caos se originó tras la caída de la última de las dinastías del período del Principado, la de los severos, inaugurada por Septimio Severo, que derrotó a sus contrincantes en una creunta guerra civil a finales del siglo II. Esta dinastía se caracterizó por tener a emperadores débiles y con pocas dotes de mando. A excepción de Septimio, que fue un gran y prestigioso militar, sus sucesores no supieraon estar a su altura. Si queréis saber más sobre este momento, podéis leer mis artículos dedicados a ellos, siendo el primero: Septimio Severo, el emperador africano.

Pero no quiero entretenerme demasiado en este punto, ya que nos queda un largo camino por recorrer. Tan solo os diré que el último de esta dinastía fue Alejandro Severo, y que fue asesinado por uno de sus militares de alto rango en el año 235, Maximino, apodado como el Tracio, dando así inicio al período más convulso que había vivido el Imperio. Un período que vendría marcado por una crisis global, tanto económica, como militar, política, social y sobre todo de valores. De ahí en adelante intrigas, traiciones y una sucesión de emperadores y de usurpadores que provocarían una inestabilidad nunca vista.

La llegada de Valeriano al trono

En el 253 asumió la púrpura un senador llamado Publio Licinio Valeriano, tras vencer a un usurpador que intentó ocupar el puesto del anterior emperador, Decio, que murió en la batalla de Abrito, en el año 251 contra los godos. Este emperador, lo primero que hizo fue asociar a su hijo Galierno al trono para asegurarse una estabilidad que los últimos años no se había logrado asumir.

Pero no por ello estuvo exento de tener que lidiar con problemas. Y es que en este momento, las fronteras estaban muy revueltas, tanto en el Rin, como en el Danubio, sinn olvidar la oriental, donde los persas sasánidas se habían convertido en una seria amenaza para Roma. El heredero del fundador de la dinastía, de nombre Shapur, o Sapor, aprovechó el momento de debilidad de los romanos para inmiscuirse en los asuntos de la región de Armenia.

Aquello causó pánico en Roma, pero lo peor estaba por venir. En el 252, Sapor, viéndose libre de cualquier tipo de represalia por parte de los romanos, decidió ir más allá e inició un ataque a gran escala en la provincia romana de Siria. Llegó hasta los muros de la misma Antioquía tras derrotar a un poderoso pero inexperto ejército romano y tras un largo asedio, tomó la ciudad.

Reacción de Valeriano

Pero los sasánidas no pretendían quedarse de manera permanente en la provincia, sino que se dedicaron a saquear, a hacer prisioneros y a consumir recursos. Tras lograr su objetivo, mano de obra para trabajar en sus proyectos magnos, se retiraron hacia sus fronteras.

El emperador, empujado más por la necesidad que por la voluntad, se desplazó hacía Oriente con su ejército y se plantó en Antioquía en el año 255. Pero la situación ya estaba relativamente calmada, ya que los persas se habían contentado con el btín obtenido. Así que el emperador, desvió los esfuerzos a otros quebraderos de cabeza, como fueron las incursiones de piratas germánicos que asediaban las costas de muchas provincias.

Evidentemente, Sapor, que estaba atento a todos esos movimientos, aprovechó la situación, y en el 259 inició de nuevo una serie de razzias en la frontera, para al año siguiente llevar a cabo otra invasión a gran escala. En aquella ocasión lo hizo en la provincia romana de Mesopotamia, y se centró en importantes ciudades como Carras o Edesa.

Sapor, un quebradero de cabeza constante

A Valeriano no le quedó más remedio que ponerse en marcha y desplazar a su enorme ejército hacia la zona atacada. El emperador no tenía ni un momento de tranquilidad, ya que las fronteras de su vasto imperio estaban constantemente amenazadas. Su hijo Galerio se tenía que encargar de defender el Rin y el Danubio, mientras él se centraba en Sapor. Ni un momento de respiro para el pobre Valeriano, que a estas alturas llevaba ya casi siete años en el trono, todo un logro para un emperador de aquella época.

Pero además de eso, el ejército romano es probable que sufriera el azote de alguna epidemia, pudiendo ser un brote de la conocida como peste de Cipriano, qu ellevaba activa más de una década. Las fuentes no concretan si los ejércitos tuvieron que enfrentarse a campo abierto, lo que si dicen es que el ejército romano se acantonó en Edesa. Y que los persas, desde el exterior los asediaron.

Fue entonces cuando Valeriano cometió un error, o quien sabe si fue una treta de Sapor, que le engañó para entablar algún tipo de negociaciones. La cuestión es que abandonó la seguridad de los muros de la ciudad, junto a nutrido grupo de sus oficiales, y fue capturado por las tropas sasánidas.

El fatal destino de Valeriano

Con el emperador bajo su poder, Sapor venció sin demasiado esfuerzo. El ejército romano, además de diezmado, quedó descabezado. El pánico cundió en el momento en el que la noticia llegó a los muros de Edesa. Aquello era algo impensable. Decio había caído en combate en el 251, y ahora, un emperador, que había demostrado ser fuerte e inteligente, era capturado por un de sus peores enemigos.

Después de Edesa, muchas ciudades sucumbieron al poder persa. Las fuentes nos hablan de que el avance sasánida fue rápido, llegando a entrar en la provincia de Capadocia, en la de Siria, e incluso en la de Cilicia. Las tropas invasoras se plantaron otra vez ante los muros de Antioquía y la tomaron una segunda vez en pocos años.

Pero, ¿qué pasó con Valeriano? ¿Cuál fue su destino? ¿Se supo algo más de él? Si nos fijamos en los relieves de los monumentos erigidos por Sapor, nos podremos hacer una ligera idea de lo que le ocurrió. Según explican las fuentes, Sapor envió mesajeros a los subalternos para pactar un posible rescate del emperador, pero estos se negaron. Algunos autores modernos se han planteado la posibilidad de que el mismo Galieno, erigido ya en sucesor, no tuviera interés en que su padre fuera liberado a cambio de un generoso pago. Eso solo los dioses lo pueden saber.

Sobre el destino de Valeriano, queda claro que pasó el resto de sus días en cautividad, aunque no se puede concretar como fue tratado por Sapor. Unos afirmaron que el Shahanshah, o lo que es lo mismo el Rey de Reyes (Sapor), lo susó como taburete para subirse a su caballo.

Otra versión de su suerte

Encontramos una fuente posterior, del siglo IV, que afirmaba que después de haber fallecido, el cuerpo de Valeriano fue vaciado, desollado, lo rellenaron con algún tipo de material para que se conservara, e incluso pintaron su piel de rojo, para posteriormente ser colgado en un templo como trofeo.

Aunque este texto, escrito por un autor cristiano, podría ser una justa venganza por haber sido Valeriano un emperador perseguidor de los seguidores de la fe de Cristo. Así que la duda siempre planeará sobre esa teoría, pese a que ese mismo auor dijera que el cuerpo del emperador fue visto por embajadores romanos años más tarde.

Recuperación del ejército imperial

¿Y qué sucedió con el ejército imperial? Pues que poco a poco, tras el impacto inicial de perder a su puntal y perder varias ciudades, logró recomponerse parcialmente, hasta el punto en el que el oficial de máximo rango, Macriano, se vino arriba y se autoproclamó emperador. Marchó hacia Italia con intenciones de desafiar a Galieno, pero fue derrotado en el año 261.

Sobre la situación en Oriente a su partida, hay que reconocer que Roma tuvo mucha suerte de tener allí a un vasallo del emperador: Septimio Odenato, rey de Palmira. Este se mantuvo leal al emperador Galieno, y tomó el control de la situación para tratar de poner orden a unas provincias orientales que estaban atravesando un momento crítico. Pero sobre él y sus sucesores, os hablaré en otra ocasión, ya que se merece una entra exclusiva.

Espero que os haya gustado esta entrada y que hayáis descubierto algo en lo que profundizar.

Un saludo y nos leemos en siguientes entradas.

Sergio Alejo Gómez

Autor de las sagas literarias de Las Crónicas de Tito Valerio Nerva y Renovatio Imperii y la colección ¿Sabías que?

La entrada El fatal destino del emperador Valeriano se publicó primero en Sergio Alejo Gomez.

 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on September 09, 2022 09:00

August 3, 2022

El rapto de las sabinas

Bienvenidos a una nueva entrega de los vídeos de Calamares a la romana. Esta semana os traigo un nuevo Xprés en el que Ángel Portillo os hablará de uno de los episodios legendarios de los primeros años de la ciudad de Roma: el rapto de las sabinas.

Si queréis saber algo más sobre el asunto en cuestión, no os perdáis esta explicación de nuestro querido calamar mayor. Y si os gusta, ya sabéis lo que toca, sucribirse al canal de YouTube.

Un saludo y nos leemos en siguientes entradas.

Sergio Alejo GómezAutor de las sagas literarias de Las Crónicas de Tito Valerio Nerva y Renovatio Imperii y la colección ¿Sabías que?

La entrada El rapto de las sabinas se publicó primero en Sergio Alejo Gomez.

 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on August 03, 2022 09:00