Elizabeth Duval
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in Alcalá de Henares, Spain
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July 2017
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Elizabeth Duval
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Reina
3 editions
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published
2020
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Después de lo trans: Sexo y género entre la izquierda y lo identitario
5 editions
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published
2021
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Madrid será la tumba
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Desde las gradas
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Asalto a Oz: Antología de relatos de la nueva narrativa queer
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3 editions
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published
2019
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Cuadernos de Medusa
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Excepción
2 editions
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published
2020
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Melancolía. Metamorfosis de una ilusión política
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Locas y perversas
by
3 editions
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published
2020
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Árboles frutales: Antología recopilada por Adrián Viéitez
by
—
published
2021
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Elizabeth’s Recent Updates
Elizabeth Duval
rated a book it was amazing
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La proeza de Carson es que nadie hace lo que hace ella aquí. Algunos textos me han gustado más que otros (no soy muy fan de toda la serie que se adentra en lo noir, pero incluso esa acaba con una reflexión sobre el peso del alma que ya la justifica c ...more | |
“No lo hago, claro: porque no puedo cargar con mi propio peso y el peso de mi madre. Supongo que me fui de aquí para no tener que cargar con el peso de nadie que no fuera yo misma. Me he desensibilizado por completo de los asuntos de mi propia casa: la última vez que lloré aquí fue algunas horas antes de irme a París, mientras cenaba, cuando se me formó un nudo en la garganta y era incapaz de tragar. No estaba triste por irme: quería irme; lo necesitaba, más bien. Era otra cosa.
Yo siempre estoy bien, mamá. Todo está bien en París, como siempre lo ha estado. No te preocupes. Pregunto, claro, qué tal le va todo, como si fuera ella a contarme algo nuevo. Como no puedo decirle que vaya al psicólogo o que amplíe sus círculos, sé que acabaremos resolviendo la cuestión con un abrazo o dos besos.
Claro que no me falta de nada, mamá; fíjate, ya ni siquiera hace frío: el sol empieza a salir, de vez en cuando, y los días son más largos, y te quiero, y no querría nunca volver a casa, y menos aún tener que explicarte por qué esas dos afirmaciones se basan en exactamente lo mismo.
Dejemos el tema de la familia.”
― Reina
Yo siempre estoy bien, mamá. Todo está bien en París, como siempre lo ha estado. No te preocupes. Pregunto, claro, qué tal le va todo, como si fuera ella a contarme algo nuevo. Como no puedo decirle que vaya al psicólogo o que amplíe sus círculos, sé que acabaremos resolviendo la cuestión con un abrazo o dos besos.
Claro que no me falta de nada, mamá; fíjate, ya ni siquiera hace frío: el sol empieza a salir, de vez en cuando, y los días son más largos, y te quiero, y no querría nunca volver a casa, y menos aún tener que explicarte por qué esas dos afirmaciones se basan en exactamente lo mismo.
Dejemos el tema de la familia.”
― Reina
“No me permito llorar, pero es que a lo mejor no he dejado que me veáis llorar lo suficiente. Os quiero muchísimo y me duele no estar. Me duele saber que me voy a perder tantas, tantísimas cosas; que en muchas ocasiones no formaré parte del sustantivo «familia» más que como una ausencia (o ni eso). Me duele que a veces esto no me duela, pero es que imaginarme que no os duela a vosotros es todavía más insoportable. No os tengo en la cabeza todo el rato. Sé que vosotros a mí tampoco. Y es muy difícil que ser consciente de eso no sea un puñal en el pecho.”
― Reina
― Reina
“Van incluso más lejos: Elizabeth cree tener una voluntad inagotable. Hasta cuando grita de rabia e impotencia en su cuarto piensa que tiene una voluntad inagotable. Hasta cuando tiembla y llora piensa que tiene una voluntad inagotable. Hasta cuando no se permite las lágrimas piensa que tiene una voluntad inagotable. Hasta cuando nadie le satisface piensa que tiene una voluntad inagotable. Hasta cuando nada le satisface piensa que tiene una voluntad inagotable. Elizabeth siempre se ha concebido como alguien con una voluntad inagotable.
Tiene miedo de no ser capaz de amar a nadie. Sí, esto es así: teme que el amor no aguante la prueba de la razón. Elizabeth escucha un maullido de su gata y se va al baño a sentarse en el inodoro mientras sufre una crisis de ansiedad. No puede sacarse de la cabeza este pensamiento: que es incapaz de querer, que tan solo quiere explotar a las personas y extraer su esencia, alimentarse, consumir, ser más y más y más. […] «Yo creo que eres bastante totalitaria», le dice María. «Yo creo que eres muy autoritaria», le dice María. «Eres amoral», le dice María.
Por estas cosas y por otras más Elizabeth va al psicólogo, pero no sabe muy bien el motivo. Sabe que no va a estar del todo bien nunca.”
― Reina
Tiene miedo de no ser capaz de amar a nadie. Sí, esto es así: teme que el amor no aguante la prueba de la razón. Elizabeth escucha un maullido de su gata y se va al baño a sentarse en el inodoro mientras sufre una crisis de ansiedad. No puede sacarse de la cabeza este pensamiento: que es incapaz de querer, que tan solo quiere explotar a las personas y extraer su esencia, alimentarse, consumir, ser más y más y más. […] «Yo creo que eres bastante totalitaria», le dice María. «Yo creo que eres muy autoritaria», le dice María. «Eres amoral», le dice María.
Por estas cosas y por otras más Elizabeth va al psicólogo, pero no sabe muy bien el motivo. Sabe que no va a estar del todo bien nunca.”
― Reina