David Mares's Blog

December 26, 2018

Furtiva

Cuentos para una taza de caféCuentos para una taza de caféDavid MaresFurtiva entró en mi sueño y me besó. Sin que suene a poesía, algo o alguien literalmente entró en mi sueño y me besó. Imagino que este ente, antes de llegar a mi habitación, iba saltando de sombra en sombra desde la cocina, pasando por la sala y vestida de melancolía. Tal vez venía del encuentro con su amado en alguna dimensión desconocida, no lo sé… ni lo querría. (Eso da un poco de miedo). Supongo que fue él quien le deshizo el corazón en mil pedazos, ya que, como dije antes, me besó los labios y huyó a la lejanía. Es probable que me haya besado por despecho, por el coraje que traía: no lo sé, lo desconozco… aunque debo aceptar que me gustaría. La cuestión es que me encontraba plácidamente dormido cuando una extraña energía me robó el movimiento. En sueños, intentaba moverme, girar en mi cama sobre mi cuerpo y no podía. Con los brazos sobre la almohada y las manos cerca de mi cabeza, sentí claramente cómo alguien me sujetaba de las muñecas y ¿moverme?... claro que no: ¡me lo impedía! Comencé a desesperarme y me desperté, pero solo en mi sueño; es decir, en el sueño tenía un grado de consciencia igual al de la vigilia: qué ironía. Es como saber que estás dormido y que estás soñando. Fue entonces cuando la vi sobre mí, sujetándome de las muñecas y mirándome fijamente, tal vez con un dejo de tristeza. Sabía que me tenía a su merced, lo podía leer en sus ojos verdes. Tenía unos bonitos ojos verdes, mismos que no impedían que me sintiera vulnerable. Fue entonces que lo hizo: me besó sin mover los labios y sin cerrar sus ojos, tal vez esperando ver una reacción en mí. Yo quería cerrar mis ojos para no ver los de ella, ya que no parpadeaba y eso sí que da mucho miedo. (“Jamás confíes en quien no cierra los ojos al besarte: es raro, se siente como que no te quieren o pudiera tratarse de una psicópata” me decía mi mejor amiga). Ignorando tal consejo, mantuve el beso y, al cerrar los ojos, vi que un par de manos fantasmales salían de mí y tocaban sus pechos sobre su onírica ropa. Eran pequeños. Comencé a alarmarme porque intenté mover lo que consideraba mi par de brazos reales, los que estaban aprisionados por las manos de Furtiva (como bien he decidido llamarla) y no podía. Recordé aquellas historias populares que dictaminan que si no puedes moverte en estas situaciones es porque se te ha “subido el muerto”. (¡Esto sí que aterra a cualquiera!) Intenté nuevamente moverme, incorporarme, sentarme en la cama, pero ella me seguía mirando de cerca, más cerca cada vez, con sus labios en los míos, sin la más mínima intención de dejarme ir. La situación se volvió realmente tensa. “¿Qué ganas con tenerme a tus labios prisionero?” intenté cuestionarla sin efecto. No podía hablar con sus labios sellando los míos, aunque estoy seguro que podía escuchar mis pensamientos. Hice un esfuerzo mayor, tensé mis músculos para poder librarme de esta energía extraña y no podía y no podía. Pensé por un instante en dejarme llevar, curioso por lo que de esto pudiera resultar, pero el miedo puede ser un sabio consejero algunas veces y decidí escucharlo. Con más fuerza en la voluntad que en los músculos de mi cuerpo y con el miedo de motor, decidí contar mentalmente hasta tres y abrir los ojos. No sé por qué creía que alcanzar un completo estado de vigilia me liberaría de este romántico ente de labios fríos, pechos pequeños y ojos verdes.

Uno…

Dos…

Tres…

Abrí mis ojos y se inundaron con la luz de la mañana. Seguía con las manos en la almohada, el corazón latiendo fuerte y el alma descarriada. Y se fue Furtiva, en la mañana, dejando solo un beso plagado de melancolía.

(Derechos de Autor Reservados)
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Published on December 26, 2018 17:07

Visita indeseable

Cuatro paredes, un sillón, un libro y yo.

Alguien toca a la puerta.

Me incorporo con pereza y desgano.

Abro.

Es la muerte.

—¿Qué deseas? No estoy listo. Ven después —le digo.
—Hazte a un lado. No vengo por ti. Vengo por tu hijo —contesta con voz nefasta y espectral.

Ni bien acabó de decirlo cuando ya la había matado a la muy pendeja.

(Derechos de Autor Reservados)Cuentos para una taza de café
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Published on December 26, 2018 17:05