Ian Colin Roditi's Blog
March 5, 2018
Gloria
La humanidad llamó deseo a la necesidad de entenderse. Eso fue lo que aprendí con una muerte.
Gloria era una mujer con un corazón tan grande que tenía que poner un cachito de él en todo lo que hacía para no morir ahogada con el desborde de sus latidos. Esto la llevó a creer tanto en su capacidad de dar que aprendió, también, a cumplir deseos. Al principio eran cosas sencillas: comida para sus amigos, entradas para asistir a fiestas o eventos, la tarea terminada. Con el tiempo se expandió a cosas más complejas: recuperar oportunidades perdidas o arreglar sueños rotos.
La gente a su alrededor, por su parte, lo que aprendió no fue a apreciar lo que tenía y ocuparlo para llegar aún más lejos en el anhelo de su propio deseo. No. Se hicieron egoístas, codiciosos y querían más. Querían que su deseo siempre fuera el mejor de todos.
La inocencia ciega de Gloria tomó esto como un reto y trató de mejorar su habilidad con los hechizos día con día. Cumplía todos los deseos que podía sin preguntar para qué o cuál era el motivo detrás del deseo.
Es muy fácil predecir qué sucedió después, los deseos empezaron a contradecirse. A querer que otros no se cumplieran. A pelear por sobrevivir y necesitar que alguien pusiera algo de control. La gente entonces empezó a reclamarle a Gloria sobre lo que ellos mismos le pedían que hiciera y no pasó mucho tiempo hasta que ella perdiera la paciencia y decidiera hacer algo que, según su frustración, debió de haber hecho mucho tiempo antes: Algo para sí misma. Que dicho de otra manera se podría describir como tratar de entender dónde estuvo su error y dejar que los demás arreglen sus problemas por sí mismos con lo que ya tienen.
Tampoco pasó mucho tiempo para que las sonrisas hacia Gloria se convirtieran en amenazas y que donde por tantos años se sintió segura y en casa se transformara en un campo minado del que necesitaba huir.
En la mañana que su intento de escapar de todo se llevó acabo, el pueblo la persiguió con antorchas y la condena a lincharla por bruja que quería destruir el modo de vida de todos ellos. Poco antes del mediodía Gloria se encontró lejos del pueblo, en un paraje circular dentro del bosque, rodeada de la turba que acabaría con su vida. Para ese entonces ya se había corrido la voz a otros pueblos de quién era ella, de lo que hacía y del mito que la fuente de su poder estaba en su corazón. Aquella persecución se había convertido entonces en una cacería. El que obtuviera su corazón lo obtendría todo.
Eso es lo que creían.
Al matarla y abrirle el pecho la siguiente tragedia fue la masacre por reclamar la propiedad del tesoro. Las bestias en quienes en habían convertido todos los presentes habían perdido la razón y con el último latido del corazón de Gloria habían sellado su destino. Su anhelo viviría en aquel paraje hasta que pudiera encontrarle sentido al deseo de la condición humana y maldeciría a todas las bestias a ser endemoniadas sombras hambrientas que no podrían alimentarse de nada más que de todo eso no se cumplió y quedaba abandonado. Al menos hasta que pudieran compensar todo eso que le habían quitado, pensó en su último aliento.
Pero yo soy un bosque lleno de terribles tragedias y asombrosos encuentros que desde ese día mi deseo más grande fue utilizar toda esa fuerza, esa ira y el corazón perdido para demostrar que la humanidad es mucho más que la tragedia.
El primer paso sería encontrar un guardián.
February 13, 2018
Lo que llegó después
La gente llegó a cumplir su más grande deseo cuando todo esto no era más que un poco de pasto y mucho sol.
Después llegó la idea de la torre. O la torre tuvo la idea de existir ahí y convenció a todos los que se acercaran de que creyeran en ella. Es algo que nunca sabremos en realidad.
Después llegó quien tenía el deseo de alimentar a los que dejaban una pequeña parte de sí porque la torre quería regresarles un poco a todos los que la hacían crecer. Y el café abrió sólo los jueves.
A mí llegaron las noticias de aquél lugar cuando ya habían unas cuantas casas junto a la torre. Hay quien llegó y nunca se fue porque querían cuidar a los que visitaban, porque les gustaba observar lo que ahí sucedía, porque los fantasmas no pueden irse hasta que entiendan que ya no están, porque el tiempo les quitó todo y no hay forma de regresar al futuro, porque hay mucha oscuridad de dónde comer a pesar de los buenos deseos.
Yo llegué tratando de escapar de mi propia oscuridad. O, bueno, tratando de encontrar que la vida se trataba de salir de ella. De la oscuridad. O la vida. De algo se tiene que salir, pues.
Más de un par de veces me he encontrado pensando que es mi culpa que el lugar se haya plagado de demonios. Bien dice que no puedes escapar de lo que traes contigo. Y así los días en el círculo de la torre se hicieron más cortos, las tormentas más largas y la música dejó de despertar la mejor de las intenciones. Todo fue culpa del primer deseo que tuve cuando llegué uno de esos jueves en que el café estaba abierto y la gente bailaba entre la torre y la estatua en el centro. Mi deseo fue simple: quería poder ver la oscuridad detrás de todas esas sonrisas que bailaban al ritmo del carnaval que ese día se festejaba. Quería saber si alguien más se sentía como. Si la oscuridad era de todos o sólo yo la entendía de esa manera.
Y lo arruiné todo.
La torre crujió cuando los deseos oscuros empezaron a habitarla. La gente corrió a esconderse temiendo el colapso de aquél coloso. Nadie sabe que es mi culpa. Me aterra pensar ne qué sucedería si se enteran, de que sucedería si la torre se cae y de que el lugar que ha hecho feliz a tanta gente desaparezca. Y que sea mi culpa.
Yo soy de los que me quedé. Lo hice para no levantar sospecha, para intentar encontrar la manera de hacer las cosas bien t para escribirlo todo. Para que no se pierdan el montón de sueños que han estado aquí. Si ni un santo puede ayudarte a depurar la oscuridad que vive contigo, lee. Las letras ante tus ojos ya están manchadas de lo más negro que hay. Deja que lo absorban todo desde tus ojos. Tienen ese poder. Si eso no ayuda, escribe tratando de aliviar la oscuridad llenándola de voluntad por crear, de historias, de vidas y de esa torra que todos creemos merece estar en pie. Incluso cuando entre nosotros están quienes ya la han visto caer en otros tiempos por venir. Hazlo para saber cómo.
-¿Te digo cómo? – me dijo el hombre de los mil nombres que atiende el café. Quien sabe cuánto tiempo llevaba detrás de mí leyendo todo esto. El pánico me dejó más pálido que el papel bajo mis manos.
-¿Cómo qué? –le pregunté tratando de disimular mi nerviosismo.
-Diluir nuestro problema para que no moleste tanto, para que la culpa no sea tan amarga –dijo él sentándose del otro lado de mi mesa. Hizo a un lado el montón de hojas que tenía en frente y dejó en su lugar una taza de café y una galleta aun lado- No pidas ocultar tu error. Mejor busca las sonrisas de los demás, busca la tuya también, entre toda la tormenta. La torre se tambalea porque la duda y la desesperanza se contagian. Pero las sonrisas y lo que viene con ellas también. No importa lo roto que estés. No importa quién seas. Si logras hacerlo, tu alrededor se contagiará de lo que hagas. Por eso la torre nos ha llamado. Por eso les concedo lo que desean.
-No deberías, algunos hemos hecho cosas terribles con ello –le dije apenado.
-La torre está tratando de construirse al tratar de entender la consciencia de nosotros los vivos, con la ayuda de uno que otro no tan vivo –me contestó, empujando la taza hacia mí, como si al tenerla cerca me fuera a tentar a consumir lo que me ofrecía- Si no pudiera conocer todo lo que también es el lado oscuro de la consciencia estaría incompleta. No tienes de qué preocuparte, va a salir de esto.
Tomé la galleta que estaba escoltando a la taza, la mordí con algo de desconfianza y dejé que su sabor inundara mi paladar. Estoy seguro de que mi reacción al sabor fue algo particular porque el barista sonrió como si la cara se le fuera a partir en dos. Por un momento fue aterrador.
-¿Y si se cae? – le pregunté sin separar la mirada de su sonrisa que me inspiró a admitir mi temor. Ahora que lo pienso mi pregunta bien pudo ser para la torre o para su sonrisa.
-Eventualmente todos lo hacemos –dijo sin dejar de sonreír. Estiró uno de sus brazos, me miró a los ojos y me despeinó con una mano como a un niño pequeño o un cachorro-. Pero dejar de estar de pie y destruirlo todo por el miedo a caerte me parece un desperdicio.
Esa tarde, después de aquella plática, me senté a observar la torre junto a la estatua en el centro del círculo. Era como hacerle compañía y tratar de entender lo que ella observaba todos los días. Lo que inamoviblemente la mantenía cautivada. Nunca me había detenido a observar lo hermoso de todos sus detalles.
Un demonio de los que se comen los abandonos pasó frente a mí con una pequeña nube oscura entre sus manos, me recordó a niño contento de haber conseguido que le compraran un algodón de dulce. Aquella imagen me hizo sonreírle al demonio.
-Buenas tardes –dijo el demonio al sonreírme de vuelta.
-Buenas tardes –le contesté con una calidez en el pecho que tenía mucho sin sentir.
Era una buena tarde, ciertamente.
February 2, 2018
Sombras
Se encontró sin fuerzas, sin ganas y básicamente sin ella misma. “Bien podría ser una sombra” se dijo a sí misma cuando, después de bailar con las sábanas por más de una hora, se obligó a levantarse.
Arregló un poco su casa, luego lo ignoró todo por comida que luego ignoró porque la computadora le recordó el trabajo que tenía pendiente, también eso lo ignoró al recordar que seguía sin encontrar la escoba. Se sentó en la sala por unos segundos y se preguntó a sí misma “¿dónde estás?”, era una pregunta doble para ella y para la escoba, que bien podría ser triple cuando le vino a la mente que era la segunda mañana que no desayunaba con Sabina.
“Necesitas aprender a estar sola” se dijo en un momento que la arrastró a meterse a bañar. Si bien la historia no les ha contado más, Zarzamora siempre está poniendo a alguien antes que ella, queriendo ayudar, queriendo querer y el hecho de tener que pensar por y para ella misma era lo que la estaba empezando a cansar desde hace un par de días. Sin embargo, el silencio que la acompañaba desde el día anterior la ponía ansiosa, le molestaba al grado de no querer estar en donde regularmente le encantaba pasar sus tardes.
Cuando estaba con los zapatos listos sintió que alguien se le quedaba viendo desde el marco de la puerta. Al levantar la vista todo lo que encontró fue a su sombra alargandose hasta fuera del cuarto.
-Raro -le dijo a su sombra, sin dejar de mirarla, como si esperara que se moviera en cualquier segundo. Cuando no lo hizo, terminó de ponerse los zapatos, agarró su bolsa, guardó el segundo corazón en ella y salió. No iba ni a media cuadra y empezaba a arrepentirse de haberlo cargado, de escuchar todo lo que casi le gritaba latido a latido, empezaba a hartarse de que cada cinco segundos le hiciera voltear a ver a su espalda.
“Nadie te está siguiendo, Zarzamora” se dijo así misma, cosa que causó lo contrario que ella esperaba en su mente y la puso aún más ansiosa, caminó más rápido, sin saber a dónde, sin saber que quien la seguía prácticamente ya la había alcanzado y estaba a punto de agarrarla de un tobillo, para no soltarla nunca más. Y venía un ejército más de ellas a invadir todo su mundo.
January 22, 2018
Familia
–Tristán, Tristán, ¡despiertaaaaa! –exigió Ixchel cansada y ansiosa por ver a su amigo con vida. Un símbolo en su pecho que brillaba con fuerza empezaba a apagarse.
–Vamos Tristán, te perdiste del final de todo este embrollo –dijo Isaac acompañado de una risa un poco nerviosa.
–Ixchel salvó el día de una manera increíble y no estuviste ahí para verlo –dijo Juliana casi en forma de regañó, se sentó al lado de sus dos amigos que observaban a Tristán descansar en el suelo.
Tristán estuvo ahí, inmóvil, con su respiración constante como único indicio de que estaba con vida. Al igual que todo el escenario que los rodeaba que parecía estar en ninguna parte aunque una rosa de los vientos en el piso y cuatro casas a cada extremo les quisieran convencer de otra cosa.
–Tristan, no es gracioso –insistió Isaac.
Ixchel se limitó a abrazar a Tristán en silencio.
La plaza ya estaba vacía, las arañas se habían ido y se habían llevado al anfitrión consigo.
–¿Qué? –fue lo primero que Tristán dijo antes de que sus tres amigos casis e soltaran a llorar – ¿Qué sucede?
–Como buen viejito te dormiste en la mejor parte de la historia –dijo Isaac carcajeándose.
–No me dormí –dijo Tristán indignado –, las arañas me atacaron. Las… espera… ¿qué pasó?
–Cuando Ixchel vio cómo te atacaban y el anfitrión brincó sobre ella, la desesperación la hizo explotar –Explico Juliana con voz maternal –. Todos salimos volando golpeados por la energía que Ixchel sacó de sí misma. Por unos segundos nada podía acercase a ella y tenía el símbolo de su puerta brillando en el pecho con mucha intensidad. De repente gritó que no y el mismo símbolo apareció en el pecho de todos los arácnidos.
–Es el símbolo de mi casa –dijo Ixchel con pena.
–Fue increíble, Tristán –continuó Juliana.
–Todavía no entiendo bien qué sucedió pero eso nos salvó la vida –dijo Isaac.
–Escuché a Tristán e hice un poco de magia –dijo Ixchel con una sonrisa complaciente –. Cuando me separé de ustedes acabé en este cruce de caminos. Con la diferencia de que cuando llegué estaba vacío. Reconstruí el honor de mi casa y mi familia a cambio de algo importante para mí. Este cruce es la verdadera casa de la realidad, el camino donde las cuatro casas se encuentran. De aquí se puede llegar a donde quieran. Sin tener que salir. O eso es lo que la casa me dijo. Al principio no entendí mucho a lo que se refería y acepté ser la nueva encarnación de la casa del espacio para tener el poder de salvarlos a ustedes quienes en poco tiempo se habían convertido en mi nueva familia. De alguna manera tenía que traerlos aquí a ustedes, necesitaban venir para que cada uno despertara a su casa y la realidad volviera a ser estable pero… bueno… ya saben lo que sucedió. El anfitrión se me cruzó en el camino, me contó sobre mi familia de arácnidos y como cada uno de nosotros éramos los últimos y ese típico discurso que te echa alguien que cree que está a punto de salirse con la suya. Todo lo hizo para gana tiempo y poco a poco succióname el poder que acababa de ganar. Pero cuando Tristán dijo los de las energías que fluían lo entendí todo e hice espacio dentro de mí para absorber toda la energía que el anfitrión tenía y luego dejarla salir de golpe. Sabía que era algo caótico y peligroso pero si ya le había entregado mi vida a la casa no tenía nada que perder.
–Pudiste haber roto la realidad, niña –interrumpió Juliana.
–Eso era lo que quería –defendió Tristán –, que causaran una entropía que sacara al anfitrión del lugar seguro de donde estaba.
–Pero lo que lo consumió no fue eso –continuó Ixchel, más indignada de que no la dejara terminar que por el pequeño regaño de Juliana–. Fueron las arañas. Al romper todas las ataduras que el anfitrión tenía y dejar libre todo ese poder pude regresarle el albedrío que le pertenecía a toda mi raza. La furia contenida y el odio que le tenían al tirano que los había controlado por tanto años los inundó y se abalanzaron a destruir a su opresor, a esta altura de nuestra conversación dudo que siga existiendo algo de él. Me sentí terrible de sentir de compartir ese incendio con ellos pero no me dejé llevar por el odio. Sé que era tu hermano, Juliana, lo lamento.
–No lo era –dijo ella en un suspiro –, quizá lleve mi sangre pero nunca estuvo presente en mi vida. Hasta hace unas horas ni siquiera lo recordaba. No tienes por qué sentirte mal al respecto, recibió lo que merecía. Si a esas vamos, ustedes son lo más cercano que tengo a unos hermanos. Digo… después de todo… ahora compartimos esta casa, ¿no?
–Eso me haría muy feliz –dijo Ixchel–, que vigiláramos la realidad juntos desde donde estemos y nos reunamos de vez en cuando aquí, donde se cruzan nuestros caminos –. ¿Quieren sus llaves?
–¿Llaves? –preguntó Isaac confundido.
–Sí, para volver –contestó Ixchel –. Ustedes tienen una vida allá en el mundo y pueden elegir, así como yo lo hice. Mi vida ahora es cuidar que lo que le sucedió a mi raza a sus familias no vuelva a suceder. Yo tengo un escarabajo de jade que vivirá conmigo hasta mi último día, él es la llave que me dejará llegar aquí no importa la puerta que toque. Si ustedes quieren unov vivirá con ustedes también, gracias a esas llaves, nuestros caminos se volverán a cruzar cuando nos necesitemos. No tenemos por qué volver a ser los últimos de nuestra familia.
–Mi hogar siempre han sido los caminos cruzados –dijo Tristán al tratar de ponerse de pie –, ¿qué tengo que hacer?
Isaac y Juliana asintieron para después voltear a ver a Ixchel y esperar instrucciones.
–Es muy fácil –dijo ella con una sonrisa que no cabía en su rostro–, ve a tocar la puerta de tu casa y avísale que ya llegaste.
January 12, 2018
El hambre
El demonio estaba alimentándose del cadáver que el tiempo había olvidado. No era como el vino, que entre más tiempo pasa mejor sabe, pero era lo único que tenía. De vez en cuando podía obtener una galleta del café o algún resto de comida que la gente abandonaba al visitar la torre. Siempre comida muerta.
A pesar de eso, le gustaba vivir… o… bueno, existir, ahí en ese cachito de bosque. Nunca se había interesado en salir de ahí o en descubrir qué había más allá del círculo. Nunca se había cuestionado su existencia realmente. Le gustaba observar a la gente llegar, discutir, desechar en el círculo algo de ellos que les estorbaba y correr a apropiárselo cuando nadie fuera a recriminarle lo que estaba haciendo. En su creer estaba la teoría de que nadie lo observaba pero el fantasma constructor siempre era testigo. La mujer estatua incluso llevaba cuenta de lo que comía, de a quién se acercaba y de qué ánimo andaba. Es algo más que humano eso de creer que uno pasa desapercibido.
En uno de esos días en los que más hambriento se sentía, una pareja molesta de haber perdido dos días de su vida en visitar la pequeña comunidad de la torre partió de regreso a su hogar prometiendo no volver. Si bien la torre era conocida como un paradisiaco lugar donde tu más grande deseo se cumplía, había gente como esa pareja que lo único que conseguía de aquel lugar era una gran decepción. Esos eran los que le dejaban la comida más rica. Al ver a esa pareja partir se puso a husmear qué podía encontrar entre lo que habían dejado. Para su sorpresa un pequeño niño lo saludó a él, estiró los brazos y se mostró impaciente de alcanzarlo a él. Por primera vez desde que tenía memoria, el asustado era el demonio.
-¿Qué haces aquí niño? –le preguntó al retroceder un poco para quedar fuera del alcance del niño- Si te comiste mi almuerzo estaré muy enojado contigo.
-¿Almuerzo? –dijo el niño confundido al mirar al demonio como fuente de respuestas.
-Sí, aquí debería de haber comida. Algún abandono por la pareja que se acaba de ir. Y solo estás tú. Así que me queda claro que te robaste mi comida.
-No solo estoy yo, también estás tú. -le dijo el niño- Podemos compartir la comida que encuentres.
-No estoy de humor para jueguito inteligentes, dame mi comida –dijo el demonio perdiéndole el miedo al mocoso y tomando valor para acercarse. Con un poco de suerte aquello lo intimidaría. Su apariencia siempre intimidaba a sus enemigos.
El niño abrió los brazos en silencio esperando un abrazo.
El demonio lo observó sin entender qué estaba sucediendo.
-Esos señores iban a ser mis padres –dijo el niño con voz triste mirando al suelo.
-¿Iban? ¿Cómo de que iban?
-Yo soy el más grande deseo de él pero ella no quiso aceptarme. –dijo el niño está vez concentrando su mirada en los ojos del demonio- Cuando ambos se sentaron aquí, empezaron a hablar de sus deseos, esperando a la hora adecuada que la leyenda les había dictado para pedirlos. Ella sólo quería regresar a casa. Cuando llegó la hora sabía lo que él deseaba y se enfocó en desear que no se le cumpliera. Estuvieron aquí sentados en silencio por más de media hora hasta que ella le pidió que aceptaran que todo esto era ridículo y se fueran a casa. Yo soy el resultado de ese deseo y de ese rechazo. Yo soy todo lo que pude haber sido y no seré porque en un par de minutos tú me vas a comer.
-Eh… no. –dijo el demonio olfateando al pequeño- mi comida usualmente está muerta. Y realmente no me gusta que sepa hablar.
-Pues, realmente nunca estuve vivo. Sólo soy un deseo roto en el que se pensó mucho pero que nunca se cumplió –dijo el niño abrazando al demonio cuando estuvo lo suficientemente cerca-. Soy como tú. Tú también eres un deseo roto que nunca se cumplió, por eso te gusta comerte los abandonos. Por eso no sabes que hay más allá de aquí.
-Eso es ridículo –dijo él tratando de ignorar lo bien que olía.
-Yo no soy nadie para juzgarte, así como tampoco puedo juzgar a mi madre por no quererme –dijo el niño al que también le parecía que el demonio olía delicioso- si no tienes hambre, yo sí.
Así sucedió la primera mordida. Justo al cuello. En ese abrazo.
El demonio estaba alimentándose del cadáver que el tiempo había olvidado.
January 1, 2018
Hoy no
Hoy no soñé, no quise desearlo, no quise tocarlo.
Hoy lo abrace sin perturbarlo.
Hoy lo lloré sin soltar una lágrima
Hoy no habrá música y miel
Solo risas que espantan
Hoy lo extrañé sin nostalgia
Hoy me dolía el futuro en los tobillos y en las muñecas.
December 20, 2017
El camino de siempre
Siempre he pensado que es complicado describir una batalla, sobre todo si eres partícipe y más aún cuando estás inconsciente la tercera parte de ella. Pero ahí estábamos Isaac, Juliana y yo de frente a nuestro anfitrión que mantenía a Ixchel como rehén.
-¿Qué los hizo demorarse tanto? –preguntó nuestro contrincante soltando a Ixchel quien se desplomó contra el suelo-. Suponía que eran más inteligentes pero ahora que son como sus antecesores, sólo un puñado de inútiles que nunca comprendieron el peso de sus poderes, gente sin ambiciones que se limitaban a observar y “proteger” las redes de la realidad.
Con un único gesto abrió un portal detrás de él para dejar entrar al ejército de arañas humanoides del que acabábamos de escapar.
-Es tiempo de terminar con esto, al ser ustedes los últimos tejedores estoy a un solo paso de ser el amo de la realidad –dijo él con una sonrisa triunfal- ¡A ellos!
Todo el mar de arañas se abalanzó sobre nosotros, borrando la distancia que nos separaba y el campo de acción que teníamos para hacer cualquier cosa. Ixchel en el suelo estaba volviendo en sí poco a poco y observé de reojo, también, que detrás de las arañas una densa niebla estaba borrando las paredes del jardín en el que nos encontrábamos. Las arañas ya habían pasado de largo a nuestra amiga y el anfitrión cuando el jardín se había transformado en un asedio cercado. Estábamos a segundos de ser atacados por el ejército cuando Ixchel despertó y se puso en pie.
-¡NO! –gritó Ixchel con fuerza y el símbolo que habíamos visto en la puerta que le correspondía brilló en su pecho, de sus manos emanaba luz del mismo color. Se sintió un temor en la tierra y ella se veía translucida; no sé si por la luz que emanaba de sus manos y su pecho o por la niebla que había inundado el jardín y que comenzaba a envolverla. La luz hizo reacción con la niebla y en la explosión nos aventó a todos en diferentes direcciones.
Al caer y poder ver lo que quedaba después de la explosión, el escenario se había transformado, ya no estábamos en el jardín, ya no había una fuente en el centro. Debajo de Ixchel había una rosa de los vientos formada a base de mosaicos y la niebla me dejaba ver que aquello era el centro de una encrucijada. “La casa había cambiado de forma otra vez” pensé. En donde yo había caído era justo uno de los caminos de esa encrucijada y pude sentir como mi cuerpo empezaba a absorber energía de algo atrás de mí. Algo que me estaba llenando de poder para sentirme capaz de vencer a nuestro enemigo, cuando voltee a mis espaldas pude observar cómo se iba materializando una casa muy parecida a mi café en el callejón de los artistas. Al lado del camino iban apareciendo símbolos de luz similares a los de la puerta que me había sido asignada y que avanzaban de la casa hacia el centro de todo lo que estaba sucediendo. Un golpe seco en la cara me sacó del trance en el que estaba hipnotizado, cortesía de una de las arañas humanoides que estaban sobre mí. Logré hacerlo desmayar cuando lo abracé para robarle la energía suficiente para hacerlo desistir. Busqué a mis amigos en la batalla e Isaac por su parte trataba de congelar a los tres o cuatro que trataban de atacarlo pero la ansiedad y la desesperación no le ayudaban mucho y eso debilitaba sus tejidos de tiempo. Juliana creaba barreras entre ella y sus enemigos o hacía que el suelo se los tragara a la mitad pero no era suficiente ya que eran muchísimos más que nosotros. Cuando esquivaba los ataques se movía de un lado a otro y pude ver que cuando sus pies se cruzaban con uno de los caminos de la encrucijada, éste brillaba y daba la impresión de que ella era más fuerte.
-Issac, ponte en el camino que tienes a la izquierda –le grité y sin preguntar nada me obedeció y también adquirió más fuerza y el camino se llenaba de luz, incluso el tiempo se detenía para más arañas que antes y hacía más lentas a las que los rodeaban.
Otra casa se materializó al final de ese camino.
Ixchel seguía en el centro de todo con el anfitrión a sus espaldas, tratando de volver a sujetarla bajo su poder. Con todas mis fuerzas aventé a uno de los humanoides hacia él pero chocó con una barrera invisible que los protegía. Sin embargo esto causó que ella se diera cuenta de lo que sucedía atrás de ella e intentó escapar sin mucho éxito. El anfitrión la tomó del brazo y la jaló hacia él.
-¿A dónde crees que vas, basura inútil? Aún no he acabado contigo –le dijo al sujetarle la cara con fuerza para verla a los ojos y luego dejarla caer al suelo de nuevo como si fuera un desecho vacío. Para la mala suerte del anfitrión, ella cayó a la orilla del camino que aún no estaba iluminado. Fue entonces cuando vi que los flujos del tiempo, energía, materia y espacio corrían en ambos sentidos hacia el anfitrión y hacia nosotros.
Y las cuatro casas que rodeaban la encrucijada con la rosa de los vientos en el centro lo observaban todo en silencio.
Él reía victorioso, con cada carcajada se hacía más fuerte y no podíamos hacer algo para evitarlo. El ejército de arañas nos mantenía ocupados y nos empezaba a debilitar.
-¿Sienten eso? ¿Cómo el poder fluye en ambos sentidos? –Les grité con fuerza y todos asintieron- Podemos robarle la energía y gan…
En ese momento sentí cómo caía al suelo y mi cabeza se impactó con una piedra. Un flujo caliente recorrió mi cráneo y perdí la vista. Lo último que escuché fue a Ixchel volver a gritar –“¡NO!”.
Después nada, todo era oscuridad.
December 11, 2017
Sombras de la noche
-Apuesto a que esperan cualquier cosa, ¿verdad? -Dijo María, un poco desesperada de que nadie hiciera nada, sólo estabamos sentados, como cadáveres en putrefacción esperando a que los cuervos vinieran a comernos.
Dirigió su típica cara de ya-no-sé-que-hacer-pero-muero-de-aburrimiento hacia mí tratando de exigir ayuda por la misma mirada. Yo, en respuesta agarré mis cosas sin voltearla a ver, las metí a la mochila, me puse de pie y dije:
– Pues no sé qué es lo que esperen, lo que sea, yo ya me voy. Se me hace tarde y no quiero regresarme en uber. Sale muy caro cruzar la ciudad.
Salí de aquel lugar, caminé hacia la estación del transporte que a estas horas ya es dudoso que transite por las calles. María me alcanzó en la esquina. Los demás… supongo que pasaron a la inconsciencia o algo por el estilo, porque regularmente no la dejan irse sola. Me di cuenta porque sólo la sentí a ella y sólo oí su voz.
– Se les subió a la cabeza lo de la magia y la energía, ¿verdad? ¿Crees que regresen a este plano?
-Supongo que sí, pero si lo hacen, no querrán saber nada más acerca del tema. Se asustaran y correrán a esconderse bajo los brazos de mama pseudo-realidad. -Dije, evidentemente fastidiado-. ¿Qué ruta esperas?
-Ninguno, me iré caminando, más bien espero a que llegue el tuyo. -Señaló con su mano hacia el horizonte indivisible de la noche. Una luz-. ¡Mira, ahí viene!
Me quedé pensando la mitad del camino a casa en aquella noche, ellos se habían perdido. Hubo un momento en que su energía se desvaneció. Su vida ahí estaba, eran como marionetas que respondían coherentemente si les preguntabas algo pero no se movían, ni siquiera parpadeaban. Hasta la fecha no he vuelto a saber de ellos, facebook a veces me informa que siguen con vida en sus escuelas. Pensaba en el momento en que a mí me empezó a interesar todo ese mundo esotérico, pero una tormenta exigió la atención de mi mente. Mis pensamientos se regresaron al presente por su culpa, de hecho, se adelantaron minutos en el futuro: Maldición, ¿cómo llegaré a mi casa? El camión me deja en la entrada del fraccionamiento y nadie querrá darle aventón a alguien mojado a media noche. Maldición, maldición, maldición… tendré que caminar todo el cerro.
Y así fue, caminé… bajo las calles de un fraccionamiento oscuro, dado que al dueño de esas calles tenía miedo de deshacerse de su dinero para pagar las cuotas del alumbrado público.
Se sentía sólo el lugar, una soledad extraña, falsa y mentirosa. Algo me acechaba desde la otra acera, por el momento no me importó. Caminé un poco más de prisa y unas cuantas cuadras después sentí a mi acosador más cerca. La soledad había mutado a intranquilidad. El tipo de impaciencia que sientes cuando alguien te está apuñalando con la mirada. Esa misma que te obliga a voltear aunque no quieras. Sin poder evitarlo, gire mi vista y ahí la vi pasar. Una sombra, oscura y translucida, podía sentir su mirada, aunque no tuviera ojos aparentes. Se movió desde una columna por el patio de una casa que estaba abierto a la luz de la luna, caminó hasta atravesar un gran roble y desaparecer.
Continué avanzando, preocupado. Tracé un círculo con mis brazos y pedí protección. Aún bajo el frío de la lluvia, sentía el calor de un abrazo maternal y la seguridad para continuar el trecho que me faltaba. Unos cuantos metros más allá, andando con la mirada baja, me sorprendí al ver que cuando caminaba, parecía que rompía la oscuridad. Con cada paso que daba una estela de luz rodeaba mi cuerpo. Me dio gusto saber que mi petición fue aceptada y me olvidé de todo. Más adelante volví a ver a la sombra, viéndome dentro de una casa estilo barroco a medio construir. No me importó de nuevo. Llegué a casa, pasó el tiempo y la olvidé, hasta otra noche, en la que visitó mi cuarto.
II
Estaba a punto de dormir, con la luz apagada, mirando hacia la nada que se expandía en el techo. Pensando en todas aquellas cosas que no hice y que tendría que hacer el día de mañana, la niebla mental empezaba a arrastrarme al reino de Morfeo cuando una sensación me jaló de regreso. La misma de aquella vez. La sensación de querer gritar y no poder, de querer correr y no tener a donde, de querer moverte y sentirte inútil de no saber cómo. Traté de tranquilizarme, di media vuelta en la cama y cerré los ojos tratando de ignorar lo que había sentido. Pero la energía no es cosa fácil de ignorar.
Necio, traté de continuar el fingir que estaba ignorando lo que estaba pasando. La sensación creció y sentí como un peso enorme caía encima de mí. Abrí los ojos y el cuarto estaba oscuro y pacífico, pero yo seguía sintiéndome igual. Volteé al techo y ahí estaba, dejándose caer hasta aplastarme. Con ella la desesperación creció y tuve que luchar con su peso y mi cordura para poder moverme, hacer algo al respecto. Cuando lo logré, prendí la tele instintivamente. Regresé mi mirada a donde me encontraba y la intrusa no estaba más ahí. Sólo los residuos de su evidencia, se podía ver que ahí había estado, pero ya no.
Me acosté, veía como la gente caminaba de un lado a otro de la pantalla, se peleaba, discutía, reía, se iban a comerciales, volvían y soñé… hasta una tercera vez.
III
– La tercera es la vencida… -dijo María dándome una bolsa de plástico, sellada y con granos blancuzcos dentro. Sal-. Pon un poquito de esto en cada esquina de tu cuarto. La sal purifica espacios y lugares, ayuda a las energías atrapadas entre este y el otro plano a liberarse. Te servirá.
Obediente ahí voy yo a poner la sal, trabajé ese día y todo se sentía tranquilo. Neutral. Ni mala, ni buena vibra. Todo estaba bien. A la hora de acostarme, apagué todo, traté de sacar al gato de mi cuarto, pero no pude, es adicto a estar dentro de mi cuarto. Todo en paz. Dormí.
Lo que no esperaba, pasó a la noche siguiente, terminando unas tareas para la próxima clase a la primera hora. Ya estaba acostado, tapado y con sólo la luz de noche prendida, trabajaba en mi cuaderno. De repente, una triste nostalgia me entró, un sentimiento parecido al de los otros 2 casos. Pero más triste y nada desesperante. Miré de reojo a la puerta del cuarto y la encontré de nuevo. Parada detrás de la silla que uso para la computadora, viéndome, triste. Tenía esta vez una forma humanoide femenina, pero no se movía. Sólo me veía, afligida.
Le sostuve la mirada unos segundos y se sentó en la silla. Me siguió mirando unos segundos y bajo la mirada. Ahí se quedó, derrotada y abatida, daba lástima. Con ganas de pararme y abrazarla pero no lo hice. Seguí mirándola, hasta que con un gesto, levantó la cabeza, le sonreí y desapareció.
María vino a visitarme hoy y me dijo algo interesante que llenó mi atención: las sombras se encariñan muy fácilmente, pero saben que en algún momento tienen que irse.
November 30, 2017
No seré yo
Se despertó ansiosa, hambrienta y adolorida. Tenía tantas cosas en la cabeza que no sabía por dónde empezar a acomodarlas. El zorro la había engañado con todo su cuento de quién era quién. Y, después de ser rescatada por Ike, se enteró que también lo había engañado a él. El día que se habían conocido también había sido planeado por el mismo zorro. Le dolía la cabeza de sólo pensar los límites de la red de engaños.
Incluso estaba segura de que Orfeo también estaba enredado en todo aquello y por un segundo le dolió pensar que escucharlo quizá también fuera un engaño. ¿Hasta dónde iba a dejar que todo aquello la perturbara? en su cabeza estaba segura de algo, que no era una buen día para ser ella.
Él zorro también le había arreglado las alas a Ike a cambio de prometerle que iba a proteger a Zarzamora de las pesadillas de la bruja. Sin embargo no contaba que su intención era protegerla desde antes de que hicieran el trato, resulta que él sabía lo que la bruja tramaba. Tenía en mente su escape mucho tiempo atrás, era algo que podía hasta olerse si estabas cerca de ella. Lo que era difícil de ceer es que hubiera logrado convencer a una soñante de hacer lo que qquería.
Se despertó con las últimas palabras de Ike en su cabeza, se habían cantado un dueto como promesa de que no se volverían a dejar engañar.
Antes de que nos cubran las nubes
y el cielo pierda color
Antes de que caigan los árboles,
y nos queme el sol
Antes de que nos trague la niebla
y la luna nos diga adios
Antes que la tierra se hunda
Y nos gane el dolor
Prefiero callar, dejar de soñar
Perder es ganar, si lo puedo evitar
No quiero tener nada que ver
No seré yo quien te haga llorar
Antes que se que nos ahogue el aire
y se derrame el mar
Antes que la lluvia arda en la piel
y no haya nada que dar
Prefiero morir, dejar de soñar
Perder es ganar, si lo puedo evitar
No quiero tener nada que ver
No seré yo quien te haga llorar
No seré yo quien te haga llorar
Trató de calmar sus ansias prendiendo el televisor, pero la cosa no funcionó de nada; en la pantalla anunciaban que más asistentes al concierto habían dejado de respirar. Que, incluso, ya los estaban declarando muertos. Y que Sylvanna seguía desaparecida de las autoridades.
Desvió la mirada de la televisión paraa observar a la prófuga de la justicia que dormía en ese mismo cuarto.
No era un buen día ni siquiera para tener algo que contar.
November 21, 2017
El que busca, encuentra
Los tres tejedores observaban el bosque genealógico que se extendía por toda la pared como si ahí se explicara la respuesta a sus existencialidades. Ramas de un árbol se cruzaban con otro y se entrelazaban creando un gran laberinto de nombres y vidas. Un largo silencio los acompañó. A Juliana le llamaban la atención los nombres que brillaban en toda la pared.
–Deberíamos movernos, antes de que el Anfitrión nos encuentre –dijo Isaac.
–Daniel –dijo ella sin separar la mirada de la pared.
–¿Qué? –dijeron Tristán e Isaac al unísono sin entender esa respuesta.
–Así se llama… lo dice la pared. Y lo recuerdo –dijo ella acariciando el nombre en la pared– Sé que no miente.
–¿El Anfitrión? –preguntó Isaac– Daniel suena mucho menos atemorizante de lo que nos ha hecho creer hasta ahora.
–Esa siempre fue su cualidad, siempre fue el niño tierno que parecía que no mataría ni a una mosca. El indefenso. El que los mató a todos.
En la pared el nombre no brillaba pero Juliana notó que al tocarlo podías sentir su latir.
–Ya sé cómo podemos encontrar a Ixchel –dijo ella–, este árbol también es un mapa.
A Tristán se le iluminaron los ojos como cuando uno tiene una idea que parece ser la mejor de todas. Se acercó más al mapa y puso su mano sobre el nombre de Ixchel. Una pequeña flama iluminó el nombre de la niña araña. Ocho patas le salieron a la flama y empezó a caminar lentamente. En todo el árbol empezaron a surgir otras flamas azules, con sus ocho patas también, todas caminaban hacia la misma dirección.
El cuarto tembló y las paredes crujieron.
–Eeeh… oigan… –dijo Isaac antes de entrar en un ataque de pánico.
–¿Qué sucede? –dijeron Tristán y Juliana acechando el camino de las flamas para ver qué sucedía. Ambos querían creer que el temblor era circunstancial a lo que lo que sucedía en el árbol.
–Creo que tenemos que irnos… ¡YA!
–¿Cuál es la pri… oh… detalles… –dijo Tristán al voltear para encontrar que los tres estaban siendo rodeados por un ejército de hombres araña. No tenían a dónde escapar. A sus espaldas sólo estaba la pared, el árbol y las luces moviéndose a través de las ramas para alcanzar un mismo nombre.
Tristán tomó de la mano a Juliana y le pidió que se concentrará en la pared y en Ixchel, tejiendo juntos sus habilidades crearían un hoyo por el que pudieron escapar dejando a las arañas del otro lado. Los tres habían logrado cruzar segundos antes de que las arañas los alcanzaran. O de que el cuarto les cayera encima. Ahora se encontraban en una especie de jardín interno, había muchos árboles y pasto que del suelo se trepaba a las paredes.
Más allá el Anfitrión se sentaba en la orilla de una fuente y sostenía de un brazo a un Ixchel triste y derrotada.
–¿Qué los hizo demorarse tanto? –dijo él con una sonrisa triunfal.


