Gabriel golpeaba el cuchillo contra
la vieja heladera. Por suerte estaba solo. Ella le habría
censurado ese “ruidito molesto”. Se rió entre lágrimas.
Lágrimas por su ausencia. Lágrimas
por su presencia en todo lo que hacía.
Ninguno de sus primos se animó a
acompañarlo. “Bah, no es que no se
animaron, les importa un bledo lo que hay dentro de la casa” le había comentado
a su mejor amigo “
Published on July 07, 2013 08:31