People always leave
Dos de mis mejores amigas se van a vivir muy lejos dentro de poco, a otra ciudad, a otro país. Otros dos de mis amigos se van de gira por Latinoamérica por dos meses con un show que están haciendo, otra estuvo de gira con una obra en Mendoza todo el verano, tengo una amiga que se fue a vivir a España, otra que está en Brasil hace más de tres meses, otra que anduvo de viaje por el sudeste asiático varios meses, otra que estuvo en República Dominicana dos meses, un amigo que se volvió a Rosario con su familia, mi prima de La Plata se mudó a Uruguay por trabajo, otra gran amiga se volvió a Río Grande también por trabajo, dos amigos más planean irse a México el año que viene, mi otra prima de La Plata probablemente se vuelva a Río Grande una vez que se reciba, otra amiga estuvo a punto de mudarse a Inglaterra, conocí a una chica de Austria que estuvo de visita acá el mes pasado. La lista sigue, podría seguir nombrando más personas tranquilamente pero no lo voy a hacer… Han sido (y son) días difíciles, semanas difíciles, meses difíciles. De muchas despedidas, de últimas veces, de esos abrazos en los que nadie quiere soltar a la otra persona y el que cede primero, pierde. Mi corazón y mi cabeza son cualquier cosa, los personajes de “Intensamente” se deben estar volviendo locos conmigo ahí arriba, estoy en otra. La ciclotimia y los cambios de ánimo son constantes, estoy bien, estoy mal, lloro, sonrío, estoy feliz, estoy triste, me río, me deprimo, y va de nuevo, en loop, todos los días, a cualquier hora. Y mis dos amigas dicen “Última vez que piso el Alto Palermo”, “Último pijama party”, “Última vez que vamos a estar los cuatro juntos”, “Última cena”, “Última juntada”, “Última vez que cantamos High School Musical”, etc. Y eso viene dando vueltas en mi cabeza todos estos días y llegué a la conclusión de que somos un poco exagerados, un poco dramáticos, un poco trágicos. ¿Y por qué? Porque probablemente no sea la última vez que hagan y que hagamos esas cosas… Siendo extremadamente dramático y trágico, nadie se está muriendo, ninguno de nosotros está gravemente enfermo. Si ese fuera el caso, ahí sí podría decir que estamos haciendo las cosas por última vez quizás. Yo dudo que efectivamente esta sea la última vez que vaya a ver a mis amigas, la última vez que cenemos juntos, que ríamos juntos, que miremos una película juntos, que durmamos juntos. Pienso que la vida nos va a volver a juntar, nos tiene que volver a juntar, necesito que nos vuelva a juntar porque yo las necesito a ellas, no sé vivir sin. Lo que pasa es que ellas se van muy lejos y por tiempo indeterminado, sin pasaje de vuelta, entonces todo es incierto. ¿Nos volveremos a ver? ¿Sí o no? ¿Cuándo? ¿Volverán ellas para acá? ¿Se quedarán definitivamente allá? ¿O iré yo para allá? ¿Iré a visitarlas? ¿O a quedarme también como ellas, con ellas? Misterio, nadie lo sabe, no sabe/no contesta. Probablemente también este sea mi consuelo, mi escudo, mi capa, mi manera de protegerme: intentar buscarle la vuelta, el lado bueno, lo positivo, creer, confiar y esperar que nos vamos a volver a ver. No lo veo como algo ingenuo de todas maneras, como un imposible, para nada… Lo veo como un acto de fe, de esperanza, hasta lo tomo como una prueba, ¿y a quién no le gustan los desafíos? ¿A quién no le gusta la adrenalina, el vértigo? Y resulta que en estos días de últimas veces, me encontré a mí mismo haciendo muchas cosas por primera vez. Primera vez que fui al Tigre, primera vez que fui a Tecnópolis, vi el primer show de “Soy Luna”, estoy publicando mi primer libro, voy a ir por primera vez al Lollapalooza, etc. Y me gusta y me entusiasma más esto de las primeras veces, de conocer, de descubrir, de aprender, de probar, de experimentar, de salir de la zona de confort. Tal vez debería ver esta partida de mis amigas desde otro ángulo, como una primera vez en vez de una última: no es la última vez que nos vamos a ver, es la primera vez que nos vamos a separar por tanto tiempo. No es el fin de una etapa, es el comienzo de una nueva. Hasta suena más lindo, ¿no? Cuando una puerta se cierra, otras dos se abren. Quizás de eso se trate, de buscar cosas nuevas para hacer todo el tiempo, nuevos sueños, nuevos proyectos, nuevas metas, nuevos horizontes, nuevos puntos de partida, nuevas primeras veces, nuevos inicios, Nuevas Direcciones. Hay que buscar eso que nos mueve, que nos hace felices, que nos hace crecer, que nos da adrenalina y vértigo, que nos invita a salir de la zona de confort y empezar a vivir, a hacer lo que queremos hacer, a ser quienes queremos ser, no dejarlo ir, no perderlo de vista, aferrarse fuerte a eso. El día que perdemos eso, ahí empezamos a morir… y las personas que no tienen eso, probablemente estén “muertas en vida”. También me encuentro haciendo cosas por segunda, tercera, cuarta, quinta vez, tal vez más. Mi segundo trabajo, escribiendo mi segundo libro, viviendo en mi segunda ciudad, en mi tercer departamento, egresado de la segunda carrera que elegí, sintiendo que de a poquito me estoy enamorando otra vez (y de esto ya perdí la cuenta de la cantidad de veces que sucedió, pero no es la primera ni será la última). Creo que todos son procesos… Las primeras veces nos hacen nacer (o renacer), las veces en el medio nos hacen crecer y las últimas veces nos hacen morir, nos matan. En la puerta de mi departamento tengo una frase que tomé de una serie, que me gusta mucho: ‘People always leave’ (“La gente siempre se va”). Ya varios me han dicho que es una frase bastante triste y oscura, que por qué la tengo ahí; yo la veo bastante realista, algo cruda y cruel quizás, sí, pero no por eso triste, oscura o menos cierta. Hasta es medio irónica y graciosa porque está en la puerta y todos se van de mi departamento eventualmente, yo mismo incluso salgo prácticamente todos los días y la veo. ¿Y personas que se hayan ido de mi vida? Tampoco, ni siquiera es tan así… Porque mis dos amigas no se van a ir de mi vida, porque hasta los que no están físicamente en este mundo se han ido de mi vida, y hablo principalmente de mis padres y mi hermana por ejemplo, no están físicamente, no los veo, pero siguen estando en mi vida… Y lo mismo con las personas con las que me he distanciado, no es que no estén en mi vida, aunque no hablemos tanto o no nos veamos seguido, están, menos presentes, menos frecuentes, más olvidadas, más lejos quizás, pero no ausentes. Nuestras vidas se cruzaron en algún momento, en algún punto, tal vez lo vuelvan a hacer, tal vez no. Pero no me olvido de ese momento, de ese cruce, lo recuerdo, existió, fue real. “Las cosas cambian, y los amigos se van, y la vida no se detiene para nadie” dice mi libro favorito. ¡Y hay tanta verdad en esa frase! Las cosas cambian, nosotros cambiamos, la vida cambia a cada segundo que pasa y no hay nada que podamos hacer para cambiar eso, eso también nos mata, nos consume por dentro. Pero hay que ignorar ese pensamiento y no dejarlo ganar. Volviendo a la frase en mi puerta, una amiga me dijo hace poco que tendría que ser ‘People always leave. But they come back.’ (“La gente siempre se va. Pero vuelve”. Me pareció encantador y tierno de su parte (ella es así), es lindo, es esperanzador, y es verdad. Todos vuelven, todo vuelve, si tiene que volver, si tiene que ser. Y mientras esperamos ese reencuentro, ese regreso, esa vuelta, ese karma, tenemos que seguir haciendo cosas, seguir moviéndonos, en un constante flujo, tenemos que estar activos. Tenemos que buscar esas primeras veces, y buscar segundas, terceras, cuartas, revanchas, retrucos, segundas oportunidades, la tercera es la vencida, quiero vale cuatro, infinitas veces. Seguir creciendo a cada paso, descubriendo algo nuevo cada vez (porque hay algo nuevo cada vez, algo que descubrir, que aprender), sin despedirse nunca, sin hacer nada por última vez. Porque cuando empezamos a hablar de últimas veces, nos estamos matando, limitando, agotando, acabando. Por eso no me voy a despedir, ni de ellas, ni de ustedes, ni de nadie. Porque hay cosas que simplemente no se terminan, hay cosas que son para siempre.


