"Abra Cadabra" - Presentaciones poco formales (Capítulo 1)

Hola buenas noches,

Hace un tiempo, en Facebook se me ocurrió preguntar/proponer, una especie de juego...
Este consistía en saber si os gustaría u os animarías a participar en una blog-novela por entregas, en la que pudierais decidir o actuar al estilo de esos cuentos de cuando éramos pequeños de "elige tu aventura" y a muchas os gustó la idea.

Os pregunté sobre qué, escenario, tipología, etc. y durante esta semana anterior incluso os presenté a los protagonistas partiendo de lo que escogisteis. Por lo que ya deduciréis, con todo este rollo :P -más si seguís el Facebook de una servidora y la página de autora- que todo esto viene porque... hoy es el día en que toca revelar la introducción al mundo de este historia y que conozcáis a sus protagonistas tal y como os indiqué :)

Así que sin más, os dejo con la "sinopsis" y el primer capítulo y en Facebook -página de autora AQUÍ -, que es donde se desarrollará toda la acción, os preguntaré sobre como continuar o qué os gustaría, que esperáis...  escena, personaje, lo que sea.

Espero os guste y nos lo pasemos bien que de eso es de lo que se trata ;)


"Abra Cadabra"

Phyra y Hadid Enyd no son unas brujas cualquiera, no, no… cosa que ellas desconocen y que las pondrá en medio del ojo del huracán donde hechos cometidos tiempo atrás, se entrecruzarán en su presente y futuro. Y es que tanto Bein como Jarex Axler, las necesitan para sus fines.
Enredos, maquinaciones y manipulaciones los llevaran a enfrentar sus destinos.
¿Qué podrá más, la ambición o el corazón?
Descubre todo en Abra Cadabra , blog-novela por entregas en la que tú, decides que sucedería en el siguiente paso.




Abra Cadabra
1
Presentaciones poco formales.

Bienvenidos a Mirror’s place, un suburbio de la preciosa ciudad de Manhattan, perdón, quiero decir, distrito. Hogar de brujas y todo tipo de seres. Vivimos todos aquí, a solo un paso de vuestro mundo, entre vosotros en un reflejo paralelo o no. Y sí, nos gustan vuestras series y comodidades y es que en el fondo, no somos tan distintos humanos y mágicos. La única diferencia es que bueno... para algunos sois alimento. Y para eso estamos las brujas buenas o no tanto, para hacer el trabajo de vuestra policía y que dentro de nuestro propio mundo y el vuestro, haya un mínimo de seguridad y que las normas de los ancestrales, se cumplan salvaguardando nuestra existencia y la vuestra en un equilibrio sostenible y necesario.Tenemos muchaaaaa faena, y es que a los renegados, les encanta jugar, quiero decir matar/comer. Obtener cuanto desean y saborear vuestra sangre inocente o no… disfrutan con ello, del sufrimiento, el exceso, el dolor y todo eso que ya imagináis pro parte de esos pequeños psicópatas.Pero no os asustéis, no todos son malos en esta historia ni buscan imponerse, solo os estoy presentando el lugar en que transcurre todo o casi, porque una bruja, también ha de ganarse el pan y la vida, transcurre a caballo de un sitio y otro.Adelante, pasad y poneos cómodos, porque aquí, comienza la historia... 
¡Oh, por cierto! Mi nombre es Phyra, Phyra Enyd.



El sonido de la música junto al sabor del alcohol era lo único que persistían en su embotada mente dolorida. Y es que sí, para qué negarlo… tenía una resaca de campeonato. Había pillado una cogorza de esas épicas porque no recordaba nada de nada de la noche anterior, todo un éxito teniendo en cuenta el día que había tenido así que misión cumplida en lo que a eso se refería.Con pesadez, se sentó en mitad de la cama tratando de coordinar sus acciones con una mano pegando la roja sábana de seda sobre su cuerpo desnudo y parpadeó varias veces intentando aclararse la vista.Una intensa pared decorada en rojos, negros y dorados la recibió. —¡¿Pero qué demonios…? —Se frotó un ojo incapaz de reconocer el excéntrico aunque enorme y lujoso lugar, hasta que su cabeza salió del sopor y todas las alarmas saltaron—.
¡Oh no, no, no! —Se levantó de un bote buscando una ropa que no divisaba hasta reparar en una butaca de piel a la que se acercó recogiendo el vestido al tiempo que hacía un barrido en pos de las bragas que estaban sobre una lámpara—. ¡Joder! —Se llevó la mano a la boca, maldiciendo una vez más y a toda prisa, se vistió colocándose los zapatos que encontró repartidos cada uno en un sitio distinto como el bajo de un diván y la cubitera, donde descansaban varias botellas de espumoso vacías. Se mordió la lengua en cuanto se calzó el último, helado a causa del hielo derretido a la par que mojado y se echó el rubio cabello detrás de las orejas cogiendo aire antes de enfocar la cama, con miedo.El pulso le atronaba en los oídos y temía lo que podía encontrar ahí terminando con la mandíbula desencajada al reparar en el pedazo de espécimen masculino de piel bronceada y escultural que allí descansaba. Tenía el cabello negro, cuerpo atlético de modelo y un sex-appeal innegable. —¡Madre del amor hermoso! Este se ladeó, y el aire abandonó sus pulmones cuando reparó en que había otra mujer tal y como su madre la trajo al mundo. —¡Ay, no! ¡¿Pero nena que has hecho?! —Hiperventiló saliendo de allí corriendo en cuanto él pareció empezar a retornar al mundo de los vivos. No quería que la pillase allí, ya era suficientemente bochornoso todo en sí por no decir surrealista, así que prefería huir con la cama todavía caliente que tener que dar explicaciones. Además… ¿qué había que decir, no? Era un polvo y ya estaba. Algo que no debió ocurrir pero que ya no se podía deshacer, y es que no entendía que le pasaba últimamente, pues se sentía perdida, vacía y sin fuerza.Apática era la palabra, eso o desmotivada. Corrió todo lo que pudo en la que supuso sería la dirección correcta con el estómago revuelto, y maldijo una vez más deteniéndose a punto de estamparse contra una puerta y rodar escaleras abajo.Se detuvo un instante antes de seguir como un ratón en estampida y evaluó la ubicación; abajo, tras una escalinata que giraba en media circunferencia, estaba la salida. Se obligó a dejar de admirar la opulencia que la rodeaba y lo caro que debía ser, y se obligó a trotar escaleras abajo con mayor o menor gracia. Tiró de la puerta agradeciendo que esta se abriera a la primera y respiró. —A partir de hoy se acabaron los chupitos de absenta rica, has perdido definitivamente el juicio. ¡¿Cómo has podido? ¡Idiota, idiota! Una cosa es tirarte a alguno otra desfasarte. ¡Qué vergüenza! Salió a toda prisa sorteando la escalinata, y una vez el porche de bienvenida terminó, una tromba de agua fría la recibió haciéndola ahogar un grito. Estaba lloviendo a cántaros y su pelo quedó aplastado chorreando sin compasión, empapada de pies a cabeza. Movió las manos en un gesto inútil de sacudírsela, apartándose el cabello a continuación con la poca dignidad que le quedaba y empezó a andar sin dirección alguna, abrazada a sí misma con la única idea de alejarse de allí y llegar a casa bajo ese amenazador cielo negro por completo. —Toma karma, hasta el tiempo se descojona de ti —refunfuñó empezando correr un poco sobre el resbaladizo suelo montada en los vertiginosos tacones que llevaba, maltratando sus pobres pies pero que acentuaban sus largas y torneadas piernas firmes—. Desde luego saliste a cazar —Se recriminó al reparar en su vestimenta—. ¡Genial! Simplemente genial. El móvil empezó a sonar dentro del ridículo bolso y sin mucho tiento, rebuscó en su interior hasta descolgar llevándoselo a la oreja, tratando de ver, entre la cortina de agua y cabello que le dificultaban el avance. —Phyra, ¿pero dónde te has metido? Te llevó esperando desde hace una hora. —No lo sé, estoy empapada, dolorida y en paradero desconocido. Acabo de salir huyendo de una mansión, mejor dicho de la cama de un tío impresionante y no me acuerdo de qué narices hice anoche. —¿Y cuál es el problema? ¿No has pensado en usar tú magia y romper la tormenta o algo tan simple como llamar a un taxi?  Phyra maldijo por enésima vez en esa mañana, ¡no! No había pensado en ninguna de las dos posibilidades porque estaba de los nervios, y que su amiga se lo dijera así, como si fuera lo más lógico del mundo, la hizo enfurecer consigo misma. —¡¿Qué cuál es el problema?! ¡Que yo no hago esas cosas! Había otra mujer por el amor de Dios y desconoce lo que es podarse el conejito. —Pues si que la pillaste buena ayer. —¡¿Y tú por qué no estabas conmigo?! —Se lamentó deteniéndose contra una valla de acero forjado con las puntas en forma de flor de lis pintadas en dorado, dejándose caer hasta quedar sentada en la acera, con el alma tan gris y hecha trizas como parecía serlo ese día. —¡Ay nena! Mira que lo siento, pero no es tan grave. Solo te has dado una alegría. —Sea como sea —Phyra se llevó la mano a la nuca, frotándosela—, a Hadid ni una palabra o se estará mofando de mi toda la vida. —Prometido, anda, recomponte y vete a casa. Llama a un taxi, nos vemos luego y ¡ah! Te recomiendo un buen par de aspirinas. Phyra inspiró dejando caer la mano con el móvil todavía en ella y lo lanzó de vuelta al móvil. Iba tan calada que ya no venía de ahí salvo porque empezaba a tiritar. Se levantó concentrándose y pronunciando un par de palabras, se transportó a su habitación. Se desnudó en silencio dejando la ropa por ahí tirada de cualquier manera mientras se calentaba la ducha y se metió debajo, lamentando el momento en que perdió el poco juicio que le quedaba, hasta que ella misma rompió a reír de todo en sí.Quizás se había pasado un poco con su reacción, total, el tipo estaba de toma pan y moja y oye, la lástima era no recordar la caidita de roma en condiciones. 



Bein Axler salió de entre las sombras que proyectaba la casa empapado de pies a cabeza. El agua caía a chorro de su oscuro cabello ahora pegado y aplastado sobre el rostro y no le importaba o sentía.Ni siquiera cuando las gotas caían una tras otra frente a sus ojos castaños, pues lo único que persistía en su interior era el estallido que se produjo al captarla del mismo modo en que si la propia tormenta que sacudía ese nuevo día, se desatase en su interior violenta y cruda, desencadenando un trueno tras otro.Pegado a la pared no se atrevió ni a mirar, menos si salía de esa casa, pues sabía bien lo que habría hecho con ella Jarex. Su puño, apretado, tembló e inspiró para recobrar la calma antes de entrar en la mansión sintiendo otro tipo de emoción al cruzar ese umbral. Asqueado, miró alrededor furioso de tener que acudir siempre a su llamada obedeciendo como un perro. Subió a grandes zancadas la opulenta escalinata y se cruzó de brazos en la entrada a la habitación sabiendo bien lo que encontraría.  Apoyó el cuerpo en el marco con el hombro y esperó procurando que su aspecto fuera una mera máscara inexpresiva, pues sus vísceras se sacudían y el pulso, lo ensordecía haciendo que el dolor de contener los colmillos fuera insoportable.La sangre le ardía y todavía no era capaz de encajar todas las piezas. —Buenos días hermano, yo también me alegro de verte. Y afeo que no estás de humor esta mañana —El tono jocoso y lleno de desdén de Jarex era inconfundible. Sus ojos lo enfocaron de cara al mueble bar donde estaba sirviéndose una copa tan solo cubierto por unos pantalones de tela negra, y una larga bata de seda roja con motivos orientales. En la cama todavía permanecía una mujer que se los miraba relamiéndose los labios. —¿Qué quieres ahora, Jarex? Este se giró a mirarlo divertido con un cigarrillo en la boca y aspiró acentuando sus marcados pómulos. Lo cogió con dos dedos y liberando el humo con parsimonia se acercó el grueso vaso a los labios, el abundante hielo repiqueteó y él observó el brilló del ambarino líquido. —¿Una copa? —Al grano, Jarex. No tengo todo el día. —Tienes toda la eternidad hermano —Ante su mueca, Jarex dejó a un lado la copa y se acercó haciendo ondear tras él la tela—. Está bien, necesito tú ayuda con un asunto. —Como no, ¿de qué se trata esta vez? Empiezo a estar muy harto de esto, deberías ocuparte tú de tus asuntos. —Vamos hermano, te recompensaré, bien que lo sabes. Es más, si haces esto por mi… te devolveré algo que te pertenece —Ladeó la sonrisa de un modo letal escalofriante al ir acompañado del cambio de color de sus ojos que se volvieron de un intenso rojo. —¿De qué estás hablando? —Bein se cuadró poniéndose recto en la entrada, serio.  Su aura, oscura empezó a desatarse, más imponente y amenazadora si cabía. No le gustaba nada lo que empezaba a insinuar. —Lo sabes muy bien Bein, tú talismán. —Si sabes dónde está, deberías dármelo —Lo fulminó con la mirada aplastándolo en un abrir y cerrar de ojos contra la pared, sus pies no tocaban el suelo y la mano de Bien apretó contra el cuello de su hermano que reía sin inmutarse. —Haz este trabajo y lo tendrás —Su tono fue puro acero. —Debería aplastarte sin más. —Hazlo, hermano. Inténtalo si quieres. Será divertido ver como lo pruebas —Lo retó ignorando los gritos de la mujer que se había alzado en la cama aterrada—. Detenla tú o lo haré yo. No hizo falta decir más, ambos sabían bien a que se refería y mucho antes de que la pobre pudiese llegar a la puerta, Bien la retuvo de un brazo. Tiró de ella hacia su cuerpo y sus ojos capturaron los suyos. La respiración acelerada, iba al mismo ritmo frenético de su pulso que golpeaba contra la vena del cuello sin embargo, sus pupilas se dilataron presas en las de él. —Tranquila, será rápido —musitó con voz sugerente y sus colmillos, se hundieron en la tierna carne. La sangre, caliente, fluyó y al poco la muchacha caía laxa y sin vida sobre el frío desmadejada como una muñeca rota.  Un reguero se deslizó por su comisura y Bein se giró cara a su hermano que permanecía en el mismo lugar donde lo dejó. Se pasó el puño por los labios arrastrando la mancha que se limpió y de nuevo, esperó. —No te hagas el digno, lo disfrutas tanto como yo. —No tienes ni puñetera idea Jarex, ahora habla antes de que pierda la paciencia, porque si averiguó que tuviste la más mínima implicación te juro que… —dejó fluir la amenaza implícita en el aire. —Me hieres, hermano —Se llevó la mano al corazón teatralmente—. Es lo mejor que te podría haber pasado, mírate. Bein gruñó para atajar. —Está bien, mira que eres aburrido. Necesito ayuda con cierta… bruja. El ceño de Bein se frunció ladeando al cabeza, contrariado. —Por fin capté tú atención —Celebró—. Necesito que estés cerca de ella y averigües cuanto puedas. Podría ser una de las elegidas y si es así, tener en su poder algo que necesito y que podría ponernos en peligro o darnos la clave de todo. No es tanto lo que te pido a cambio de lo que puedes obtener. —¿Por qué no hacerlo tú mismo si tan importante es? —Porque te necesito a ti y Lucifer me ha encomendado algo más que debo atender sin demora. Vamos hermano, no confiaría esto a nadie más —Llevó una mano a la nuca de este pegando la frente a la suya—. Juntos tendremos la gloria. —No es gloria lo que yo busco. —Lo sé. Piensa pues en lo que recuperarás, es más, tras esto no te pediré nada más. Bein se apartó dándole la espalda deteniéndose frente a la puerta mirando de refilón el cuerpo que seguía olvidado en el lustroso suelo, y se presionó el puente de la nariz. —La última Jarex —Se alejó de allí lo más rápido que pudo sin ver la sonrisa de satisfacción de este que se dejó caer en el butacón pasando una pierna por encima de la otra, echando un buen trago al whisky. —¿La has captado, no? —Alzó la voz antes de que su hermano pudiera abandonar la mansión. Él no contestó, se limitó a golpear la puerta cuyo cristal se rompió en pedazos alejándose de allí de una vez por todas antes de hacer algo de lo que se arrepentiría después, sin entender porqué siempre acababa cediendo. 


  Jarex saboreó los coletazos de la rabia de Bein y miró el cuerpo de la chica sin emoción alguna. —Que desperdició —Chasqueó la lengua y con un solo movimiento de su dedo, las llamas envolvieron el cadáver haciéndolo desaparecer. Se frotó el mentón y bebió otro poco recuperando el cigarrillo olvidado en el cenicero cuyo humo se retorcía llenando la estancia.Había sido una suerte el encontrarla por pura casualidad, había disfrutado de su cuerpo como con ninguna otra y mejor fue cuando descubrió la verdad. Cuando Lucifer lo llamó de madrugada y acudió a su lado este fue quien le hizo ver la realidad.  —Que olor tan embriagador —dijo él y ahí, todo encajó como si una vez lejos de ella pudiera ver con claridad. No había notado nada en ella, llevaba oculta su esencia de un modo que lo burló hasta a él sin embargo, la atracción que ejercía y ese aspecto… mmm le hizo la boca agua y él, siempre obtenía lo que deseaba de un modo u otro.Solo tuvo que usar algún que otro truco con el alcohol y todo salió a pedir de boca por mucho que ella no huebra querido.Nadie lo descubría nunca, su máscara funcionaba a las mil maravillas permitiéndole disfrutar de lo lindo. Lástima que se le escapase nada más despertar, de todos modos, así sería mucho más divertido. La caza había comenzado y por fin, su plan, estaba más cerca que nunca de convertirse en realidad.Si ella era la bruja que buscaba, el mundo entero acabaría bajo sus pies y Lucifer, enterrado para siempre siendo solo historia. Se levantó disfrutando de lo que ya casi rozaban sus dedos y se desnudó, era hora de trabajar y tenía mucho que hacer. 


Cuando el timbre sonó la cabeza todavía le estallaba. Estaba con el brazo tendido sobre la mesa y la cabeza encima sin enterarse de lo que parloteaban Iria y su hermana que estaba terminando de preparar las infusiones. —Menuda juerga se corrió esta anoche, al menos a mi me sentaba mejor —Se burló Hadid. —Tú mejor no hables, todas conocemos tú pasado erótico festivo —resopló sin fuerzas—. El timbre está sonando. —Ahora voy, mira que esta gruñona. Te sienta muy mal la resaca hermanita, búscate ya un tío que te saque las telarañas a ver si te relajas. —Mira quién habla. —Que yo no quiera saber nada de hombres no quiere decir que tú tengas que seguir soltera toda la vida. —Para lo que sirven… —Phyra, para ser una bruja del corazón una cabezota. Aunque sea una sola vez en la vida has de sentir lo que es el amor. piensa en… —¡Sí, ya lo sé! Me lo has dicho miles de veces —La cortó antes de que pudiese seguir—. ¡Soy un desastre! Y no doy una, no elijo nada bien. No tengo suerte con los tíos aunque eso parece un mal común en esta familia y haz el favor de abrir de una vez —Se llevó las manos a la cabeza al volver a escuchar el insistente timbre. —Ya voy yo —Iria, su mejor amiga se dirigió hasta la puerta que se abrió y al poco esta reapareció acompañada de su jefe. —¡Jefe! Buenos días —Lo recibió Hadid—. ¿Desayuna con nosotras? Justo estaba terminando de prepararlo. —Henry, ¿qué hace aquí? ¿Ocurre algo? —Phyra se sentó con corrección enseguida mirando preocupada al hombre.  Que fuera allí un sábado y a esas horas no podía significar nada bueno o eso le decían sus embotados sentidos de bruja. —Me temo que sí chicas, y es serio. Hace mucho que debería haberos contado esto pero creí que podría protegeros. Hadid se sentó a plomo en una de las sillas con la tetera en las manos e Iria miró a ambas hermanas. —Será mejor que os dejé solas, si me necesitáis ya sabéis donde estoy. Hasta luego —Se inclinó hasta Phyra dándole un beso en la mejilla, despidiéndose de Henry. Una vez la puerta se cerró, el silencio ensordeció a Phyra o eso creyó porque por un segundo, no escuchó nada salvo su propio pulso. —Suéltalo Henry —Hadid fue la primera en hablar. —Cómo sabéis ha habido varias muertes en los últimos días y no tenemos ninguna pista sobre el autor o autores.  —Sí claro, lo sabemos —Phyra se lo miró sin seguirle, eso era algo que ya sabían y que los tenía a todos en la comunidad en alerta, preocupados y algo asustados por esa escalada de violencia entre los suyos pues parecían que los ataques, en vez de centrarse en los humanos que protegían, se cebaba en los suyos. —Lo que os oculté es que todas las víctimas tienen algo en común —Las estudió antes de continuar—, todos eran elegidos por el espíritu como vosotras y… Se le veía apurado, y que no sabía cómo decir aquello. —¿Y, Henry? —Lo instó Phyra poniéndole una mano sobre las suyas que tenía recogidas la una sobre la otra en la mesa. —Os oculté sus identidades por un motivo, y es que están vinculados a vosotras, todo lleva hacía… —¿Estás diciendo que nos señala como culpables u otra cosa? —Hadid sacudió la cabeza. —Sois los objetivos, quien sea busca algo y todo apunta a que irá a por vosotras —Las miró apenado. Hadid se levantó del sitio dando una vuelta sobre si misma con las manos en la boca y buscó los ojos de su hermana que volaron hacia los suyos con una muda suplica d perdón en la cara. —Está bien Henry, tranquilo. Estamos avisadas, tendremos cuidado —Phyra trató de conservar la calma. —No, no lo entendéis pero como os conozco y sé que no vais a querer dejar el trabajo, os he pedido protección. No hay discusión al respecto, así que en breve os mandaré a uno de los chicos de la Sombra roja. Estos eran hombres y mujeres entrenados en las artes más letales y peligrosas. Asesinos despiadados y fríos casi sin alma o escrúpulos, solo con un código, proteger y servir. Eran los mejores activos que existían, fieles al código, leales a los antiguos y al espíritu; protectores de la magia y Phyra estuvo a muy poco de formar parte de ellos de no ser por su hermana. No podía dejarla sola.  Inspiró cogiendo aire y asintió. De nada le servía protestar, Henry solo se preocupaba por ellas, quería protegerla y les había ocultado información vital pero lo entendía. Él era lo más similar a un padre que habían tenido o recordaban tras el fallecimiento de los suyos a muy tierna edad y no podía culparlo. A fin de cuentas se lo acababa de contar, así que se pasó las manos por la cara, todo se complicaba una vez más y lo único que veía si miraba más allá era rojo, el rojo de la sangre y la amenaza de la muerte tras la nuca.Siempre había sido así para su familia y desconocía el motivo de porqué iban siempre tras ellos. Siempre la codicia, la ambición, el poder… lo odiaba con todas sus fuerzas y nada podía hacer contra lo que era. Cerró los ojos para aquietar su estado y no alterar a Hadid y cerró la mano alrededor de la taza, pues todo se diluía a su alrededor. 



Bein sonrió despiadado oculto en la invisibilidad y desapareció. Lo había escuchado todo y ahí, tenía su mejor opción para entrar en esa casa, a fin de cuentas, nadie mejor que él un protector, un sombra roja y… algo más. Satisfecho, anduvo en dirección a casa pues por una vez, parecía que el destino, se le ponía de cara facilitándole la tarea. Aquello iba a ser más sencillo de lo que imaginaba y pronto, muy pronto, podría volver a ser él al completo.


Horas más tarde, noche del sábado

El día había pasado turbio, pesado. La lluvia persistía resistiéndose a abandonarlos pero ya poco le importaba, estaba siendo una noche horrible y cansada de no dar con nada y de que los avisos, permaneciesen en silencio, Phyra decidió entrar en el Point, el único pub de Manhattan que acogía tanto a humanos como a mágicos bajo el velo de la ignorancia de los primeros, disfrazando algunos brebajes y decoraciones de excentricidades o arte moderno. Se acercó a la barra pidiendo a Sam y permaneció allí hasta que su instinto, se activó. Salió al frío de la noche, arrebujándose en su chaqueta y escuchó el silencio del viento impregnado en muerte.Una sirena sonaba a lo lejos y las luces, parpadearon.Centró sus sentidos y con rapidez, se internó en uno de los callejones cercanos preparándose. No llevaba un arma como los policías humanos pero tenía sus propios medios. Ajustó los ojos a la reinante oscuridad y avanzó despacio, había un primer cuerpo a un lado, cerca de sus pies, desangrado y con marcas de dientes. Siguió pasándole por encima y encontró un segundo, tarde también. Avanzó manteniendo la calma y al fondo, divisó un cuerpo encorvado sobre otro tendido en el suelo. —No te muevas, suéltalo. —¿En qué quedamos, lo suelto o no me muevo? No es lo que crees. Bein se alzó soltando al humano inerte y se giró cara a ella procurando controlar el restallido que volvió a sentir en su interior, con las palmas alzadas. Imponente y sexy como era, tranquilo y controlando el escenario. Phyra dio un paso atrás, confusa, mirándoselo con el ceño fruncido y el aliento entrecortado.Era un tipo alto, de oscuro cabello negro y ojos castaños. Sus facciones eran definidas y masculinas, rectas. Algo de bello bien cuidado y unos labios a los que solo les faltaba el cartel de bésame, junto a ese cuerpo de infarto sin embargo… vampiro.Sus alarmas se lo gritaban, eso sin contar con que la punta del afilado colmillo se percibía bajo su golosa boca, todo él irradiaba un aura apabullante y atrayente. Su aspecto era el de un irresistible caballero elegante y refinado. Inteligente y peligroso a la vez, un depredador astuto que no dudaría en usar cuanto tenía a su alcance para hacerse con su presa. De Todos modos, sus ojos no dejaban de registrar lo que la rodeaba y a él, ni una mancha de sangre, nada. Ni siquiera en sus dientes o motas en sus ojos. —Sí, claro. Por eso no estabas volcado sobre una víctima y tienes los colmillos fuera. —Acabo de toparme con ello al igual que tú, puedes comprobarlo. —Y un pepino con patas, no soy tan estúpida de tragarme eso —Movió la sanos creando unos diminutos rayos al verlo dar un paso al frente—. No te acerques. —Mira, Phyra. Dudo que seas estúpida pero te esperaba algo más despierta como para soltar otra obviedad así. —¿Cómo sabes mi nombre? —Fácil, venía en tú busca. Me envía Henry —Se metió las manos en los bolsillos con toda la parsimonia del mundo y ella retiró los rayos incapaz de creerlo, al tiempo que él sonreía en secreto gracias a la penumbra recordando lo fácil que había sido manipular la mente del hado, aunque con el alcance de su familia y siendo quien era, no es que le hubiera hecho mucha falta tampoco. —Imposible, él no enviaría a… a… —¿Alguien como yo? No veo a nadie más. Desapareció en un abrir y cerrar de ojos, atravesando el pecho del vampiro que aparecía tras ella a puño descubierto y arrancó el corazón. Sesgó la cabeza del mismo y en un movimiento todavía más rápido, prendió fuego al tipo. Ella parpadeó en shock y lo observó limpiarse las manos disgustado con las manchas de la ropa. —De nada preciosa, ahí tenías a tú culpable. —¡¿De nada?! ¡¿De nada?! ¿pero tú que te crees? Debía llevarlo vivo al consejo. ¡¿Y cómo lo sabes?! —¿Por los regueros de sangre y su hedor? Vamos, dejan un olor inconfundible, estaba corrompido del todo, no quedaba nada. —No eras tú quien debía decidirlo. —¿Tenías ganas de morir o hacerle de entretenimiento esta noche acaso? —La acorraló contra la pared en dos zancadas. Ella se pegó a esta tiesa como un ajo, humedeciéndose los labios, el pulso no dejaba de atronarle y algo extraño se sacudía en su interior incidiendo en la magia de sus huesos. —Estás demasiado seguro de que me habría convertido en su cena. —Bueno, es una apuesta que ya no podremos adivinar a menos que quieras repetir —La examinó terminando en su cuello. Ella trago, y él subió sus ojos de la carótida con dos lunares a sus labios suaves y llenos, perfectos así como su precioso rostro redondeado. Esa chica era sin duda un sueño húmedo hecho realidad sin embargo, no podía perder de vista su objetivo pro lo que no liberó su mirada incrementando el tono de sus ojos castaños que se aclararon al contrario que ocurrió con los azules de ella, cuya pupila, se dilató. —¿Por qué te buscan? —Su voz fue profunda y ronca al hablar. Phyra rompió a reír y la contradicción fue evidente en el rostro de él, confusión, cabreo… —Tus trucos de control y manipulación no sirven conmigo, vampiro —Lo empujó pese al arco eléctrico que partió de su dedo al entrar en contacto con él, apartándose de su cárcel de carne y cemento. —¡¿Cómo?! —Estaba desconcertado de verdad, era la primera vez que sus habilidades fallaban y eso no había sucedido jamás—. ¿Vampirito, en serio? ¿Tú me has visto bien? —Se señaló torciendo con arrogancia la sonrisa. Se sabía de sobras deseable y una fuerza de la naturaleza. —Ya veo que no tienes abuela —Se cruzó de brazos, hinchando un moflete con la lengua. —Vale, está bien. No hemos empezado con muy buen pie, déjame arreglarlo de algún modo y empecemos de nuevo. Me presentaré —Cogió su mano con galantería—. Soy Bien Axler, miembro real de los Sombras rojas. —¿Real? —Parpadeó una vez más sobrepasada. —Lo que va tras vosotras es muy peligroso y debemos averiguar porqué. Nuestra obligación es proteger a los designados por el espíritu y por eso me han enviado a mi, al peor de todos ellos. —El mejor querrás decir. —Un monstruo para otro monstruo. —Ya claro, ¿oye, tratas de meterme miedo? Porque no lo consigues rico y te recuerdo que soy yola que va a tener que pasar cuentas por lo que tú has hecho. —Negativo, yo soy la autoridad aquí así que ahora moverás ese trasero y lo pondrás dirección a ese coche de ahí —Señaló un flamante Tesla X negro. —Esto no va a funcionar. No, en ese plan. —¿Piensas atacarme? Inténtalo —Sonrió. Ella le sonrió con desdén y chasqueando los dedos, desapareció delante de sus narices. Phyra trastabilló al reaparecer en la puerta de casa y gritó al encontrarse a Bein apoyado en una pose indolente en esta, con un brazo extendido con el que se sujetaba a la madera, y un pie cruzado sobre el otro. —¡No! ¡corcholis! ¡¿Cómo has hecho eso?! —¿El qué? —dijo como si nada sin perder la sonrisa—. Por cierto, bonita cola, nena —Señaló la cola felina que se movía tras ella que enrojeció, tratando de cubrirla inútilmente con las manos. —Otra vez no… —Parece que aquí la brujita no tiene mucho control sobre sus poderes. —¡Vete a la… a la… ! —Se trabó intentando dar con la palabra adecuada sin soltar un taco—, ¡porra! —Hizo un sonido de satisfacción consigo misma cruzando los brazos. Bein rio sin poderlo evitar. —Que mona, no puede decir a la mierda. —¡Y tú no has respondido, sanguijuela! —Ah, que no te has dado cuenta —Sonrió soberbio y le abrió la puerta haciéndole un gesto con la mano refinado para que pasase—. Entra por favor. —Bien, no estás invitado —Pasó cerrando la puerta frente a sus narices sin siquiera tocarla y entró rezongando hasta donde estaba Hadid. —¿Pero qué pasa?  —Es insufrible. —¡Woow! ¡¿Y este de donde sale?! esta muy bueno —Hadid se llevó una fresa a los labios sin quitarle ojo de encima a Bien que esperaba en mitad de la entrada a la cocina. —¡¿Pero qué?! —Phyra se giró poniendo las manos en forma de garra, exasperada—. ¡Esto es increíble! ¿Cómo has entrado? —Fácil preciosa. —Es brujo, y vampiro —Soltó Hadid sentándose en uno de los taburetes hundiendo el dedo en el bote de chocolate y que se llevó a continuación a la boca engullendo otra fresa. —Premio para la minina. Encantado guapa, soy Bein, vuestro protector. —Miau, me da que vamos a pasárnoslo muy bien —Se lo miró divertida con ojos hambrientos. —¡Ni hablar! No se toca, Hadid —Phyra siseó girando hacia su hermana. —Uuuuh, creo que le has causado impresión si saca las uñas. —¡No! Vampiro malo, no hay más. Hadid la ignoró guiñándole el ojo a Bein que no dejaba de sonreír divertido, sin perder de vista en ningún momento a Phyra que exasperada, volvió a medio gruñir yendo directa hacia la escalera que daba acceso a las habitaciones de la parte de arriba, dejando una estela de ese olor que tanto lo alteraba y una estela de rubio cabello tras ella.



Novela registrada Safe Creative Nº 1709283622808
¿Qué os ha parecido, qué esperáis que suceda o que os gustaría descubrir a continuación? Por cierto, subiré a poder ser, un capítulo por semana ;)

Saludos,

Leila
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Published on September 28, 2017 14:24
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