"Abra Cadabra" Segundo capítulo
Hola buenas noches,
Un poquito tarde pero llego. Tal y como dije ayer en Facebook, siento no haber podido subir el capítulo el viernes pero ha sido un semana dura de trabajo, llegaba muy tarde a casa y con la mente frita -eso sin mencionar que los musos se largaron- y no daba para más, además que he estado algo indispuesta de salud, pero vamos allá ;)
Espero os guste:
2
No podía ser, es que no podía ser, se repetía una y otra vez sin dejar de andar de una esquina a la otra de su habitación, echándose con las manos atrás el cabello que quedó aplastado bajo estás. Miró hacia la cama donde había quedado tirado el bolso con medio contenido volcado sobre las sábanas, y se detuvo al ver el móvil asomando con timidez. Se acercó con decisión y cogiéndolo; marcó esperando con impaciencia el tono y que por supuesto, su interlocutor, lo cogiera.Una vez la línea fue descolgada, lo soltó a bocajarro. —¡Henry! ¡Ya estás viniendo hacia aquí ahora mismo! —Pero Phyra, calma… Al pobre hombre le fue inútil seguir hablando o intentarlo siquiera porque lo interrumpió sin compasión, cosa muy extraña en ella que era la máxima expresión de la calma y la elegancia. —¡No Henry! ¡Ya! —Alzó la voz al mismo tiempo en que un descomunal rayo caía en el exterior seguido del estruendo del trueno que hizo estremecer la ciudad entera desde sus cimientos. Soltó el aparato sin esperar más y desvió la vista a sus manos que temblaban, la magia chispeaba entre sus dedos y alterada, bajó al trote las escaleras al oír como Hadid la llamaba. Tal y como imaginó, estaba al final de la escalera mirando hacia arriba y junto a ella se encontraba un estupefacto Henry, rodeado por los restos del poder que lo había trasladado hasta allí, arrancándolo de su casa o más concretamente de la cama, pues iba enfundado en un cómico pijama de tela a rayas, descalzo y una mascara de dormir, colgando del cuello. Solo le faltaba un gorrito y ya estaría el look completo. El hombre miró el chispeo dorado que empezaba a disiparse como bruma deshaciéndose sobre sus brazos, para seguido plantar sus ojillos sobre la culpable de aquello. Una que se frotaba la nariz sin darse ni cuenta a causa del picor que notaba, moviéndola de un lado al otro, inconsciente de los bigotes y las orejas gatunas que le habían aparecido a juego con la cola que persistía. Hadid, al verla, rompió a reír sin poder parar casi doblada sobre ella misma y Phyra, enfurruñada, sin comprender el ataque de hilaridad que parecía afectar a los presentes cuando empezó a soltar su discurso, se detuvo cada vez más enfadada. Henry, que hacía esfuerzos por parar terminó estallando en carcajadas y Hadid tiró de ella hasta colocarla frente a un espejo. —Si es que… menuda una has liado Phyra. Deja que te devuelva a la normalidad anda. Ella avergonzada, dejó caer la cabeza favoreciendo que el cabello le tapase la cara. —No, déjalo. Los efectos se irán enseguida —suspiró dirigiéndose a la cocina donde se dejó caer en una de las sillas tratando de recobrar la calma. No podía estar así por ese impresentable y mucho menos dejar que la afectase. Simplemente no entendía que le pasaba desde hacía días. Todo era extraño y se sentía perdida, rota por dentro entre muchos otros sentimientos que le parecían descabellados pues no estaba sola ni vacía en si, pero… algo le faltaba o fallaba. Quizás solo estuviese cansada…Esas pesadillas que siempre la habían acompañado en sus diversas vidas persistían, y creía que no podría soportarlo más, ya no porque sentía que su ser, su instinto trataba de gritarle algo que se le escapaba.Y es que la muerte, era algo conocido para ella. La sentía como una amiga que siempre la acompañaba, alguien que comprendía su interior y al conocía, que la acariciaba y abrazaba cuanto más caía y siempre estaba ahí, invencible y persistente. Indeleble e inmutable hasta el fin de los días. Y de todos modos, seguía temiendo dormir, los sueños… sin embargo, al mismo tiempo, encontraba un extraño bálsamo dentro de ellos, en esos en que aparecía esa figura que nunca conseguía ver salvo una marca, un extraño tatuaje que aunque tenía algo inquietante y conseguía erizar su piel, la atraía de un modo incomprensible. La llamaba y era, hermoso.Sentía la vibración de su poder y como la llenaba hasta alejar todo el dolor de los recuerdos y la maldad del mismo modo en que si hubiese regresado a casa, a un lugar seguro y lleno de calor, de un amor profundo y nuevo, perpetuo y antiguo.Lo malo era que por mucho que trataba de recordarlo al despertar, encontrarle un sentido o el significado a esa marca, no lograba dar con nada.A fin de cuentas, no era más que su subconsciente, una mala pasada de su imaginación que trataba de hallar el modo de salir de ese bucle de apatía o pena que la acompañaba, de esa desazón que la desquiciaba empujándola a hacer tonterías como las de la noche anterior y darle la solución a lo que su mente no conseguía resolver durante el día.Ella no era así, solo trataba de sentir, de alejarse de lo que fuera que la perseguía y vivir, tratar de ser feliz y se le escurría de las manos al igual que lo hacían las pesadillas y sueños con la luz del alba.Dormir era una tortura y ya nada servía.Despertaba aturdida, empapada en sudor, chillando, sin aire e incluso a veces, cubierta de sangre o con la sensación de sentir reptando por su piel los restos de la oscuridad y un regusto amargo en la boca que revolvía su estómago. Apoyó la cara en las manos con los mofletes hinchados y alzó los ojos hacia Henry a la que se sentó a su lado, cogiéndole las manos. —Lo siento —dijo compungida. —¿Qué ocurre Phyra? —Eso es lo que pasa —Señaló con la palma abierta a Bien pues era lo único que podía argumentar sin preocuparlos. El hombre lo miró con calma, sacando unas pequeñas gafas redondeas del bolsillo y se centró en ella. —Es un gran guardián cielo, el mejor que existe y ha velado por nuestra organización desde hace siglos. Él os protegerá de lo que venga. —¿Y qué es Henry? ¿Qué más nos has ocultado todo este tiempo, eh? En verdad se sentía engañada, desamparada y la lluvia, furiosa, impulsada como un vendaval impactó contra la casa y las contraventanas golpearon con ímpetu creando astillas.
—Phyra, deberías relajarte —Hadid se le acercó desde atrás, poniéndole las manos en los hombros. —Estoy calmada —Se defendió molesta. —No lo estás, mira fuera —Le apartó con ternura un cabello atrás, hablándole con suavidad. Ella obedeció acercándose hasta la ventana que daba en frente del fregadero de la cocina. —¿Lo estoy provocando yo? Hadid asintió en cuanto la miró. —Sí, cielo. —Pero… ¡¿cómo?! No estoy haciendo nada, no soy consciente —Se agobió empezando a ahogarse, le costaba respirar y el pecho le dolía—. ¿Qué me pasa? —Buscó el apoyó de su hermana que la cogió de los brazos, preocupada al oír como las vías empezaban a cerrársele. Phyra intentó llevarse una nueva bocanada pero no era capaz, la luz se oscurecía a su alrededor y sabía que llegaba la inconsciencia, y con ella, el horror. La agonía aumentó y todo, desapareció dejándola solo con la visión del puñetero vampiro que la atrapó antes de caer con rostro oscuro.
Bein la depositó con suavidad sobre el sofá tal y como le indicaron y se quedó a un lado mientras veía ir y venir a uno y otro de la cocina al salón, pasándose las manos por la barbilla, pensativo, tratando de alejar la sensación que persistían tras haber vuelto a sentir su piel. Que era ella no le quedaba duda alguna, y empezaba a comprender por qué su hermano las buscaba y no le hacía ninguna gracia a pesar que ambos, a su modo egoísta, querían usarlas para uno u otro fin y no le gustaba. No cuando… ¡no! No quería ni pararse a pensar en las implicaciones ni analizar sus emociones.No cuando tenía a Jarex tras él tirando para que acudiera mientras seguía ahí, pegado a la fría pared sin poder apartar las pupilas de la bruja.Que tenía genio no le había quedado duda, carácter lo mismo. Lo que le preocupó fue lo que sintió en cuanto ese ataque empezó dejándola inconsciente. El olor que lo acompañó y lo que pudo percibir.Se concentró más en ella y la examinó cerrando los ojos queriendo negarlo de algún modo y así no hacerlo real, pero sería mentirse. Podría usarlo en su beneficio pero le parecía rastrero hasta para él. Sí, tenía un fin pero siempre había sido un hombre de honor leal a su misión, una que había quedado inserida en él desde que nació y ocultó a la comunidad entera salvo lo que todos necesitaban saber. Había tenido preparado un preciso ataque muy oportuno por si ella seguía insistiendo en que Henry hablase y al final, no había sido necesario. Al menos no de momento. Suspiró sintiéndose fuera de lugar y desconcertado al mismo tiempo y aprovechó que seguían ocupados para desaparecer y así alejar aquel hormigueó insistente que lo crispaba porque además se sentía inútil por no poder nada.Sobraba allí y no debería estar dejándose arrastra así por sus emociones, no debería sentir nada en absoluto y permanecer frío como siempre, pero no…En seguida dio con su hermanastro, este estaba en medio de una carnicería limpiándose como si nada, la sangre de la cara con un pañuelo, y los pantalones a medio abrochar. —Por fin apareces, lástima que tardases tanto. Te podrías haber unido a la fiesta. Bein no se preocupó en ocultar el rojo de sus ojos pues sabía que Jarex lo tomaría solo como sed o algo peor, así que solo tubo que controlar el que su cara no reflejase el asco o la repulsa por lo que allí había hecho su hermano.Parecía mentira que pudieran compartir algún tipo de gen pero por desgracia así era, y tenía asumido que Jarex era un hijo de perra astuto y rastrero capaz de todo. Vendería a cualquiera mientras él saliera beneficiado, incluso era capaz de arrancar el corazón de su propia madre.Era un maniático homicida psicótico, sádico al que le encantaba el lujo, el dolor y el sexo sin contar los excesos. Era una verdadera lástima que el resto del mundo no pudiera traspasar la máscara que utilizaba y no pudieran ver al verdadero demonio que era, su aspecto real. —¿Has podido entrar? —¿Acaso lo dudabas? Ha sido tan fácil que hasta da risa, le quita toda la gracia al asunto. —Bien, tenlas controladas y averigua si tienen el libro. —Te la tiraste… —¡Uh! Directo —Hizo una mueca de diversión—. Sí, lo pase realmente bien. No sabes todas las cosas que hice con ese cuerpecito que tiene. Una verdadera delicia —dijo disfrutando pues sabía lo mucho que aquello podría llegar a molestarle—. Creí habértelo mencionado ya la primera vez, tiene mucho talento en esa boca, y como folla —Se llevó la mano al paquete—. No me importaría repetir. —¿Lo hiciste tú, no? —Matiza hermano, hago demasiadas cosas. —Tú la mandaste por mi, tú hiciste que me mordiera y me robase parte de mi poder, mi talismán. Nadie más que tú sabía cómo lograrlo. Jarex no dijo nada. —Y ahora empiezo a comprender por qué… —No me culpes —Alzó las manos divertido—, siempre te ha faltado ambición, te he echo grande y tú sigues lloriqueando. ¡Deja el supuesto buen camino! Esto es mucho mejor, más placentero y divertido te lo aseguro. Deja de cargar con falsos sacos de piedras. Deja la moral y todo ese rollo, no te pega. ¡Vamos hermanos! Podemos dirigir este cotarro, sería la bomba, solo imagínalo, tu y yo al mando de esto esto. —Vete al infierno. —Encantado gracias —Rio—. A fin de cuentas, estás atrapado ahí, ¿no? Vete si quieres, pero sabes tan bien como yo, que eres tan mezquino como yo y quieres lo que esas brujas pueden otorgarte. —Cuando te canses de oírte ya avisarás. Ahora tengo trabajo que hacer —Le dio la espalda. —Por supuesto. ¡Ah! Ten cuidado; tiene las uñas largas —dijo con doble sentido antes de que se largara con cara de pura satisfacción insana y malvada. La furia hervía densa dentro de él así como el hambre y no era una combinación buena en un ser como él, así que antes de dejarse llevar y revelar algo que no debiese, se esfumó.
Se trasladó frente a la casa dejando que el agua lo empapara y una vez más, la imagen de Phyra en ese callejón apareció frente a sus ojos recreando sus movimientos. La sensación de su poder y lo que le provocó al verla desafiante dispuesta a liquidarlo y sí, le quedaba claro que una sola mirada suya podía aniquilarlo o atraparlo para siempre. Esa mujer podía controlar su cara pero no así la expresividad de sus ojos con una salvedad, desde que él apareció, parecía que su templanza se había esfumado.De todos modos él veía la verdad, la coraza que usaba; ni era tan tranquila ni alegre como se veía, o al menos ahora porque podía palpar su aura impregnándose con su tristeza, con una carga que llevaba y no llegaba a comprender y que no era más que la que él ya había asumido, servía a la muerte y con él tiempo, se aprendía a amar parte de su magia y encanto.Su poder era único y peligroso pero; tan especial…Debería emplearse a fondo si pretendía que confiase en él hasta el punto de poder averiguar cuanto necesitaba y eso, por primera vez en siglos, lo inquietaba porque no sabía si sería capaz de salir indemne, porque por muchas escudos que pusiese, ella era la única persona que podía afectarlo y lo desease o no, no podía dar marcha atrás sino enfrentar su destino rezando por estar a la altura.Llevaba toda la vida preparándose para ello, para lo que se avecinaba y lo que más temía no era no vencer o cumplir era fracasar a nivel personal, a no estar listo como hombre a que todo fuera un desastre al saber la verdad.Con o sin al verdad, lo acusaría, lo culparía y podía acabar fuera y necesitaba estar ahí o todo se iría al traste para siempre.
Era demasiado lo que había en juego y ella… era vulnerable pues una fuerza más poderosa y oscura que cualquier magia, podía acabar con la partida antes de tiempo si él fallaba.
Y ahora para finalizar, os pregunto... ¿Qué queréis que pase en el siguiente capítulo? Ya sabéis, las respuestas en la entrada de Facebook, en la página de autora ;) y para hacerlo fácil, pinchando AQUÍ.
Gracias y hasta el próximo viernes si todo va bien.
Saludos,
Leila
Un poquito tarde pero llego. Tal y como dije ayer en Facebook, siento no haber podido subir el capítulo el viernes pero ha sido un semana dura de trabajo, llegaba muy tarde a casa y con la mente frita -eso sin mencionar que los musos se largaron- y no daba para más, además que he estado algo indispuesta de salud, pero vamos allá ;)
Espero os guste:
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No podía ser, es que no podía ser, se repetía una y otra vez sin dejar de andar de una esquina a la otra de su habitación, echándose con las manos atrás el cabello que quedó aplastado bajo estás. Miró hacia la cama donde había quedado tirado el bolso con medio contenido volcado sobre las sábanas, y se detuvo al ver el móvil asomando con timidez. Se acercó con decisión y cogiéndolo; marcó esperando con impaciencia el tono y que por supuesto, su interlocutor, lo cogiera.Una vez la línea fue descolgada, lo soltó a bocajarro. —¡Henry! ¡Ya estás viniendo hacia aquí ahora mismo! —Pero Phyra, calma… Al pobre hombre le fue inútil seguir hablando o intentarlo siquiera porque lo interrumpió sin compasión, cosa muy extraña en ella que era la máxima expresión de la calma y la elegancia. —¡No Henry! ¡Ya! —Alzó la voz al mismo tiempo en que un descomunal rayo caía en el exterior seguido del estruendo del trueno que hizo estremecer la ciudad entera desde sus cimientos. Soltó el aparato sin esperar más y desvió la vista a sus manos que temblaban, la magia chispeaba entre sus dedos y alterada, bajó al trote las escaleras al oír como Hadid la llamaba. Tal y como imaginó, estaba al final de la escalera mirando hacia arriba y junto a ella se encontraba un estupefacto Henry, rodeado por los restos del poder que lo había trasladado hasta allí, arrancándolo de su casa o más concretamente de la cama, pues iba enfundado en un cómico pijama de tela a rayas, descalzo y una mascara de dormir, colgando del cuello. Solo le faltaba un gorrito y ya estaría el look completo. El hombre miró el chispeo dorado que empezaba a disiparse como bruma deshaciéndose sobre sus brazos, para seguido plantar sus ojillos sobre la culpable de aquello. Una que se frotaba la nariz sin darse ni cuenta a causa del picor que notaba, moviéndola de un lado al otro, inconsciente de los bigotes y las orejas gatunas que le habían aparecido a juego con la cola que persistía. Hadid, al verla, rompió a reír sin poder parar casi doblada sobre ella misma y Phyra, enfurruñada, sin comprender el ataque de hilaridad que parecía afectar a los presentes cuando empezó a soltar su discurso, se detuvo cada vez más enfadada. Henry, que hacía esfuerzos por parar terminó estallando en carcajadas y Hadid tiró de ella hasta colocarla frente a un espejo. —Si es que… menuda una has liado Phyra. Deja que te devuelva a la normalidad anda. Ella avergonzada, dejó caer la cabeza favoreciendo que el cabello le tapase la cara. —No, déjalo. Los efectos se irán enseguida —suspiró dirigiéndose a la cocina donde se dejó caer en una de las sillas tratando de recobrar la calma. No podía estar así por ese impresentable y mucho menos dejar que la afectase. Simplemente no entendía que le pasaba desde hacía días. Todo era extraño y se sentía perdida, rota por dentro entre muchos otros sentimientos que le parecían descabellados pues no estaba sola ni vacía en si, pero… algo le faltaba o fallaba. Quizás solo estuviese cansada…Esas pesadillas que siempre la habían acompañado en sus diversas vidas persistían, y creía que no podría soportarlo más, ya no porque sentía que su ser, su instinto trataba de gritarle algo que se le escapaba.Y es que la muerte, era algo conocido para ella. La sentía como una amiga que siempre la acompañaba, alguien que comprendía su interior y al conocía, que la acariciaba y abrazaba cuanto más caía y siempre estaba ahí, invencible y persistente. Indeleble e inmutable hasta el fin de los días. Y de todos modos, seguía temiendo dormir, los sueños… sin embargo, al mismo tiempo, encontraba un extraño bálsamo dentro de ellos, en esos en que aparecía esa figura que nunca conseguía ver salvo una marca, un extraño tatuaje que aunque tenía algo inquietante y conseguía erizar su piel, la atraía de un modo incomprensible. La llamaba y era, hermoso.Sentía la vibración de su poder y como la llenaba hasta alejar todo el dolor de los recuerdos y la maldad del mismo modo en que si hubiese regresado a casa, a un lugar seguro y lleno de calor, de un amor profundo y nuevo, perpetuo y antiguo.Lo malo era que por mucho que trataba de recordarlo al despertar, encontrarle un sentido o el significado a esa marca, no lograba dar con nada.A fin de cuentas, no era más que su subconsciente, una mala pasada de su imaginación que trataba de hallar el modo de salir de ese bucle de apatía o pena que la acompañaba, de esa desazón que la desquiciaba empujándola a hacer tonterías como las de la noche anterior y darle la solución a lo que su mente no conseguía resolver durante el día.Ella no era así, solo trataba de sentir, de alejarse de lo que fuera que la perseguía y vivir, tratar de ser feliz y se le escurría de las manos al igual que lo hacían las pesadillas y sueños con la luz del alba.Dormir era una tortura y ya nada servía.Despertaba aturdida, empapada en sudor, chillando, sin aire e incluso a veces, cubierta de sangre o con la sensación de sentir reptando por su piel los restos de la oscuridad y un regusto amargo en la boca que revolvía su estómago. Apoyó la cara en las manos con los mofletes hinchados y alzó los ojos hacia Henry a la que se sentó a su lado, cogiéndole las manos. —Lo siento —dijo compungida. —¿Qué ocurre Phyra? —Eso es lo que pasa —Señaló con la palma abierta a Bien pues era lo único que podía argumentar sin preocuparlos. El hombre lo miró con calma, sacando unas pequeñas gafas redondeas del bolsillo y se centró en ella. —Es un gran guardián cielo, el mejor que existe y ha velado por nuestra organización desde hace siglos. Él os protegerá de lo que venga. —¿Y qué es Henry? ¿Qué más nos has ocultado todo este tiempo, eh? En verdad se sentía engañada, desamparada y la lluvia, furiosa, impulsada como un vendaval impactó contra la casa y las contraventanas golpearon con ímpetu creando astillas.
—Phyra, deberías relajarte —Hadid se le acercó desde atrás, poniéndole las manos en los hombros. —Estoy calmada —Se defendió molesta. —No lo estás, mira fuera —Le apartó con ternura un cabello atrás, hablándole con suavidad. Ella obedeció acercándose hasta la ventana que daba en frente del fregadero de la cocina. —¿Lo estoy provocando yo? Hadid asintió en cuanto la miró. —Sí, cielo. —Pero… ¡¿cómo?! No estoy haciendo nada, no soy consciente —Se agobió empezando a ahogarse, le costaba respirar y el pecho le dolía—. ¿Qué me pasa? —Buscó el apoyó de su hermana que la cogió de los brazos, preocupada al oír como las vías empezaban a cerrársele. Phyra intentó llevarse una nueva bocanada pero no era capaz, la luz se oscurecía a su alrededor y sabía que llegaba la inconsciencia, y con ella, el horror. La agonía aumentó y todo, desapareció dejándola solo con la visión del puñetero vampiro que la atrapó antes de caer con rostro oscuro.
Bein la depositó con suavidad sobre el sofá tal y como le indicaron y se quedó a un lado mientras veía ir y venir a uno y otro de la cocina al salón, pasándose las manos por la barbilla, pensativo, tratando de alejar la sensación que persistían tras haber vuelto a sentir su piel. Que era ella no le quedaba duda alguna, y empezaba a comprender por qué su hermano las buscaba y no le hacía ninguna gracia a pesar que ambos, a su modo egoísta, querían usarlas para uno u otro fin y no le gustaba. No cuando… ¡no! No quería ni pararse a pensar en las implicaciones ni analizar sus emociones.No cuando tenía a Jarex tras él tirando para que acudiera mientras seguía ahí, pegado a la fría pared sin poder apartar las pupilas de la bruja.Que tenía genio no le había quedado duda, carácter lo mismo. Lo que le preocupó fue lo que sintió en cuanto ese ataque empezó dejándola inconsciente. El olor que lo acompañó y lo que pudo percibir.Se concentró más en ella y la examinó cerrando los ojos queriendo negarlo de algún modo y así no hacerlo real, pero sería mentirse. Podría usarlo en su beneficio pero le parecía rastrero hasta para él. Sí, tenía un fin pero siempre había sido un hombre de honor leal a su misión, una que había quedado inserida en él desde que nació y ocultó a la comunidad entera salvo lo que todos necesitaban saber. Había tenido preparado un preciso ataque muy oportuno por si ella seguía insistiendo en que Henry hablase y al final, no había sido necesario. Al menos no de momento. Suspiró sintiéndose fuera de lugar y desconcertado al mismo tiempo y aprovechó que seguían ocupados para desaparecer y así alejar aquel hormigueó insistente que lo crispaba porque además se sentía inútil por no poder nada.Sobraba allí y no debería estar dejándose arrastra así por sus emociones, no debería sentir nada en absoluto y permanecer frío como siempre, pero no…En seguida dio con su hermanastro, este estaba en medio de una carnicería limpiándose como si nada, la sangre de la cara con un pañuelo, y los pantalones a medio abrochar. —Por fin apareces, lástima que tardases tanto. Te podrías haber unido a la fiesta. Bein no se preocupó en ocultar el rojo de sus ojos pues sabía que Jarex lo tomaría solo como sed o algo peor, así que solo tubo que controlar el que su cara no reflejase el asco o la repulsa por lo que allí había hecho su hermano.Parecía mentira que pudieran compartir algún tipo de gen pero por desgracia así era, y tenía asumido que Jarex era un hijo de perra astuto y rastrero capaz de todo. Vendería a cualquiera mientras él saliera beneficiado, incluso era capaz de arrancar el corazón de su propia madre.Era un maniático homicida psicótico, sádico al que le encantaba el lujo, el dolor y el sexo sin contar los excesos. Era una verdadera lástima que el resto del mundo no pudiera traspasar la máscara que utilizaba y no pudieran ver al verdadero demonio que era, su aspecto real. —¿Has podido entrar? —¿Acaso lo dudabas? Ha sido tan fácil que hasta da risa, le quita toda la gracia al asunto. —Bien, tenlas controladas y averigua si tienen el libro. —Te la tiraste… —¡Uh! Directo —Hizo una mueca de diversión—. Sí, lo pase realmente bien. No sabes todas las cosas que hice con ese cuerpecito que tiene. Una verdadera delicia —dijo disfrutando pues sabía lo mucho que aquello podría llegar a molestarle—. Creí habértelo mencionado ya la primera vez, tiene mucho talento en esa boca, y como folla —Se llevó la mano al paquete—. No me importaría repetir. —¿Lo hiciste tú, no? —Matiza hermano, hago demasiadas cosas. —Tú la mandaste por mi, tú hiciste que me mordiera y me robase parte de mi poder, mi talismán. Nadie más que tú sabía cómo lograrlo. Jarex no dijo nada. —Y ahora empiezo a comprender por qué… —No me culpes —Alzó las manos divertido—, siempre te ha faltado ambición, te he echo grande y tú sigues lloriqueando. ¡Deja el supuesto buen camino! Esto es mucho mejor, más placentero y divertido te lo aseguro. Deja de cargar con falsos sacos de piedras. Deja la moral y todo ese rollo, no te pega. ¡Vamos hermanos! Podemos dirigir este cotarro, sería la bomba, solo imagínalo, tu y yo al mando de esto esto. —Vete al infierno. —Encantado gracias —Rio—. A fin de cuentas, estás atrapado ahí, ¿no? Vete si quieres, pero sabes tan bien como yo, que eres tan mezquino como yo y quieres lo que esas brujas pueden otorgarte. —Cuando te canses de oírte ya avisarás. Ahora tengo trabajo que hacer —Le dio la espalda. —Por supuesto. ¡Ah! Ten cuidado; tiene las uñas largas —dijo con doble sentido antes de que se largara con cara de pura satisfacción insana y malvada. La furia hervía densa dentro de él así como el hambre y no era una combinación buena en un ser como él, así que antes de dejarse llevar y revelar algo que no debiese, se esfumó.
Se trasladó frente a la casa dejando que el agua lo empapara y una vez más, la imagen de Phyra en ese callejón apareció frente a sus ojos recreando sus movimientos. La sensación de su poder y lo que le provocó al verla desafiante dispuesta a liquidarlo y sí, le quedaba claro que una sola mirada suya podía aniquilarlo o atraparlo para siempre. Esa mujer podía controlar su cara pero no así la expresividad de sus ojos con una salvedad, desde que él apareció, parecía que su templanza se había esfumado.De todos modos él veía la verdad, la coraza que usaba; ni era tan tranquila ni alegre como se veía, o al menos ahora porque podía palpar su aura impregnándose con su tristeza, con una carga que llevaba y no llegaba a comprender y que no era más que la que él ya había asumido, servía a la muerte y con él tiempo, se aprendía a amar parte de su magia y encanto.Su poder era único y peligroso pero; tan especial…Debería emplearse a fondo si pretendía que confiase en él hasta el punto de poder averiguar cuanto necesitaba y eso, por primera vez en siglos, lo inquietaba porque no sabía si sería capaz de salir indemne, porque por muchas escudos que pusiese, ella era la única persona que podía afectarlo y lo desease o no, no podía dar marcha atrás sino enfrentar su destino rezando por estar a la altura.Llevaba toda la vida preparándose para ello, para lo que se avecinaba y lo que más temía no era no vencer o cumplir era fracasar a nivel personal, a no estar listo como hombre a que todo fuera un desastre al saber la verdad.Con o sin al verdad, lo acusaría, lo culparía y podía acabar fuera y necesitaba estar ahí o todo se iría al traste para siempre.
Era demasiado lo que había en juego y ella… era vulnerable pues una fuerza más poderosa y oscura que cualquier magia, podía acabar con la partida antes de tiempo si él fallaba.
Y ahora para finalizar, os pregunto... ¿Qué queréis que pase en el siguiente capítulo? Ya sabéis, las respuestas en la entrada de Facebook, en la página de autora ;) y para hacerlo fácil, pinchando AQUÍ.
Gracias y hasta el próximo viernes si todo va bien.
Saludos,
Leila
Published on October 07, 2017 12:02
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