Día 1: 334 palabras y un montón de nombres propios
Ayer fue el primer día de trabajo en el Proyecto Zarcillo y, aunque debo decir que fue un éxito por el mero hecho de que trabajé y no tiré la toalla, que es un mal vicio al que me había acostumbrado últimamente en lo que escritura se refiere, por otro lado, también fue un poco frustrante, pues, de las 1000 palabras de objetivo propuesto solo salieron 334. Ridículo, ¿verdad?
Pues lo cierto es que, para mi propia sorpresa, no es tan absurdo como parece que en los primeros día de trabajo el ritmo sea así de lentito y, dejadme añadir, desesperante. Y es que, claro, todo está por construir, desde la propia historia que solo es un boceto, ya sea en tu mente, ya en un cuaderno de notas, ya en un documento muy profesional creado a tal efecto. Te lo montes como te lo montes, mientras no está escrito, todo es un boceto. Hasta el propio texto no deja de ser un boceto de sí mismo mientras no está re-que-te-que-corregido y editado.
Y en este océano de provisionalidad, en el que yo no recordaba cuánto costaba que saliera cada dichosa palabra (¿por qué no estoy escribiendo del tirón, como cuando escribo una entrada del blog?), hay una cosa que ralentiza todavía más la marcha, mucho más. Los nombres propios.
Ayer me encontré que mis escasas 334 palabras había unos 10 nombres propios, de personas y de lugares -esos eran los peores-. Por primera vez, mis personajes han requerido de dos apellidos, jamás antes me había pasado. Pero es que también tuve que pensar nombres de empresa y, peor, que tuvieran lógica en el contexto general de la historia.
Vamos, que la experiencia de ayer podría calificarse casi como infernal y, lo admito, estuve tentada varias veces de cambiar la idea de historia, dejarlo para otro día, renunciar al proyecto (total, esos premios nunca se ganan, es un esfuerzo en balde, blablabla).
Pero resistí. Y aquí estoy hoy, escribiendo la entrada que tendría que haber escrito ayer, porque cuando, al fin, acabé (sí, con solo 334 palabras acabé algo, que es lo más increíble de todo), estaba demasiado cansada para escribir nada.
Bueno, veamos cómo se da hoy. De nuevo, el objetivo son 1000 palabras, pero, seamos sinceros, creo que si llego a 500 me daré por satisfecha.
Ea, pues, ¡al tajo!
[image error]


