DE DONCELLAS Y BRUJAS
Yo no deseo que las mujeres tengan poder sobre los hombres, sino sobre ellas mismas.Mary WollstonecraftUna vez más vuelvo al blog dispuesto a hablar de temas que puedan interesar a cualquier fan de la literatura fantástica. Ha pasado mucho tiempo desde el último artículo, pero vuelvo con nuevas ideas y una periodicidad que pasará a ser quincenal hasta nueva orden. El cuervo me visita tanto como antes, pero no me da la vida para transcribir todas sus revelaciones,
¡Escribe, esclavo! Tengo muchas cosas que contarle al mundo y tú tecleas como un anciano reumático.Este será el primero de una serie de artículos acerca del papel de la mujer y de lo femenino en la literatura fantástica. Es evidente el auge actual de las autoras del género y el aumento de la conciencia de que, no sólo las mujeres tienen historias que contar, sino que están siendo cruciales en un género que debía renovarse, como ya vimos en mi anterior post: Fantasía moderna vs. tradicional.Este tema, el papel de la mujer en mis obras, crear personajes femeninos creíbles e independientes, es una de mis asignaturas pendientes, lo reconozco. O mejor dicho, estoy aprendiendo a escribir sobre mujeres desde una perspectiva actual y, lo que yo llamo, más “humana”. No me da vergüenza admitirlo, ya que en este género (como en muchos otros) el síndrome de “la compañera del héroe” ha hecho mucho daño, como veremos a continuación. En cualquier caso, tengo grandes planes para ellas en los siguientes tomos de El Trastorno de Elaranne en los que voy a aplicar lo que he aprendido durante el último año.El papel tradicional de la mujer A nadie se le escapa que hasta hace unas pocas décadas el papel de la mujer en las sociedades occidentales, y más concretamente en nuestro país, era básicamente la de ser un apoyo, una servidora, una incubadora y cuidadora de los hombres. Esto era así en gran medida por culpa de una cultura heredada después de siglos de influencia de una religión abrahámica. La historia que tenemos es la que es y resulta inútil criticarla o renegar de ella. En un mundo en el que la religión se arrogó un papel tan desmesuradamente privilegiado en la sociedad, parece una consecuencia lógica. Si lo miramos de forma aséptica, es evidente que el credo de un grupo de fundamentalistas se convirtió en norma, cultura y ley, y ese credo no dejaba en buen lugar al sexo femenino culpable, no lo olvidemos, del pecado original.La literatura aspira a reflejar la sociedad en la que surge y, con suerte, en unos pocos casos, a superarla. Por eso la mujer ha sido tratada tan duramente en la propia literatura como en la realidad. Pero, ¿y en la narrativa fantástica? Pues me temo que el panorama apenas cambia. La fantasía épica clásica, inspirada en mitos y ambientaciones medievales, del mundo clásico o renacentista, ha tratado a la mujer y la ha representado tal y como creemos que se hacía en dichas épocas. Tiene cierta lógica, claro. Nos gusta ser fieles a la realidad o a sociedades inventadas que imitan a la realidad. El problema es que el dogma cultural está tan asimilado en nuestro interior, que a veces pasamos por alto que esta literatura es pura fantasía, es ficción, y nosotros, los autores, podemos y debemos crear mundos e historias diferentes a la realidad. Y, por supuesto, es una norma no escrita que la literatura debe ayudar a construir un mundo mejor.
¿Qué mujer no querría volver a los años 50? ¿No veis su cara de felicidad inmortalizada por, me juego lo que queráis, un hombre?En muchos libros de fantasía clásica encontramos que la mujer es rara vez la protagonista de tales obras. Habitualmente son las indefensas damiselas protegidas por el héroe, las figuras maternales que lo rodean o su interés amoroso, sin más. En ocasiones son las antagonistas: mujeres que se han doblegado ante poderes oscuros y no pocas veces, en el proceso, se han hipersexualizado. Rara vez son determinantes para la trama principal y suelen estar presentes para formar arcos narrativos secundarios. No obstante, en algunos casos encontramos que sus roles no son los tradicionales y vemos mujeres fuertes, desafiantes y que reniegan del papel que la sociedad les ha asignado. Sí, incluso en la fantasía tradicional había representaciones de mujeres autosuficientes.En definitiva, la mujer solía ser presentada a menudo como la doncella, la joven que necesita protección del héroe, la abnegada, la prudente, temerosa y servicial. Por otro lado teníamos a la bruja, la femme fatale, oscura, lasciva, maquiavélica y que llevaba a su perdición a los hombres. A menudo se pintaba a los personajes con estas dos acuarelas, dándole pinceladas aquí y allá de uno u otro tono para crear personajes más complejos.Nuevos rolesLos tiempos cambian y las sociedades evolucionan, afortunadamente. La globalización e internet, en primer lugar, y la sociedad del bienestar y las democracias, con algo más de renuencia, han ayudado a que el papel de la mujer haya cambiado de forma radical. O, mejor dicho, ha cambiado la percepción que de sí mismas y de su situación tienen muchas de las mujeres y la mayoría de las jóvenes. Esto es importantísimo porque son las nuevas generaciones las que pueden impulsar ese cambio que, sólo se ha producido a medias.La literatura actual refleja este cambio, tanto el real, evidentemente, como el de mentalidad. A no ser que busquemos lecturas perpetradas por tertulianos de alguna televisión subvencionada por la Iglesia, claro. La fantasía ahora está protagonizada por mujeres que volatilizan sin miedo a una horda de orcos o descuartizan a un imponente bárbaro sin pestañear. Aunque los extremos nunca son buenos y lo interesante son las mujeres que, a pesar de tener miedo y de las dificultades, son capaces de imponer su voluntad. El auge de la fantasía urbana y de las distopias ha ayudado en todo este proceso. Muchas están escritas por mujeres y reflejan, en buena parte de los casos este rol fuerte y autosuficiente de la mujer.
Yo creo que esta mujer es autosuficiente, está empoderada y mete ostias como panes.Un simple vistazo al escaparate de cualquier librería confirma esta tendencia, que no tengo ninguna duda, ha venido para quedarse y para seguir creciendo. Las mujeres escriben, mucho y muy bien, y empiezan a ser recompensadas por ello. No es sorprendente si tenemos en cuenta datos estadísticos como estos del propio Ministerio de Cultura que dicen que las mujeres lectoras suman 10 puntos porcentuales más que los hombres. En el terreno de la fantasía, y centrándonos en España, en los últimos años han despuntado magníficas autoras como Aranzazu Serrano, Concepción Perea, Gabriella Campbell, Ana Gonzalez Duque, Virginia Perez de la Puente o Sofía Rhei, por citar algunas.No obstante, no es oro todo lo que reluce.Involución¡Ojo, cuidado!, que el patriarcado strikes back. Es curiosa esta tendencia que viene ocurriendo durante los últimos años de volver a tratar a la mujer como antaño o, más concretamente, bajo una capa de falsa modernidad y equidad. Esta involución es de carácter mundial y se da a muchísimos niveles, social, cultural, económico, de libertades etc… Suele indicar una última resistencia de los sectores más inmovilistas a aceptar una nueva realidad y, me temo, que también indica que estamos asistiendo a los últimos coletazos de un sistema que ya no funciona. Pero eso, como se suele decir, es otra historia que no voy a tratar aquí.Lo que más me maravilla de esta involución, ciñéndonos al aspecto puramente literario, es que no sólo viene de mano de “señoros” con cara de pocos amigos y miembros de la RAE, sino que a menudo son las propias mujeres (y lo que es peor, mujeres jóvenes) las que forman parte de ello, consciente o inconscientemente. He leído, y he oído hablar, de libros escritos por féminas que ensalzan a figuras masculinas con actitudes machistas y perdonavidas. Me he encontrado con libros que hablan de amores tóxicos, donde el hombre es un maltratador emocional y la mujer un ser sumiso que necesita protección y suspira por las migajas de amor que tiene a bien arrojarle su novio malote e incomprendido. Cuando esa mierda la escriben mujeres… y no me refiero a unas pocas, no, sino que durante los últimos siete u ocho años se ha creado un subgénero literario de romántica basada en esa premisa… pues que queréis que os diga; es para echarse a temblar.
"Ni se os ocurra tildar solo. El lenguaje inclusivo no es normativo. Ni machismo, ni feminismo: igualdad. Ah, y mimimimi".Y luego está la otra cara de la moneda. Los que amenazan con dar un giro de 180 grados, activar los propulsores y lanzarse en una loca carrera hacia el extremo opuesto. No se puede construir nada basado en el odio o el revanchismo. No se puede hacer un cambio que perdure contra la mitad de la sociedad. Nos guste o no, estamos condenados a entendernos o a chocar para siempre. Es lícito que exista la literatura de géneros y que haya libros en los que los hombres sean irrelevantes o directamente no existan. Es una forma de protesta y un modo de llamar la atención ante una situación injusta. Pero se corre el peligro de crear guetos, de polarizar y normalizar algo que no es real, como no lo era lo anterior. La sociedad, el mundo, no debería establecer divisiones entre los géneros ni etiquetarlos o denigrarlos por el mero hecho de pertenecer a uno u otro.EnseñanzasComo dejé caer al principio de este artículo, este es un tema pendiente para mí. En gran medida, me formé leyendo fantasía tradicional, donde ya sabemos que los personajes femeninos están coartados debido al hecho de que la inmensa mayoría de los autores eran hombres. Mi primer libro, La primavera ausente, tiene una estructura un tanto restrictiva debido a que quiero relatar un viaje, tanto físico como interior, y a que es protagonista-dependiente. Además, transcurre en un mundo donde una enfermedad ha aniquilado casi a cuatro mujeres de cada diez y esa escasez se nota. Pero tengo, y he tenido desde hace años, planes ambiciosos para los siguientes volúmenes.Al fin y al cabo, no es tan complicado representar a las mujeres en la literatura de una forma convincente y normalizada. Lo único que hay que hacer es tratarlas como a cualquier personaje masculino. El sexo no debería dividirnos en cuanto a las historias que contamos de nosotros mismos; todos somos humanos y pasamos por las mismas penas y alegrías.
Published on November 21, 2018 04:07
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