La trampa del trapiche

Herejia el trapiche Y entonces llegó Tomás, el hereje. Venía de un larguisimo viaje de más de veinte años en los cuales vivió, pero se lo vivieron más, sintió, pero se lo sintieron más y paso a paso fue tejiendo herejias con cada una de sus acciones que lo alejaban de las masas y lo acercaban a ... nada, a ser lo que terminó siendo, Tomás, el hereje.



Y le pidieron que les hablara del amor y el respondio...



Puedo hablar mas del des-amor que del amor y quizás así sea más edificante. En mis viajes pare en muchos cultivos de caña de azucar, tantos de los que abundan en mi tierra.  El olor dulzón a trapiche atrae a todos con un apetito instintivo a la fuente de poder que nos da el azucar, nos llama desde nuestras papilas gustativas y nos lleva, como a la caña, al centro de la transformación: el trapiche.



El trapiche que se convierte en la trampa de la caña... la abraza y la envuelve, se la traga lentamente, la mete en sus entrañas frias, la comprime y comprime, al comprimirla la exprime y exprime, le saca cada gota de su jugo, la deja seca, sin aire, sin dulce, sin jugo, sin esencia, sin vida y después la escupe para recibir un nuevo lote de caña fresca.



He pasado horas y horas observando al trapiche botar a la caña convertida en bagazo y he pensado en la herejia del amor, del amor del trapiche que en nombre de la transformación le quita la vida y desecha la caña. El desamor del trapiche se convierte entonces en el espejismo del amor.



Este hereje dice: es mejor la realidad de la soledad que el espejismo de un amor de trapiche que enreda, envuelve, abraza, exprime y bota como a un bagazo. 



Ojo con el trapiche!


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Published on May 20, 2011 17:46
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