Los garbanzos de Krypton.
Lo que ni siquiera sospechan los más fans de Superman es la existencia de los garbanzos de Krypton. Pues sí, a nadie se nos olvida que, cuando Jor-El y Lara Lor-Van lanzaron a su hijo Kal-El (Clarkito para los amigos) en una nave con destino a la Tierra, metieron unos cristales de cuarzo en los que llevaba grabada la historia del planeta. Pero lo que no cuentan las películas ni los comics son las últimas palabras de Lara Lor-Van al despedirse de su hijo: Toma, mi alma. Para que te hagas un puchero cuando seas grande.
En efecto, como ya habréis adivinado, a lo que se refería aquella buena mujer era a un paquete de garbanzos de un kilo. Lo depositó en la nave, junto al churumbel, y aquello cogió velocidad ultralumínica.
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Durante los años que duró el viaje, los garbanzos permanecieron en remojo para ablandarse y, de vez en cuando, el pequeño echaba mano a alguno porque tenía hambre. ¿Qué os creíais, que Superman no necesitó alimentarse durante todo el trayecto? Es de poco comer, como todos los Kryptonianos, pero algo tiene que meter en el buche de vez en cuando o le da la pájara.
Mucho se ha hablado de los padres adoptivos del Hombre de acero, pero lo que nadie se atrevió a investigar nunca es que, tanto Martha como Jonathan Kent, provenían de Madrid; concretamente de Vallecas, y su apellido es de los más castizos y habituales de la ciudad (los Kent de Vallecas de toda la vida). Y claro, cuando los dos vallecanos encontraron al niño también descubrieron más de medio kilo de garbanzos de Krypton (los que aún no se había comido el chaval).
―Qué alegría ―exclamó Jonathan Kent cuando vio al bebé.
―Si no encontramos a los padres ―dijo, por lo bajo, la mujer―, ¿podemos quedárnoslo?
―Faltaría más. A este pájaro lo hago socio del Rayo hoy mismo.
―Además, viene con medio kilo de garbanzos bajo el brazo. ―Gracias a este último comentario de Martha, que la CIA censuró por considerar que fomentaría el contrabando de alimentos, se puede demostrar la procedencia madrileña de los Kent―. Qué buena pinta tienen, qué cocido más bueno voy a preparar con ellos.
Tras intentar cocinar los garbanzos con una olla a presión durante varios días, llegaron a la conclusión de que no había manera de cocerlos, por lo que Jonathan se los regaló a un amigo que era del Madrid.
―Toma unos garbanzos ―le dijo―, que tú tienes buenos dientes.
Y desde ese instante se perdió la pista de aquellos superalimentos.
Os preguntareis: ¿Cómo es posible que el niño se los comiera crudos en el viaje a la Tierra? Es lógico. Aunque bebé, ya era Superman y tenía superfuerza molar en las encías. Para él no era problema.
Es posible que todos los garbanzos de Krypton adquirieran su dureza por la exposición al núcleo de uranio del planeta, o por las frías temperaturas de la corteza. Nunca lo sabremos. Lo que si estoy en disposición de asegurar es que son más duros que una baguette de gasolinera hecha hace cuatro días.
¿Y por qué os cuento todo esto? Porque llevo una hora con los garbanzos del cocido en el fuego y siguen igual de duros que cuando los metí en la olla. Estoy seguro que estos son los que trajo Superman desde su planeta. La madre que los parió.


