��Sentido com��n?

Hace d��cadas, cuando estudiaba ingenier��a, me dio clases un profesor mal encarado y de aspecto temible. Ten��a tan mala fama que la ��nica persona que decidi�� inscribirse a su curso de dise��o estructural fui yo, nada menos. Lo hice porque la escuela me aburr��a hasta el tu��tano y de ning��n modo me perder��a la oportunidad de conocer a un ser interesante (sucede tan pocas veces en la vida). No transcurrieron demasiadas clases antes de que me percatara por qu�� los alumnos hu��an de este profesor como si transmitiera la peste: era un hombre a quien le interesaba pensar. Para ��l no pasaba inadvertido su descr��dito entre los alumnos, aunque parec��a no prestarles demasiada importancia. Se mofaba de ellos a la menor oportunidad y afirmaba que en el transcurso de la carrera estos alumnos perder��an el sentido com��n. Es probable que, como Schopenhauer, mi profesor considerara simios a los alumnos que se resist��an a sus clases, pero no creo que su opini��n haya sido exagerada pues la experiencia nos dice que un buen n��mero de personas involucionan entre m��s estudios o dinero acumulan.
Renuncio a se��alar en qu�� consiste tener sentido com��n o si es posible siquiera hablar de su existencia (quien est�� interesado puede volver a Castiglione o a Juan Bautista Vico). El sentido com��n languidece cuando conocemos a seres humanos tan distintos entre s�� que incluso las marcadas diferencias entre un rinoceronte y una oruga se antojan salvables. No s�� c��mo definir un concepto tan importante, pero s�� dir�� que en la medida de lo posible hago todo lo que est�� en mis manos para vivir tranquilo. Cuando observo en las avenidas de la ciudad rodar a esas imponentes camionetas blindadas no puedo dejar de pensar que dentro viaja un insecto que ha picado a m��s de uno. Espero no ofender a nadie, m��s de lo que ofenden a simple vista estos veh��culos atroces que se ostentan como emblema de poder y debilidad a un mismo tiempo. ��Lo hacen para defenderse de los criminales? Esta es una de las respuestas m��s tontas e inconsistentes que he escuchado en mi vida. No s��lo porque agazapados dentro de sus tanquetas (rodeados de escoltas que en potencia son secuestradores) los hombres acaudalados despiertan una atenci��n desmesurada, sino porque si en realidad desearan vivir tranquilos renunciar��an a sumar una densa hilera de ceros a sus cuentas bancarias. Del mismo modo que los alumnos de ingenier��a a quienes fustigaba mi profesor, los ���seres pudientes��� arrojan el sentido com��n a la letrina apenas comienzan a ganar m��s dinero del que se necesita para dormir en paz. La sabidur��a pr��ctica o la prudencia no acompa��an a estas rid��culas manifestaciones de poder. Y un d��a, cuando menos se lo esperen.
No quisiera meterme en terrenos de econom��a o comentar las par��bolas que los hombres de negocios usan para justificarse (la somnolencia acabar��a conmigo), ni comentar sobre los l��mites que deber��a imponerse el individuo que se considere a s�� mismo libre. A��n as�� no puedo dejar de se��alar la presencia, en la comunidad mexicana, de un sentido com��n cada vez m��s atrofiado. Es una paradoja que sean los grandes empresarios quienes encabecen movimientos sociales para reclamar protecci��n a sus fortunas. Me imagino a una comadreja exhortando a las gallinas en una asamblea para oponerse a la depredaci��n. ��En qu�� momento la prudencia se esfum�� de la vida en com��n? ��Se fue una madrugada cuando todos dorm��amos? S�� que mis vecinos me detestan a causa de mi antipat��a, mi mal humor, mi arrogancia y mis pocos deseos de convivir con ellos, pero no van a intentar envenenarme y se han resignado a verme transitar por los pasillos. Si adem��s de todos mis visibles defectos me convirtiera en millonario de la noche a la ma��ana lo mejor ser��a tapiar la puerta de mi casa y armarme en espera de una agresi��n, pues dudo mucho que los vecinos soportaran semejante afrenta. Si al menos fuera guapo.
Concluyo: el problema de ser el ��nico alumno en mi antiguo curso de dise��o estructural es que cuando me ausentaba de clases, mi profesor se quedaba sin hablar con nadie. Se paseaba por el pasillo del edificio principal en la Facultad de Ingenier��a mirando de reojo las aulas repletas donde otros profesores impart��an c��tedra. Se le notaba un hombre liberado.
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Published on August 17, 2009 03:07
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Guillermo Fadanelli
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