En busca de la nostalgia perdida

 


            Vi En busca del arca perdida en octubre de 1981. Tenía 28 años; erajoven, pero no un niño. Sin embargo, disfruté como un crío con esa película; ycada vez que la vuelvo a ver, vuelvo a disfrutar con placer infantil.Sencillamente, de todas las películas que he visto en mi vida, y son muchas,esta es la que más me ha divertido. No la mejor: la más divertida.

            Siempre me gustó el género deaventuras. Algunas de mis películas favoritas de niño eran Beau Geste, King Kong, 20.000 leguas de viaje submarino, El mundo en sus manos, El alegre burlón, Scaramouche, Los tres mosqueteros,Vikingos, Lawrence de Arabia... Más tarde, en mi juventud, dos películasaventureras de corte clásico, estrenadas el mismo año, se incorporaron a micanon del género: El hombre que pudoreinar y El viento y el león.Luego, el cine de aventura, que tan popular había sido en los 50 y 60, pareciócaer en el olvido. Hasta que llegó Indiana.

            Pero En busca del arca perdida no tenía nada que ver con los títulos quehe citado, era otro tipo de aventura. Todos sabemos que Lucas y Spielberg seinspiraron en los seriales cinematográficos de la Republic que se proyectabanen las matinees de los cines de Estados Unidos durante los años 30 y 40. Esdecir: puro pulp. Lo mismo había hecho Lucas con Star Wars. Por ejemplo, uno de los más característicos elementos dela saga galáctica es el texto que se pierde en el infinito al comienzo de cadafilm. ¿Una brillante idea original? Para nada, mirad esto:


            Es un homenaje/plagio a los serialesde Flash Gordon. Pero volviendo a Indiana Jones, el personaje se creó como unaespecie de monstruo de Frankenstein fabricado con retales de otros films: El sombrerode Humphrey Bogart en El Tesoro de SierraMadre, el látigo de La marca delZorro, la chupa de cuero y la vestimenta de Charlton Heston en El tesoro de los incas.


            Indiana Jones es una serie Btransformada en serie A, un relato pulp engrasado con humor y filmado congrandes medios. La fórmula de la serie es sencilla: Ambientación retro, viajes,acción constante, peripecias circenses, mucho humor, desenfado, optimismo ytoques de fantasía. Hay otras constantes, como una compañera de aventuras,bichos asquerosos o reliquias sagradas.

            Anteayer vi en la tele, por enésimavez, En busca del arca perdida, y memaravilló lo bien que sigue funcionando. Si nos fijamos en su tramo central,comprobaremos hasta qué punto es cierto lo de “acción constante”. Indyencuentra el arca en la tumba de las serpientes. Llegan los nazis, se quedancon el arca, encierran a Indy y a Marion en la tumba, Indy logra salir con sushabituales métodos de arqueólogo destructor de antigüedades; de ahí pasamos ala secuencia del ala voladora, con peleas, disparos y explosiones, y sinsolución de continuidad llegamos a la espectacular secuencia de la persecuciónde los camiones nazis. ¿Cuánto dura eso? No sé, 25 o 30 minutos, supongo, y nohay ni un segundo de descanso, todo es acción, todo son cumbres, no hay valles.Un ritmo frenético que no permite que te pares a pensar en lo que estás viendo,porque a poco que lo pensaras te darías cuenta de que es un puro disparate.¿Cómo demonios se puede viajar de polizón en un submarino? Y qué más da; esdivertido, ¿no?, pues relájate y disfruta. Eso es Indiana Jones.

            Todo este rollo para llegar a El dial del destino. Pero antes de decirnada más, voy a puntuar la película con relación a las otras. En busca del arca perdida: 10. La última cruzada: 9. El templo maldito: 8. El dial del destino: 7. Y la calavera decristal ni la considero; si hay que ponerle algo, un 3 pelado, y eso sologracias al prólogo.

            Así que le doy a la película unnotable; es decir, que en general me ha gustado. Pero dentro de ella hayalgunas cosas que no me gustan nada. Y a partir de aquí, PELIGRO: SPOILERS.

            Comencemos por la introducción.Algunos comentan lo mal que está el facereplacement que rejuvenece a Indy. No es cierto; está asombrosamente bienhecho (no como la chapuza de Scorsese en ElIrlandés), da el pego al cien por cien. De hecho, esa larga secuencia es laque más me gusta de la película, porque es total y absolutamente Indiana Jones;a pesar, incluso, del espantoso CGI de la persecución sobre el tren.

            Este prólogo transcurre en 1944 y deahí pasamos al Indy de 1969. Y también ahí empiezan mis problemas. ¿De verdadhacía falta convertir a nuestro aventurero favorito en un anciano solitario ygruñón al que nadie hace caso, en un profesor de segunda en un centro desegunda, en un hombre triste y aburrido? No y mil veces no; ese no es eldestino que merece el personaje. Puedo imaginar a Indy como un viejomalhumorado, sí, pero con dignidad y conservando un brillante aunquecontrovertido prestigio. Lo veo, quizá, un poco como era su padre, SeanConnery, pero jamás como un donnadie. Aunque, claro, puede que la visión queplantea la película sea más realista... pero me importa un bledo. ¿Acaso elrealismo ha tenido alguna vez algo que ver con Indiana Jones?

            Cuando, en el film, Harrison Ford secala el Fedora, se pone la chupa de cuero y empuña el látigo, no veo a IndianaJones; veo a un anciano disfrazado de Indiana Jones. Y como Ford no está paramuchos trotes, sus escenas de acción son más escasas y limitadas, lo cualcontribuye a ralentizar el ritmo de la narración, a lo que se añade un excesode metraje. Con veinte minutos menos habría mejorado.

            Supongo que la propuesta fue: “hagamosun Indiana Jones otoñal” (con Ford como protagonista no quedaba otra, claro).La cuestión es: ¿puede hacerse un Indiana Jones otoñal? En mi opinión, no;porque algunas de las características de la serie son “acción constante, peripeciascircenses, desenfado y optimismo”, y nada de eso casa bien con “otoñal”. Asíque mi problema con el film surge desde su origen. Tras la trilogía original,no se debería haber prolongado la franquicia con un Ford anciano.

            Pero se ha hecho y aquí tenemos laquinta entrega. Phoebe Waller-Bridge cumple con solvencia su papel de réplicafemenina al héroe. Mads Mikkelsen aporta su poderosa presencia física para darconsistencia a un villano que sobre el papel no la tiene. Banderas está ahí,pero podría no estar y no pasaría nada. La aparición de John Rhys-Davies esgratuita, un mero recurso a la nostalgia, y también otro bajonazo. ¿Sallahconvertido en taxista de Nueva York? No me jodas, ¿es que ya no vamos arespetar nada? En cuanto a la dirección de Mangold, dejando aparte que susescenas de acción son tirando a confusas, es eficiente (dado sutrabajo en Logan, probablemente erael director más adecuado).

            En resumen: ¿Es una mala película?Pues no, al contrario. Si nos olvidamos de la trilogía inicial, es una películade aventuras más que correcta. Pero carece de algo: alma. En cierto modo, es comola excelente copia de un reloj: se parece mucho a un Rolex, pero le falta peso.Pues eso ocurre con El dial del destino:no es una película de Indiana Jones, sino una buena copia de una película deIndiana Jones.

            No obstante, como ya he dicho, elprólogo nos devuelve al Indy que nos gusta, y aunque solo sea por eso, vale lapena ver la peli. Y algo más: el final. Es bonito, una hermosa despedida yun buen pretexto para refocilarnos en la nostalgia, con esa maravillosa MarionRavenwood a la que tanto hemos echado de menos.

            Y ya está, ¿es el final de IndianaJones? Lo dudo mucho; más tarde o más temprano, alguien decidirá seguirordeñando la vaca, pero con otro actor. ¿Imposible, solo Harrison Ford puedeinterpretar a Indy? Lo mismo se decía de Sean Connery y James Bond, y ya veislo que pasó. En realidad, la cuestión es ¿debería hacerse? Teniendo en cuentaque la franquicia está en manos de Disney, mejor no, gracias.

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Published on July 05, 2023 04:15
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César Mallorquí
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