Poema: Plegaria de frialdad

Dios, coloca una piedra en lo hondo de mi pecho,

que estos rescoldos son insoportables.

Ya las aves migraron pero el grito

permanece y la furia incendia páramos

dentro del corazón que desespera.

Vivir a la intemperie,

derrumbarse en el miedo,

ha sido demasiado.

No quiero más los mares anegándome,

ni la alondra fatal o su voz postergada.

Deseo un lago, un témpano, la brisa

donde me veo solo, frente a frente

con mi nombre por años muerto. Dios,

sé que adviertes la marcha de la fe,

y contemplas el yermo jardín a medianoche,

sus olivos desnudos, los pájaros ausentes,

mi pulso en retirada, el hierro negro

en el centro de todo. ¿No es entonces

suficiente que el alma guarde solo el exilio?

¿Le corresponde al hombre apenas una ruina

y un sepulcro de bestias descarnadas?

¿Qué pena podrá salvar lo roto en mí

si el acto es reiterar la carga memoriosa,

una cosecha amarga de cizaña?

Esta plegaria es tuya;

para los hombres, todos mis escombros.

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Published on April 13, 2025 11:01
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