Lujo y miseria. Domingo 26 Ciclo C

 


Una parábolainspirada en una denuncia profética (Amós 6,1a.4-7)         

            Laparábola del rico y Lázaro, exclusiva del evangelio de Lucas, se inspira en untexto del profeta Amós, elegido este domingo como primera lectura. Este profetadel siglo VIII a.C. vivió una situación muy parecida, en ciertos aspectos, a lade hoy: gente millonaria, que puede permitirse toda clase de lujos, y gente quellega a duras penas a fin de mes o incluso pasa hambre.

Estodice el Señor todopoderoso:

¡Ayde los que se fían de Sión, confían en el monte de Samaria! Os acostáis enlechos de marfil, os arrellanáis en divanes, coméis carneros del rebaño yterneras del establo; canturreáis al son del arpa, inventáis, como David,instrumentos musicales; bebéis vino en copas, os ungís con perfumes exquisitosy no os doléis del desastre de José . Por eso irán al destierro, ala cabeza de los cautivos. Se acabó la orgía de los disolutos.

 

            Elprofeta se dirige a la clase alta de las dos capitales, Jerusalén (Sión) ySamaria, y denuncia su forma lujosa de vida. El lujo se extiende a todos losámbitos: al mobiliario, con lechos y divanes de marfil, mientras lainmensa mayoría de la gente duerme en el suelo; a la comida, a base decarne de carnero y de ternera, cuando los pobres se contentan con pan y agua,unas uvas y un poco de queso; a la bebida en copas refinadas o de grantamaño (el término hebreo puede interpretarse de ambos modos); a los perfumescarísimos, mientras los pobres sólo huelen a sudor.

            Yesta gente que se permite toda clase de lujos “no se duele del desastre deJosé”. José no es una persona concreta sino todo el país, conocido entoncescomo Casa de José porque sus tribus principales eran Efraín y Manasés, los doshijos del patriarca José.

            Loque dice el profeta es que esa gente que vive con toda clase de lujos no se preocupalo más mínimo del sufrimiento de millones de personas que lo pasan mal. Comocastigo, les anuncia la invasión de un ejército extranjero que pondrá fin a susorgías y los deportará.

El ricocomilón (Epulón) y el pobre Lázaro (Lucas 16,19-31)

La parábola de Lucas,inspirada inicialmente en el texto de Amós, podemos dividirla en tres partes.

El rico y elpobre (vv.19-21).

Habíaun hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamentecada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubiertode llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa delrico. Y hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas.

A Lucas le gusta presentarparejas de personajes antagónicos: Marta y María, los dos hermanos, el rico ysu administrador injusto… Aquí elige un rico y un pobre. Del rico no dice elnombre, solo menciona su forma de vestir y su excelente comida. Se viste depúrpura y lino, tejidos valiosos, que se usan para los ornamentos sacerdotales(Ex 28,5). Su excelente comida le ha valido en España el nombre de Epulón,basado en la palabra epulabatur de la traducción latina.

Del pobre, en cambio,comienza dando su nombre, Lázaro, cosa atípica en las parábolas, que no dannombre a los protagonistas. Lázaro significa «Dios ayuda», nombre que resultairónico, porque Dios no parece ayudarlo. Su vestido son llagas que le cubren elcuerpo y lamen los perros. Comida no tiene. Desearía llenarse el vientre conlos trozos de pan que se utilizaban para empapar en el plato y para limpiarse las manos,que luego se arrojaban bajo la mesa. La expresión «deseaba saciarse» recuerda al hijo pródigoen su época de hambre, pero este tuvo la posibilidad de buscar solución,volviendo a la casa paterna. El pobre está tirado a la puerta del rico, casisin poder moverse.

Muertey sepultura (v.22).

Sucedióque se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abraham.  Semurió también el rico, y lo enterraron.

     

Cosa nada extraña en uncuento, parece que los dos mueren el mismo día. Desde ese momento cambia susuerte. El pobre es llevado por los ángeles al seno de Abrahán, idea que noencuentra paralelo en la literatura bíblica, pero que expresa muy bien elexcelente trato recibido por el pobre. Del rico se dice escuetamente que «fuesepultado». El autor del libro de Job habría descrito un cortejo fúnebre solemne:«Lo conducen al sepulcro, se hace guardia junto al mausoleo… Después de élmarcha todo el mundo, y antes de él incontables» (Job 21,32-34). La parábola nomenciona tanta pompa, ni siquiera un solo acompañante; solo dice que losepultaron, se hundió en la tierra, no en el seno de Abrahán.

El rico,Lázaro y Abrahán (vv.23-31).

Los protagonistas son el rico yAbrahán. Lázaro no dice nada, se limita a pasarlo bien. Después de enterrarlo,el rico se encuentra en el Hades, término griego que designa originariamente alDios del mundo subterráneo y, más tarde, a dicho mundo, un lugar de tormento,en el que las llamas provocan una sed terrible. Aunque ese espacio estáseparado del seno de Abrahán por un abismo infranqueable, se puede ver alpatriarca y dialogar con él. Esto da lugar a un largo diálogo entre ellos, contres peticiones del rico y las consiguientes repuestas del patriarca.

Y,estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio delejos a Abraham, y a Lázaro en su seno, y gritó.

Primerapetición (24-26)

“Padre Abraham, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua lapunta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas.”

Pero Abraham le contestó: “Hijo, recuerda que recibiste tus bienes envida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras quetú padeces. Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso,para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedanpasar de ahí hasta nosotros.

Lo que pide no puede ser menos: una gota de agua en lapunta de un dedo de Lázaro, para apagar la sed. Abraháncomienza su respuesta en el mismo tono cariñoso. El rico lo ha llamado «padre» y él lo llama «hijo». Pero no le concede lo que pide, aduciendo dos argumentos. 1) Lasuerte se ha invertido: el que tenía todo lo bueno en esta vida, se ve ahoraatormentado; el que solo tuvo males, ahora es consolado. Que el pobre reciba supremio después de haber sufrido tanto en esta vida es fácil de aceptar. En cambio,el castigo del rico es tan terrible que algún pecado debe haber cometido. Enesta línea, loque más debe intranquilizarnos (porque la parábola pretende sacudir laconciencia) es que el rico no es un explotador ni un criminal, no se dice quepagara un salario de miseria a sus obreros ni que se hubiera enriquecido con elnarcotráfico. Lo que denuncia la parábola es su forma exquisita de vestir y decomer, sin fijarse en el pobre que está tendido a su puerta. Es la injusticiaindirecta causada por el egoísmo. 2) Entre nosotros y vosotros existe un abismoinfranqueable. La idea coincide con la del libro etiópico de Henoc, que hablade un abismo entre la región donde termina la gran tierra y un lugar desierto yterrible.

Segunda petición (v.27)

El rico insistió: Te ruego entonces, padre, que mandes a Lázaro acasa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio,evites que vengan también ellos a este lugar de tormento.

Abrahán le dice: Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen.

El rico no ceja y plantea undeseo muy distinto, que a él no le beneficia en nada, pero sí a su familia. Denuevo sería Lázaro quien debería actuar, presentándose ante los cinco hermanospara darles un testimonio e impedir que vengan a este lugar de tormento. Larespuesta de Abrahán es breve y seca: «Tienen a Moisés y a losprofetas; que los escuchen». No es fácil imaginar acinco millonarios consultando la Biblia. ¿Qué espera el patriarca que saquen desu lectura? El mensaje social de la legislación del Pentateuco (Moisés) y deprofetas como Amós, Isaías, Miqueas… es de una fuerza enorme. Si el lector nolo sabe, el rico lo ha captado de inmediato.

Tercera petición (vv.30-31)

El rico contestó: No, padre Abrahán. Pero si un muerte va a verlos,se arrepentirán.

Abrahán le dijo: Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no haráncaso ni aunque resucite un muerto.

Lo que pretende el rico es laconversión de sus hermanos. Y esto se consigue mejor con la aparición de unmuerto (Lázaro) que con mucha lectura. La respuesta de Abrahánniega que incluso el mayor milagro, la resurrección de un muerto, sirva de algosi no existe la actitud de escuchar a Dios. El v.31 recuerda lo ocurrido con otroLázaro, el hermano de Marta y María. Después de su resurrección, muchos judíoscreyeron en Jesús; pero algunos contaron a los fariseos lo que había hecho, yse decidió su condena a muerte (Jn 11,45-48). Y las comunidades cristianas, alescuchar este cuento, refrendarían que tampoco la resurrección de Jesúsconsiguió convencer a quienes se negaban a creer en él.

Elcambio que introduce la parábola.

Mientras Amós piensa queel castigo ocurrirá en esta vida, mediante la invasión de los asirios, Jesús lodesplaza a la otra vida. Él no se hace ilusiones; en esta vida, el rico seguirádisfrutando, y el pobre pasando hambre. Este cambio radical en el punto devista ayuda a entender otras afirmaciones del evangelio de Lucas.

            Enel Magnificat, María pronuncia unas palabras que, aplicadas a nuestro mundo,resultan estúpidas o de un cinismo blasfemo cuando dice que Dios “a loshambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos”. A la luzde la parábola del rico y Lázaro queda claro cuándo tendrá lugar esarevolución.

            Lomismo afirma el comienzo del Discurso en la llanura, que contrasta la situaciónpresente (ahora) con la futura. “Dichosos los pobres, porque elreinado de Dios les pertenece. Dichosos los que ahora pasáis hambre,porque seréis saciados. Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis…Pero, ¡ay de vosotros, los ricos!, porque ya recibís vuestro consuelo. ¡Ay devosotros, los que ahora estáis saciados!, porque pasaréis hambre. ¡Ay delos que ahora reís!, porque lloraréis y haréis duelo” (Lc 6,20-25).

¿Dos textostrasnochados?

            TantoAmós como Jesús viven en una sociedad muy distinta de la nuestra (al menos dela del Primer Mundo). Entonces no existía la clase media. La riqueza seacumulaba en pocas manos, mientras la mayor parte del pueblo vivía encircunstancias muy duras. Aplicar la parábola a los multimillonarios de hoydía, jeques árabes, grandes industriales, artistas de cine, deportistas deélite… supondría dejar con la conciencia tranquila a los millones de personasque vivimos en circunstancias infinitamente mejores que la inmensa mayoría dela población mundial. Si ahora mismo resulta difícil resistir su mirada, muchomás difícil será cuando nos mire Dios.


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Published on September 25, 2025 00:35
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José Luis Sicre
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