Un librito para una pregunta

Ahora que mi hijo ha llegado a la edad de los porqués me aterra la conversación que un día tendremos sobre la muerte. Las otras que se suponen difíciles, la del sexo, la del trago y las drogas, la de la injusticia y la crueldad, me parecen menos complicadas; pero cuando me lo imagino preguntando qué le pasó a X, a dónde se fue, si volverá o no, si se lo puede visitar, mi mente se queda en blanco. Un blanco aterrador por lo inerte e inasible.


Hace poco leí Despegue, de Javier Moreno. Es un libro para niños de un autor que, por razones que no cabe detallar aquí, conoce de cerca a la muerte. Es una historia sencilla, narrada con el lenguaje de un niño de nueve o diez años. Ese niño, Ricardo, cuyo padre desapareció cuando era más pequeño dejándole un manual de instrucciones para desvanecerse, tiene un primo, Miguel, que está muy enfermo. Entre los dos tienen un plan inspirado en ese manual; un plan a la vez vago y grandioso, como son los planes que se urden cuando se tienen nueve o diez años. Miguel se va a ir al espacio, de donde no podrá volver, pero no a causa de su enfermedad. Se irá porque quiere, como quiere, en el momento apropiado. Y cuando llega ese momento los dos se dan cuenta de que no saben lo que están haciendo, pero el plan les funciona.


Es un librito escrito con agridulce maestría que le recomiendo a todo padre o madre que tenga el mismo dilema que yo. Cuando Agustín salga con esas preguntas que temo, no sé qué voy a responderle; pero tengo claro que cuando llegue a los nueve o diez años me voy a sentar con él a que leamos Despegue.


Hay preguntas sin respuesta posible; para eso están las historias.

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Published on October 12, 2014 21:49
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