Nordar y Ariy

La historia de estas dos naciones ha estado estrechamente ligada a lo largo de los años. El Reino de Nordar nació a principios del siglo IV de la Edad de los Reinos, y pronto se expandió hacia el oeste, conquistando el pequeño reino mercantil de Ariy en el siglo V. El poderío de sus ejércitos y, sobre todo, de su rápida y ágil caballería, fue demasiado para una nación pacífica y sin apenas tropas de combate. 
Los jinetes nordari sembraban el terror entre sus enemigos

La conquista de Ariy fue el primer paso hacia la expansión que llevaron a cabo los reyes nordari a lo largo de los siguientes años. A través de las rutas que atravesaban Kel Garal llevaron sus ejércitos al sur y levantaron o se apoderaron de enclaves en ambas costas del Mar Susrrante, lo que los convirtió en una potencia comercial en la zona. Construyeron flotas de barcos y navegaron por todas las islas y costas, traficando con multitud de pueblos y entrando en contacto con todas sus culturas. La provincia de Ariy, poblada de inmumerables gremios de mercaderes y banqueros, pronto se convirtió en el corazón económico del nuevo Imperio. Las patrullas de jinetes nordari escoltaban las caravanas comerciales que atravesaban todo el continente llevando riquezas y conocimientos. Fue una época de pujanza económica, durante la cual los señores feudales del país dispusieron de repente de mucho dinero y se volvieron ostentosos, erigiendo grandes castillos, fortalezas y mansiones palaciegas a costa de un pueblo que, tras una serie de infructuosas rebeliones, acabó siendo dominado y sometido.
Tras la época de las revueltas, los nobles se convirtieron en propietarios absolutos de la tierra y los campesinos se dedicaron a trabajarla para ellos a cambio de comida para subsistir y un techo bajo el que cobijarse. No obstante, las condiciones del proletariado no eran tan malas como las que debían soportar en los regímenes extranjeros similares, como el caso de sus vecinos kaffirin. Con el paso del tiempo, en muchas plantaciones y haciendas se instauró el jornal, y los agricultores pudieron ganar un sueldo que inicialmente no superaba los diez nordrun semanales (1), pero que con el tiempo fue creciendo hasta convertirse en un salario digno, permitiéndoles mantener un modo de vida bastante confortable. En las ciudades la situación aún mejoró más. Los mercados florecieron y prosperaron gracias a los productos traídos de las colonias y distribuidos desde Ariy, el corazón comercial del Imperio. Se desarrollaron oficios y la prosperidad económica situó a Nordar a la cabeza de las naciones de la región.
El comercio nordari en el Mar Susrrante enriqueció a la nación
La pujanza de Nordar duró casi quinientos años bajo la égida de unas dinastías de emperadores fuertes y ambiciosos, con ganas de perpetuar la grandeza de la nación. Pero a raíz del gobierno de Gilied III el poderío del Imperio empezó a decaer. Los duques y señores feudales, cada vez más poderosos e influyentes, aprovecharon la debilidad de los emperadores y se entregaron a intrigas y conspiraciones para hacerse con el control de la nación. Eso provocó una turbulenta etapa de luchas intestinas en la que los propios duques, divididos y enfrentados, se debilitaron a sí mismos y debilitaron al país.
A finales del siglo IX las colonias distribuidas en la costa meridional del Mar Susurrante fueron progresivamente conquistadas por las potencias del continente, y todo el comercio que se generaba a través de ellas pasó a engrosar las arcas de sus satrapías. Durante el siglo X las colonias marítimas del norte también cayeron, repartidas entre los reinos de Namir, Saelmsur y Annur, y Nordar perdió todo su control comercial en la zona. La economía se resintió, los mercados disminuyeron en número y calidad y la mayoría de los obreros y artesanos se vieron obligados a huir a Ariy o a salir del país para rehacer sus vidas. Los ducados, que seguían enfrentados entre sí, se destruyeron mutuamente y los condes, sometidos a ellos durante siglos, aprovecharon la oportunidad y se dispusieron a rebañar las sobras. Sin embargo, cayeron en los mismos errores, y acabaron luchando entre sí intentando expandir sus dominios y sus riquezas. El país entero se vio abocado a un período de escasez y guerras. 
Debido a sus luchas internas, la sociedad nordari entró en decadencia
Para culminar la ruina de Nordar, a finales del siglo XI tuvo lugar un hecho dramático que sacudió el país. Ariy, el único bastión económico que sostenía al viejo y debilitado Imperio, decidió independizarse. Los largos conflictos entre la nobleza, unidos a una administración que se había vuelto arcaica y corrupta, convirtieron al resto del país en un saco roto por donde se derramaba toda la riqueza que la burguesía ariyn lograban reunir. Los grandes gremios comerciales de la provincia no deseaban permanecer en un barco que se hundía cada vez más, e invirtieron grandes cantidades de dinero para salir de él. Por sí solos no podían sacudirse el yugo nodari, de modo que resolvieron contratar ejércitos de mercenarios a sueldo para levantarse en armas contra una nación cuyo poderío militar ya era historia. A los bárbaros de Khun y los mercenarios del valle de Uzûr, al norte, se les unió una coalición de señores de la guerra de Kel Garal. La campaña se llevó a cabo a finales del año mil ochenta y ocho. Los comerciantes ariyn estaban ansiosos por liberarse de la rémora nordari, y aunque los líderes de los mercenarios les desaconsejaron iniciar la guerra bajo los rigores invernales, la impaciencia les pudo. Sin embargo, alcanzaron sus objetivos de una manera inesperada. Tras semanas de acantonamiento a la espera de que las condiciones climatológicas mejoraran, los nordáin decidieron rendirse sin presentar batalla. Los barones del Imperio ejercieron presión sobre el emperador y los debilitados condes. No eran nobles de antiguas estirpes, sino generaciones de burgueses adinerados que habían comprado títulos y tierras, amasando un gran poder. Gentes pragmáticas que comprendían que la guerra estaba perdida de antemano. Desde luego no deseaban perder el control de Ariy, pero sabían que si se enfrentaban a ellos serían destruidos y borrados del mapa. Los ariyn, por su parte, no desearon ensañarse con los derrotados y despidieron a los mercenarios. Eran un pueblo trabajador y pacífico, que ya había obtenido lo que quería. Con el paso del tiempo, las dos naciones establecieron una alianza que se perpetuó durante casi tres siglos.
Una vez libre de Nordar, el pueblo ariyn prosperó
Mientras que Ariy prosperó y se convirtió en una nación rica y pujante, Nordar decayó. Perdió su estatus imperial y volvió a ser el Reino de Nordar, aunque su nueva nobleza, los barones que ahora controlaban el país, nunca olvidaron su antiguo esplendor. Estos abandonaron las prácticas comerciales que les habían llevado al poder y basaron su economía en el mismo régimen feudal que sus antepasados habían sufrido. Y aunque se enriquecieron con ella, con el paso de los años y las generaciones se volvieron perezosos y conformistas, y olvidaron su instinto emprendedor. Sin embargo, en lo más profundo de su corazón, siempre añoraron recuperar la antigua provincia y volver a erigirse como el gran Imperio que una vez fueron.
(1): Una barra de pan de más de dos libras en la mayoría de los mercados nordari costaba casi tres nordrun. 
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Published on April 28, 2015 11:45
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Alberto  Rodríguez
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