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La maldita colonización...

Y así los groenlandeses se quedaron todas las pieles de los skraelings y los skraelings recibieron un poco de leche y unos pedazos de tela roja. (¿Quién puede decir quién hizo el intercambio más ventajoso? Pues ahora todos están muertos).
(...)
Y ya pensaremos en los skraelings cuando sepamos cómo son. Quizás podamos quemarlos todos y quedarnos con sus tierras.

Al bajar a tierra, los skraelings los miraron asombrados. Hasta entonces nunca habían visto a nadie como los groenlandeses. Les parecían personas gigantes, con piernas tan anchas como.las de un oso. Las mujeres, aunque más bajas, les parecieron muy envaradas y altivas; sus cabellos eran una maravilla dorada. Los skraelings no entendian de donde procedía aquella gente tan alta.

Por las observaciones astronómicas que hicieron, sabemos que debieron recalar cerca de Nueva Jersey. Pero otros estudiosos más reputados que yo, dicen que los groenlandeses se detuvieron en Cape Cod, en Maine, en Terranova, en Carolina del Norte.

Y aquí es donde la novela histórica transmuta en autoficción y crónica de viajes:

Aunque la clave de todo el viaje es que tenía plena confianza en mi y era un completo ingenuo respecto a mis habilidades. Creía saber todo lo que había que saber, porque había estado en el paso de Anaktuvuk, había hecho autostop y me sentía auténticamente invencible y sobrehumano. Creía saber lo que hacía pero no sabía nada...

Los hombres del Polo no esperan hasta el ultimo momento para pensar qué harán cuando el invierno termine. (Welzl)

Hasta que murió en Islandia muchos años después, comieron de la misma bolsa y bebieron de la misma copa. Les unía el silencio de una necesidad acallada.

¿Qué hay tras esa montaña?, dijo Gudrid.
¿Por ahí? Nada más que niebla, hielo, piedras y trols

Mi primera noche en Groenlandia, en junio, en medio de una tormenta de nieve, no sabía qué eran los Books y me parecieron muy irreales tras la nieve que bajaba en remolinos entre el resplandor de las luces, unos enormes edificios rectangulares dispuestos en cuadrículas sobre la nieve, blancos sobre blanco.

¿Tenía por fuerza que ser mujer? Su vida no había empezado así y no quería serlo. Tampoco es que quisiera dejar de serlo a toda costa, sino que quería ser varias cosas. Ella no era sólo una mujer.

Aquí por tanto, estaba este impío viejo de cabeza gris, persiguiendo con maldiciones alrededor del mundo a una ballena propia de Job; al frente, además, de una tripulación formada básicamente por mestizos, renegados y proscritos, y caníbales... . moralmente debilitada. Tal tripulación, de tal manera dirigida, parecía especialmente seleccionada por algún infernal hado para ayudarle en su monomaniaca venganza.

Fue entonces que su cuerpo desgarrado y su alma herida sangraron el uno en el otro; y, fusionándose así, le enloquecieron.

Cabe señalar, dice una fuente autorizada, que el término islandés para azul (blá-r) tenía una gama de significados mucho más amplia que su contraparte homóloga en inglés. Denotaba todos los tonos de azul y negro y no solo  se usaba para describir el color del cielo despejado, sino también el del cuervo.

A veces, cuando terminaba se quedaba sentada en la oscuridad y dejaba que los pensamientos sobre su marido la atornentaran. ¿Qué era Erik? ¿Qué era? Sentía el alma entumecida y asfixiada por la nieve; el viento soplaba desde las gélidas colinas

Desde aquel encuentro fatal, Ajab había albergado una fiera vindicación contra la ballena; finalmente había llegado a identificar con ella no sólo todas sus desgracias corporales, sino también sus agravios intelectuales y espirituales. La ballena blanca nadaba ante él como la monomaniaca encarnación de todas las malévolas potencias que algunos hombres sienten roer en su interior...

Si los continentes son libres de contraerse y estirarse a voluntad, si las islas pueden navegar a cualquier parte del del gran Mar Océano, ¿cómo pronunciarnos sobre los sueños, que ni los soñadores son capaces de recuperar? Solo podemos decir que Groenlandia llevaba siglos apareciendo en nuestros sueños...

Algunas vidas se vieron grandemente perturbadas, siquiera por breves periodos, atravesadas por las ondas vacuamente perfectas del anhelo, mientras otras se convirtieron en vidas-remolino que no solo tragaban y escupian a quienes se cruzaban con ellas, sino todo aquello que quedaba a su alcance. Aunque esas vidas también se han convertido en vidas-espejo, pues nada queda de ellas salvo historias antiguas.

No, me importa reproducir la naturaleza tal como la ve mi alma (asentada adelante, en mis ojos), verla como ella es. Ninguna otra cosa. Y esto es muchísimo. También se le puede llamar fantasear. Dejo pintar a mi emoción, a mí instinto, a mí gusto, a mis sentidos.

La locura humana es a menudo algo muy taimado y felino. Cuando crees que ha desaparecido, puede que solo se haya transfigurado en una forma todavía más sutil. La enajenación absoluta de Ajab no disminuyó, sino que se contrajo, profundizándose .
De manera que, lejos de haber perdido su fortaleza, Ajab, para ese único fin, poseia ahora una potencia mil veces mayor que la que nunca había reunido.

Me duele la música. No sé si realmente la amo. Me toca, precisamente donde me encuentra. No la busco. Me dejó acariciar por ella. Pero está caricia hiere. ¿Cómo decirlo? Música es un llano en melodías, un recuerdo en notas, una pintura en sones. Me falta algo cuando no escucho música, y si escucho música, entonces empieza realmente a faltarme algo. Esto es lo mejor que sé decir acerca de la música.

¿Cómo puede el prisionero llegar al exterior, sino atravesando la pared por la fuerza? Para mí, la ballena blanca es esa pared, acercada a empujones hasta mi. A veces pienso que más allá no hay nada. Pero es suficiente. Me oprime; me abruma; en ella veo una fortaleza atroz, con una inescrutable malicia que la robustece. Ese algo inescrutable es lo que más odio.

De Parte De Las Cosas salió en 1942, tras una gestación de por lo menos una década. ¿Es posible que en años como aquellos uno vuelve a casa del trabajo de empleado de una editorial y se dedique a la descripción de la lluvia, de la piedra , etc? Después de todo, estamos en medio de la segunda guerra mundial y Francia es atacada, asediada y finalmente ocupada por las tropas alemanas.

y estoy condenado a permanecer
inmóvil en este pueblo
donde entre la lluvia y la vida hay que
elegir la lluvia.
(Lluvía inmóvil)

Y sin embargo ¿qué entendia Matkus cuando aludió a los personajes de Walser -que se transforman-? Es más probable que se refiriera a la inestabilidad intrínseca de tantos personajes de Walser, y, más precisamente, a su manera de concebirse a sí mismos y su posición en el mundo.

"No hay mejor despertar que el sueño"
(Bella Durmiente Siglo XX)

Era un periodo ideológicamente extraño, en el que todo el mundo en Europa occidental parecía convencido de que el capitalismo estaba condenado, e incluso condenado a corto plazo, de que vivía sus últimísimos años, sin que por ello los partidos de ultraizquierda consiguieran seducir a alguien más que a su clientela habitual de masoquistas huraños. Un velo de cenizas parecía haber envuelto los ánimos.

Y pensó, como hacía con frecuencia en el pasado, en todas esas personas que coexisten en el corazón de una misma ciudad sin una razón particular, sin interés ni preocupaciones comunes, y que sin trayectorias inconmensurables y divergentes, a veces se juntaban.

Una camarera que pasaba una bayeta por las mesas se acercaba a ellos lanzándoles miradas torvas. No solo tenia un aspecto de agotamiento total, de desaliento, sino lleno de animosidad contra el mundo en general, retorcía la bayeta en el cubo exactamente como si en eso se resumiera para ella el mundo: una superficie dudosa recubierta de manchas diversas.

Ajab era socialmente inaccesible. Aunque incluido nominalmente en el censo de la cristiandad, era aún un extraño en ella. Vivía en el mundo como el último de los osos pardos en el colonizado Missouri. Y cuando la primavera y el verano habían partido, ese salvaje Logan de los bosques, enterrándose a si mismo en la oquedad de un árbol, pasaba allí el invierno lamiéndose las zarpas.

- Piensa hacer algo la noche del 31?- preguntó Jed.
-No, nada, estoy releyendo a Tocqueville.

Había en la voz del autor de Las Partículas Elementales algo que Jed nunca le había conocido: parecía feliz.

La voz de Olga no había cambiado. La voz de la gente no cambia nunca, como tampoco la expresión de su mirada. En medio del derrumbamiento físico generalizado que resume la vejez, la voz y la mirada aportan el testimonio dolorosamente irrecusable de la persistencia del carácter, las aspiraciones, los deseos, de todo lo que constituye una personalidad humana.