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Comprarto la reseña que el amigo David Carrasco hizo sobre mi biografía "Franz Kafka, el profesional de la derrota". ¡Gracias David!

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100 years without Kafka

100 years without Kafka

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He terminado de escribir mi propia biografía sobre Franz Kafka. Estoy orgulloso y feliz.
I've have finished the writing of my own biography of Franz Kafka. I'm proud and happy.

Si te he dicho lo que sentía, es precisamente para que te quedes. Lo sabes bien, todo lo que nos desune es en el fondo lo que nos deja vivir tan juntos. Si empezáramos a callarnos lo que sentimos, los dos perderíamos la libertad.

La raza, lo que tú llamas raza, ese ese hatajo de pobres diablos como yo, legañosos, piojosos, aterrados, que vinieron a parar aquí perseguidos por el hambre, la peste, los tumores y el frío, que llegaron vencidos de los cuatro confines del mundo. El mar les impedía seguir adelante. Eso es Francia y los franceses también.

Es sabido que el espíritu humano, muchas veces, toma decisiones cuyas causas dice no conocer, se supone que lo hace luego de recorrer los caminos de la mente con tal velocidad que luego no es capaz de reconocerlos y mucho menos reencontrarlos.

Los papeles exteriores de los obstinados sobrevivientes iban amarilleando cada vez más hasta convertirse en manchas oscuras y antiestéticas en los topes de los anaqueles ofendiendo la moral del público. Es entonces cuando el jefe de la Conservadora General dice a uno de los escribientes, Don José, sustitúyame aquellas carpetas.

El momento del asesinato es el momento en que el poder y la ignorancia del poder se reúnen, con la muerte como legalizadora.

El sujeto de traje verde, que resulta ser un argentino llamado Francisco Squalidozzi, está esperando una reacción... La frase está al final del renglón en donde el gran poeta argentino Leopoldo Lugones dice: "Ahora les diré, en verso, cómo la concebí libre de la mancha del Pecado Original..." Es la revolución de Uriburu de 1930. El periódico tiene quince años.

Llega un grito a través del cielo. Ya ha ocurrido otras veces, pero ahora no hay nada con qué compararlo.
Es demasiado tarde. La Evacuación todavía continúa, pero todo es teatralidad. No hay luces en ningún sitio... es de noche. Le asusta la manera en que caerán los vidrios. Será un espectáculo: la caída de un palacio de cristal.

Archimboldi tenía una visión de la literatura en tres compartimentos que sólo de una manera muy sutil se comunicaban entre sí: en el primero estaban los libros que él leía y releía, y que consideraba portentoso y a la vez monstruosos, como las obras de Döblin, que seguía siendo uno de sus autores favoritos, o como la obra completa de Kafka.

En 1920 nació Hans Reiter. No parecía un niño sino un alga. Canetti y creo que también Borges, dos hombres tan distintos, dijeron que así como el mar era el símbolo o el espejo de los ingleses, el bosque era la metáfora en donde vivían los alemanes. De esta regla quedó afuera Hans Reiter desde el momento de nacer. No me gustaba la tierra y menos los bosques.

En 1920 nació Hans Reiter. No parecía un niño sino un alga. Canetti y creo que también Borges, dos hombres tan distintos, dijeron que así como el mar era el símbolo o el espejo de los ingleses, el bosque era la metáfora en donde vivían los alemanes. De esta regla quedó afuera Hans Reiter desde el momento de nacer. No me gustaba la tierra y menos los bosques.

-¿Cuantas muertas hay?
-No lo sé, -dijo Chucho Flores-, muchas, más de doscientas.
-Son muchas para una sola persona, -dijo Fate.
-Así es, amigo, demasiadas, incluso para un asesino mexicano.
-¿Y cómo las matan? -preguntó Fate.
-Eso no está nada claro. Desaparecen. Se evaporan en el aire. Y al cabo de un tiempo aparecen sus cuerpos en el desierto.

Morini percibía de Morini que se iba diluyendo de forma gradual e incontenible, como un río que deja de ser río o como un árbol que se quema en el horizonte sin saber que se está quemando.

La casualidad no obedece leyes y si las obedece nosotros las desconocemos. La casualidad si me permite el símil, es como Dios que se manifiesta cada segundo en nuestro planeta. Un Dios incomprensible co  gestos incomprensibles dirigidos a sus criaturas incomprensibles.

Antes de que Norton se acostarnos primera vez con Pelletier Morini ya había entrevisto esa posibilidad. No por la forma en que Pelletier se comportaba enfrente de Norton sino por el desasimiento de ésta, algo que Baudelaire habría llamado Spleen y que Nerval habría llamado melancolía, y que colocaba a la inglesa en una disposición excelente para comenzar una relación íntima con quien fuera.

Dicho en una palabra y de forma brutal, Pelletier y Espinoza se dieron cuenta de que la búsqueda de Archimboldi no podría llenar jamás sus vidas. Podían leerlo, podían estudiarlo, podían desmenuzando, pero no podían morirse de risa con él ni deprimirse con él, en parte porque Archimboldi siempre estaba lejos, en parte porque su obra, a medida que uno se internada en ella, devoraba a sus exploradores.

Las palabras de Pelletier (pronunciadas como en el interior de un castillo o como en el interior una mazmorra excavada en el foso de un viejo castillo) sonaron como una amenaza en el apacible restaurante y contribuyeron a poner punto final a una velada que se había iniciado bajo los auspicios de la cortesía y de los deseos satisfechos.