Erika’s Reviews > Los seres que surcan el cielo nocturno novohispano. Brujas y demonios coloniales > Status Update

Cuando terminaba una relación de amantes y las mujeres se comportaban con humildad y pretendían sufrir en silencio y de casualidad ellos no se enfermaban, entonces no aparecían las brujas a la redonda. Pero si ellos enfermaban y tenían un 'accidente' sin causa aparente, y la antigua amante se mostraba segura de sí misma y continuaba su vida amorosa y social sin ocultarse, entonces se desataban los diablos.

Antes, muchos de los pobladores se levantaban para iniciar las labores del campo a las 4 de la mañana. Por ello, cualquier mujer que se le viera salir de su casa en la noche, y llegar antes del canto del gallo, podía ser acusada de bruja. De este modo se impedía que los amantes abandonaran sus hogares para acudir a alguna cita de amor.

Dios jamás permitiría que un inocente que se encuentra bajo su protección angélica sea sospechoso de delito menores, mucho menos de quien se sospecha del delito de brujería.

Cuando un grupo identifica en "otro" (judíos, gitanos, negros, brujas, indios) al mal, al atacarlo logra apaciguar sus temores.

Por sus dimensiones físicas, la montaña atraviesa las tres partes del cosmos, está en la tierra, pero mediante su cueva se puede conectar con el inframundo, y en la cina del cerro se contacta con las últimas capas del cielo. Esto hace que las cuevas sean un acceso natural al inframundo.

Otro lugar donde se pensaba vivía el Diablo era en un charco, quizá un manantial. Este charco tenía la característica de haber sido, desde tiempos inmemoriales, un lugar de reverencia para los indios.

La cueva era considerada como un lugar de aprendizaje, de transformación, pues al salir, de inmediato podrían poner en práctica el don adquirido.

En los casos de Pacto con el Diablo es muy constante que el lugar donde pueden contactarlo sea en una cueva, en segundo lugar y en menor grado es en la sabana, el obraje y en un charco.

Durante toda la etapa colonial, se mantuvo la idea de que el infierno estaba en una cueva especial donde vivía el Diablo. Esta cueva era un lugar de transformación y aprendizaje, de adquisición de ciertos dones y habilidades otorgadas oir aquél, además de poseer tesoros.

Dios, como la puesta en escena del Juicio Final del padre Olmos, era tan severo que el Diablo podría ser la única opción para quienes habían rebasado el límite de la legalidad civil y religiosa.