"Abra Cadabra" Estrategias (Capítulo 4)
Hola buenos días,
Vengo con el cuarto capítulo de las brujitas, espero os guste y quedo pendiente de vuestras peticiones sobre qué queréis que ocurra en el próximo capítulo ;)
4
Estrategias
—¿Cómo acaba una chica como tú casada con Edrien Pendragón? Hadid giró hacia las sombras de la cocina cogiéndose al fregadero al ver únicamente los brillantes ojos rojizos de Bien escrutándola. Nerviosa, dejó la taza dentro de la pica sin entender como no la había dejado caer provocando que se hiciera añicos.Después pasar un buen rato hablando con su hermana, había conseguido que esta se adormilase y por eso había aprovechado para bajar a dejarla. —Parece que te has apresurado en mover tus contactos. —No has contestado. —Quizás es que no tengo porqué —Lo invitó a ocupar una de las sillas que había alrededor de la mesa tal y como hizo ella. Bein salió de entre la oscuridad y ocupó la silla que daba frente a la bruja. —Eso dependerá —Dejó caer como si nada haciendo gala de su seriedad regia y serena. —¿De qué? —De lo mucho que quieras proteger a tú hermana porque sé que no me equivocaré si digo que parte de todo esto, viene producido por ti. Hadid lo estudió sin dejar traslucir nada en su aspecto y al final, sonrió. Ambos estaban evaluándose. —Usando directamente los puntos débiles. Si señor, creí que tardarías más en utilizar esa carta dejando ver tú verdadera cara pero no —Se acarició el cuello, apoyando el codo en la mesa hasta terminar enrollando un dedo en su clara melena rubia, con el mentón alzado y una sonrisa pérfida en los labios—. Despiadado, ruin… y sin escrúpulos. Me gusta. Bein esperó sin moverse un ápice. —No siempre fui la chica que tienes delante, estuve muy cerca del otro lado. Así conocí a Edrien, eso y que bueno, por ese entonces se llevaban los matrimonios concertado pero tú eso ya lo sabes. —Te maldijo, ¿por qué? Dudo mucho que fuera solo porqué lo abandonaras. —Era un grandísimo hijo de puta, me costó darme cuenta de cómo era en realidad pero al final pude abrir los ojos y ver lo que estaba haciendo. Lo que me hacía a mi y a cuanto lo rodeaba. Fui lo peor sin embargo…
—Le robaste algo, ¿verdad? —Lo que más quería en el mundo, su mayor posesión. Por eso me maldijo y me transformó en gata y no tengo mi poder. Yo tengo algo suyo y él, mi talismán. Era lo que querías saber, ¿no? Lo que te interesaba —Se inclinó hacia delante, haciendo que su escote quedase acentuado, sin embargo lo que él miraba eran sus ojos entrecerrados, brillantes y astutos, junto al movimiento de sus manos unidas sobre la mesa. —Sí tan claro lo tienes, ¿para qué preguntas? —Phyra no se fía de ti y para ser francos, yo tampoco las tengo todas contigo, buscas algo, lo noto. —En cambio le pides que me dé una oportunidad, ¿por qué? —preguntó curioso, aquello lo había pillado desprevenido, no comprendía a esa mujer y era peligroso. Era astuta y no se había equivocado al pensar que debía andarse con ojo con ella pues no era lo que parecía.Es más, sabiendo lo que ahora sabía acerca de su pasado, podía dar crédito a sus palabras de qué podía ser una adversaria en realidad indeseable. Cruel, sádica y malvada.Sentía en su ser la oscuridad que había rozado y disfrutado, el poder letal que había manejado y cuanto había hecho destrozando a su familia y a Phyra.Ella era la que había sufrido más su mal camino, la que había luchado sin fin por hacerle ver la realidad por mucho que la repudiase e hiriese. Ella jamás se rindió hasta que por fin, la recuperó.Por suerte Hadid no dejó ir su luz y al conocer las dos caras, pudo acabar discerniendo que lo que estaba haciendo no era lo correcto ni lo que quería. Que solo se hacía daño y castigaba por algo que ni entendía o por las malas influencias de esas personas que fingieron ser sus amigos y que después, la abandonaron a su suerte cuando más los necesitó y que incluso, se rieron de su desgracia y dolor.Conocía de buena mano lo que Edrien eran capaz de hacer e imaginaba por lo que habría pasado una vez se le enfrentó al descubrirla. Las torturas y vejaciones… como habría disfrutado de destrozar justamente a esa bruja en concreto dado el poder de sus familias y los antiguaos enfrentamientos que los separaban sin contar los Lefay/Axler o lo que era lo mismo, los suyos.Era tan ambicioso que al final, la oscuridad lo corrompió por completo y él mismo se encargó de poner fin a su corrosiva existencia. Ahora lamentaba no haberlo hecho antes. —Porque a pesar de todo hay algo en ti que me dice que debo hacerlo. No sé cuál es tú verdadera intención en todo esto pero… —Entonces haz caso a ese instinto que tienes —Se levantó. —No me vas a decir qué es lo qué haces aquí, ¿no? —No es posible, no todavía pero sí te diré que es cierto que soy un Sombra roja y que estoy para protegeros. —Eres mucho más que eso. Bein asintió, era algo que poco importaba porque seguía sin saber la verdad. —Y un Axler también, cosa que ya sabíais porque yo mismo os lo dije y que te da demasiado conocimiento sobre mi para mi gusto. —Puedes estar tranquilo, por mi no sabrá nada que no deba pero como le hagas el más mínimo daño a Phyra, juro que no descansaré hasta hacerte pagar. —Todo claro entonces. —Clarísimo —Hadid se echó atrás en la silla mirándolo de modo tenebroso y Bein se alejó hacia su habitación deteniéndose cuando lo creyó conveniente. Hadid no era una mujer que se ándase con juegos por lo que ya podía vigilar bien sus pasos porque no iba a quitarle ojo de encima. No al menos hasta que le demostrase que podía hacer lo que le dijo, confiar por completo obedeciendo a su instinto.Estaba claro que era inteligente y que justo las heridas de su pasado, le habían dado la mejor de las lecciones aprendiendo bien. Los demonios de cada uno eran siempre los peores, por ello, continuó con la segunda parte de su plan. —¿Sabes? Te equivocas en algo —La miró desde el pasillo estudiando las reacciones femeninas al mantenerse callada con los ojos fijos en él. —¿En qué? Está claro que vas a decirlo quiera o no. —A su extraño modo, Edrien sí te quería y te protegió más que te maldijo porque sabía que todo acabaría donde debía. —¿A qué te refieres?
—Al libro, tú eres su dueña y él lo sabía. Conocía a quién pertenecía y donde regresaría, así que técnicamente, solo recuperaste una posesión. Conocía quién eras y cuál era tú papel. Hadid alzó el mentón manteniendo su mutismo con una salvedad, su mirada se volvió peligrosa y precavida al mismo tiempo. El tormento podía leerse en el fondo de sus pupilas pero sabía controlarse ocultando sus emociones al igual que hacía Phyra. —En el fondo lo sentías, y para ello debías conocer ambas caras, tanto la luz como la oscuridad para aunar en ti sus esencias. —¿Y qué tiene esto que ver ahora? —Todo. Tú perteneces a este mundo, dos caras de un espejo, uno que conduce a otro plano, el otro… a este. ¿Todavía no me sigues, bruja? —Ladeó la sonrisa. Ella giró el rostro llevándose una mano a los labios. —Puedo ayudarte si de verdad lo quieres. Puedo encontrar ese talismán y que decidas. Solo piensa bien lo que implica lo que él te otorgó y lo que sucederá si renuncias. Una vez se deshaga, no podrás volver a tenerlo y puedes necesitarlo. Recuerda, dos reflejos. —¿Y por qué lo harías? ¿de verdad la ayudarías? Bein dirigió la vista hasta la puerta de entrada a la cocina donde estaba parada Phyra, rodeándose con sus propios brazos. Sus ojos azules estaban fijos en él sin tenerlas todas, así que sonrió. —¿Sabes dónde está su talismán? —¿Lo habría dicho de no ser así? —Le devolvió con otra pregunta—. De todos modos, no olvides preguntar a tú hermana si desea realmente recuperar su poder. Parece estar muy centrada y relajada así… —Pero no está completa, forma parte de ella, de su esencia y tarde o temprano le pasará factura. Ha de poder defenderse —Le recriminó. —Que curioso que justo tú menciones eso —Hadid se levantó de la silla con parsimonia, sus ojos no la perdían de vista algo oscurecidos y Bein torció la sonrisa. Ahí estaba parte de lo que buscó, un enfrentamiento que las hiciera hablar y poder tener una visión más amplía de cómo estaba todo.Había calculado muy bien sus pasos y el momento justo en que Phyra bajaría pues no le interesaba que se enterase de según qué, había cosas que eran privadas entre su hermana y él, al menos todavía. —¿Por qué dices eso? —preguntó con evidente confusión. —Llevas toda la vida rehuyendo de ti misma, de la magia, de lo que eres y forma parte de ti. No te das cuenta y reniegas de ser bruja, odias parte de lo que te ha traído y hasta que no lo aceptes, no podrás ser tú ni encontrar esa estabilidad que te falta. Ese vacío, ese algo que falla es justo eso entre otras cosas. ¿Por qué crees que tus hechizos fallan, eh? Porque dudas de ella, porque preferirías quizás, no tener que hacer uso de ella —Sus palabras fueron duras, nunca antes le había hablado así pero era hora de ser claras y porque no decirlo, sincera de una puñetera vez por mucho que le doliese porque estaba harta de ver como se hacía daño. Phyra se estremeció y sin decir nada, miró a ambos lo más digna que pudo. Alzó el mentón y dando media vuelta sobre los pies enfundados en unos gruesos calcetines mullidos, se dirigió hacia la escalera. —Eso es, vete. Siempre que la situación se pone seria para ti o más bien tensa, huyes para no enfrentarte a la verdad, a ti misma y todo lo que guardas dentro de ti. —No es el momento Hadid, es mejor así —dijo serena, girando levemente la cabeza para verla, subiendo el primer escalón con la mano extendida sobre la barandilla. —¡¿Para quién?! —Para todos. Hadid apretó el puño que había cerrado y volvió a enfrentar la presencia de Bien que seguía atento a su hermana. —¿A caso crees que no sé lo que haces?
—¿Y qué hago según tú? —Desvió la vista hacia ella bien consciente celas emociones que sacudían a Phyra. Hadid bufó y con una sonrisa sarcástica, anduvo hacia las escaleras donde permanecía su hermana pequeña, atenta a lo que ambos se decían. —¿Piensas decírmelo algún día, Phyra? —¿El qué? —Que no estás bien, lo sé, lo siento. Ella hizo el intento de esgrimir una tibia sonrisa que más bien se transformó en una especie de mueca apagada. —Cuando tú me digas que lo que cogiste fue el libro del infierno —la miró desviando la vista con frialdad hacia el vampiro—. ¿Contento? Ya tienes lo que tenías, esa era tú estrategia desde el principio. Eso es lo qué buscabas, lo malo es que no sé para qué o quién. —Estás obviando lo principal preciosa —Sacó una mano del bolsillo con su elegancia particular y la misma sonrisa arrogante en la cara—, estoy aquí para protegeros de esos que buscan el poder que ese libro junto con vosotras, les puede dar. E ahí la cuestión de porqué todo esto que está sucediendo —Al ver que no decía nada pese a envararse, continuó. Debía aprovechar el momento antes de que fuera tarde—. Se lo dijiste, ¿no? Que dejase el libro, que solo causaría muertes y no te hizo caso. Pero si no lo hizo por una razón muy simple, el libro le pertenece así que por mucho que te duela lo que ha pasado, no cambiará la verdad. Aprende a convivir con ello aunque duela y no llores, los responsables de sus actos son los que los causan, no está en tú mano evitar todo, ni acusar a nadie. La muerte es inevitable y lo sabes bien, la conoces y la has entendido. Has sido capaz de entender su cara amable, su belleza, su crueldad e incluso su sangre y la necesidad de que exista un fin incluso dentro de la eternidad. Tú eres parte de ella, el miedo Phyra, desaparecerá y todo encajará, te lo prometo. —¿Qué diantres sabes? Bein sonrió de nuevo ignorando la tensión reinante y se alejó hasta cerrar la puerta de su habitación dejándolas ahí, solas.
Saludos y buen fin de semana.
Leila
Vengo con el cuarto capítulo de las brujitas, espero os guste y quedo pendiente de vuestras peticiones sobre qué queréis que ocurra en el próximo capítulo ;)
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Estrategias
—¿Cómo acaba una chica como tú casada con Edrien Pendragón? Hadid giró hacia las sombras de la cocina cogiéndose al fregadero al ver únicamente los brillantes ojos rojizos de Bien escrutándola. Nerviosa, dejó la taza dentro de la pica sin entender como no la había dejado caer provocando que se hiciera añicos.Después pasar un buen rato hablando con su hermana, había conseguido que esta se adormilase y por eso había aprovechado para bajar a dejarla. —Parece que te has apresurado en mover tus contactos. —No has contestado. —Quizás es que no tengo porqué —Lo invitó a ocupar una de las sillas que había alrededor de la mesa tal y como hizo ella. Bein salió de entre la oscuridad y ocupó la silla que daba frente a la bruja. —Eso dependerá —Dejó caer como si nada haciendo gala de su seriedad regia y serena. —¿De qué? —De lo mucho que quieras proteger a tú hermana porque sé que no me equivocaré si digo que parte de todo esto, viene producido por ti. Hadid lo estudió sin dejar traslucir nada en su aspecto y al final, sonrió. Ambos estaban evaluándose. —Usando directamente los puntos débiles. Si señor, creí que tardarías más en utilizar esa carta dejando ver tú verdadera cara pero no —Se acarició el cuello, apoyando el codo en la mesa hasta terminar enrollando un dedo en su clara melena rubia, con el mentón alzado y una sonrisa pérfida en los labios—. Despiadado, ruin… y sin escrúpulos. Me gusta. Bein esperó sin moverse un ápice. —No siempre fui la chica que tienes delante, estuve muy cerca del otro lado. Así conocí a Edrien, eso y que bueno, por ese entonces se llevaban los matrimonios concertado pero tú eso ya lo sabes. —Te maldijo, ¿por qué? Dudo mucho que fuera solo porqué lo abandonaras. —Era un grandísimo hijo de puta, me costó darme cuenta de cómo era en realidad pero al final pude abrir los ojos y ver lo que estaba haciendo. Lo que me hacía a mi y a cuanto lo rodeaba. Fui lo peor sin embargo…
—Le robaste algo, ¿verdad? —Lo que más quería en el mundo, su mayor posesión. Por eso me maldijo y me transformó en gata y no tengo mi poder. Yo tengo algo suyo y él, mi talismán. Era lo que querías saber, ¿no? Lo que te interesaba —Se inclinó hacia delante, haciendo que su escote quedase acentuado, sin embargo lo que él miraba eran sus ojos entrecerrados, brillantes y astutos, junto al movimiento de sus manos unidas sobre la mesa. —Sí tan claro lo tienes, ¿para qué preguntas? —Phyra no se fía de ti y para ser francos, yo tampoco las tengo todas contigo, buscas algo, lo noto. —En cambio le pides que me dé una oportunidad, ¿por qué? —preguntó curioso, aquello lo había pillado desprevenido, no comprendía a esa mujer y era peligroso. Era astuta y no se había equivocado al pensar que debía andarse con ojo con ella pues no era lo que parecía.Es más, sabiendo lo que ahora sabía acerca de su pasado, podía dar crédito a sus palabras de qué podía ser una adversaria en realidad indeseable. Cruel, sádica y malvada.Sentía en su ser la oscuridad que había rozado y disfrutado, el poder letal que había manejado y cuanto había hecho destrozando a su familia y a Phyra.Ella era la que había sufrido más su mal camino, la que había luchado sin fin por hacerle ver la realidad por mucho que la repudiase e hiriese. Ella jamás se rindió hasta que por fin, la recuperó.Por suerte Hadid no dejó ir su luz y al conocer las dos caras, pudo acabar discerniendo que lo que estaba haciendo no era lo correcto ni lo que quería. Que solo se hacía daño y castigaba por algo que ni entendía o por las malas influencias de esas personas que fingieron ser sus amigos y que después, la abandonaron a su suerte cuando más los necesitó y que incluso, se rieron de su desgracia y dolor.Conocía de buena mano lo que Edrien eran capaz de hacer e imaginaba por lo que habría pasado una vez se le enfrentó al descubrirla. Las torturas y vejaciones… como habría disfrutado de destrozar justamente a esa bruja en concreto dado el poder de sus familias y los antiguaos enfrentamientos que los separaban sin contar los Lefay/Axler o lo que era lo mismo, los suyos.Era tan ambicioso que al final, la oscuridad lo corrompió por completo y él mismo se encargó de poner fin a su corrosiva existencia. Ahora lamentaba no haberlo hecho antes. —Porque a pesar de todo hay algo en ti que me dice que debo hacerlo. No sé cuál es tú verdadera intención en todo esto pero… —Entonces haz caso a ese instinto que tienes —Se levantó. —No me vas a decir qué es lo qué haces aquí, ¿no? —No es posible, no todavía pero sí te diré que es cierto que soy un Sombra roja y que estoy para protegeros. —Eres mucho más que eso. Bein asintió, era algo que poco importaba porque seguía sin saber la verdad. —Y un Axler también, cosa que ya sabíais porque yo mismo os lo dije y que te da demasiado conocimiento sobre mi para mi gusto. —Puedes estar tranquilo, por mi no sabrá nada que no deba pero como le hagas el más mínimo daño a Phyra, juro que no descansaré hasta hacerte pagar. —Todo claro entonces. —Clarísimo —Hadid se echó atrás en la silla mirándolo de modo tenebroso y Bein se alejó hacia su habitación deteniéndose cuando lo creyó conveniente. Hadid no era una mujer que se ándase con juegos por lo que ya podía vigilar bien sus pasos porque no iba a quitarle ojo de encima. No al menos hasta que le demostrase que podía hacer lo que le dijo, confiar por completo obedeciendo a su instinto.Estaba claro que era inteligente y que justo las heridas de su pasado, le habían dado la mejor de las lecciones aprendiendo bien. Los demonios de cada uno eran siempre los peores, por ello, continuó con la segunda parte de su plan. —¿Sabes? Te equivocas en algo —La miró desde el pasillo estudiando las reacciones femeninas al mantenerse callada con los ojos fijos en él. —¿En qué? Está claro que vas a decirlo quiera o no. —A su extraño modo, Edrien sí te quería y te protegió más que te maldijo porque sabía que todo acabaría donde debía. —¿A qué te refieres?
—Al libro, tú eres su dueña y él lo sabía. Conocía a quién pertenecía y donde regresaría, así que técnicamente, solo recuperaste una posesión. Conocía quién eras y cuál era tú papel. Hadid alzó el mentón manteniendo su mutismo con una salvedad, su mirada se volvió peligrosa y precavida al mismo tiempo. El tormento podía leerse en el fondo de sus pupilas pero sabía controlarse ocultando sus emociones al igual que hacía Phyra. —En el fondo lo sentías, y para ello debías conocer ambas caras, tanto la luz como la oscuridad para aunar en ti sus esencias. —¿Y qué tiene esto que ver ahora? —Todo. Tú perteneces a este mundo, dos caras de un espejo, uno que conduce a otro plano, el otro… a este. ¿Todavía no me sigues, bruja? —Ladeó la sonrisa. Ella giró el rostro llevándose una mano a los labios. —Puedo ayudarte si de verdad lo quieres. Puedo encontrar ese talismán y que decidas. Solo piensa bien lo que implica lo que él te otorgó y lo que sucederá si renuncias. Una vez se deshaga, no podrás volver a tenerlo y puedes necesitarlo. Recuerda, dos reflejos. —¿Y por qué lo harías? ¿de verdad la ayudarías? Bein dirigió la vista hasta la puerta de entrada a la cocina donde estaba parada Phyra, rodeándose con sus propios brazos. Sus ojos azules estaban fijos en él sin tenerlas todas, así que sonrió. —¿Sabes dónde está su talismán? —¿Lo habría dicho de no ser así? —Le devolvió con otra pregunta—. De todos modos, no olvides preguntar a tú hermana si desea realmente recuperar su poder. Parece estar muy centrada y relajada así… —Pero no está completa, forma parte de ella, de su esencia y tarde o temprano le pasará factura. Ha de poder defenderse —Le recriminó. —Que curioso que justo tú menciones eso —Hadid se levantó de la silla con parsimonia, sus ojos no la perdían de vista algo oscurecidos y Bein torció la sonrisa. Ahí estaba parte de lo que buscó, un enfrentamiento que las hiciera hablar y poder tener una visión más amplía de cómo estaba todo.Había calculado muy bien sus pasos y el momento justo en que Phyra bajaría pues no le interesaba que se enterase de según qué, había cosas que eran privadas entre su hermana y él, al menos todavía. —¿Por qué dices eso? —preguntó con evidente confusión. —Llevas toda la vida rehuyendo de ti misma, de la magia, de lo que eres y forma parte de ti. No te das cuenta y reniegas de ser bruja, odias parte de lo que te ha traído y hasta que no lo aceptes, no podrás ser tú ni encontrar esa estabilidad que te falta. Ese vacío, ese algo que falla es justo eso entre otras cosas. ¿Por qué crees que tus hechizos fallan, eh? Porque dudas de ella, porque preferirías quizás, no tener que hacer uso de ella —Sus palabras fueron duras, nunca antes le había hablado así pero era hora de ser claras y porque no decirlo, sincera de una puñetera vez por mucho que le doliese porque estaba harta de ver como se hacía daño. Phyra se estremeció y sin decir nada, miró a ambos lo más digna que pudo. Alzó el mentón y dando media vuelta sobre los pies enfundados en unos gruesos calcetines mullidos, se dirigió hacia la escalera. —Eso es, vete. Siempre que la situación se pone seria para ti o más bien tensa, huyes para no enfrentarte a la verdad, a ti misma y todo lo que guardas dentro de ti. —No es el momento Hadid, es mejor así —dijo serena, girando levemente la cabeza para verla, subiendo el primer escalón con la mano extendida sobre la barandilla. —¡¿Para quién?! —Para todos. Hadid apretó el puño que había cerrado y volvió a enfrentar la presencia de Bien que seguía atento a su hermana. —¿A caso crees que no sé lo que haces?
—¿Y qué hago según tú? —Desvió la vista hacia ella bien consciente celas emociones que sacudían a Phyra. Hadid bufó y con una sonrisa sarcástica, anduvo hacia las escaleras donde permanecía su hermana pequeña, atenta a lo que ambos se decían. —¿Piensas decírmelo algún día, Phyra? —¿El qué? —Que no estás bien, lo sé, lo siento. Ella hizo el intento de esgrimir una tibia sonrisa que más bien se transformó en una especie de mueca apagada. —Cuando tú me digas que lo que cogiste fue el libro del infierno —la miró desviando la vista con frialdad hacia el vampiro—. ¿Contento? Ya tienes lo que tenías, esa era tú estrategia desde el principio. Eso es lo qué buscabas, lo malo es que no sé para qué o quién. —Estás obviando lo principal preciosa —Sacó una mano del bolsillo con su elegancia particular y la misma sonrisa arrogante en la cara—, estoy aquí para protegeros de esos que buscan el poder que ese libro junto con vosotras, les puede dar. E ahí la cuestión de porqué todo esto que está sucediendo —Al ver que no decía nada pese a envararse, continuó. Debía aprovechar el momento antes de que fuera tarde—. Se lo dijiste, ¿no? Que dejase el libro, que solo causaría muertes y no te hizo caso. Pero si no lo hizo por una razón muy simple, el libro le pertenece así que por mucho que te duela lo que ha pasado, no cambiará la verdad. Aprende a convivir con ello aunque duela y no llores, los responsables de sus actos son los que los causan, no está en tú mano evitar todo, ni acusar a nadie. La muerte es inevitable y lo sabes bien, la conoces y la has entendido. Has sido capaz de entender su cara amable, su belleza, su crueldad e incluso su sangre y la necesidad de que exista un fin incluso dentro de la eternidad. Tú eres parte de ella, el miedo Phyra, desaparecerá y todo encajará, te lo prometo. —¿Qué diantres sabes? Bein sonrió de nuevo ignorando la tensión reinante y se alejó hasta cerrar la puerta de su habitación dejándolas ahí, solas.
Saludos y buen fin de semana.
Leila
Published on October 21, 2017 04:47
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