��Feliz d��a del banquero!

No parece ser ninguna casualidad que el d��a del banquero y el de la Sant��sima V��rgen de Guadalupe sean el mismo. Es m��s, ya podr��amos borrar la diferencia entre uno y otro caso y pues llamarlo sin m��s Bancomer admirabilis o Santa Patrona de todos los Banortes. Y bueno, que es que, yo ya ven��a un rato barruntando esto de que los Bancos cada vez m��s parecen iglesias (y las iglesias, bancos), as�� que ya para que seguir confundiendo a la pe��a de que son dos cosas distintas. Un solo Dios tripartito.
Rituales, fe, castigos, mandas que aunque pareciera que solo se trata de un negocio de meter y sacar dinero, pero la cosa tiene su escatolog��a. Y un husmo de mareo y de v��mito me da siempre que tengo que entrar a uno de esos templos de fe. (Curioso caso que en Grecia misma, sin haberse perdido en tejemanejes de las derivaciones etimol��gicas, al "cr��dito bancario" lo llaman con el mismo significante que "fe", esto es pistis). La propia reforma del pagano (otra divertida coincidencia de los caprichos de la lengua, que es el no-cristiano y al final, el que paga), que tiene que aceptar y comprender las jergas molestas y especializadas que si amortizaci��n, que si egreso degrabable, que si impuesto inflacionario para PyMES y cr��dito revolvente quincenal, gravamen sobre el IPC de anualidad cero, etc.; y a trav��s de esa molienda y remolienda le van metiendo al pagano, la misma idea al fin que la Iglesia Santa Romana, que estar bien con ellos es por nuestro propio bien.
Am��n de todas esas peligrosas controversias teol��gicas de anta��o, como al de la predestinaci��n en el s. IX (de Godescalco de Orbais) o la del intelecto separado en el s. XIII (de Sigerio de Barbante), que lo que se encontraba en juego era, ni m��s ni menos, que el peso e importancia del Sujeto (del creyente, del cuentahabiente, por decirlo en t��rminos contempor��neos) y el empe��o de la ortodoxia de R��bano Mauro o Santo Tom��s de Aquino era precisamente salvaguardar las almas y su libertad. Libertad ��nicamente para hacer lo mandado, lo hecho. 
Con el banco, lo mismo. La cosa fundamental es hacer creer al personal que cuando hablan del dinero, est��n hablando de usted. Esto es el sujeto mismo es ya puro dinero. Precisamente la desaparici��n del comercio se puede ver en que ya uno mismo es la ��nica mercanc��a que se puede comprar y vender. (Pues uno mismo es ya su dinero puro). Y al final, cualquiera de nosotros, a rega��adientes como uno, o lleno de fe y creencia en la salvaci��n de su alma, hace la cola en banco, como antiguamente las hileras de pecadores ante los confesionarios. Y el tr��mite, nada gratuito del movimiento dierario, se hace precisamente para el bien individual (y sumando esos bienes individuales, la banca deduce los parabienes nacionales, mundiales y universales). 
O tambi��n podemos rastrear esta cambio (para ser lo mismo), del paso de la celebraci��n del santoral cat��lico a la celebraci��n del onom��stico personal. Pues el cumplea��os feliz es la fiesta m��xima y perfecta del sistema capitalista: la celebraci��n del individuo y el recordatorio perpetuo de su muerte. Una memorabilia vac��a que colma de sentido solo en nivel personal.
Y sin embargo, ��nada m��s imposible que tener dinero! Si es precisamente para el Estado (y la Banca, que con las reformas hacendarias cada vez se vuelve menos distinguible el uno del otro) que se mantienen las cuentas. Es precisamente para el estado que contamos el dinero que entra y sale y se produce. Pues el dinero (no solo su residuo material de cupron��quel y papelitos morados, sino el n��mero mismo que representa la enormidad del PIB) es del Estado y siempre del Estado (o de la Banca, o de la Iglesia, que para el caso es lo mismo) y su ser y moverse es s��lo para ��l. 
Porque, aunque ese ya sea otro tema y se nos descubra un ven��reo de reflexiones todav��a por hacer y precisar, el dinero (y usted y yo mismo, claro esta, que ya dedujimos que solo somos puro dinero) convive con una dial��ctica contradictoria entre su moverse (moverse para multiplicarse) y su ser contado. Porque para contarlo hay que detenerlo. Para que se multiplique, tiene que moverse. Y as��, se podr��a enunciar un principio de indeterminaci��n del Dinero, tal y como Werner Heisenberg enunci�� la indeterminaci��n de las subpart��culas at��micas, es decir: que mientras el dinero se est�� multiplicando, no se puede contar; y a la inversa, mientras se cuenta, no se puede estar multiplicando. 
Esta dial��ctica (tan parecida a tantos milagros teol��gicos, como la de la de la hermosa figura de la esfera sin centro, primera definici��n de Dios del libro de los veinticuatro fil��sofos) produce la indeterminaci��n suma del Sumo Bien. 
Feliz d��a del banquero. 
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Published on December 11, 2014 13:29
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Artefactos

Alejandro Vázquez Ortiz
Máquinas contra la Realidad.
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