SilHal (Capítulo 36)
La aventura llamada Emanet superaba semana a semana las expectativas de todos los que participaban en ella. Actores, equipo técnico y equipo directivo celebraban el anuncio de las cifras de share, la subida de seguidores en redes de la serie y la llegada de regalos desde cada vez más lejos. Sila y Halil empezaban a tener un verdadero problema con los regalos; había en el piso de Sila, había en casa de sus padres, había en la productora y el ático parecía ya un escaparate navideño.
Habían decidido ir a pasar la mañana del domingo paseando por el Belgrad Forest. La ropa de finales de otoño, los gorros y las gafas de sol cumplían la función de camuflarlos y nadie se volvía a mirarlos con curiosidad. Halil y Sila caminaban sin prisa dados de la mano, disfrutando de la tranquilidad del bosque y de estar el uno junto al otro como una pareja normal. De vez en cuando Halil tiraba de ella, la envolvía en un abrazo y la besaba dulcemente y, unos pasos más adelante, era ella la que saltaba sobre su ancha espalda para ser llevada a caballito mientras regaba el cuello de su novio de promesas en forma de besos.
De repente, Halil se salió del camino y avanzó con ella hasta un discreto grupo de árboles.
– ¿Qué haces? – preguntó Sila agarrándose más a su cuello y viendo lo íntimo del lugar – Halil Bey... yo también creo que sería morboso hacerlo aquí, pero de vez en cuando pasa gente...
– Shhh, esta noche te haré el amor hasta que te rindas pero ahora sólo quiero hacerte una foto. Observa el suelo y las hojas de los árboles. Anda siéntate ahí y mírame como si quisieras que estuviéramos ya en casa... en nuestra cama...
– ¡Nada de fotos! ¡Vámonos o deja de hablarme así! – pidió Sila bajando de su espalda y aprovechando para pasar sus manos más abajo de la cintura de él.
– ¡Quieta... Sila... no toques... de momento...! ¡Hayde, siéntate! – ordenó Halil emulando a Serkan.
– ¿Cómo me pongo? – preguntó su novia, desde el suelo.
– Apoya el codo en la rodilla, la mano sujetando esa preciosa cabeza... y ahora regálame una de tus verdes miradas, cariño.
Sila siguió las indicaciones de su novio y lo vio hacerle varias fotos. Luego él se sentó a su lado y se hicieron varias selfies. Trataron de hacerse algunas besándose, pero el largo brazo de Halil temblaba al besarla y nunca encuadraba bien la foto. Al final lo lograron muertos de risa y en algunas fotos los besos quedaron mezclados con pura felicidad.
– ¿Quieres subir alguna a tu insta? – preguntó Halil.
Había acabado apoyando la espalda en un árbol y Sila se había recostado en él para mirar las fotos.
– Claro... y ya de paso pongo que la foto la has hecho tú...😏 – Sila lo vio asentir – ¡era broma!
– Lo digo en serio, cariño. Sube esta, la primera, estás preciosa y me estás mirando de una manera que los fans van a saber interpretar – pidió Halil, pasando el dedo por la pantalla del móvil de su chica.
– ¿Estás seguro? ¿Seguimos con aquello de mandar pistas a los fans? – preguntó Sila abriendo la aplicación.
– Claro. Mira lo que pasó con el vídeo de promoción que grabamos con Berat. Hicieron tanto zoom que vieron mi mano sobre la tuya. Me encanta nuestro fandom – declaró Halil, viendo lo que su chica escribía. "Última foto del 2020. 📸🍁 @halilibrahimceyhn", leyó en voz alta dejando que su aliento caliente acariciara el cuello de Sila.
– Mmm, pórtate bien, Halil Bey... ¿Lo entenderán? – preguntó señalando la foto antes de subirla.
– Claro, son las mejores. Lo que me recuerda que, de alguna manera, hay que pedir que no manden más regalos. No sé cómo hacerlo sin parecer desagradecidos pero es que ya no caben en ningún sitio y la verdad, me sabe mal que la gente se gaste dinero en nosotros – dijo el actor, apretando más a su novia entre sus brazos.
– Sería genial si en vez de enviarnos cosas, hicieran donativos, porque a mi también me sabe mal que se gasten dinero... Podemos publicitar las ONG con las que colaboramos ¿no? – sugirió Sila.
– Eso sí que estaría bien. Hablaremos con nuestros representantes de ese tema ¿tamam? – preguntó él sobre la mejilla cada vez más fría de Sila – cielo, vamos a seguir caminando o te quedarás congelada.
Halil tomó de la mano a Sila, la ayudó a levantarse, la besó y la precedió hasta el camino. Se colocaron bien los gorros y las gafas y siguieron paseando de la mano.
– Cariño... – comenzó Sila – hace semanas que no hablamos de ello pero la verdad es que ya casi he olvidado los incidentes y creo que quien fuera que quería hacernos daño se ha dado por vencido... o vencida.
– Sila, no te enfades ¿vale? pero yo no lo he olvidado. Hablo cada día con los de seguridad y han vuelto a retomar el visionado de cámaras. También tengo a alguien recorriendo las tiendas de animales de Estambul. No voy a parar hasta encontrar a quien soltó la víbora – el tono de Halil se había vuelto tan frío como el día.
– No me enfado, Halil. Pero no quiero que este tema vuelva a tenerte nervioso ni que vuelvas a sobre protegerme ¿tamam? – pidió Sila deteniéndose y llevando su mano a la mejilla de él.
– Tamam – respondió Halil besando la palma de la mano de ella – ¿seguro que no te enfadas?
– No. Entiendo que quieras respuestas y yo también las quiero pero no a costa de que nuestra relación se resienta. Bastantes piruetas ha de hacer nuestro amor para sobrevivir ¿no crees? – quiso saber ella.
– A veces pienso que Yaman y Seher lo tienen mejor que nosotros... – bromeó Halil.
– A mí me dan pena... no saben lo que se están perdiendo – Sila tiró del cuello del abrigo de Halil hacia abajo y cuando lo tuvo a un suspiro lo besó, secuestrando su labio inferior más tiempo del debido y haciendo que él rugiera de deseo.
– Offf Sila, qué largo se me va a hacer el día ¿a qué hora era la comida con la tropa? – preguntó Halil refiriéndose a Osman, Melih, Zeynep y Selen.
Sila se separó de él y tiró de su mano, para seguir caminando.
– En una hora, pero se han unido Ozge y Gokberk así que seremos ocho ¿Volvemos al coche y vamos yendo para casa de Melih?
– ¿No da tiempo a perdernos con el coche en algún lugar apartado? – propuso Halil mirándola con pena.
– No, Halil Bey, no da tiempo, pero esta noche...
– Falta demasiado para esta noche, Sila Hanim – protestó él emulando a Berat cuando los de catering tardaban en darle la merienda.
Una hora y varias miradas calientes después, Halil y Sila llegaban a casa de Melih y Zeynep. Después de saludarse todos, el grupo disfrutó de un aperitivo cerca de la chimenea y luego se sentaron a una mesa decorada con centros otoñales.
– ¿Cómo van los preparativos de boda? – preguntó Sila a sus excompañeros de Yemin mientras se servía dolmas.
– Pues hemos puesto fecha a la celebración del compromiso. Será en julio. Y ya tengo los tres vestidos elegidos – explicó Ozge.
– ¿Tres vestidos? – preguntó Halil confuso.
– Creo que es uno para el compromiso y dos para la boda. Eso si no me sorprende y aparece con un cuarto vestido sorpresa – explicó Gokberk resignado.
– Yo también tuve 3 – sonrió la mujer de Melih.
– Ah pues yo también querré 3 – digo Selen a Osman.
– Los que quieras cariño – respondió el actor que hacía de Selim.
Sila y Halil fijaron la vista en sus platos al ver por dónde iba la conversación y por no estar preparados para participar en ella como protagonistas todavía.
– Y ¿qué tal el rodaje últimamente? – preguntó Ozge al ver la mirada de su amiga.
– Oh, los capítulos con Mehmet (Ozan) han estado muy bien ¿no Halil? – añadió Osman.
– Me pasé poniéndole pomada en la espalda toda una semana... – murmuró Sila.
Halil la miró y le frunció el ceño a su novia.
– Es que se me fue la mano tirando de las cadenas y me dañé las lumbares, pero la parte buena fueron los masajes de Sila – Halil explicó eso mientras ponía la mano sobre el muslo de su novia y la movía arriba y abajo.
Ella abrió sus verdes ojos de par en par y lo miró prometiendo venganza.
– Eres peor que Yaman. Te dolía la espalda y no dijiste nada, luego grabamos la escena saliendo de la casa, donde me tenías que llevar en brazos, y seguiste callado.
– Entonces por eso ibas encorvado en las escenas del hospital – se rio Melih.
– Evet. Y porque nunca sabía si la bata de hospital iba a ser demasiado "reveladora"... 👀
– Yo repasé las escenas con Ayhan y Serkan y estabas tremendo – sonrió Sila, poniendo su mano sobre la de él para que dejara de acariciarla por debajo de la mesa.
– Las escenas del tiroteo fueron geniales, Osman y yo nos colamos cuando acabaron de grabar y parecíamos niños jugando con las pistolas – explicó Melih.
– Ese día hacía un frío y un viento horrorosos – dijo Halil cruzando sus dedos con los de Sila y tratando de comer con la mano izquierda.
– Los de vestuario no daban a basto con las mantas. Y luego en el mirador parecía que saldríamos volando – añadió Sila.
– Creo que ese día batí mi récord de cafés – Halil empezó a mover su pulgar por el dorso de la mano de su chica – no había manera de entrar en calor...
Sila lo escuchó y apretó los dedos. Se puso roja al recordar cómo lograron finalmente entrar en calor aquel día. Después de la escena en el mirador, se subieron al mercedes "negro" y, volviendo hacia el set número uno, se "perdieron" una hora... El pelo de Sila sufrió algunos retoques y la gomina de Halil había desaparecido para cuando llegaron al set, pero definitivamente el frío había desaparecido.
– Entonces – empezó Selen – ¿la boda para cuándo?
Varios ojos la miraron para ver hacia dónde iba esa pregunta y Halil y Sila no entendieron por qué la novia de Osman bailaba la mirada entre ellos dos.
– Selen pregunta por la de Yaman y Seher... – los rescató Osman.
– ¡Oh! A Sila no le preguntéis porque no hay manera de que se lea el guión entero... – Halil la miró para sonreírle y llegó a tiempo de ver una sombra cruzar los verdes iris de Sila. ¿Qué ocurría?, se preguntó Halil.
– Eh... – titubeó la actriz ruborizada – creo que la boda es en el 118. Yaman le pide a Seher que se case con él en el 100 y ella acepta en el 101... esa parte sí que la leí... cuando...
– Vamos, que la buscaste expresamente ¿no? – sonrió cariñosamente Ozge – ¿antes de empezar el rodaje?
– ¿La boda fue lo único que buscaste, mi romántica ablacim? – quiso saber Gokberk – Espera, ¡la buscaste al saber que Halil sería el co-protagonista de Emanet!
Sila se sintió avergonzada sin saber por qué. Fue como cuando sus sobrinos la delataron ante Halil y él supo que ella llevaba 7 años enamorada de él. Sonrió y sintió que él acercaba más su silla a la de ella.
– Sila, ¿me acompañas a la cocina? – pidió Zeynep levantándose, solidaria con su amiga.
– Claro – respondió la actriz separándose bruscamente de Halil para huir a la cocina.
En cuanto entró tras Zeynep, ésta cerró la puerta y se quedó mirando cómo Sila cogía aire tratando de calmarse.
– ¿Qué acaba de pasar?
– No lo sé, Zeynep. De repente me ha dado mucha vergüenza hablar de bodas.
– ¿Con Halil va todo bien? Se os ve muy felices, Sila – dijo la mujer de Melih.
– Soy tan feliz que... a veces, si me despierto en medio de la noche... me quedo un rato mirándolo. Sigo sin creer que el amor de mis sueños haya salido de ellos para estar conmigo. Y a medida que se acercan las escenas de la boda en la serie, me voy poniendo más nerviosa – Sila habló retorciéndose los dedos y con la mirada perdida en el jardín.
– Eso puede ser porque lo amas y quieres que algún día lo que vais a grabar se convierta en realidad. Si tu amor por él se cumplió...
– Zeynep...
– ¿No querrías casarte con Halil? – la pregunta surcó el aire y la persona al otro lado de la puerta la escuchó claramente frunciendo el ceño.
– ¡Halil! ¡Aléjate de la cocina! – se oyó a Melih.
Sila apartó los ojos del jardín y miró a su amiga horrorizada. Halil se dio la vuelta y volvió al comedor.
Al cabo de unos minutos, todos entendieron la orden de Melih cuando vieron a Sila y Zeynep salir de la cocina con un pastel. El cumpleaños de Halil había pasado pero como no habían podido celebrarlo en grupo, Melih y Zeynep habían decidido sorprenderlo ese día.
Sila caminó con cuidado de que no se le cayera el pastel y hasta que no lo dejó sobre la mesa no miró a su novio. Él no dejaba de recorrerle la cara tratando de encontrar la respuesta a la pregunta que había escuchado sin querer. Si se lo preguntaba... es decir, cuando se lo preguntara... ¿qué le respondería Sila?
Sila, por de pronto, empezó a cantar con los demás el "Iyi ki dogdun" y Halil decidió apartar el tema que le había removido el corazón. Después de apagar las velas y cortar el pastel, Osman lanzó un gemido que su perro acabó contestando desde debajo de la mesa.
– Está buenísimo. El del set también estaba bueno pero llevaba mucha nata y con tu careto en medio, Halil, daba grima – rió Osman.
– Sí, la cara de Halil salió en todas las redes sociales...y la de Sila. Os cuesta bastante disimular vuestro amor. Si no vi ese video detrás de cámaras 100 veces ese día... – sonrió Selen llevándose la cuchara a la boca.
Sila levantó la mirada de su pastel para buscar los misteriosos ojos de su novio. Lo miró como el 13 de diciembre. Con todo el amor que sentía por él reflejado en su cara. El corazón de Halil recibió el mensaje, igual que aquel día. Era el mismo mensaje que leía en su preciosa cara cada mañana al despertar y cada noche al desearse buenas noches para luego dormir abrazados. Gracias a Allah, rezó Halil, ¿qué importaba si Sila no había respondido a Zeynep en la cocina?. Lo importante era que le respondiera a él cuando llegara el momento y que la respuesta fuera EVET.
Los dos notaron la urgencia de estar a solas al mismo tiempo. Les solía pasar a menudo. Podían estar grabando la serie o en casa de los padres de Sila o cenando con la familia de Huda, de repente se miraban y necesitaban huir para encontrarse. Se echaban de menos entre la gente.
– Pero... es que míralos... madre mía... si los espectadores supieran de dónde salen las miradas entre Seher y Yaman que ven por la tele... – dijo Ozge haciendo la forma de un corazón con las manos.
– Halil... Halil... vale... ¡Halil! – lo llamó Gokberk.
– Dime, abi – Halil se giró hacia su amigo.
– Que felicidades. Por tu cumpleaños y por todo lo demás... – le sonrió el actor de Yemin –nosotros nos vamos ya – añadió agradeciendo con la mirada a Melih y Zeynep su hospitalidad.
Tras el anuncio de Gokberk, los demás también se fueron levantando y despidiéndose de los anfitriones. En la puerta, Halil ayudó a Sila a ponerse su abrigo y besó su pelo antes de enfundarle el gorro de lana. Ella se giró y lo miró a los sensuales labios mientras le ajustaba la bufanda. Se buscaron un segundo, lo suficiente para acordar ir directos a casa y olvidarse del mundo entero el uno en brazos del otro.
Dentro del coche las notas de "Yeniden" de Sonar Avcu se mezclaban con los latidos de sus corazones. El trayecto no acababa nunca, todos los semáforos se ponían en rojo retando la paciencia de Halil y las ganas de Sila. Cuando aparcaron y salieron del coche se dieron de la mano sin mirarse. Si lo hacían prenderían fuego al ascensor y no llegarían a casa. Sólo sus manos se tocaban y sólo sus dedos jugaban con las pequeñas llamas que creaban.
– Parece ser mi destino – rugió bajito Halil.
– ¿El qué? – suspiró Sila mojándose los labios.
– Morir de ansia por ti en los ascensores...
Sila cerró los ojos al escucharlo y los volvió a abrir al oír el ding que anunciaba que ya estaban en casa. Halil tiró de su mano y la condujo al amplio ventanal. Mientras el sol acariciaba el Bósforo despidiéndose de él hasta el día siguiente, una tímida luna aparecía por el este. A Halil le pareció que llegaba justo a tiempo de iluminar la piel de Sila que él iba desvistiendo poco a poco.
El gorro desveló la melena suelta de ella y fue a parar al sofá junto con su abrigo. Luego las fuertes manos de Halil le sacaron el grueso jersey multicolor dejándola con una sencilla camiseta térmica. No era la prenda más sexy que tenía pero el escote lo hacía querer besar el valle rebelado y lo ajustado de la pieza le hacía hormiguear los dedos de ganas de moldear su silueta. La miró fijamente y con su dedo trazó un sendero que partió de su sien, bajó por su mejilla, viró hacia su cuello y atravesó toda la piel desnuda entre sus senos. Sila ya empezaba a temblar. Su negra mirada y su roce la tenían rogando por más: más miradas hambrientas y más caricias atrevidas.
Halil oyó su silencioso ruego y llevó sus manos a la cintura de Sila. Tiraron de la prenda atrapada bajo los vaqueros y ella dio un respingo. Las manos de él quemaban y Sila disfrutó de su fuego. La camiseta desapareció y los ojos de Halil se derritieron en la piel desnuda de su mujer... La tomó por la cintura, su boca cayó sobre el tatuaje de Sila y besó la palabra que aludía a la belleza pasajera. Su beso sonrió porque Halil sabía que la belleza de Sila ya estaba grabada para siempre en sus propios ojos y ni el maldito paso del tiempo haría que él dejara de verla hermosa.
La oyó suspirar, no supo si de placer o impaciencia, pero él no tenía prisa, sólo quería amarla como componía. Sila era su partitura y sólo esperaba oír notas de placer que acabaran en una canción de amor y éxtasis. Llevó sus labios hacia el hueco de su clavícula, lo lamió perezoso y siguió subiendo por su cuello hasta poder aspirar el aroma escondido tras su oreja. Ella tembló y se agarró a su cintura. Error, si lo tocaba lo desarmaría.
– Sila... no puedes tocarme... – le susurró caliente al oído.
– No me pidas eso – sus palabras transformaron sus manos en puños que se aferraban a la camisa de Halil – por favor...
– Shhh, sólo siénteme... – le ordenó él – date la vuelta, Sila.
– Pero... – Sila iba a protestar pero él cambió el beso por un mordisco donde latía su vena y el relámpago de placer que la recorrió la enmudeció.
Lentamente giró entre sus manos hasta quedar semi desnuda con Estambul a sus pies y Halil tras ella. Iba a morir de deseo y levantó sus iris jade hacia la luna. Ella sería la única testigo de su agonía. Cerró los ojos y esperó.
Halil tomó sus manos y las subió hasta que quedaron apoyadas en el cristal. Luego las suyas dibujaron sus brazos y su cuerpo en un camino de vuelta que acabó en los botones de sus vaqueros. Sila abrió los labios para gemir ante la caricia de aquellas manos que acababan de erizarle toda la piel. No aguantaría.
– Halil... no puedo. Te deseo ya...
– Shhh, sí puedes. Mira la luna, se esta muriendo de envidia...
Sila notó los dedos de él desabrochar los botones y esconderse bajo la cintura de sus pantalones. Cogió aire cuando se los empezó a bajar y se mordió los labios cuando adivinó que él se había agachado tras ella. La hizo salir de los vaqueros y luego los oyó caer sobre el sofá. Los sonidos no hacían más que aumentar su sensibilidad y su excitación. Halil se había propuesto emborracharla de placer y ella ya ya estaba medio ebria.
– Preciosa... – lo oyó rugir.
Sus manos calientes se posaron en sus muslos y un aliento húmedo en forma de besos recorrió sus nalgas. Tragó a duras penas. Las piernas le temblaban y el insistente latido entre ellas pedía consuelo. Abrió más las manos sobre el frio cristal buscando aliviar el calor que él provocaba con su lengua pero ni los helados rayos de la luna la calmaban. Él subió más las manos hasta abarcar su cintura y la besó en la curva de su espalda. Por el amor de Allah, en cualquier momento se le doblarían las piernas y caería derretida.
– Shhh, gira despacio cariño... – otra orden que ella obedeció ciegamente.
Con la respiración desbocada, apoyó la espalda y las manos en el ventanal y abrió los ojos. Su mirada vidriosa de deseo se cruzó con la de él, igualmente velada de promesas lascivas. Sólo quería dejarse caer y rodearlo con sus piernas para sentirlo dentro de ella pero él tenía otra idea en mente. Una idea que la dejó vacía de pensamientos y llena de sensaciones.
Halil no dejó de mirarla mientras acercaba su boca para besar donde ella más lo necesitaba. Primero besó sobre satén azul, luego aferró la prenda, la bajó del todo, y sus labios volvieron a besarla, esta vez sobre el pequeño valle que ocultaba lo que Halil ansiaba.
La hizo jadear de placer. Sus dedos aferraban sus nalgas impidiendo su huída, como si ella fuera a querer huir... y su lengua se colaba por el sendero húmedo y palpitante de Sila. Una y otra vez, cada pasada más profunda, arrancaba el nombre de él en gemidos. La lamía amoroso, la llevaba a la locura y luego la besaba hasta que ella se confiaba. La traicionaba calmándola para luego chupar sin previo aviso aquel caramelo dulce, caliente y rebosante de placer para ambos. Sila empezó a suplicar...
– Halil, por favor...
– Un poco más, cariño, déjate ir, necesito verte así. Necesito sentir que mis manos y mi boca te aman y te atan a mi alma. Sila...
Halil la aferró, marcándola con sus dedos, la acercó más a su boca y su lengua ya no dudó hasta saborear su orgasmo entre gritos y temblores. Sabía que ella caería y la acunó en cuanto la tuvo entre sus brazos deshecha de placer.
– Shhh, tranquila, te tengo... te tengo... – acarició su espalda y besó repetidamente su pelo.
Sila despertó poco a poco del sueño erótico que Halil le había regalado y empezó a trazar su propio sueño para él. Se arrodilló como pudo entre sus piernas y lo miró loca de amor. Le desabrochó la maldita camisa que le ocultaba su piel, se la pasó por los anchos hombros y se la sacó impaciente. Luego arañó su pecho para marcarlo como había sido marcada ella. Llegó a la cintura de sus vaqueros y sin dejar de mirarlo se peleó con los botones hasta tenerlos todos desabrochados.
A Halil la mirada se le había ido volviendo cada vez más oscura y salvaje, pero había aguantado con las manos apoyadas en el suelo, el ver a su mujer desnudarlo desesperada. Hasta ese justo momento. Sila no dudó en meter la mano y tomar su sexo duro y ardiente para acariciarlo y él apretó los dientes y cerró los ojos. Joder, iba a matarlo con sus caricias y si tenía que morir quería hacerlo de amor y dentro de ella.
Como siempre, ella lo leyó y se le adelantó. Su preciosa amante decidió subirse a él y él la ayudó, enamorándose de ella otra vez. Sila lo rodeó con sus piernas y lo tentó sin dejarlo entrar. Lo abrazó por los hombros y vio cómo la mirada de Halil tatuaba sus senos tapados aun por el sostén. Se apiadó un poquito de él y se bajó el satén con una mano para luego bajar la cabeza y buscar sus labios. Lo besó y se perdió.
Se besaron pidiéndose más. Halil la tomó por las caderas, la movió sobre él y se enterró en ella jadeando en sus labios. Sila lo acogió, lo sintió recorrerla hasta el fondo y lamió su beso susurrado. Se empezaron a mover el uno en el otro, tratando de hacer que durara, pero los besos se desesperaban y las caricias enloquecían. Suspiraban sus nombres cada vez con más desenfreno y se aprendían la piel con dedos ansiosos. La luna cerró los ojos pero Halil y Sila los abrieron para mirarse y amarse en una espiral de placer que siempre los dejaba incrédulos.
100 latidos más tarde seguían abrazados sobre la alfombra del salón. Halil había conseguido taparlos con su abrigo pero el tiempo concedido por la luna se había agotado y su frescor traspasaba el ventanal.
– ¿Cariño?...
– ¿Uhummm? – respondió Sila acomodándose más entre los brazos de Halil.
– ¿Vamos a la cama?
– Hayir... tú eres más cómodo que la cama...
– ¿No tienes frío? – preguntó acariciando su cuello con su nariz.
– Olmaz, olmaz... – sonrió ella sobre su pecho desnudo.
– Eso me suena de algo...
– ¿Halil?
– Dime, mi vida.
– Cántame algo... quiero dormirme en tu voz... como antes...
– ¿Como antes? – susurró él sin entender.
– Como antes de conocerte...
Y Halil cantó bajito una vieja nana. Y Sila se durmió en brazos del hombre con el que soñaba, sin saber ya si soñaba o no.
GRACIAS DE NUEVO POR LAS 20.000 LECTURAS EN WATTPAD. ES UN SUEÑO...NO OS PERDÁIS EL VIDEO QUE CIERRA ESTE CAPÍTULO, LO HIZO MI AMIGA YASMINA PORQUE YO NO TENGO NI IDEA DE HACERLOS. Y GRACIAS A MI AMIGA BEA QUE HA "ADOPTADO" EL VIDEO EN SU CANAL DE YOUTUBE "TURKILLADAS" DONDE SUBE SUS PRECIOSOS VIDEOS.
COMO SUELE DECIR HALIL (EL DE VERDAD): FELIZ DE TENEROS!


