Poema: Una semilla amarga

En cada pecho vive una semilla

amarga, un centro negro que palpita

elegías al hombre que una vez

llamó desde su sueño, oculto en las murallas

en cuyo centro yacen

una piedra, una duda, la añoranza

del alba y de los cantos,

y una voz que agoniza

cuando admira los cielos oscuros y quebrados

diciéndole:

Padeces el pasar

de las horas, el miedo a contemplar tu rostro,

a imaginar la sombra tras el velo,

a sufrir la caída

de un ave en tus abismos,

y a oír el fin, el último aleteo.

Es cierto,

todo hombre ve ese núcleo, la piedra

sola en el pensamiento,

las alas rotas descansando en la sima,

y oye el eco lejano de bandadas

en fuga hacia la noche insondable

que yace en sus entrañas,

pero le es imposible concebir

un tamaño al fondo, un tiempo a su pesar.

Tienta a ciegas, escarba en la oquedad

de sí —el corazón—, y sigue fiordos,

hondonadas, fracturas, vastos mares

violentos que también exclaman: Sálvame,

eleva un verso desgarrado al ser

de quebrantos que guardo en la nostalgia,

a la estela del pájaro que busco

sin suerte, sin sentido

entre mis ruinas.

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Published on February 22, 2025 10:01
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