Cuántos, cómo y quiénes se salvan. Domingo 21 Ciclo C

 

Durante siglos, a los israelitas no les preocupó el tema de la salvación ocondena en la otra vida. Después de la muerte, todos, buenos y malos, ricos ypobres, opresores y oprimidos, descendían al mundo subterráneo, el Sheol,donde sobrevivían sin pena ni gloria, como sombras. Quienes se planteaban elproblema de la justicia divina, del premio de los buenos y castigo de losmalvados, respondían que eso tenía lugar en este mundo. Sin embargo, laexperiencia demostraba lo contrario, y así lo denuncia el autor del libro deJob: en este mundo, los ladrones y asesinos suelen vivir felizmente, mientraslos pobres mueren en la miseria.

            Con el tiempo, para salvarla justicia divina, algunos grupos religiosos, como los fariseos y los esenios,trasladan el premio y el castigo a la otra vida. Dentro de los evangelios, laparábola del rico y Lázaro refleja muy bien esta idea: el rico lo pasa muy bienen este mundo, pero su comportamiento injusto y egoísta con Lázaro lo condena aser torturado en la otra vida; en cambio, Lázaro, que nada tuvo en la tierra,participa de la felicidad eterna.

            Entre los judíos que creenen la resurrección cabe otra postura, importante para comprender el comienzodel evangelio de hoy: sólo los buenos resucitan para una vida feliz; losmalvados no consiguen ese premio, pero tampoco son condenados.

Una pregunta absurda: cuántos

            Jesús, de camino haciaJerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando.
            Uno le preguntó:

            ‒Señor, ¿serán pocos los que se salven?

            Bastantes cristianosactuales habrían formulado la pregunta de manera distinta: “¿Serán muchos losque se condenen?” Sin embargo, el personaje del que habla Lucas parece formarparte de ese grupo que sólo cree en la salvación. Jesús podría haber respondidocon otra pregunta: ¿Qué entiendes por “pocos”? ¿Cuatro mil? ¿Veinte millones?¿Ciento cuarenta y cuatro mil, como afirman los Testigos de Jehová? La preguntasobre pocos o muchos es absurda, aunque hay gente que sigue afirmando conabsoluta certeza que se condena la mayoría o que se salvan todos.

Una enseñanza: “entrar por la puerta estrecha”

 

            Jesús no entra en eljuego. Ni siquiera responde al que pregunta, sino que aprovecha la ocasión paraofrecer una enseñanza general.

Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentaránentrar y no podrán.

            La imagen, tal como lapresenta Lucas, no resulta muy feliz. Quienes no pueden entrar por una puertaestrecha son las personas muy gordas, y eso no es lo que está en juego. Elevangelio de Mateo ofrece una versión más completa y clara: “Entrad por la puerta estrecha; porque es ancha la puertay espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran porella. ¡Qué estrecha es la puerta, qué angosto el camino que lleva a la vida, yson pocos los que dan con ella!” (Mateo 7,13-14).

            En cualquier caso, la exhortación deJesús resulta tremendamente vaga: ¿en qué consiste entrar por la puertaestrecha? En otros momentos lo deja más claro.

            Al joven rico, angustiado por cómoconseguir la vida eterna, le responde: “No matarás, no cometerás adulterio,no robarás, no darás falso testimonio, honrarás a tu padre y a tu madre, yamarás a tu prójimo como a ti mismo”. En el evangelio de Mateo, laparábola del Juicio Final indica los criterios que tendrá en cuenta Jesús a lahora de salvar y condenar: “Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuvesed y me disteis de beber, era emigrante y me acogisteis, estaba desnudo y mevestisteis, estaba enfermo y me visitasteis, estaba encarcelado y acudisteis”.

            La experiencia demuestra que viviresto equivale a pasar por una puerta estrecha, pero al alcance de todos.

Un final sorprendente y polémico: quiénes

            La pregunta sobre el número de los que se salvan ha provocado unarespuesta sobre cómo salvarse;pero Jesús añade algo más, sobre quiénes se salvarán.

            El libro de Isaías contiene estaspalabras dirigidas por Dios a los israelitas: “En tu pueblo todos seránjustos y poseerán por siempre la tierra” (Is 60,21). Basándose en estapromesa, algunos rabinos defendían que todo Israel participaría en el mundofuturo; es decir, que todos se salvarían (TratadoSanedrín 10,1). ¿Y los paganos? También ellos podían obtener la salvaciónsi aceptaban la fe judía.

Sin embargo, las palabras que pone Lucas en bocade Jesús afirman algo muy distinto. Empalmando con la idea de que muchosintentarán entrar y no podrán, nos sorprende con la siguiente descripción:

            Cuando el amo de la casa selevante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta,diciendo: “Señor, ábrenos”. Y él os replicará: “No sé quiénes sois”. Entoncescomenzaréis a decir: “Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestrasplazas”. Pero él os replicará: “No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados.”Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaacy Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros os veáis echadosfuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán ala mesa en el reino de Dios.

El amo de la casa es Jesús, y quienes llaman a lapuerta son los judíos contemporáneos suyos, que han comido y bebido con él, yen cuyas plazas ha enseñado. No podrán participar del banquete del reino juntocon los verdaderos israelitas, representados por los tres patriarcas y losprofetas. En cambio, muchos extranjeros, procedentes de los cuatro puntoscardinales, se sentarán a la mesa.

            La conversión de lospaganos ya había sido anunciada por algunos profetas, como demuestra la primeralectura (Is 66,18-21). Pero el evangelio es hiriente y polémico: no se trata deque los paganos se unen a los judíos, sino de que los paganos sustituyen a losjudíos en el banquete del Reino de Dios. Estas palabras recuerdan el granmisterio que supuso para la iglesia primitiva ver cómo gran parte del pueblojudío no aceptaba a Jesús como Mesías, mientras que muchos paganos lo acogíanfavorablemente.

Moraleja y matización

            Lucas termina con una deesas frases breves y enigmáticas que tanto le gustaban a Jesús.

            Mirad:hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.

En la interpretación de Lucas, los últimos son lospaganos, los primeros los judíos. El orden se invierte. Pero los primeros, losjudíos como totalidad, no quedan fuera del banquete, también son invitados. Elmismo Lucas, cuando escribe el libro de los Hechos de los Apóstoles, presenta aPablo dirigiéndose en primer lugar a los judíos, aunque generalmente sin muchoéxito.

Primera lectura: Isaías 66, 18-21

Así dice el Señor:

            Yo vendré para reunir a las naciones de toda lengua:vendrán para ver mi gloria, les daré una señal, y de entre ellos despacharésupervivientes a las naciones: a Tarsis, Etiopía, Libia, Masac, Tubal y Grecia,a las costas lejanas que nunca oyeron mi fama ni vieron mi gloria; y anunciaránmi gloria a las naciones. 

            Y de todos los países, como ofrenda al Señor, traerán atodos vuestros hermanos a caballo y en carros y en literas, en mulos ydromedarios, hasta mi monte santo de Jerusalén ‒dice el Señor‒, como losisraelitas, en vasijas puras, traen ofrendas al templo del Señor. De entreellos escogeré sacerdotes y levitas ‒dice el Señor‒.

            El primer párrafo es elque está en relación con el evangelio: habla de la conversión de los paganosdesde Tarsis (a menudo localizada en la zona de Cádiz-Huelva) hasta Turquía(Masac y Tubal), y con dos importantes regiones de África (Libia y Etiopía). Elpunto de vista es distinto al del evangelio: aquí sólo se habla de conversión,no de salvación en la otra vida (tema que queda fuera de la perspectiva delprofeta).

Segunda lectura: cuando Dios nos metepor la puerta estrecha (Heb 12,5-7.11-13)

            Este breve fragmento de la Carta a los Hebreosno tiene nada que ver con el evangelio. Pero es una hermosa exhortación que locomplementa. En el evangelio se nos anima a «entrar por la puerta estrecha». Muchas veces es la vida la que seestrecha en torno a nosotros, como si Dios nos pusiera a prueba. El autor de lacarta enfoca esos momentos difíciles como una reprensión o corrección delSeñor. Pero es la corrección de un Padre que desea lo mejor para su hijo, ideaque debe consolarnos y fortalecernos.  

 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on August 21, 2025 00:29
No comments have been added yet.


José Luis Sicre's Blog

José Luis Sicre
José Luis Sicre isn't a Goodreads Author (yet), but they do have a blog, so here are some recent posts imported from their feed.
Follow José Luis Sicre's blog with rss.