Natalia padecía ante aquel destino suyo, ante la impotencia de su pobreza, que la obligaba a caminar por el mundo con los brazos en cruz sobre el pecho, inmóvil ante lo adverso y espantada ante la actitud resignada de su madre, cuyos ojos habían ido enturbiando el fuego de constantes lágrimas, cuya voz habían tornado quejumbrosa las lamentaciones, y cuyo espinazo se encarnaba hacía la tierra, como el de los mendigos.
— Sep 25, 2025 12:42PM
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